14 As The Lights Go Down

«As the lights go down» Temporada I

Capítulo 14

– ¿Cómo mierda se hace esto? – gruñía Tom

Se encontraba en la cocina preparando, según él, el desayuno.  Se había levantado con un hambre voraz y recordó aquel delicioso desayuno que probó una vez en un hotel de Francia… crepas con fresa y chocolate, así que decidió buscar la receta en internet y luego bajó a la cocina para verificar que tuviera todos los ingredientes.  Sacó todo lo que necesitaba y se puso a imitar todo lo que hacía la mujer del vídeo.

– ¿Por qué lo mío no se ve como lo de ella? – lloriqueó al ver que su “creación” no se parecía en nada a la de la mujer – Bill lo hace ver tan fácil

Recordó la vez cuando le pidió que le prepara crepas y el pelinegro en un dos por tres ya las tenía hechas, él ya llevaba por lo menos una hora y aún le faltaba.  Al cabo de cuarenta minutos, admiraba su “divina creación” con orgullo.

– No se ve tan mal – sonrió triunfante

Corrió hacia las escaleras y subió a la habitación de su hermano, el cual dormía plácidamente, se acercó a la cama sigilosamente y sacudió al menor delicadamente por el hombro.

– Oye, Bill – le llamó

– ¿Mmm? – musitó el pelinegro revolviéndose en la cama

– Despierta, Bill – susurró emocionado

– ¿Tom? – dijo Bill abriendo los ojos perezosamente – ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es?

– Son las 10:20am – contestó el mayor

– ¿Qué? ¿Por qué no me despertaste? – preguntó el moreno levantándose de golpe de la cama

– ¡Hey, tranquilo! – dijo Tom al ver como el otro se mareaba

– Tengo que prepararte el desayuno y… –

– Hoy yo preparé el desayuno – sonrió el guitarrista, Bill le miró con detenimiento y pudo apreciar que su pijama estaba lleno de manchas y harina

– Tú… – susurró el pelinegro mirándolo de arriba abajo

– Sí, vamos – sonrió el otro jalándole del brazo

Tom llevó corriendo a Bill hasta la cocina, a este casi le da un ataque al ver el desastre que había hecho su hermano en el lugar, miró hacia la barra y allí se encontraban dos platos con lo que parecía intentos de crepas.

– Ven, siéntate – dijo Tom retirando la silla para que su hermano se sentara

Bill obedeció extrañado por tanta atención por parte de su hermano, él se sentó al frente sirviendo dos vasos con jugo de naranja.

– ¡Anda, pruébalo! Me ha costado un mundo prepararlas – sonrió viendo a su gemelo con entusiasmo

Bill tomó los cubiertos y lentamente cortó un pequeño trozo de… eso, miró a su hermano quién lo miraba expectante, sonrió y tragó grueso, se llevó el tenedor hacia la boca y… arcadas, era lo único que podía tener en ese momento.

– ¿Y bien? – preguntó Tom con una sonrisa

– “Esto es lo más espantoso que he comido” – gritaba Bill internamente, mientras masticaba muy, muy lentamente

– ¿Bill? – le llamó el mayor al no poder descifrar la cara de su hermano

– Esto… ejem… está delicioso, Tom – mintió con una falsa sonrisa

– ¿En serio? – preguntó el guitarrista feliz

– ¡Sí, están buenísimas! – sonrió el menor – “¡Mátenme, por favor!” – pensó

Tom satisfecho con la respuesta, también comenzó a comer sus “deliciosas” crepas, sorprendiendo a Bill que le veía comer con mucha gana pensando en cómo era posible que él comiera eso así.  El menor comía lentamente mientras escuchaba todo lo que su gemelo le contaba sobre todo lo que debía hacer ese día.  Tom últimamente había estado muy inquieto y sobresaltado y Bill, al verlo con ese apetito confirmó sus sospechas, su hermano comenzaba a sufrir el síndrome de abstinencia.  Ya había visto otros síntomas en él en los tres días que tenía de haber vuelto del hospital y no sabía cuánto más iba a soportar sin tener un colapso.

