CAPÍTULO 80: ME VAS A ROMPER EL CORAZÓN

Sofia sentía una presión que no la dejaba moverse y al mismo tiempo la estaba acalorando, abrió los ojos encontrándose con la tenue oscuridad de la noche, parpadeo un par de veces, se sentía horriblemente cansada, intento moverse, pero le fue imposible.

Fue en ese momento que recordó a que se debía el que estuviera atrapada o abrazada fuertemente, recordó lo que había sucedido hacia un par de horas.

Había estado sentada frente al enorme ventanal con vistas al jardín, con los cuadernos entre sus manos, la habitación estaba tenuemente iluminada por las luces de las lámparas, su idea había sido emborracharse, pero al final desistió de hacer algo tan estúpido aun para sus propios estándares. Así que se había dedicado a contemplar los dibujos de Sarah y ella, comiéndose el cerebro, para intentar adivinar ¿qué era eso, que inspiro a Bill, a ponerlas en la misma hoja?

Ellas eran diferentes, pero físicamente tenían cierto parecido, tal vez el mismo que cientos de alemanas rubias de ojos verdes, pero verse dibujada junto a otra, una mujer que carecía de humanidad, la hacía sentirse confusa, molesta….

El lloriqueo de los perros la hizo voltear a la puerta, la cual se abrió y la alta figura de Bill apareció en el umbral, se puso de pie rápidamente y siguiendo un impulso escondió los cuadernos debajo de un almohadón.

Algo en su interior le gritaba que ese era el momento de obtener respuestas a sus preguntas, sin embargo, no hubo una pelea como hubiese esperado, Bill había atravesado la habitación tan rápido que la tomo desprevenida, se había apoderado de sus labios y ese había sido el fin de esa pelea anhelada, se había dejado desnudar por él y el resto había sido historia.

Lo que la llevaba a ese momento, cuando el cansancio mental y físico, habían sido traídos de regreso, para sacar de su cuerpo, el recuerdo de los besos y las caricias de hacia unas horas.

Los primeros rayos del sol ardieron contra sus ojos, desvió la mirada del jardín, hacía la cama, donde Bill, estaba completamente dormido, sabía que en cuanto despertara, tendrían que hablar, pero aún no sabía que era exactamente lo primero que quería escuchar de él.

Una excusa creíble sobre su desaparición por una semana, los cuadernos con dibujos de esa puta psicópata, los cuales parecía conservar con gran fervor, o una solución sobre la mentira que circulaba sobre su ruptura con Bill. Pero de algo estaba segura y era que estaba llegando al límite de su cordura y fuerza contra esas dos perras en celo, que parecía que estaban más que ansiosas porque Bill se las montara.

Sus ojos viajaron de nuevo a las dos botellas que quedaron sin abrir la noche anterior, nuevamente se preguntó, ¿si el alcohol no era la respuesta, a su problema en ese momento?, ella solo quería adormecer un rato su cerebro y no seguir dándole más vueltas a una conversación que no podía posponer más.

Bill había comenzado a mover el brazo buscándola por la cama, sabía que despertaría en unos segundos, al no sentirla apretada contra él.

¿Sofh? —su voz había salido raposa debido al sueño—¿Qué hora…es? —pregunto despues de bostezar.

Temprano, para ti—respondió—tarde para mí—Se encogió de hombros—hace un par de horas que el sol salió.

Bill parpadeo y fue todo un espectáculo para ella, había pasado una semana sin verlo, había extrañado todo de él, desde la manera en que sus largas pestañas se movían inquietas al despertar, verlo bostezar y parpadear desorientado cuando despertaba, ver su iris agrandarse y despues volver a su tamaño natural. Sonrió de lado al verlo aún desorientado.

Lo vio sentarse y observarla aun con cara de sueño, la sabana había cubierto su desnudes, algo que agradeció en silencio, las cosas no estaban como para que le hiciera caso a lo que su cuerpo pedía, tenían que hablar.

¿Qué haces despierta, desde temprano?

No podía seguir durmiendo, tengo muchas cosas en la cabeza.

