2: Nina

CAPITULO 2 NINA

Lejos, muy lejos en esa misma ciudad en un club que aún no ha abierto sus puertas para sus más exclusivos clientes, Nina está detrás de una barra ataviada en un pantalón de cuero negro y un pequeño chaleco que deja al descubierto parte de su abdomen, con botas altas, y un antifaz que le cubre más de la mitad del rostro, el cual jamás ha sido visto por algún empleado del lugar, solo por el dueño y su hijo, algo que ha causado gran curiosidad entre las chicas del lugar, pero esto le molesta sobre todo cuando tiene que  acomodar las cajas con botellas de las marcas más finas de licores,  su cabello recogido en un moño  improvisado, que más tarde soltara.

— ¡Nina, las chicas esperan sus bebidas! —gritan cerca de la barra, se gira para mirar a  Ed, uno de los tipos de seguridad, de aspecto imponente, robusto y calvo,  vestido todo de negro y bastante rudo pero eso solo  para con los clientes y claro cuando alguna chica se pone pesada con otra, ella por su  parte se queda detrás de la barra, sirviendo tragos y tratando de salir ilesa esa noche y las demás, ya que no falta el cliente que intenta sobrepasarse.

—Ya voy — responde acercando una charola a la barra donde comienza a poner los vaso y copas con los tragos que llevará a las chicas, se permite un trago antes de que el show comience,  solo para calmar los nervios, cuenta las copas puestas y después procede a llenarlas. —Listo las llevas tu o las llevó yo — sonríe sardónica, sabe que solo ella entra en los camerinos, pero le gusta tentar a los de seguridad.

—Muy graciosa—toma la charola para que ella pueda salir de ahí—si más noche te molestan no creas que vendré a proteger ese culo—le apunta con el dedo.

— ¡Bueno, retiro lo dicho! no tienes por qué ponerte de mal humor, Stefan —sonríe y toma la charola— ¿Tabatha está en su camerino? —se detiene y cruza los dedos debajo de la charola, Stefan, niega y ella sonríe, para  caminar hacia la parte trasera del escenario, camina un estrecho pasillo oscuro, iluminado por luces color neón hasta dar con las escaleras que dan a un segundo piso que es el lugar donde se encuentra  una enorme habitación decorada por quince tocadores, todos repletos de maquillaje, además de grandes perchas  en las que cuelgan cada uno de los elegantes y reveladores trajes que usan las chicas para bailar y las meseras—¡Los tragos¡ — grita sobre el barullo de voces de las chicas que gritan y pelean por los atuendos a usar, algunas chicas se acercan y toman sus copas mientras le agradecen algunas otras simplemente pasan de ella, camina por toda la habitación y reparte los tragos restantes.

—Hola Nina— saluda una de las chicas mientras recibe su trago, saluda con una inclinación, no es de tener una relación de amistad con las chicas que ahí bailan, sabe que entre menos relación tenga con ellas, es mejor, así se mantiene lejos de las envidias y constante cuchicheos de los que en un principio fue víctima—¿Oye porque no te decides a trabajar como nosotras?, te aseguro que la paga es mejor y mucho más divertido, que detrás de la barra— la chica ríe y ella decide pasa del comentario y comienza a recoger las copas vacías, cuando tiene la charola llena se despide y sale de la habitación para dirigirse de nuevo a su lugar y terminar de acomodar las botellas de licor, antes de que el lugar abra. Sabe que es cierto ganaría más dinero si aceptara el bailar como el resto de las chicas, pero ella tiene moral o sentido de supervivencia como suele llamarlo y no está ahí por gusto, es el único lugar que pagaba lo suficientemente bien, para que pueda seguir pagando la escuela ,el alquiler y el resto de cuentas que se le vienen encima cada fin de mes, espera que pronto terminen las clases y comience con su internado, pero para eso aún faltan meses, su último año de medicina, las clases jodidamente pesadas, exámenes, exposiciones, tareas, prácticas en hospital y un trabajo el cual requiere de mucha astucia, su vida es un caos que intenta mantener lo más ordenado posible.

— ¡Nina! —un grito la saca de sus cavilaciones, pestañea y se encuentra con Harry el dueño del local, un tipo serio y legal, aunque cuando se trata de dinero pierde los escrúpulos, el negocia si sus chicas asisten a fiestas privadas y las sumas son bastantes altas, en más de alguna ocasión algún cliente insinuó alguna cantidad tan elevada que ella estaba segura que con eso pagaría el resto del año de su alquiler y las deudas que tenía con la universidad, pero Harry nunca acepta y eso lo agradece, el tipo le debía la vida, habían atacado a su hijo y ella le había salvado la vida, así fue como la acogió bajo su protección y le dio un trabajo detrás de la barra y con una paga muy buena.

