«As the lights go down» Temporada I
Capítulo 19
1° de setiembre de 2017
Era el cumpleaños número 22 de los gemelos. El menor de ellos se despertó muy temprano para prepararle un pastel de chocolate a su hermano, ahora mismo se encontraba en la cocina, mezclando por aquí y batiendo por allá, quería que quedara perfecto.
– ¡Mmm, está delicioso! – sonrió probando un poco de la mezcla
Cuando la tuvo lista, la puso en dos bandejas circulares y la puso a hornear. Justo cuando comenzaría a preparar el merengue, su hermano se asomó por la puerta.
– ¡Hey, buenos días! – saludó Tom
– ¡Tom! – dijo el moreno sobresaltado – ¡Buen día!
– Huele delicioso – sonrió olfateando desde donde estaba – Ehm… Bill, voy a salir, tengo unas cosas que hacer y no sé a qué hora volveré… ¡Cuídate! – dijo para después desaparecer de la vista del moreno el cual no podía creer lo que le había dicho
¿Acaso había olvidado qué día era? ¿A dónde tenía que ir el día de su cumpleaños? ¿Con quién?
Furioso, dejó lo que estaba haciendo y subió a su habitación. Sentado en medio de la cama cruzado de brazos y piernas repetía una y otro vez las palabras de su hermano.
– “Voy a salir, no sé a qué hora volveré” – decía imitando al mayor – Quién sabe que se ha planeado con sus amigos y yo levantándome temprano para nada – se quejaba molesto – Ni siquiera se ha dignado a decirme feliz cumpleaños – lloriqueó – Pero bueno… ¿Qué esperabas Bill? Él es famoso y no celebra los cumpleaños como la gente normal – finalizó un poco triste
Con gran pesar se levantó de la cama y volvió a la cocina, terminaría el pastel y lo guardaría en la nevera, tal vez si Tom volvía temprano podrían apagar las velas juntos.
Con ese pensamiento terminó de preparar el pastel, cuando estuvo listo y relleno, lo decoró con el merengue, agregó fresas, jarabe y ralladura de chocolate. Estaba a punto de guardarla en la nevera cuando el timbre de la puerta principal sonó. Caminó hasta el salón y vio en la puerta a un cartero.
– ¡Hola! – saludó abriendo
– ¡Buen día! ¿Es usted Tom Kaulitz? – preguntó el hombre
– No, soy su hermano – respondió el moreno
– Bueno, esto es para él – dijo el cartero entregándole una gran bolsa negra con muchos paquetes coloridos dentro, al parecer regalos – ¿Podría firmar aquí? – le pidió tendiéndole un recibido
– ¡Claro! – dijo Bill firmando
– ¿Es usted Bill Kaulitz? – preguntó al ver la firma, el menor asintió – Han dejado esto para usted – dijo sacando un sobre de su bolso
– ¿Para mí? – preguntó el pelinegro extrañado
– Aquí tiene ¿podría firmar aquí también? – pidió de nuevo entregándole el sobre
– ¡Gracias! – agradeció Bill firmando y tomando el sobre
– Que tenga un buen día, joven – se despidió el hombre
Bill cerró la puerta, dejó la bolsa con los regalos de Tom sobre uno de los sofás y él se sentó en otro con el sobre en la mano, no tenía remitente, lo cual era extraño. Lo abrió y sacó su contenido que era una especie de tarjeta.
Al pelinegro se le formó una sonrisa tonta en la cara. Su hermano era único, solo a él podría ocurrírsele algo así. Sacó su móvil de su bolsillo y lo llamó, luego de unos minutos el mayor atendió.
– “¿Hola?” –
– Debí imaginar que harías algo así – rio el moreno
– “¿Te ha llegado?” – preguntó Tom, Bill podía saber que su gemelo sonreía
– Sí, estoy llamando para confirmar asistencia – sonrió
– “¡Uff, que alivio!” – suspiró el mayor – “Por un momento creí que no aceptarías”
– No mientas, sabes que jamás me lo perdería – dijo Bill
– “¿Entonces… paso por ti a las 8:00pm?” – preguntó Tom fingiendo tono seductor
– ¡Por supuesto! – rio el menor – ¿Dónde estás ahora?
