CAPITULO 12 REENCUENTRO Y PESADILLAS
Sofía, lee el cartel que le da la bienvenida a Dresde, ha conducido 165 km desde Berlín, ha engañado a Lemir, para conseguir que le prestara el coche, diciéndole que quería ver a su padre. Rehusándose a que la acompañara, con la excusa de que llevara a Lucas, a la veterinaria y después a dar un paseo, nada de eso lo había convencido, así que había usado su única carta, los postres de su Tía Morgana y eso había funcionado.
Hacía más de un año que había estado en Dresde y siempre había evitado, su antigua casa, pero esa mañana había recibido una llamada de su madre, le había costado un poco reconocer su voz, la última que la vio, o más bien la escucho gritar tenía diez años y mientras Morgana la abrazaba y la mecía susurrando que todo estaría bien, Dimitri, le había hecho frente a la mujer y no había vuelto a saber de ella. Así que el recibir una llamada la había tomado con la guardia baja, pero era su madre y aunque la odiara, por todo el daño que le causo, en el fondo la quería y escucharla con la voz tan débil, la había preocupado, había actuado en automático diciendo una mentira tras otra, para conseguir el coche de Lemir y pidiéndole que no le contara nada a Morgana, sobre su viaje a Dresde.
Cuando el coche comienza a subir la pendiente y las casas blancas, con jardines verdes y flores comienzan aparecer, comienza a tomar conciencia de que estar por ver a su madre, después de trece años.
Detiene el coche y cuenta las casas, solo para estar segura de que no se ha equivocado, pues el jardín que alguna vez fue verde y con hermosas flores hoy solo es tierra muerte e infértil, la pintura de la fachada exterior está desquebrajándose, ese lugar ya no luce como la hermosa casa, en la que paso una parte feliz de su niñez, luce tétrica y aparentemente esta por desplomarse, si eso llegara a pasar, seguramente le dolería, pues su padre, había construido esa casa, con sus propias manos y el ánima en pena que ahí reside, la había dejado caer y marchitarse como todo lo que la rodeaba y estaba segura que ella, habría lucido de la misma forma, de no ser porque servicios sociales, había acudido, después de una denuncia anónima.
Estaba agradecida, con la señora Lerman, la dulce viejita que solía vivir frente a su casa, la misma que una tarde le pregunto, porque lloraba, le había dicho, lo que le pasaba. Supo que fue esa dulce mujer, tras una discusión entre Rachel y Morgana, cuando tenía algunos días viviendo con sus tíos. Lamentablemente nunca pudo agradecérselo, pero sabía que Morgana, si lo había hecho.
—Estúpida, estúpida, estúpida, ¿Qué estás haciendo? — se cuestiona a si misma mientras recorre con la mirada la desolada estancia, no recuerda en qué momento había descendido del coche y llamado a la puerta. La sala que recuerda con muebles fino y bien cuidados, ahora luce mucha muy descuidada, las paredes están manchadas, supone que de licor, hay algunas manchas café, que supone son de sangre, hay restos de contenedores de comida por todo el lugar, un pequeño gato blanco, camina por el lugar, maullando, pasa por entre sus piernas, Sofía extiende su mano y le acaricia levemente el lomo, provocando un leve ronroneo, Rachel está en la cocina, preparando café, se había negado aceptarlo, pero había insistido y no había podido negarse de nuevo, se pone de pie, camina por la estancia, esquivando las botellas que hay por el piso, estornuda al sentir el polvo que se levanta, cuando toma una de las dos fotografías que aún quedan, un marco de plata, con la foto de sus padres, el día de su boda, una sonrisa triste se refleja en el cristal, su padre, ambos lucen muy enamorados, se muerde el interior de la mejilla, desvía la mirada a la segunda fotografía, es ella con sus padres, apagando la primer vela de su pastel, su madre la abraza como si fuera lo más preciado que tiene y su padre las abraza ambas, no puede evitar preguntarse ¿cómo habría sido su vida si su padre, no hubiese muerto? Sabe de sobra la respuesta, habría sido feliz.
