CAPITULO 11 TIA MORGANA
Morgana Koch era una mujer de cabello castaño, de ojos azules, que ronda los cincuenta años, pero no por eso menos atractiva, de carácter dulce, fuerte, e inteligente, había quedado viuda hace diez años, no había podido tener hijos, pero eso no había sido impedimento para que ella y Dimitri Koch, no pudieran volcar su amor, en su sobrina Sofía, quien había ido a vivir con ellos cuando tenía cerca de nueve años, después de que el hermano de Morgana, falleciera en un accidente automovilístico, su cuñada había sido declarada incompetente de cuidar a su hija, cuando servicios sociales, tomara la custodia de la niña. Vivía en un pequeño pueblo llamado Teltow, a no más de 16 km de Berlín, era una excelente Chef pastelera, de lo cual se enorgullecía, tenía una pastelería en el centro de Berlín junto con bistró.
Morgana era la madre de Sofía para todos, estaba al tanto de las actividades extracurriculares de su sobrina, como barman del famoso antro, Edén, no era que aceptara de buena gana, pero tenía la palabra de Harry Timbler, de que su sobrina estaría bien cuidada, en ese lugar. Así que no le había quedado otra opción, más que aceptar que su sobrina trabajara ahí, pero después de conocer a Lemir y ver la forma en que la cuidaba se había quedado más tranquila, ahora todos eran como una gran familia feliz, unida por una chiquilla rubia de ojos verdes, con aires de sobreviviente y testaruda, que se negaba a recibir apoyo de su tía, alegando que ya había hecho mucho por ella y era su turno de cuidarse y valerse por su cuenta. En varias ocasiones intento convencerla, sobre el hecho de vivir juntas, pero Sofía, se había negado rotundamente, así que ha Morgana, no le había quedado de otra, más que conseguirle un apartamento en el edificio de la madre de una antigua compañera y amiga, Esthela Donovan, quien se había asegurado de darle un trato preferencial en cuanto al precio del lugar a su sobrina, en un complejo de apartamentos en el que vivían mayormente estudiantes y algunas familias.
Todos los días Morgana, solía enviarle un mensaje de texto a Sofía, para asegurarse de que estuviera bien, que nada malo estuviera pasando, para que la distrajera de sus estudios, Sofía se había empeñado en estudiar medicina, cuando su Tío Dimitri, fue diagnosticado de cáncer pulmonar, lamentablemente no hubo mucho que pudieran hacer los médicos por él y después de preparar una muerte asistida, una tarde de Noviembre, Sofía y Morgana, le decían adiós al hombre que las había cuidado y protegido.
Dimitri, había sido un excelente psicólogo, que había tratado en varias ocasiones las crisis de Sofía, cuando recién había llegado a vivir con ellos, también había sido el responsable de que los tres asistieran a terapia, para aprender a tratar con el trauma de la niña y pudieran ayudarla en un futuro.
Dimitri, había sido la barrera de contención para Morgana, cada vez que intento arrancarle la cabeza a Rachel, su ex cuñada, cuando solía aparecerse para reclamar los derechos sobre su hija, mismo que había perdido, cuando el estado cedió la custodia de la niña al matrimonio Koch, pero eso no había sido impedimento para la mujer.
Morgana, frunce el ceño cuando su móvil comienza vibrar, conoce el número de memoria aunque no esté guardado en su teléfono, han pasado casi catorce años y Rachel, sigue siendo una piedra en el zapato, una maldita sombra de la que no se ha podido deshacer, y que ha mantenido oculta de Sofía. Decide ignorar la llamada, así como lo ha hecho, con las diez anteriores de ese día y decidida en concentrarse en los planos de la remodelación del lugar, ignorando que Andrew su subchef, ha respondido el teléfono, del negocio.
—Morgana—desvía su mirada de los planos, hacia la puerta, para ver a Andrew con el teléfono inalámbrico en la mano— Es una mujer, Rachel, dice que es importante, que es sobre Sofía. —Morgana, asiente y traga el nudo que se ha instalado en su garganta, extiende su mano y toma el teléfono, le dedica una ligera sonrisa, para tranquilizarlo, espera hasta que cierra la puerta y se pierde por el pasillo de regreso, al frente del lugar.
Toma un largo suspiro, antes de responder— ¿¡Qué demonios quieres!? —escucha la respiración errática de la persona del otro lado de la línea y como le cuesta decir algo coherente, supone que debe estar bajo el efecto de alguna droga o en estado etílico, nada fuera de lo normal, en ella. Aún sigue preguntándose cómo fue posible, que Rachel, quien fue una de sus mejores amigas de infancia, la mujer que enamoro a Bastián, una persona brillante amorosa, que trajo al mundo a una preciosa niña rubia de grandes ojos verdes, se pudo perder en un mundo lleno de falsas esperanzas, después de la muerte de su marido, fue un golpe duro, para todos, cuando Bastián murió, Sofía solo era una niña de cinco años, que preguntaba dónde estaba su papi, el primer año, Rachel, parecía haber logrado reponerse y había volcado toda su energía en su pequeña hija, pero todo se fue al traste y cuatro años después, recibía la llamada de un abogado, que le informaba la situación, de Sofía, el resto fue historia, Dimitri y ella, pelearon por Sofía, hasta lograr quedarse con ella y darle la familia, el apoyo y lo más importante el amor que le fue negado, durante mucho tiempo.