Tenemos bastantes cosas de que hablar—murmuro, Sofia movió la cabeza asintiendo—esta semana separados ha sido todo un caos, para los dos.

¿De verdad?

Lo ha sido, y también sé que estas molestas, porque te ignore durante una semana.

Molesta es una palabra muy corta, para definir como me he sentido, durante estos días.

Lo imagino, también debo decir que te mentí —confeso.

¿Tú me has metido en varias cosas? —le dijo

Bill se puso de pie y Sofia desvió la mirada, tenía un sabor amargo subiendo por su garganta, lo escucho abrir y cerrar cajones, el sonido de la puerta abriéndose la hizo volver la mirada, él había abierto la puerta, para que los perros salieran y despues salir él detrás de ellos.

Subió sus piernas al sillón y se abrazó a ellas, descansando su mejilla sobre sus rodillas, cerró los ojos y dejo escapar un gemido de frustración.

Aclaremos las cosas—la voz de Bill resonó en la habitación, volvió el rostro hacia donde provenía la voz, solo para verlo cerrar la puerta y caminar hasta la cama donde se sentó, manteniendo las distancias entre ellos—Te mentí, en que estaría en Nueva York, por una semana, no sé en qué más piensas que te he mentido.

Sí, no estuviste una semana en Nueva York, ¿Dónde estuviste?

Estuve dos días allá y despues regresé a Alemania.

¿Dónde?

Estuve en el departamento de Andreas.

Frunció el ceño ante su respuesta, no esperaba escuchar algo como eso, ahora tenía otra duda en su cabeza, ¿porque se había escondido?

Necesitaba un tiempo, para pensar y aclarar las ideas sobre lo que tengo que hacer para pararle los pies a Sarah.

¿Necesitabas un tiempo, para pensar? —su voz salió llena de incredulidad—me tienes que estar jodiendo—sus ojos ardieron—Por una semana nos mantuviste a todos preocupados, pensando que algo malo pudo haberte ocurrido, y resulta que estabas ¡Escondido! —grito, su respiración se volvió errática.

Soy consciente de que suena muy egoísta, pero estoy tratando de protegerte.

¿Protegerme? Bill dos de tus más grande detractores, están listos para saltar de sus lugares y decirme, te lo dijimos y tu solo puede decirme que necesitabas tiempo para pensar en ¿cómo protegerme?

Es la verdad, todo lo que hago, es por protegerte, soy consciente de que no siempre lo hago bien, pero lo intento Sofia.

Pues te tengo malas noticias, porque mientras tú te escondías por una semana, las dos perras con las que te has revolcado se han encargado de hacerme la vida miserable.

Un tenso silencio lleno la habitación, Sofia estaba evitando mirar a Bill, podía sentir la mirada de él, atrapo su labio inferior entre sus dientes, esperando que ese dolor, que se estaba causando, fuera suficiente para alejar, esas horribles ganas que estaba sintiendo por llorar.  Una de las esquinas del cuaderno escondido entre ella y uno de los almohadones, se le encajaba en el muslo, recordándole su amarga existencia.

Tabatha estuvo en el hospital, hace unos días—su voz salió ronca debido al tiempo que estuvo en silencio, luchando con las lágrimas y el odioso nudo que siempre se forma.

Lo sé.

Sofia giro su cabeza en dirección a Bill, que sintió cada cervical de su cuello tronar, que incluso imagino que cada una se rompía y su cabeza se caía hacia atrás a falta de algo que la mantuviera en su lugar.

¿Lo sabes? —su voz tembló de la rabia y el dolor.

Markus, me lo dijo.

El aíre comenzó a doler a cada segundo que entraba y salía de su cuerpo, quemaba sus pulmones y su sangre subía con fuerza entre sus venas, haciendo que su cerebro comenzara a doler. Sus ojos ardieron como si lo que fuera a salir de ellos, no fueran lágrimas, sino acido, que amenazaba con destruir todo a su paso.

¿Sabías lo de Tabatha y, aun así, no viniste a mí? —una lagrima solitaria resbalo de uno de sus ojos, quemando la piel a su paso, su estómago se hundió.