– “En la discográfica, estamos trabajando con Brandon, de lo que te estás perdiendo” – rio burlándose del cantante
– Pero es tu cumpleaños – dijo el moreno
– “Lo sé, pero así es la vida” – resopló el otro – “Cuando terminé iré a la casa de Georg, tengo que hablar algo con él y también debo prepararme para la noche”
– Está bien, te espero entonces – sonrió Bill
– “Hasta más tarde” – dijo el mayor finalizando la llamada
Bill se quedó unos segundos en silencio, luego se rio y comenzó a dar patadas al aire mientras abrazaba la invitación de Tom cual adolescente enamorada. Pensó que su hermano había olvidado la fecha pero no, eso lo ponía muy feliz, sería el primer cumpleaños que celebrarían juntos después de siete largos años.
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– ¡No! ¡No! ¡No! – repetía David a punto de agarrarse a golpes su propia cabeza – ¡Sal de ahí!
El cantante nuevo, Brandon, se quitaba los auriculares de mala gana y salía de la cabina de grabación.
– ¿Y ahora qué? – preguntó poniendo sus manos en su cadera
– Te he dicho que cuando llegues a “save me with your love, tonight” debes cantar en D5 no en C5 ¿acaso es mucho pedir? – decía el productor molesto
– ¿Cómo carajos quieres que llegue a un D5? – replicó el cantante enojado – Mi rango vocal no llega hasta ahí
Georg, Gustav y Tom, estaban sentados en sillas al lado de David y observaban divertidos la escena que les ofrecían los otros dos.
– No llegaremos ni a MTV contigo – se burló Georg, obteniendo risas de los otros, excepto el burlado.
– Hasta mi hermano que es cantante aficionado puede alcanzar una nota D5 sin esfuerzo alguno – agregó Tom
– ¡Claro que puede! Si es una completa mujer es obvio que llegue a notas altas – soltó el cantante con saña
– ¡Hey, hey, hey! – intervino Gustav al ver que Tom ya se había puesto de pie con intención de golpear a su “compañero” – ¡Calma!
– Brandon, lleva tu pálido trasero de vuelta a la cabina e inténtalo de nuevo – mandó David ya un poco cansado, el chico obedeció.
– ¿De dónde sacaste ese mamarracho? – rio Georg – Para eso hubiéramos dejado a Tom de cantante
– ¡Oye! – se quejó el guitarrista dándole un codazo – Que le den clases de canto
– ¡Ya cállense! – gruñó el productor – Ya ustedes terminaron ¿por qué no se van a celebrar el cumpleaños?
– ¿Y perdernos el show? – rio el baterista
– ¡Que les den! – dijo David
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Más tarde en la casa de Georg, él, Tom y Gustav nadaban en la piscina disfrutando de los últimos días de verano mientras comentaban lo sucedido en la mañana.
– No puedo creerlo – reía Tom – A David ha estado a punto de salirle humo por las orejas
– Yo opino que el chico canta bien, solo que para este álbum David quiere notas más altas – comentó Georg nadando a espaldas
– Apuesto que cuando está con David puede llegar a un G#6 sin problema alguno – rio Gustav haciendo que los demás soltaran una carcajada
– Bueno ya, esto es serio chicos – dijo Tom poniéndose serio – Si Brandon no aprende a cantar, nos llevará a la ruina, creo que deberíamos hablar con David
– ¿Crees que va a cambiarlo? El álbum ya se ha atrasado mucho, harán todo lo posible para que salga pronto – dijo Georg – Aunque eso conlleve hacerle muchos arreglos a la voz
– ¿Pero qué pasará cuando estemos en tour? ¿Él hará playback? – preguntó Gustav un poco molesto
Los chicos se quedaron silencio mientras pensaban en cómo arreglarían la situación, a pesar de que en la mañana se habían divertido mucho viendo el fracaso de cantante que era Brandon, tendrían que hablar seriamente con los altos mandos para poder solucionar el problema pronto.