Vuelve a poner las fotos en su lugar, ahora sin polvo, regresa al maltratado sofá y retoma su juego con el pequeño gato, Rachel aparece con dos tazas de café, que coloca en la mesa que limpiara previamente cuando le ofreció café.
—Me alegra mucho verte Sofía— dice con la voz temblorosa, le acerca la tasa de café, Sofía da un sorbo y siente ganas de escupirlo, está demasiado insípido y además se ha quemado. —Puede que este algo caliente—murmura al ver la mueca de Sofía.
—Sí, ya me di cuenta.
— ¿No, pensé que fueras a venir?
Sofía la mira fijamente, notando que la belleza de su madre aún se puede apreciar, sus ojos azul con verdes siguen siendo igual de bonitos como lucen en la fotografía, aunque su cabello, rubio es más claro, y en lugar de lucir como una mujer hermosa y sana, luce como una vagabunda— ¿Dijiste que querías hablar?
— Yo… yo solo quería pedirte perdón— tose — por todo el daño que te provoque cuando eras niña, por no haber sabido protegerte de él.
—Tus disculpas llegan demasiado tarde.
—Nunca es tarde para una madre— Sofía la mira con rabia.
—Sí lo es— se pone de pie— no quiero tus disculpas, esas palabras suenan tan vacías, después de tantos años.
—Pero en verdad lo lamento.
— ¿Qué lamentas? El haberme dejado a merced de un monstruo, mientras tú te perdías en tus vicios— sus ojos se empañan y empuña las manos para contener su rabia— ¿sabes lo que yo lamento? —La mujer niega— que mi padre haya muerto y que tú te hayas cegado por un imbécil que lo único que hizo fue seguir drogándote y embriagándote, mientras violaba a tu hija de ocho años.
—Yo también sufría por lo que te hacía.
— ¡No mientas! Nunca te preocupaste por mí, estabas muy ocupada, en tus amantes y en tus vicios y jamás te preocupaste por mí, ni siquiera cuando el apareció.
— ¡Si, lo hice! —Se lleva las manos al rostro y comienza a sollozar— ¡si lo hice Sofía! Sufrí por cada cosa que te hizo.
— ¿En verdad? ¿Entonces porque jamás lo detuviste, mientras me escuchabas gritar hasta desgarrarme la garganta? ¿Qué hacías mientras escuchabas mis sollozos y los gemidos de ese cerdo?
Las primeras lágrimas caen empañando su mirada, se deja caer de nuevo en el sofá y limpia con rabia las lágrimas que le corren, esperando una palabra de su madre.
—Rogaba porque alguien nos ayudara, tenía miedo, me tenía amenazada, con matarte — Sofía estalla en risas histéricas, sorbe una vez más y se pasa las manos por el cabello.
—Debiste haber dejado que lo hiciera, ¿tienes una maldita idea de cuantas noches llore y le pedí a papá que me llevara con él?, ¿Cuánto sufrí después de que me llevaron lejos? gracias a que los vecinos se apiadaron de los pobres gritos de agonía de una niña, ¿Cuánto sufrieron la tía Morgana y el tío Dimitri mientras me acompañaban a las terapias? — La mujer niega— No claro que no lo sabes Rachel, porque tú nunca estuviste conmigo.
—Pero ahora estas mejor, tu tía me ha dicho que estás en tu último año de medicina, que eres una chica lista y buena, y.
—Y llena de traumas, No te dijo eso— Rachel niega— ¿sabes cuánto deseo enamorarme y cuan frustrada me siento al no poder hacerlo? No tienes idea, he salido con dos chicos y las cosas no han resultado, porque yo no he podido hacer el amor, con ninguno, porque cada vez que eso pasa, me altero, lloro y huyen.
Sofía se pone de nueva cuenta de pie y camina hacia el pasillo, con la urgencia de salir de ese lugar, que tan malos recuerdo le trae.
—John, Se ha marchado—Sofía se detiene y la mira por un segundo, no tiene ni idea de quien sea John, supone que el ultimo amante de su madre, el hombre que la lastimo, fue encerrado en prisión y no sabe nada él, pero espera que aún se esté pudriendo en la cárcel— y me ha dejado sin nada, no tengo dinero y los ahorros se los ha llevado, no me queda nada, solo tú.