Los gritos del otro lado de la línea, la hacen volver a enfocarse en la mujer que está del otro lado— ¡No, escúchame tu, a mí! — También grita—Sofía, no te necesita, no la busques, ha logrado rehacer su vida, es una chica maravillosa, alegre, inteligente—Morgana, cierra los ojos y se contiene de decirle, todo lo que se merece, deja escapar una risa, irónica, ante los lamentos de Rachel—De haberse quedado contigo, la habrían matado y tú no habrías hecho nada, Dimitri y yo le dimos el futuro que Bastián, siempre quiso para ella, está en su último año de medicina, está forjando su futuro y tú no tienes cabida en él, así que no la busques—termina abruptamente la llamada, cierra los ojos fuertemente y en ese momento se da cuenta que su respiración es errática, hace puños sus manos, solo para contener las ganas que tiene de comenzar a destrozar todo en la habitación, deja fluir las lágrimas de frustración y rabia, que le ha provocado Rachel, con la patética excusa, de querer saber sobre su hija, pero sabe que no es así, comienza a estar preocupada porque al llegar el vigésimo quinto, cumpleaños de Sofía, se va a liberar el fideicomiso que Bastián creó para su hija, además de que la casa en la que aún vive Rachel, pasara a manos de Sofía, como lo estipulo en su testamento su hermano, no era que no amara a su esposa, pero Bastián siempre fue un hombre precavido y siempre tuvo en mente proteger a su hija, por cualquier eventualidad que pudiera llegar a pasarles, no iba quedar desprotegida.
Cuando siente que su rabia y frustración está más controlada sale de su oficina, con la intención de ocupar su mente en los clientes y así poder distraerse.
Observa caminar por el ventanal del negocio a Sofía, que parece estar sufriendo una convulsión por las risas que Lemir está provocando y solo verla así, feliz hace que su fuerza y su voluntad para seguir protegiéndola a pesar de que ya no sea una niña sean más fuertes.
— ¡Hola Tía Morgana!—Sofía, le dedica una gran sonrisa, hace una mueca al ver su cabello trenzado, y la ropa que lleva, sabe de dónde vienen, pero fingirá demencia, antes las mentiras que va soltar ese par.
Lemir se desploma en un banco frente al mesón y le dedica una sonrisa cansada pero aun así feliz—Hola Tía Morgana—repite las palabras de Sofía, solo para verla hacer un puchero, Morgana sonríe y le da la vuelta al mesón, para envolverla en un fuerte abrazo, Lemir y Sofía se miran, pero ambos se encojen de hombros, no es extraño para ellos, esa clase de muestras de cariño, de Morgana, hacia Sofía, no después de conocer todo sobre Sofía, Lemir se une al abrazo, provocando que Sofía gruña y lo deshaga.
—Cariño, no seas celosa—dice Morgana, reprendiéndola y volviendo a su lugar detrás de la barra— ¿Lemir, cielo, tienes hambre? —Los ojos verde de Lemir resplandece en afirmación — ¿Tu cariño? —Sofía asiente, Lemir palmea la butaca junto a él— ¿Qué tal el gimnasio?
—Estuvo, bien, a Lemir, le patearon el trasero.
— ¡Oh, cielo! Te daré una rebanada de tu pastel favorito, para que te sientas mejor—Sofía, se cruza de brazos indignada y Morgana ríe tan alto que los clientes miran por un segundo a la barra, Sofía será una mujer de veintitrés años pero cuando se trata de competir con Lemir, se comporta como si fuera una niña. —Sofía Sacks, espero que no hayas sido tu quien le pateo, el trasero a Lemir—Sofía niega rápidamente, pero por el rubor de sus mejillas es obvio que miente.
Coloca una ración doble de croissants y chocolate caliente frente a Lemir y un emparedado selva negra y un té frente a Sofía, que ambos comen, mientras Morgana comienza hablarles sobre la nueva, remodelación y ampliación al bistró, Lemir da algunos puntos de vista que Morgana le agradece y promete que le dirá al arquitecto sobre las nuevas ideas.
— ¿Qué tal las cosas en Edén?
Lemir suspira y da un sorbo a su chocolate—Estamos en problemas, el bastardo de Wolfang, nos estuvo robando en nuestras narices y con eso abrió su propio, club, de no ser por la auditoria que el Tío Hansel, le pidió a Papá, que hiciera no, nos habríamos dado cuenta y ahora estaríamos, en más problemas.