Bill abrió y cerró la boca en varias ocasiones, no encontrando las palabras que pudieran redimirlo, Andreas le había advertido que las cosas con ella comenzarían a complicarse, si no dejaba de apartarla, pero él estaba seguro de que eso era lo mejor para ella.

Tom, estaba aquí—finalmente dijo—sabía que él no dejaría que esas brujas te lastimaran.

¿Tom? —sacudió la cabeza e hizo puño sus manos—¡No soy pareja de tu hermano! —grito y le lanzo el cojín que escondía el cuaderno, tuvo tan buen tino, que golpeo a Bill en la cara.

Lo lamento, en ese momento pensé que era lo mejor.

¡Pues no! —grito—no fue lo mejor, esas dos, se han metido con lo que más me importa, Bill, me deje el alma durante la universidad, para llegar hasta donde lo he hecho, y esas dos, han amenazado mi vida profesional—limpió furiosamente las lágrimas que escaparon—¡Dios, debí haberme embriagado! —mascullo.

Bill miro la habitación y sus ojos se abrieron grandemente al ver tres botellas de whisky, una completamente vacía y las otras dos sin abrirse.

¿Estuviste bebiendo anoche? —camino en dirección a las botellas.

Era mi intención embriagarme, en vista de que mi vida personal se está yendo a la mierda, pero no pude hacerlo, supongo que no soy tan valiente como Rachel, para evadir la realidad.

Bill llego hasta ella en unos cortos pasos, sujetándola tan fuerte de los hombros, que la hizo jadear.

Nunca jamás, en mi presencia vuelvas a decir que esa perra, era una persona valiente, —apretó con más fuerza los hombros de la rubia, sintiendo sus huesos clavarse contra las yemas de sus dedos — pero sobre todo te prohíbo que te menosprecies, ¿quedo claro? —pregunto con los dientes apretados.

Sofia cerró los ojos y gimoteó al sentir el dolor, pero este desapareció rápidamente, cuando abrió los ojos, se encontró con que Bill, había dejado de mirarla, siguió la mirada de él y se dio cuenta que, él tenía puesto sus ojos, en donde ella había estado sentada previamente.

¿Qué es eso?

¿Tú dímelo? A fin de cuentas, te pertenece.

Bill la hizo a un lado y tomo el cuaderno que abrió rápidamente, sus ojos se movieron con una rapidez sorprendente, mientras pasaba cada una de las páginas y comprobaba el aspecto de los dibujos.

Tranquilo, no lo rompí, aunque ganas no me faltaron.

Esto estaba guardado, en mi estudio, el cual estaba cerrado.

Estaba y yo ordene que lo abrieran.

¿Con que derecho, hiciste eso?

Es mi casa, tengo todo el derecho de abrir todas las habitaciones si se me da la gana.

Pero no mi estudio.

¿Por qué? porque no querías que encontrara ese cuaderno o estos—se giró y se puso de rodillas sacando los demás que había escondido debajo de la cama y lanzándoselos al rubio—¿Por qué los guardabas tan celosamente?

No es tu asunto, Sofia.

Te equivocas, es asunto mío. Porque yo estoy ahí—señalo la pila de cuadernos en el suelo— enfrentada en un dibujo con ella. ¿es una clase de fantasía retorcida lo que tienes con ella? Porque no lo entiendo.

Esto no es nada importante.

Es importante, mira cómo te has puesto, de solo verlos, ¿Por qué no me dejabas verlos?

¡Porque son míos, es algo que solo yo entiendo y que tú nunca vas a entender!

Entonces explícamelo—exigió

No se me da la gana—le dijo, tomando los cuadernos.

Sofia presiono sus labios en una fina línea.

Nunca me viste a mí—murmuro.

¿De qué rayos estás hablando?

De eso, que tú nunca me viste a mí, la viste a ella, todo esto siempre ha sido por Sarah.

Estas diciendo estupideces.

No lo creo, ahí está la prueba, esta ciudad está plagada de rubias de ojos verdes, que te podrían servir de repuesto para ella, pero fue a mí a quien elegiste, escogiste una rubia, con murallas para derribar, querías alguien manipulable, como ella no lo fue.