Inclina la cabeza como si fuera un pajarillo y bate sus pestañas en una mirada confundida, una sonrisa comienza a formarse, la comisura de sus labios se elevan y puede estar segura que es la primera vez que le sonríe de esa forma alguien, cuadra los hombros y mira a su madre frente a ella, luce tan pequeña y desvalida, pero no le importa, la rabia burbujea en su interior—Me, alegro.
— ¡Soy tu madre!— grita
— ¡No! —gruñe enrabiada —mi madre murió con mi padre en un accidente, tu solo eres la escoria que se apodero de su apariencia— la mujer cruza a zancadas la habitación y le cruza la cara de una bofetada, que Sofía le regresa, tirándola al suelo— Nunca en lo que te queda de tu patética y asquerosa vida, me vuelvas a buscar.
Rachel, la sigue hasta la puerta y la observa entrar al coche, toma una piedra pequeña, que lanza contra el coche, provocando una pequeña abolladura en la puerta del lado del copiloto, Sofía acelera y por el espejo retrovisor, aun ve a su madre gritando y maldiciendo, hasta que la pierde de vista.
***
Golpea el volante y deja salir toda su frustración junto con las lágrimas que ha guardado por muchos años. Un golpe en la ventanilla la hace voltear, solo para mirar a Lemir que la observa, sale del coche y siente las piernas temblarle, hacía mucho que no se sentía tan desvalida.
Se deja envolver por los brazos de Lemir y da rienda suelta a todo su dolor, mientras él solo la aprieta más contra su cuerpo, como si fuera una muñeca.
—La odio, ¿Por qué tuvo que llamarme? ¿Por qué tuve que ir?
— ¡Oh, Sofh!—dice y se golpea la frente con la mano—Debiste, haberme dicho, la verdad yo habría ido contigo.
Sofía niega— ¿Por qué fui? —dice, pero no es una pregunta hacia Lemir.
—Porque es tu madre y te preocupaste—Lemir envuelve su brazo en su cintura y con la mano libre toma la puerta para cerrarla, pero un bulto blanco en el asiento del copiloto le llama la atención— ¿Qué es eso?
—Un gatito, la drogadicta esa lo tenía, pero si no puede cuidarse ni a ella, dudo que pueda con él.
—Lucas tendrá un hermanito—Toma al gatito y se lo pasa a Sofía, antes de cerrar el coche y asegurarlo.
Sofía se deja caer cansada en la cama, Lucas se acurruca a su lado junto con el gatito, mientras Lemir, le saca los zapatos y la cubre con las cobijas, aún sigue llorando. Se acuesta a su lado y la abraza, dejando que esconda su rostro en su cuello, ya le ha mandado un mensaje a su padre diciéndole que Sofía está enferma y que él la va a cuidar, una mentira, sabe que si le cuenta la verdad a su padre, lo va golpear a él, por haberla dejado ir sola. Solo los Timbler y Morgana saben la verdad, ni siquiera los chicos con los que tuvo alguna relación, llegaron a saber algo sobre el oscuro y mísero pasado de Sofía. Pues cuando las cosas parecían avanzar hacia un plano más físico, Sofía entraba en crisis y los dos chicos al no sabe cómo lidiar con ello, salieron huyendo. la observa quedarse dormida y cuando solo los espasmos producto del llanto se escuchan, se pone de pie, tomando al gatito y haciéndole una seña a Lucas, para salir de la habitación y dejarla dormir, debatiéndose entre sí llamar a Morgana o no.
La puerta se abre y Sofía cierra los ojos, al mismo tiempo que se hace un ovillo, en la cama, queriendo fundirse con el colchón y las mantas, siente el colchón hundirse justo detrás de ella y una mano que se posa sobre su espalda.
—Sofía despierta es hora de jugar—dice una voz, ronca y comienza a temblar, provocando una risa que la hace comenzar a sollozar—vamos pequeña, no llores—una grande y callosa mano, le aparta las lágrimas que comienzan a correr por su pequeño rostro.