Cuando terminaron de desayunar, Bill limpiaba el desastre de la cocina mientras Tom se daba un baño ya que debía ir a la discográfica.  Según le había dicho, tenían buenas noticias para la banda y además, el mayor tenía que hablar con su representante.

Una vez que Tom se fue, Bill se dio una ducha rápida y siguió limpiando la casa. Ya no era tan difícil como antes porque su hermano ya no desordenaba el lugar solo fastidiarlo.  Al cabo de treinta minutos, el pelinegro bajaba al sótano que Tom usaba como estudio, nunca había estado allí, ya que el mayor se lo había prohibido desde el primer día en que llegó, pero hoy le había pedido que sacudiera un poco la habitación y el menor lo haría con mucho gusto, nunca había estado en un estudio, ni siquiera en uno pequeño como ese.

Cuando entró al lugar, sus ojos brillaron con emoción, había guitarras acústicas y eléctricas, al igual que bajos, había una batería y un hermoso piano blanco, también pudo ver el panel de grabación y detrás de él la ventana que daba a la cabina de grabación con el micrófono en el centro.

– ¡Oh, Dios mío! – susurró emocionado

¿Cuántas veces había soñado con estar en una de esas cabinas cantando? Quizás su hermano algún día se apiadaría de él y le invitaría a grabar, aunque fuera una canción allí ¿Tal vez, no?

Decidió salir de su ensoñación y comenzó a sacudir el lugar, había mucho polvo por todas partes.  Limpió todo con sumo cuidado ya que no quería estropear absolutamente nada, su hermano le mataría si algo le pasaba a su amado estudio.  Cuando terminó su labor, se sentó en un sillón de rayas que había allí, admirando de nuevo el lugar, le tenía fascinado y no quería salir de allí.

Resopló y se levantó del sillón, por más que lo deseara ese no era su mundo, debía aceptarlo, no tenía la misma suerte que su hermano.  Caminó hacia la puerta y volteó para darle un último vistazo al lugar, pasó la mirada por toda la habitación y se detuvo en el piano, ese jodido piano le llamaba a gritos.

Tragó grueso y respiró hondo ¿no pasaría nada solo por tocar una canción o sí?

Con pasos temblorosos caminó hasta él y se sentó en el banquillo. Pasó sus nerviosas manos sobre las teclas, sintiendo cada una de ellas bajo sus dedos.  Comenzó a tontear unas cuentas notas mientras pensaba en cuál canción le gustaría tocar, había escrito tantas y ahora ninguna venía a su mente.  Cerró los ojos y se concentró, automáticamente sus dedos comenzaron a tocar esa canción que tanto le gustaba.

(https://www.youtube.com/watch?v=7dQ9g9kjCI8)

El pelinegro se dejó llevar y cuando se dio cuenta ya estaba cantando. 

Ich seh dich weinen
Und keiner wischt die Tränen weg
Ich hör dich schreien
Weil die Stille dich erstickt
Ich fühl dein Herz
Es ist einsam so wie du
Lass dich fallen
Mach die Augen zu

Hey, Die Welt hält für dich an
Hey, Hier in meinem Arm
Für immer jetzt
Für immer jetzt

Wenn du suchst
Und dich selbst dabei verlierst
Dann find ich dich
Und hol dich zu mir

Hey, Die Welt hält für dich an
Hey, Hier in meinem Arm


Für einen Tag
Für eine Nacht
Für einen Moment
In dem du lachst
Wir durchbrechen die Zeit
Gegen jedes Gesetz
Für immer du und ich
Für immer jetzt

Wir setzen unsere Scherben
Zusammen
Wir sind Eins wie Yin und Yang
Fühlst du mich
Wenn du atmest
Fühlst du mich
Wenn niemand da ist

Fühlst du mich
Wenn du atmest
Fühlst du mich
Hier in meinem Arm

Für einen Tag
Für eine Nacht
Für einen Moment
In dem du lachst
Wir durchbrechen die Zeit
Gegen jedes Gesetz
Für immer du und ich
Für immer jetzt

Wir setzen unsere Scherben
Zusammen
Wir sind Eins wie Yin und Yang

Cuando terminó de cantar, puso sentir como un nudo se formaba en su garganta.  Amaba cantar, definitivamente había nacido para eso.

