Boda 75: ¿Qué hago?

Fic de Zarlina. Traducido por MizukyChan

Capítulo 75: ¿Qué hago?

Bill caminaba de un lado a otro en la parte de la suite que funcionaba como sala de estar, casi arrancándose los pelos de pura frustración, mientras trataba de ordenar sus pensamientos, tratando de hacer que las cosas en su cabeza tuvieran sentido, tratando de llegar a una solución.

Él y Tom habían pasado los últimos dos días casi en silencio. Intercambiaron algunas palabras educadas y, a veces, Tom había tratado de hablar con él, pero Bill no sabía qué decir, no sabía cómo responder a las preguntas sobre cómo estaba, y no sabía qué opiniones vocalizar para seguir siendo él mismo, como Tom quería que fuera, y para no hacer que se enamorara, como había pedido cuando creía que Bill estaba dormido.

Bill no entendía cómo había sucedido. Se suponía que Tom no se enamoraba de nadie. Había dejado muy claro que su matrimonio no era más que un negocio y había estado casado con un montón de otros tipos, sin que le importara nada de ellos, ni qué clase de personas eran. Le había dicho a Bill que el amor era para los tontos, que no quedaba nada bueno en él, que Bill debería dejar de tratar de encontrar algo agradable en él y, sin embargo, igual había estado sentado allí, tocando suavemente la piel de Bill, mientras susurraba suplicando que no lo hiciera enamorarse de él.

Bill no sabía qué hacer. No sabía que podría hacer y no tenía idea de cómo hacer que Tom dejara de mirarlo con ojos que reflejaban dolor cada vez que Bill evitaba una pregunta, o mentía y decía que todo estaba bien.

No se suponía que el hombre saliera lastimado cuando Bill no quería hablar con él. Se suponía que no le importaba nada. Demonios, se suponía que debía ser feliz cuando Bill no tocaba temas personales, porque ese era el maldito punto con absolutamente todo. No ser personal, no conocerse el uno al otro, no querer nada más de lo que el contrato había establecido.

Esa mañana, Tom se había ido. No había dicho a dónde iba y Bill no había preguntado, y desde el momento en que había salido por la puerta, Bill había estado caminando de un lado a otro.

—Esto no está sucediendo —susurró para sí mismo—. Dios, esto no está sucediendo.

—¿Qué no está sucediendo?

Giró rápidamente. Ni siquiera había notado que la puerta se abría o cómo los dos hombres que trabajaban para Tom habían entrado en la suite, mirándolo ahora como si se hubiera vuelto loco.

Tal vez lo estaba. Eso explicaría mucho.

—Tom no está aquí.

—Lo sabemos —respondió Gustav—. Estamos aquí porque él nos pidió que lo hiciéramos. Ya viene de regreso y nos pidió que lo esperáramos aquí.

—¿Ya viene de regreso? —Repitió Bill—. Bien, a la mierda —susurró, girando hacia la habitación, sólo para detenerse unos pasos más adelante, sin estar seguro de por qué iría allí en primer lugar—. ¡Mierda, mierda, mierda!

—¿Qué está pasando? —Preguntó Andreas, acercándose un paso—. ¿Estás bien?

—No lo sé —susurró Bill—. Y ese es el problema. No sé qué demonios está pasando.

—¿Quieres hablar de ello?

—¡No! —gritó Bill—. No puedo —continuó, su voz mucho más alta de lo que quería—. No puedo hablar con nadie sobre eso, porque todo lo que les digo a ustedes dos, ustedes se lo reportan, y no puedo hablar con Georg porque esto está tan fuera de lugar que ni siquiera es… —respiró hondo, tirando de las raíces de su cabello por un momento, frustrado consigo mismo—. Joder —murmuró.

—Me voy a adelantar y voy a decir una suposición —dijo Gustav, su voz tan calmada como siempre, mientras se sentaba en una de las sillas—. ¿Esto se trata de los sentimientos de Tom por ti?

Bill estaba casi jadeando en este momento y giró la cabeza para mirarlo.

—¿Entonces lo sabes?

—Lo sé —confirmó Gustav—. Me contó sobre eso, me pidió consejo y yo se lo di.

—Entonces, ¿qué quiere que haga? —susurró Bill—. ¿Qué se supone que haga?