En ese momento, Tom decidió dejar lo del cantante de lado, necesitaba hablar con sus amigos sobre algo mucho más importante, necesitaba su ayuda y sus consejos para tomar una decisión acertada sobre lo que le estaba torturando el pensamiento desde días atrás.
– Chicos, necesito hablar con ustedes sobre algo muy importante – dijo el guitarrista preocupando a todos por el tono que usó
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Por otro lado, en la casa de Tom un alegre pelinegro cantaba animadamente mientras se maquillaba.
– It’s time for make-up, perfect smile, it’s you they’re all waiting for… – cantaba al ritmo de Britney Spears
Terminó dando un poco de rubor a sus mejillas y siguió con su cabello, lo llevaría completamente lacio, sin volumen. Al cabo de veinte minutos lucía perfecto. Se vistió con una camiseta tejida con lana gris de manga larga y cuello alto, se puso unos vaqueros negros y unas botas del mismo color que le llegaban un poco más abajo de las rodillas. Como toque final se puso dos collares largos y un par de anillos, por supuesto no podía olvidar su perfume, quería oler bien para Tom.
Se dio el último vistazo y satisfecho con su apariencia, bajó al salón y se sentó en el sofá con su cachorrito en brazos.
– ¿Tú sabes dónde me llevará papá? – preguntó Bill a Pumba mientras lo alzaba para quedar cara a cara con él – Apuesto que él te lo contó todo
El perrito lo miraba mientras jadeaba, obviamente no entendía nada de lo que decía su dueño, pero podía sentir la felicidad que emanaba su cuerpo entonces comenzó a mover su pequeño rabito de un lado a otro sin parar.
– ¿Así que lo sabes, eh? – rio el pelinegro dándole un beso en la cabeza
En ese momento sonó el timbre haciendo que ambos se sobresaltaran, Bill volteó a mirar hacia la puerta y vio un enorme ramo de rosas rojas que era sostenido por alguien al que no podía verle la cara por el tamaño exagerado del ramo, pero sabía muy bien quien era.
Con una enorme sonrisa, puso a su perrito en el suelo y caminó hacia la puerta para abrirla.
– Ejem… – carraspeó una vez con la puerta abierta
Vio como el ramo de rosas comenzaba a bajar dejando ver la cara de su hermano.
– Espero que te gusten las rosas – sonrió Tom – Creo que exageré un poco con el tamaño – dijo entregándoselas
– ¡Están hermosas, Tom! – sonrió el moreno disfrutando del aroma de estas – ¡Me encantan, gracias! – agradeció dándole un beso en la mejilla
El mayor sonrió y se sonrojó ante la acción de su hermano menor – Te ves muy bien, Bill – dijo con un poco de vergüenza
– ¿Tú crees? – preguntó el pelinegro dándose un vistazo
– ¡Claro! Siempre te ves bien – susurró el otro viendo como su gemelo se ruborizaba – ¿Listo para irnos?
– Solo déjame ponerlas en agua, volveré en un minuto – dijo Bill llevándose el tremendo ramo a la cocina
Aprovechando que el pelinegro no estaba, Pumba corrió hasta las piernas de su otro dueño e hizo lo imposible para llamar su atención.
– ¡Hola pequeñito! – sonrió el guitarrista arrodillándose para acariciar a su peludito amigo – ¿Te has portad bien? ¿Me extrañaste?
Pronto Bill volvió al salón y sonrió al ver tan tierna escena de su hermano y su cachorrito. A pesar de que a Tom le gustaba tener esa imagen de chico malo y rudo, cuando se trataba de él y de Pumba sacaba su lado más dulce.
– ¿Listo? – preguntó el mayor poniéndose de pie
El menor asintió y tomó el brazo que le ofrecía su hermano, salieron de la casa y subieron al auto del mayor dispuestos a pasar el mejor cumpleaños de sus vidas.
Continúa…
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¡Dios! Estos dos me van a matar de ternura. Amé las sorpresas de Tom, desde su supuesto olvido hasta las rosas. Fue un capítulo muy lindo y me imagino lo bello que debe ser el siguiente.
Me pone tan feliz que aún estando en la etapa «hermanos» podamos leer sus momentos románticos (aunque aún no sean totalmente conscientes de ellos).