– ¡Bravo! – escuchó a sus espaldas

Volteó rápidamente hacia esa voz y pudo ver a su hermano quien estaba en la puerta del estudio.

– Tom… yo – comenzó a decir poniéndose de pie – Lo siento… no pude resistirme

– Tranquilo – sonrió el mayor caminando hacia él – Eso fue… impresionante ¿tú escribiste esa canción?

– Ehm… sí – contestó Bill nervioso – Hace como un año… quizás

– Veo que la abuela te enseñó a tocar muy bien el piano – comentó el guitarrista pasando sus dedos por las teclas de este

– No tan bien – dijo el menor un poco más calmado – Aún tengo fallas

– Mmm – musitó Tom tocando unas cuantas notas – ¿Cómo se llama esa canción? – preguntó

– Für immer jetzt – respondió el menor

– Ya veo… ya veo – suspiró – Te ha salido muy bien, tal vez… tal vez quieras grabarla aquí… algún día

– ¿En serio, Tom? – preguntó el pelinegro emocionado

– Sí, no veo por qué no – sonrió – Pero… tendrá que ser otro día, ahora escúchame – le pidió

El pelinegro se sentó en el sillón en el cual estuvo minutos antes y le prestó atención a su hermano.

– Ya han escogido el nuevo cantante – soltó el mayor

– ¡Tom, eso es fabuloso! – dijo Bill con alegría – Al fin la banda estará completa y todo volverá a la normalidad

– Sí… todo volverá a ser como antes – suspiró el guitarrista no muy convencido – Hay… hay algo más que quiero decirte…

En ese momento el móvil del mayor comenzó a sonar dejando a Bill con la curiosidad de qué quería decirle.  Al ver que su hermano se sentaba en el banquillo del piano para hablar, decidió levantarse e ir al primer piso, ya era más del medio día y debía preparar el almuerzo.

Fue a la cocina y se puso manos a la obra con la comida, a los pocos minutos Tom se unió a él, se sentó en la barra mientras ponía atención a todo lo que hacía.

– ¿Cómo haces para cocinar con tanta facilidad? – preguntó el mayor asombrado

– Es tan fácil, Tom – rio Bill

– ¡Sí, claro! – bufó el guitarrista cruzándose de brazos

Al cabo de unos minutos, Bill servía la cocina. Necesitaba comer algo decente después del desastroso desayuno que preparó Tom, con el que solo recordarlo le provocaba náuseas.

En el resto de la tarde, Tom subió a su habitación para tomar una siesta, se sentía realmente sin energía.  Bill se quedó en el salón “viendo” una película, pero en realidad en su mente solo había una pregunta ¿cómo decirle a Tom lo de la rehabilitación?

Después de darle vueltas al asunto y decidir que le diría esa noche durante la cena, se quedó dormido profundamente en el sofá.  Despertó al escuchar el timbre de la puerta, levantó la cabeza y vio a un chico con una caja de pizza.

– He ordenado pizza para cenar – dijo Tom apareciendo en el salón

El mayor abrió la puerta y luego de intercambiar unas cuantas palabras y pagarle al chico, le hizo una señal para que le siguiera al comedor.  Una vez allí, comenzaron a comer, ambos lucían incómodos.  Bill apenas probaba bocado, aunque por dentro estaba muriendo por comerse la pizza completa.

– Tom – llamó finalmente – ¿Te… te sientes bien?

– Ehm… sí – contestó el mayor levantando los hombros – ¿Por qué lo preguntas?

– Tom… sé que… sé que no te sientes bien – dijo el moreno – He estado leyendo y creo que… creo que lo mejor es que vayas a una clínica de rehabilitación – soltó rápidamente

El mayor respiró profundamente y se levantó lentamente de la mesa – Yo estoy perfectamente, Bill – dijo yéndose del comedor

El pelinegro se quedó en silencio, sabía que Tom no aceptaría que necesitaba ayuda tan fácilmente, pero debía reconocer que le sorprendió cómo había reaccionado ante su comentario, pensó que se pondría agresivo y le golpearía, pero solo se había retirado del lugar.  Tom estaba cambiando o al menos eso pensó antes de escuchar un estruendo en el segundo piso.