Claro que no.

Ya no puedo, Bill, no puedo con más mentiras. Por una vez, solo por una vez, dime la verdad, ¿Qué significo yo en tu vida? —suplico con la voz derrotada, sus ojos de nuevo ardiendo.

Bill dejo caer las libretas al suelo, llevo sus manos al rosto de ella, sus ojos miel viajaron por el rostro de ella, observando cada línea de ese bello rostro y esos profundo ojos verdes aceitunados, que estaban llenos de dolor, sintió un golpe en el estómago al contemplarlos.

Soy una mierda, lo reconozco, te he mentido, pero siempre pensando que es lo que hago es lo mejor para ti, y tal vez no lo es, pero nunca he querido lastimarte.

Es bueno escuchar eso, pero no has respondido mi pregunta, ¿Qué significo en tu vida?

Tú eres mi vida mi Sofh—le beso la frente—y sé que soy un cabron, porque te lastimo constantemente y voy a volver hacerlo, te dije una vez que era brutalmente honesto, también te dije que no te lastimaría, sin embargo, parece ser, que te he fallado en eso.

¿Me vas a romper el corazón, cierto?

No es mi intención, te amo, eres lo más importante de mi vida.

Sofia dejó escapar un sollozo.

Bill, ¿Qué lamentas?

Todo Sofh.

¿Qué es todo? —pregunto sorbiendo

Lamento no haberte hablado claro desde el principio, lamento que mi pasado, haya vuelto, para atacarte, también lamento profundamente que sintieras que te estabas sola.

Quiero la verdad, la primera vez que me viste en Edén, ¿Qué viste?

Que eras hermosa, me dejaste sin aliento, nunca me habían rechazado de la forma en que tú lo hiciste, siendo honesto, heriste mi orgullo y te maldije.

¿La viste a ella? —Bill frunció el ceño, sabía a qué se refería—¿Viste a Sarah, la primera vez que me viste sin el antifaz?

No, admito que tienen un parecido, pero tú lo has dicho, rubias de ojos verdes hay muchas, pero nunca he visto la sombra de ella en ti.

¿Por qué los dibujos?

Esa era una pregunta aún más difícil para él de responder, pero tenía que encontrar la forma de poder explicarse, sin confundirla y sin que ella lo tome por loco. Aunque sabía que iba hacer muy difícil.

Tus ojos—le dice—Eso fue lo primero que dibuje, fue lo primero que quedo grabado a fuego en mi retina, todo lo que podía ver por días eran tus profundos ojos verdes—Tomo la mano de Sofia y la acerco lo suficiente a él, la cercanía se sintió como un chispazo, teniendo en cuenta que habían estado guardando la distancia entre ellos, desde que comenzaran a discutir.

¿Qué había de especial en ellos?

Dolor, tus ojos estaban tan llenos de dolor y mucha tristeza y por una extraña razón, sentí que esos sentimientos me pertenecían, sé que suena loco, pero así fue. Me obsesione con tu mirada y con todo lo que podía ver ahí, me empeñe en tenerte, porque quería apoderarme de tu tristeza, hacerla desaparecer, creo que por un tiempo lo hice, pero ahora esa tristeza ha vuelto y es mi culpa que este ahí.

Tienes razón es una locura.

Siempre hemos sido una locura, creo que por eso estamos juntos, tú y yo nos complementamos de esa forma.

Quiero ser normal, tener una relación normal, sin ex novias o amantes psicópatas respirándome en la nuca, sin sentir que todo lo que creo seguro, se desvanece bajo mis pies.

Lo normal no funciona en nosotros.

Porque nunca lo hemos intentando, en el tiempo que llevamos juntos, hemos tenido celos, peleas, mal entendidos, mentiras. Es cansado estar a la defensiva todo el tiempo, odio tener que defender lo que siento por ti, tener que pelear con todos por que respeten nuestra relación.

Di Lemir, es él quien nos jode.