—Lamento escuchar eso, Lemir, pero sabes que tienen mi apoyo y si necesitan un préstamo, estaré encantada, de hacerlo—Lemir niega—Tu padre, me ha ayudado cuando he necesitado y además cuida muy bien de mi Sofh.
—Gracias, Tía Morgana, pero no creo que acepte, en fin, ya estamos viendo lo del dinero, mientras tanto ayudare en el club, también nos faltan chicos de seguridad, así que trabajare ahí y no habrá necesidad de contratar más, hasta que el negocio se vuelva a establecer.
Morgana asiente y después, coloca una rebanada grande de cheescake con chocolate frente a él, sabe que con eso, lograr mantenerlo ocupado, solo por unos momentos, para interrogar a Sofía.
— ¿Cómo has estado?
—Bien, ya sabes, atareada con la escuela, intentando que Lucas, me haga caso—ambas ríen— y tratando de mantener a salvo a Nina, de los clientes de Edén—Morgana, no puede evitar ponerse tensa, cada noche, que Sofía trabaja ahí, ella no puede evitar preocuparse, los Timbler, podrán cuidarla, pero eso no evita que alguien pueda llegar a obsesionarse, con la preciosa chica de ojos verdes, que se oculta tras un antifaz y pueda tratar de lastimarla y no esta tan segura que Sofía, pueda soportar otro daño, como el que recibió años atrás. —No te preocupes Tía, tanto Harry, como Lemir y los chicos me cuidan—Lemir asiente con la boca llena de pastel.
—No, me prohíbas no preocuparme, sabes que te quiero como si fueras mi hija.
—Lo sé, Tía y yo también te quiero mucho—coloca su mano sobre la mano de Morgana —Tu eres lo único que me queda—Lemir refunfuña ante esa declaración—De acuerdo, también estas tú, ahora, ve a la otra mesa y déjame hablar con mi tía sobre cosas de chicas—Tras esas palabras toma, la nueva rebanada de Pastel que Andrew le ha dado y se marcha a un mesa cerca de la ventana.
— ¿Bien, ahora me vas a decir que es lo que te preocupa? Y no te atrevas a decir que nada—
Morgana, desvía la mirada un segundo, cuando ve pasar a una mujer rubia, bastante desalineada, Sofía se gira, para ver que ha llamado la atención de su tía, pero no ve nada extrañar—¿Tía?
—Antes de que Lemir y tú llegaran, recibí una llamada que me dejo preocupada.
— ¿Era ella? —El corazón de Sofía, late rápidamente y al ver como Morgana, asiente, provoca que se le forme un hueco en el estómago— ¿Qué quería?
—Solo, saber si estabas bien—Sofía asiente, al tiempo que deja escapar una risa irónica—cariño, sé que te duele hablar de ella.
—Es solo que, pensar en ella, me resulta extraño, es como si habláramos de Jake and Mr. Hyde, la mujer que recuerdo antes de la muerte de mi padre es una muy diferente a la que —calla y se muerde el labio— ¿Tía cómo fue capaz de permitir tanto daño? —Morgana, se alza sobre la barra y sin importarle la poca clientela, la abraza y le susurra palabras cariñosas.
—Está bien, Sofie, siempre me vas a tener para cuidarte de ella.
—A mí también—Lemir apoya una mano en su hombro, que Sofía, aprieta—Mejor no hablen, de cosas feas—se sienta junto a ella y Morgana, recupera su lugar tras la barra—Mejor hablemos de tu cumpleaños, Sofh.
—Ya te dije que.
— ¡Una excelente idea Lemir! —aplaude—No me hagas caras Sofía, te voy a preparar tu pastel favorito y le pediré a Andrew que te prepare esas berenjenas rellenas suyas que tanto amas.
—Vamos, Sofh, no se cumplen veintitrés todos los días—la codea—después podemos emborracharnos y comenzar una campaña en busca de novios—Morgana ríe y Sofía se ruboriza—por cierto, ¿Dónde está Mario?
— ¡Oh, Mario! Volvió a España, se fue con el corazón roto, Sofía.
— ¡Tía!
—Yo, solo quiero que tus ojos brillen, de la misma forma que los ojos de Lemir brillan, cada vez que prueba uno de mis pasteles—Lemir murmura algo sobre pasteles, haciendo que Morgana ría—Solo has tenido dos novios, se lo que te cuesta eso, pero tus ojos jamás, han brillado de amor y necesitas eso en tu vida, Bastián y Dimitri, habrían deseado mucho verte enamorada y yo incluso, lo deseo—Sofía, se pone de pie y le da un beso en la mejilla a su tía, antes de caminar hacia la entrada, Lemir, suspira y tras despedirse de Morgana y asegurarle que no la dejara sola, corre tras Sofía. Morgana suspira, se gira y regresa a su oficina.
& Continuará &