Rápidamente corrió hasta el segundo piso y entró a la habitación de su hermano, allí estaba él revolcando todo el lugar como si buscara algo desesperadamente.

– Tom – le llamó Bill asustado

– ¿Qué has hecho, Bill? – preguntó el mayor desesperado buscando en los cajones – ¿Dónde están?

– Yo… – comenzó el pelinegro – Me deshice de todo, Tom

El mayor volteó a mirarlo, Bill pudo jurar que si su hermano pudiera matarlo con la mirada, estaría bien muerto.  Su mirada estaba llena de odio y desesperación.

– ¿Qué tú qué? – preguntó Tom

– Tom, no las necesitas – gritó Bill finalmente

– ¿Qué sabrás tú? – vociferó el guitarrista tirando el contenido de un cajón hacia el menor – Las necesito, Bill… Tú no puedes saber cómo me siento y porqué recurro a ellas

– Puedo saberlo y por eso me deshice de tus malditas drogas – decía el pelinegro con voz quebrada – Te has vuelto en su esclavo, casi mueres por su culpa y no puedo permitir que eso vuelva a suceder

– ¿Por qué? ¿Por qué? – gritaba Tom fuera de sí – ¿Por qué no puedes dejar de complicarme la vida?

– Solo quiero ayudarte, Tom – le gritó – Lo hago porque te quiero y me preocupo por ti

– Yo no te he pedido que lo hagas – gritó el mayor tomándole bruscamente por los hombros para sacudirle

– Sé que no me lo has pedido, pero no puedo evitarlo – gritó Bill rompiendo a llorar – Tom, necesitas ayuda

Tom levantó la mano dispuesto a golpear al menor, pero al verlo cerrar los ojos, solo esperando a recibir el golpe, se detuvo en seco.

¿Por qué Bill hacía eso? ¿Por qué no solo lo dejaba hundirse en la miseria?

Se alejó del menor y caminó hasta el otro extremo de la habitación, respiraba agitadamente y su cuerpo temblaba.  Se dejó caer de rodillas sobre el suelo y comenzó a sollozar, ya no soportaba más.

Bill caminó hacia él y se arrodilló a su lado viendo lo último del colapso de su hermano.

– Ya no quiero seguir así, Bill – sollozó tapando su cara con ambas manos – Ya no quiero… ser así

– Tom – llamó el menor acariciándole la espalda

– He intentado dejarlas muchas veces, pero no puedo, Bill… es como si mi cuerpo lo pidiera, como si lo necesitara para vivir – lloraba el guitarrista – No tengo la fuerza suficiente para dejarlas o para enfrentar mis problemas sin ellas

–  Tu eres una de las personas más fuertes que conozco, Tom… siempre lo has sido – decía el pelinegro intentando calmarlo – No necesitas las drogas para ser fuerte, eres Tom Kaulitz, el que todo lo puede ¿recuerdas?

– ¡Ayúdame, Bill! – le pidió Tom apoyando la cabeza contra su pecho

– Claro que te ayudaré – sonrió Bill abrazándolo fuertemente – Yo estaré a tu lado y junto saldremos de esto

– Yo… yo no quiero ir a uno de esos loqueros – dijo sorbiendo por la nariz

– No son loqueros, Tom – rio el moreno débilmente acariciándole la cabeza

– Como sea… no quiero… te prometo que buscaré ayuda por otro lado – dijo el mayor separándose de su hermano

– Como quieras – sonrió Bill limpiando las lágrimas de las mejillas de Tom – Yo te apoyaré y verás que todo estará bien

Se quedaron un momento en silencio, Bill le dijo a su hermano que lo mejor sería que descansara, el mayor le obedeció y en ese momento ya se encontraba en la cama.

Bill por su parte, terminaba de prepararse para dormir, se sentía muy feliz al saber que su gemelo había aceptado su ayuda al fin.  Él le ayudaría a volver a ser el Tom de siempre, el Tom que tanto había amado en el pasado.  Con una sonrisa se fue a la cama dispuesto a dormir toda la noche, pero luego de unos minutos sintió como alguien se metía en su cama, despertándolo.

