«As the lights go down» Temporada I
Capítulo 15
Eran las 8:00am, los gemelos Kaulitz, aun en pijamas, se encontraban en el estudio de la casa del mayor terminando de grabar la encantadora canción de Bill, por ahora solo grababan la voz y el piano. Tom le quería dar una sorpresa a su hermano después, le pediría ayuda a Georg y Gustav para componer una melodía que acompañara la preciosa letra que Bill había compuesto.
En la noche anterior habían pasado un buen rato en el estudio. Tom le explicaba a Bill sobre el proceso de grabación de un álbum y también le enseñaba un poco sobre cómo usar el panel de grabación, el pelinegro le escuchaba atentamente sin querer perderse ningún detalle. Luego el mayor le pidió que tocara en el piano la melodía de la canción que le escuchó cantar días atrás para comenzar con la grabación, Bill fascinado, aceptó, después comenzaron a grabar partes de la voz.
El moreno a pesar de estar tan emocionado junto con su hermano, no pudo evitar sentir como se le cerraban los ojos del sueño que tenía y solo deseaba ir a dormir, así que decidieron dar por finalizada la sesión y se fueron a dormir con la promesa de terminar la canción el día siguiente. Por eso, esa mañana, fue apenas despertar y meterse en el estudio.
– Hemos terminado – sonrió Tom
A través de la ventana vio como Bill se quitaba los auriculares y salía de la cabina, pronto le tuvo sentado a su lado.
– ¿Y bien? – preguntó Bill emocionado
– Ha quedado muy bien – respondió el mayor con una sonrisa – Ahora solo queda hacerle unos arreglos y listo
– ¡Muchas gracias, Tom! – le agradeció el moreno – No sabes cuantas veces he soñado con esto
– No es nada, Bill – sonrió Tom – Solo míralo como una forma de agradecer todo lo que has hecho por mí – su sonrisa se ensanchó – Lo que me recuerda…
El guitarrista se levantó de la silla donde estaba sentado y salió del estudio, no sin antes pedirle al menor que se quedará allí. Subió hasta su habitación y entró al walk-in-closet y tomó un pequeño sobre que escondía, luego volvió al estudio donde lo esperaba un impaciente pelinegro.
– Tengo una sorpresa para ti – canturreó entrando al lugar con una enorme sonrisa
– ¿Una sorpresa? – repitió el moreno sorprendido
– Sí, toma – sonrió tendiéndole el sobre a su hermano
Bill lo miró con recelo ¿Qué podría haber allí dentro? De su hermano podía esperarse cualquier tipo de broma. Después de unos cuantos segundos tomó el sobre y lo abrió lentamente para la expectante mirada del mayor.
– Una tarjeta de regalo – leyó en pelinegro en voz baja – ¿Por €3.000 en la tienda Uniqlo? – gritó alarmado
– ¡Sorpresa! – gritó Tom alegre – Sé lo mucho que te gusta andar a la moda y allí encontrarás lo mejor, además tienen maquillaje, recuerdo que antes solías maquillarte, no sé porque ya no lo haces si te veía tan bien – decía sin parar
El pelinegro no podía salir de su asombro, debía ser un sueño – Tom… – susurró – Yo… yo no puedo aceptar esto – dijo torpemente – Es demasiado dinero y yo… yo ya te debo demasiado y…
– Hey, nadie ha dicho que tienes que pagarme esto – le cortó el mayor – Es un regalo
– No Tom… en serio, no puedo – dijo devolviéndole el sobre a Tom
– Muy tarde, Bill – resopló el guitarrista cruzándose de brazos – No puedo devolverlo… solo acéptalo, Bill… es una manera de agradecer todo lo que haces por mí y… pedirte disculpas
– Tom… yo no lo hago para recibir algo a cambio – dijo Bill un poco ofendido
– Lo sé – se apresuró a decir – Solo quería darte algo… especial, no soy muy bueno pidiendo disculpas, así que pensé que… por favor, no lo rechaces – le pidió
– Tom – susurró el menor
Sabía que su hermano no era bueno para pedir disculpas, pero esa vez se había pasado, ¿regalarle €3.000 para comprar ropa y maquillaje?, podría comprar media tienda. La idea le emocionaba ya que, desde hace mucho tiempo, por todo lo que había pasado, no había tenido dinero para comprar ropa nueva y mucho menos maquillaje, por eso ya no se maquillaba. Por otro lado, no quería que Tom pensara que él le ayudaba solo para obtener cosas a cambio cuando lo hacía solo porque lo quería. Miró al mayor quien le veía esperando que aceptara, lo haría; sin embargo, no gastaría todo el dinero en él, le compraría a su gemelo unos cuantos regalos. Además, aprovecharía que saldría para ver otras tiendas porque ya se acercaba su cumpleaños y necesitaba buscar el presente de Tom.