—Lo siento— se disculpa sus mejillas están sonrojadas— me decías

Suspira y se aprieta el tabique de la nariz — Sofía— murmura su nombre real tan bajo que solo ella lo escucha— pon atención a lo que te digo — le regaña y ella asiente— esta noche el club se cierra para clientes normales— informa y ella asiente — así que deja las botellas en su lugar, Lemir vendrá a echarte una mano, deberás marcharte antes de media noche—mira su reloj y ella sonríe.

— ¿Es una despedida?—pregunta sonriendo, esa sería la única razón del porque la dejarían marchar tan temprano, cuando son eventos de ese tipo, el lugar se convierte en una orgía y aunque ella de virgen, pura y casta tenia lo que una niña de dieciséis, Harry siempre insiste en sacarla antes.

— No, una fiesta de cumpleaños — aclara— pero igual te quiero fuera antes de que se abran las puertas, no tienes examen mañana— la mira sonriendo y ella asiente

—Si lo tengo, así que, ¿a qué hora llega Lemir?

—No debe tardar, por cierto no dejes que los festejados o sus invitados te vean más de la cuenta

— ¡¿Por qué?! —Grita, pero Harry se ha marchado a dar más indicaciones — ¡Dave! —grita a uno de los de seguridad que pasa cerca de la barra, le hace una seña para que se acerque.

—Hola Nina— saluda

—Hola— sonríe— ¿Oye de quien es la fiesta? — observa como comienzan a mover algunas mesas y colocar alguna decoración típica de cumpleaños.

— ¡Oh, la curiosidad mato al gato! — le regaña, chasque la lengua en respuesta

—Pero murió sabiendo— sonríe orgullosa y el chico bufa — ¿Anda dime? — pestañea

—De los Gemelos Kaulitz  — responde — así que apúrate— chasquea sus dedos—  Lemir ya llego, creo que se está cambiando y  Harry quiere que desaparezcas antes de que lleguen los gemelos— se gira y camina hacia la salida — por cierto— se detiene a mitad de su camino — tu taxi ya está afuera, en cuanto termines te marchas— se despide y ella lo mira, con curiosidad, porque a todos les apremiaba que se marchara antes, decide no hacer más preguntas y hacer lo que le han pedido, dejar todo listo para indicarle algunas cosas  a Lemir y marcharse antes de que los festejados lleguen.

— ¡Hola Nina! — saluda un chico alto entrado en sus diecinueve, su cabello castaño y peinado de forma desordenada pero aun así está más corto que la última vez que le vio, lleva una musculosa negra, que dejan ver sus brazos trabajados y parte del tatuaje que lleva sobre su pecho, lleva unos jeans negros deslavados y unas botas de combate, todo un motero, de no ser por esa sonrisa de niño bueno y pequeño que tiene, además de ser el hijo de papi, aunque sus ojos verdes dicen que es todo un devorador.

— ¡Lemir! — Lo abraza y él la  levanta del suelo por el abrazo— que guapo— alaga — te cortaste el cabello.

—Yo siempre estoy guapo— sonríe ególatra— tu estas hermosa como siempre, aunque más  delgada que la última vez que te vi, ¿no estás comiendo bien? — Le apunta con un dedo y ella le golpea la mano— ¡Ocuh! —se queja

—No me apuntes jovencito— se pone derecha intentado tener más altura, pero es un trabajo inútil, ella con su 1.70 no le llega ni al 1.89 de él, lo que hace que ambos rían— anda ya ponte serio, que te explico dónde están las botellas y las demás cosas, en caso de que se termine, mira que no quiero que tu padre, me regañe mañana por qué no hiciste bien las cosas—después de un par de indicaciones de ciertas cosas, está lista para irse— ¿tienes alguna duda? —pregunta mientras comienza a sacar su chaqueta de cuero y su bolso para marcharse.

— ¿Sí? —Sonríe y ella le mira —como le haces para aguantar Sofh— achina la mira y ella le da un golpe en el brazo— ¿oye y eso porque ha sido? — pregunta sobándose el brazo.

—Sabes que aquí no debes llamarme así— le regaña— soy NINA, entendido—el asiente — café, mucho café— responde—ahora puedo—señala la salida y el asiente— suerte, se despide, toma sus cosas y sale por la puerta del frente, pues Lemir le había dicho que saliera por ahí y no por el callejón, como siempre— buenas noches chicos—se despide de los de seguridad, mientras uno de ellos la acompaña a su Taxi, para que se marche. Antes de que pierda de vista el club, mira los choches y algunos chicos entrar al club.

&   Continuará   &

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