– ¿Qué…? –

– Calla y escucha – mandó Tom acostándose a su lado, él le obedeció – Creo que te debo una explicación sobre esa noche – el menor bostezó y luego le puso atención – Esa noche, luego de que te dejé aquí, me fui a la disco más cercana, una de mala muerte… allí probé todo tipo de droga y licor que me ofrecieron, después una chica se acercó a mí y nos besamos, pero ella tenía novio y nos vio y entonces comenzamos a pelear y… ya no recuerdo nada más… seguramente él me hizo esto – dijo señalando la cicatriz de su vientre – No sé cómo llegué aquí sin matarme

– ¿Recuerdas algo de lo que sucedió aquí? – preguntó el pelinegro

– No mucho… solo… recuerdo que llorabas mucho – suspiró con tristeza el mayor

– Me asusté mucho, Tom – dijo Bill

– Lo sé… no sabes cuánto lo siento – se disculpó

– Lo importante es que estás aquí – sonrió Bill, su hermano le imitó, pero luego se puso serio

– Bill, lamento lo de esa noche… con tu novio – se disculpó de nuevo – ¿Has podido hablar con él?

– Sí… pero no quiso escucharme – mintió, sí le había llamado, pero no había sido precisamente Gareth la persona que contestó

– De verdad, lo siento – dijo Tom con pena – Si es necesario que yo hable con él…

– No Tom, todo está bien – sonrió Bill acariciándole la mano

Tom asintió débilmente, tendría que hacer algo para arreglar eso, pero lo haría después, ahora solo quería tener a su hermano a su lado.

– Bill – susurró luego de unos segundos

– ¿Por qué susurras? – rio Bill igual en susurro

– No sé – rio el mayor siguiendo con el juego

– ¿Qué quieres decirme? – preguntó el menor

– Verás… – comenzó mirando desviando la mirada hacia el agarre de sus manos – Como ya tenemos cantante nuevo… David, nuestro representante… dará una cena el viernes y… él dijo que podíamos llevar un acompañante….

¿Por qué se ponía tan nervioso si solo hablaba con su hermano?

– ¿Y? – le invitó a seguir Bill, sabiendo por donde iba su hermano

– Me preguntaba si… si te gustaría ir conmigo – soltó sonrojándose hasta las orejas

– ¿Quieres que vaya contigo? – preguntó el moreno incrédulo

– ¡Por supuesto! – contestó Tom sin poder evitar sonar ansioso

– Pero yo no conozco a nadie, Tom y además, yo no soy como ustedes – dijo Bill

– Conoces a Georg y a Gustav, les caes muy bien – replicó el guitarrista – Por lo demás, no te preocupes, ellos te recibirán con los brazos abiertos… por favor, ven conmigo – volvió a pedir

¿Cómo negarse a esa mirada suplicante?

– Está bien, iré contigo – aceptó el pelinegro

– ¡Genial! – sonrió Tom – ¡Gracias! – susurró

Se formó un silencio incómodo, Tom no sabía que más decir y Bill, quien moría de sueño desde antes de la intrusión de su hermano, ya se estaba quedando dormido nuevamente, hasta que fue interrumpido otra vez.

– Bill – llamó Tom

– ¿Mmm? – musitó el otro sin siquiera abrir los ojos

– ¿Puedo quedarme contigo esta noche? – preguntó el mayor sintiendo como se sonrojaba de nuevo

– ¡Claro! – sonrió Bill con los ojos cerrados

Sintió como el mayor se cubría con la manta y se acomodaba mejor en la cama, podía sentir sus manos rozarse, como si Tom quisiera tomarle la mano para dormir, pero no se atrevía; así que él entrelazó sus dedos con los de su hermano, sorprendiéndolo.

– Buenas noches, Tom – murmuró Bill como indirecta, deseaba dormir y su hermano no le dejaba

– Buenas noches, Bill – suspiró el mayor apretando el agarre de sus manos.

Continúa…

Gracias por leer, te invitamos a continuar con la lectura.

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