—Bueno… Sugeriría…

—Oh, no te pongas todo profesional conmigo —Bill casi gruñó, olvidando por completo los modales habituales que usaba al hablar con el hombre rubio—. ¿Qué demonios se supone que debo hacer? —Tragó saliva—. No puedo seguir alejándolo, ¿verdad? Terminaré perdiendo todo si lo hago, ¿no?

—Podrías —confirmó Gustav—. Realmente no hemos discutido qué pasaría si intentas rechazarlo, pero es posible que él lo vea como una cláusula rota.

—Pero tampoco puedo fingir que tengo algún tipo de sentimiento por él cuando no lo tengo —continuó Bill—. ¿Acaso quiere que los tenga? —Negó con la cabeza, tratando de aclarar sus pensamientos—. Me pidió que no le hiciera esto. Cuando pensó que estaba dormido. Me pidió que no hiciera que se enamorara de mí.

Dejó escapar un largo suspiro, sintiéndose exhausto.

—¿Realmente se está enamorando de mí? —Susurró—. ¿Es siquiera posible? Sólo han pasado un par de meses y apenas me conoce.

—El amor es de lo más extraño —respondió Andreas con suavidad, ignorando la mirada que Gustav le dio—. A veces no tiene sentido.

—Pero nunca podría amarlo —dijo Bill en voz baja—. No quiero lastimarlo, pero nunca podría amar a alguien como él.

—Lo cual es para mejor —respondió Gustav—. Sin importar qué sentimientos desarrolle por ti, este matrimonio igual terminará cuando acabe su año juntos. Él dejó bien en claro que no se quedará contigo, pase lo que pase, incluso si, y es realmente un gran si, porque hasta ahora sólo tiene sentimientos por ti que no puede explicar, si termina enamorado de ti, nada podrá detener el divorcio que sucederá el día antes de su aniversario.

Bill asintió, sintiéndose un poco aliviado al oír eso. No querría terminar pegado a Tom sólo porque el hombre tendría el poder de arruinarlo a él y a su vida si terminaba diciendo que no quería quedarse con él.

—Entonces, ¿qué hago? —Preguntó—. ¿Qué quiere él que haga?

Gustav suspiró, sacudiendo un poco la cabeza—. No lo sé —dijo lentamente—, pero sugeriría que hasta que él diga algo más, sigas siendo tú mismo.

—¿Puedes hacer eso? —Preguntó Andreas—. ¿Puedes pretender que no te molesta si termina sintiendo por ti algo que no puedes corresponder?

Bill lo pensó un momento, pensó en la forma en que Tom lo había tratado, cómo lo había mirado, lo había tocado, lo había besado…

Luego asintió—. Sí —susurró—. Puedo —se mordió el labio un momento—. Quiero decir… yo no… —suspiró, negando con la cabeza—, no lo odio —dijo—, ni siquiera me desagrada. Rayos, incluso podría gustarme, pero nunca podría amarlo. No me molestan sus besos, a veces incluso los disfruto, pero nunca podría enamorarme de alguien como él.

—Y él no espera que lo hagas —le aseguró Gustav—. Créeme, cuando este año termine, todo volverá a ser lo que era. La única diferencia será que ya no tendrás que esclavizarte por el dinero que pague la renta. Excepto por eso… probablemente nunca volverás a verlo y si lo haces… él fingirá que ni siquiera existes. Como si nunca hubieran estado casados en primer lugar.

Bill lo miró por un momento, asimilándolo, las palabras hicieron que su corazón se encogiera un poco, aunque no tenía idea de por qué. Luego asintió y respiró hondo, tratando de calmar su acelerado corazón.

—Okey —dijo en voz baja—. Bien.

—¿Crees que puedes hacerlo? —Preguntó Andreas—. ¿Actuar como si todo fuera normal?

—Sí —respondió Bill de nuevo, pero su voz no fue más que un susurro y trató de tragar los sofocantes sentimientos, trató de ocultarlos, pretendió que no existían—. Sí puedo.

& Continuará &

Aaawww, Bill también está enamorado, pero como no lo ha estado antes, no entiende que es amor… Claro él dice que no puede enamorarse de alguien tan frío como Tom, pero Tom ha sido tan diferente con él que, aawww, este par me hace sufrir. Ya quiero seguir leyendo, ¿y ustedes?

No olviden enviar su amor a Zarlina, porque el fic es tan hermoso que ella merece todos sus cariñosos comentarios.