– Está bien, Tom – suspiró – Lo aceptare, pero promete que no volverás a gastar tanto dinero en mí – le pidió
– ¡Genial! Liz vendrá a las 10:00am por ti, ella te acompañará – dijo ignorando lo que su hermano le había pedido
– ¿Hoy? – dijo el pelinegro alarmado
– Sí, así que ve a arreglarte para que no te encuentre en pijamas – rio Tom
Su hermano palideció, le quedaba muy tiempo para prepararse, así que corrió al segundo piso para darse una ducha rápida. Por otro lado, Tom también se dio un baño ya que debía ir con la doctora Phelps, la psicóloga que le había conseguido Liz para que le ayudara con sus problemas de adicción y de comportamiento.
El día después de que le prometió a Bill que buscaría ayuda, llamó a Liz para que le consiguiera a la mejor psicóloga que pudiera encontrar. En la tarde de ese mismo día, la mujer ya le tenía el contacto. El día siguiente ya acudía a la primera cita, quedaron en verse día de por medio, hoy le tocaba la tercera.
Luego de que ambos estuvieron listos, pasaron unos minutos en la cocina comiendo unas galletas con leche, ya que no habían desayunado por estar en el estudio, luego de unos minutos, el timbre de la puerta sonaba.
– ¡Liz! – sonrió Tom abriéndole la puerta – ¿Cómo estás? – preguntó abrazándola
– Muy bien, Tomi – sonrió ella de vuelta – Tú también te ves muy bien
– Sí, me siento muy bien – contestó el mayor haciéndole pasar
– ¡Que bueno! Me alegra mucho escuchar eso – rio la mujer dándole palmaditas en una de sus mejillas
– ¡Liz! – refunfuñó Tom ante la “caricia”
La mujer se carcajeó, sabía que el muchacho odiaba eso. Dirigió su mirada hacia la otra persona que estaba en el salón, asumiendo que era el hermano del guitarrista.
– Tú debes ser Bill – sonrió tendiéndole la mano – Tom me ha hablado mucho de ti
– Es un placer conocerte – sonrió el pelinegro estrechándole la mano
Liz Christensen, la representante de la banda desde el inicio, era una mujer londinense de 30 años, rubia y de ojos verdes, los chicos la conocieron cuando obtuvieron su contrato con EMI MUSIC UK. Cuando John dejó la banda, la discográfica británica terminó el contrato y Tom, Georg y Gustav, decidieron volver a Alemania para buscar una nueva discográfica, así terminaron uniéndose a Universal Music. Liz les había tomado mucho cariño a los chicos, así que decidió renunciar a EMI MUSIC UK e irse con ellos a Alemania, tuvo que empezar a aprender el idioma, pero luego de clases intensivas lo logró. Los miembros de la banda la amaban, ya que más que su representante, era como su hermana mayor, siempre cuidándolos y consiguiendo todo lo que ellos le pidieran sin importar cuan loco fuera.
– ¿Dime, listo para ir de compras? – preguntó al pelinegro con una enorme sonrisa, él asintió – Yo también, apenas Tomi me pidió ir contigo, cancelé todos los pendientes para darme una escapadita para irme a comprar algo también
– Yo tengo una cita con la psico y pensé que podríamos almorzar juntos después, pero creo que ustedes dos se llevarán toda la tarde comprando – rio Tom
– No, me parece genial – sonrió Liz – Solo nos llamas y nos ponemos de acuerdo
– Está bien, yo los llamo – dijo Tom tomando las llaves de su auto – ¿Nos vamos?
Los tres salieron de la casa, Tom subió a su Range Rover blanco, Bill junto con Liz en el Beetle rojo de la rubia.
– Si no me hubiera dicho que son gemelos jamás lo hubiera adivinado – dijo la mujer con la mirada fija en la carretera – Te vi en T.V. cuando Tom salió del hospital y no le creí que eran gemelos cuando me lo dijo, pero ahora que tú lo dices…
– Sí, hace mucho que no nos parecemos – sonrió Bill – Odiábamos cuando mamá nos vestía igual, supongo que por eso, cuando crecimos optamos por estilos muy diferentes
– Ya verás cuando lleguemos a Uniqlo, te vas a volver loco con la ropa – sonrió Liz
Siguieron hablando sobre moda y a los pocos minutos llegaron a la tienda, ambos bajaron del coche y cuando entraron en ella sus ojos brillaron con emoción, parecían niños en dulcería.