—Déjame—susurra, intentando apartarse del hombre, que ahora está metiendo su mano debajo del pijama de princesa que su madre le comprara temprano ese día. Pero el hombre no cede en su intención.
—Cuando seas una niña grande me vas agradecer, lo que te voy a enseñar—responde y rompe el pijama.
— ¡Mami! —grita, el hombre coloca una mano en su boca, y la mira furioso.
—Tu mamí no va a venir, así que cállate y se una buena niña— tras decir eso, se desnuda, Sofía, grita cuando siente un fuerte dolor y miles de lágrimas corren por sus ojos, siente que se quema, mientras el hombre la lastima y ella llora llamando a su mami—Mañana tendrás un pijama nuevo, por ser tan buena niña—responde el hombre tras cubrirla con las cobijas y dejar un beso en su frente.
Tras escuchar que la puerta se cierra, Sofía sale de la cama, sus piernas están cubiertas de sangre y otro líquido que no reconoce, corre al baño de su habitación y cierra la puerta, para después meterse debajo del chorro de agua y comienza a lavar su pequeño cuerpo. Una vez limpia y con un pijama diferente, se esconde debajo de la cama, con un osito en sus brazos.
—Papi, llévame contigo—susurra y cierra los ojos, para quedarse dormida producto del llanto.
Lemir entra corriendo en la habitación, cuando la escuchado gritarle a su padre, para que vaya por ella, enciende las luces, Sofía está cubierta de sudor y se remueve inquieta.
— ¡Sofh, Sofh! —Grita, la toma por los hombros intentado despertarla, pero no funciona, los gritos de Sofía, hacen que Lucas entre corriendo en la habitación, seguido del pequeño gato—Abre los ojos, estas soñando, ¡Oh mierda! ¡Sofía, despierta maldita sea! —la zarandea, Sofía abre los ojos y mira asustada toda la habitación.
— ¡No, me toques! ¡No, me toques!—grita, provocando que Lucas comience a ladrar
— ¡Hey, soy yo, Lemir! —Levanta las manos frente a ella, Lucas sigue ladrándole a Lemir— ¡Cállate Lucas! —grita y el perro se calla, subiéndose a la cama y colocándose entre él y Sofía. —Sofía—la llama suavemente, Lucas le gruñe.
— ¿Lemir? —lo llama, con la voz temblando— ¿estaba soñando? —Lemir asiente, Sofía coloca una mano en el lomo de Lucas y comienza acariciarlo, con la mirada perdida, hasta que el perro, se echa a su lado, Lemir duda un momento antes de acercarse, se sienta al borde de la cama, recibiendo un gruñido de nuevo. Estira su mano y Sofía la toma, se pone de rodillas y deja que Lemir, la jale hacia su cuerpo, para envolverla en sus brazos y de nuevo comienza a llorar.
***
Morgana entra como torbellino, al departamento de Sofía seguida de Ángela, ambas mujeres camina hacia la habitación, encontrándose a Lucas y un gato blanco echados en la cama junto Sofía, Lemir está sentado en el piso, junto a la cama, con la frente apoyada en el colchón, con sus dedos entrelazados con Sofía, que mira hacia algún punto, parece estar en shock.
— ¡Debiste llamarme en cuanto, llego! —le reclama, Lemir, tiene los ojos rojos, con círculos debajo de sus ojos, Morgana se detiene y lo observa preocupada—No esperar hasta al día siguiente—murmura, deja escapar sus primeras lágrimas, empuja a Lucas y al gato fuera de la cama y se sitúa junto a ella, la envuelve en sus brazos, aunque Lemir aún tiene su mano firmemente agarrada.
—Lo siento—murmura y sus ojos se cristalizan, Ángela abraza a Lemir—Lo siento, Tía Morgana, en verdad lo siento.
—Está bien, cariño—murmuran ambas mujeres al chico que sigue llorando. Ángela y Morgana se miran, por un segundo y ambas comparten el sentimiento de odio hacia Rachel.
& Continuará &