No solo es solo él, tu madre, aun piensa que soy una cazafortuna, no lo dice abiertamente, pero en ocasiones lo insinúa, mi tía aún cree que fue una pésima idea que viviéramos juntos y si Lemir, está convencido que tarde o temprano me vas a lastimar, sabes lo difícil que le ha resultado contenerse esta semana, para no soltar su veneno contra ti y hacerme sentir como una mierda.

Lo imagino, viniendo de él, lo me sorprende nada.

Sofia dejó escapar un suspiro, su cabeza estaba llena de cosas que aún no podía decir, su hombro está pegado al de él, pero sus manos se mantenían quietas sobre sus piernas.

Nunca vamos a llegar a nada, ¿no es así?

Bill se giró a verla, pero ella no lo hizo, mantuvo su mirada puesta sobre el ventanal con vista al jardín.

¿Qué quieres Sofia? pídemelo y lo tendrás.

Te quiero a ti—dijo, volviendo su rostro hacia él.

Me tienes Sofia, soy tuyo.

Tengo una parte de ti—recostó su cabeza sobre su hombro—la otra parte les pertenece a ellas.

Sofh…

No intentes negarlo, siempre te he tenido a medias, una parte de ti siempre ha estado pensando en Sarah, ni siquiera Tabatha me preocupa, pero Sarah, ella conoce un lado de ti, que siempre me has ocultado.

Porque esa versión no es la mejor de mí.

Pero eres tú, esa versión horrible que intentas ocultarme pertenece a ti y es una que yo no conozco y de la cual siempre tendré curiosidad de conocer.

Soy un monstruo.

No lo somos todos, Tús demonios, no son tan diferentes de los demás.

Tú no tienes demonios Sofia—acaricia su cabello— fuiste lastimada por uno, pero eso no contamino lo que eres, tú eres lo más puro que he tendió y así es como deseo mantenerte.

No soy tan frágil, como me veo en este momento, confía en mí.

Lo hago.

Pero no lo suficiente como para contarme que hiciste una semana, no soy suficientemente valiosa para ti, como para que volvieras… no—le aprieta suavemente la mano, cuando siente que esta por decir algo—no importa que diga, no vas a contarme nada.

Siente las manos de él, rodearle la cintura y como la arrastra hasta colocarla sobre sus piernas, oculta su rostro en su cuello, aspirando el aroma de él, dejando que sus pestañes acaricien la piel.

Contrate un investigador para que diera con Sarah, estoy harto de buscar a ciegas y que ella, conozca todos nuestros movimientos, estoy hasta la madre, de que te ataquen, por eso decidí encontrarla y atacar primero yo, así descubrí que son familia, ya sé dónde están.

¿Qué vas hacer?

Eso no puedo decírtelo—la sujeta firmemente cuando ve que esta por levantarse de su regazo—No es que no confié en ti, es que no quiero que te veas inmiscuida en esto.

Las parejas normales confían en ellas.

Nosotros no somos normales, yo arreglo mis asuntos, para que no te veas envuelta en ellos.

Este asunto me corresponde, te recuerdo que soy yo el blanco de esas.

Lo que se va a terminar pronto y despues, si aún me quieres a tu lado, podemos ser una pareja normal y aburrida de enamorados—la levanta de sus piernas y se pone pie— Ahora tengo un par de llamadas que hacer.

Esas dos, inventaron que no estamos juntos y la prensa ha hecho su escarnio con eso.

Vio la expresión de Bill congelarse después de que ella dijera esas palabras y como pasaba de eso, un rostro lleno de culpabilidad.

Bill—le miró fijamente y sintió que su corazón se congelo al verlo desviar la mirada—¿Fuiste tú? ¿tú eres esa fuente confiable?

Alejarte parece ser la mejor solución, para que ellas dejen de lastimarte—su rostro ardió debido al golpe que recibió, pero eso fue una caricia, comparado con lo que sintió cuando escucho el primer gemido de dolor que broto de lo más profundo de Sofia, eso fue lo que hizo que su pecho doliera al grado de sentir que iba a morir.

por administrador

Publico con autorización del autor

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