Se probaron de todo. Blusas, abrigos, camisas, pantalones, zapatos y todo tipo de accesorios. Ambos se daban opiniones sobre cómo se veían con sus outfits, como si fueran amigos desde siempre. Cuando llegaron al área de maquillaje fue igual, hablaban entre ellos sobre todas las marcas como si fueran expertos en el tema.
No sabían cuánto habían estado allí, hasta que recibieron la llamada del guitarrista, se quedaron de ver en Luigi’s, el restaurante italiano favorito de Tom. Almorzaron hablando del nuevo cantante y de la cena que daría David esa noche, por lo que contaba Liz, el hombre había invitado a varía gente de la discográfica, eso hizo que Bill se sintiera un poco cohibido, pensando nuevamente en que él no pertenecía a ese mundo y sobraría en esa cena.
Cuando terminaron la comida decidieron volver a sus respectivas casas, el caminó de los gemelos fue silencioso ya que Bill parecía muy ensimismado en sus pensamientos.
Al llegar a casa, Tom le ayudó a bajar las bolsas del auto y una vez dentro, el semblante del pelinegro cambió totalmente, le pidió a su hermano que le acompañara a su habitación, el mayor le siguió y una vez allí, le mostró con gran emoción todo lo que había comprado, se lo medía por encima, modelándole a su hermano de manera graciosa, logrando arrancarle varias carcajadas y silbidos insinuantes.
– Pero eso no es todo – dijo Bill tomando dos bolsas para dárselas – Esto es para ti
Tom alzó las cejas con asombro y luego sonrió – Bill, no tenías que…
– Lo vi en la tienda y pensé que se te vería muy bien – le cortó el menor – Anda, échale un vistazo
El mayor abrió las bolsas y sacó todo de ellas. Había un jersey tejido azul oscuro, dos camisetas con diseños muy cool, unas gafas de sol y una gorra.
– Oh, Bill – sonrió con ternura admirando sus regalos – ¿Cómo haces para regalarme siempre cosas que me gustan?
– Nuestra conexión – sonrió Bill señalando su cien
Tom sonrió – Estrenaré el jersey en la cena de David – dijo probándoselo por encima – Está muy lindo
– Me alegra que te guste – sonrió el pelinegro
– ¡Gracias, Bill! – dijo el mayor abrazándolo
Bill se sorprendió por ese gesto, pero poco después le correspondió. Últimamente, Tom había estado un poco cariñoso con él y aprovechaba cualquier razón para tener aunque fuera un poco de contacto físico. Al mayor le costaba un poco mostrar sus emociones, era obvio después de tanto tiempo de haberlas reprimido, pero aun así, por más torpes y espontáneas que fueran, Bill disfrutaba de esas muestras de cariño.
– ¿Cómo te fue hoy con la psicóloga? – preguntó Bill separándose de él para verle a los ojos
– Muy bien – respondió Tom con entusiasmo – Es curioso… como logra que pueda desahogarme con ella, se siente… muy bien hablarle
– No tienes idea de cuanto me alegra escuchar eso – sonrió el pelinegro apretándole la mano – Apuesto que cuando menos lo esperes, te dará de alta
– Eso espero – suspiró el mayor – Será mejor que ordenemos todo esto, dentro de poco tendremos que prepararnos para ir donde David y conociéndote te tardarás unas tres horas – se burló
– ¡Hey, no tardo tanto! – se defendió el moreno dándole un ligero empujón
Entre risas ordenaron las compras de Bill, cuando terminaron cada uno se encerró en el baño para prepararse para la noche. Tom se dio una ducha rápida, se ató el cabello en un moño y luego se vistió con el jersey que le regaló a su hermano, unos vaqueros y unas zapatillas. Había tardado tan solo cuarenta y cinco minutos, decidió bajar al salón y esperar a su hermano allí mientras hablaba por mensajes con Georg y Gustav.
Los minutos pasaban y no había señales de su hermano, pero no le extrañaba. Sabía que Bill era muy coqueto y que se esmeraría para lucir bien esa noche, quería dar una buena impresión y por eso tardaría mucho más. Estaba quedándose dormido en el sofá cuando escuchó como la puerta de la habitación de su hermano se abría. Se levantó para ir a los pies de la escalera para esperarlo allí y lo que vio le dejó perplejo.
– Bill – suspiró con una enorme sonrisa.
Continúa…
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