CAPITULO 16 OBJETOS PERDIDOS Y CONFESIONES
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco—Sofía, frunce sus labios en una mueca —Otra vez, uno, dos, tres, cuatro, cinco—rasca la parte trasera de su cuello, justo debajo del nacimiento del cabello, algo ahí no estaba bien. —Lucas, Milk, nos falta una foto— mira a los dos animales, Lucas bosteza y se gira adueñándose de todo el sillón, mientras Milk continua sentado, en la mesa. Camina hacia la ventana, sentándose en el alfeizar, afuera se está desatando una ligera ventisca, gracias a dios es Sábado, Edén está cerrado, gracias a ese nuevo socio que Hansel y Harry han conseguido, a pesar de la rabieta emitida por Lemir, quien no confiaba en el nuevo socio, quien demonios se presentaba a través del poder de un abogado.
—Tal vez tía Morgana debió llevarse esa fotografía, tú no dejarías que nadie extraño se cuele en el departamento ¿verdad Lucas? —se pone de pie y camina hacia el sillón donde Lucas esta echado, lo empuja hacia un lado, mira la bolsa de lavandería con fastidio, a veces desea tener alguien quien le ordene la ropa ya lavada, pero por desgracia no puede y tiene que hacerlo ella, suspira antes de abrirla y vaciarla directamente en el sillón. Comienza a separar los jeans, de las blusas y la ropa interior, por suerte sus uniformes del hospital, están lavados, planchados y ordenados en su closet, gracias a Morgana que le paga la tintorería para ellos, después de ver el desastre que era para lavar prendar blancas. — ¡Qué demonios! —grita, provocando que Lucas ladre—Esa maldita mujer de la lavandería—revisa de nuevo, el bulto de playeras y blusas que había lavado hace tres días en la lavandería de la esquina, solo porque alguno de los vecinos había dañado uno de los centros de lavado, haciendo que casi todos tuvieran que usar la lavandería que estaba en la esquina, había tenido la mala suerte de tener que pelear con una mujer por una de las secadoras y Sofía estaba segura que de no ser por Pier, le habría metido la cabeza dentro de la misma. Ahora estaba segura que esa mujer, en venganza se había robado una de sus playeras y por desgracia era uno de sus favoritas para dormir, además de que era uno de los pocos recuerdos que tenia de su tío Dimitri, cuando tenía doce, la había llevado a un festival de rock y ambos habían comprado playeras de la misma banda, pero la de ella, había sido dañada por accidente por Morgana, así que Dimitri le había regalado la suya, le quedaba enorme a esa edad, pero la había cuidado tanto, que lucía como si fuera recién comprada y ahora había ido a parar a las manos de una horrenda mujer que debía pesar más de 100 kg y no pasaba del metro cincuenta y seguramente en su vida había escuchado hablar del acondicionador para el cabello y mucho menos del cepillo dental.
Termina de doblar la ropa ahora completamente molesta, había sido una semana del infierno, entre esconderse de Bill en el hospital y por alguna maldita razón, el siempre terminaba encontrándola, seria sínico de su parte no decir que se sentía emocionada, cada vez que lo veía aparecer frente a ella, ya fuera en la cafetería o en las escaleras de emergencia para compartir un cigarrillo, pero justamente el viernes anterior, el muy estúpido había estado tonteando con una estúpida enfermera y para colmo tenía una marca en el cuello que tenía el cello de Tabatha y claro Fritz, que no había dejado de intentar acercarse a ella, cada vez que veía al hombre se ponía nerviosa, cuidar la reputación de Nina en Edén era fácil, pero cuidar de Sofía en el hospital estaba resultando ser un maldito desafío.
Azota la puerta del closet, cuando se da cuenta que no solo ha perdido, la playera y la fotografía, falta uno sus álbumes, es precisamente el que tiene todas las fotos de sus vacaciones de hace un año, en el sur de Francia con Morgana.
Abre la puerta de mala gana y la radiante sonrisa de Lemir, se borra al ver la expresión de molestia grabada en el rostro de Sofía.
—Qué cara, ¿Quién te hizo enojar?
— ¡Me han robado! —responde, dejándose caer al lado de Lucas, Lemir le mira boquiabierto y da una rápida mira a la estancia, todo parece estar en su lugar.
— ¿Cómo que te han robado? —Pregunta sentándose frente a ella, en la mesa de centro— ¿Has llamado a la policía?
—No—murmura —No, la he llamado porque no han sido grandes objetos.
Lemir se rasca la mejilla, confundido— ¿Qué te han robado?
—La fotografía donde estoy apagando las velas de mi último cumpleaños, mi álbum de las fotos de las vacaciones del año, pasado y la playera de Jim Morrison que me dejo mi tío Dimitri.
Lemir, mueve suavemente su cabeza en un ligero gesto de asentimiento, antes de decir algo—Ok, vayamos por parte—Sofía rodea el cuello de Lucas y apoya su cabeza en la del perro—Estas segura que te las robaron y no las guardaste en otro lado—Sofía niega— ¿Segura Sofh? Recuerda que no es la primera vez que te “roban” —hace un gesto de comillas —algo y después el ánima de la basura te las regresa.
—La playera de seguro fue la mujer gorda, de la lavandería.
—Tú, no tienes vecinas gordas—se burla
—Hablo de la lavandería de la esquina, alguien daño uno de los centros de lavado y Pier y yo tuvimos que ir a la que está en la esquina y una horrible mujer primero intento robarme mi carrito y después mi secadora—se cruza de brazos—Me sentí como en un episodio de Friends, sabes cuan ridículo fue eso, de no ser por Pier, le habría metido la cabeza en la secadora.
Lemir estalla en carcajadas, de solo imaginar a Sofía, intentado golpear a otra mujer, sobre todo porque si puede patearle el trasero a él y otro par de chicos en el ring, una mujer como la que describe seria pan comido.
—Ok, Mike Tayson, ya tenemos una posible hipótesis para tu camiseta, en cuanto a la foto, tal vez Morgana se las llevo y el álbum seguro está en alguna parte de ese desastre que llamas armario.
— ¡No está! —grita
—Ya, no grites, dios—se pone de pie—Vamos a limpiar ese cuarto tuyo y después comemos.
Tres horas después la habitación de Sofía, está completamente ordenada, Lemir le da una palmada en la espalda, cuando termina de poner la última prenda en el cajón correcto.
—Pues ya viste el álbum no está aquí—se sienta en el borde la cama, apoya los codos sobre sus rodillas y la cabeza entre sus manos. —Te juro que estaba aquí.
—Tal vez se lo tiene tía Morgana, o está en otro lugar del departamento—camina hacia la puerta, antes de girarse y mirar a Sofía con una mueca de preocupación—Sofh, vives en uno de los edificios más seguros de Berlín, tienes un perro que casi me arranca la mano, cada vez que te hago cosquillas, tienes una casera que sabe quiénes entran a este edificio, no hay nadie que se atreva a meterse a robarte, como ya te lo dije debe estar en otro lugar, cuando dejes de buscarlo aparecerá, eso dice Mamá y resulta que es una bruja consagrada porque siempre aparece.
— ¿Lo crees?
—Sí, ahora vamos a comer, esa grasienta pizza de peperoni, que llego hace unos minutos, porque estoy muriendo de hambre.
—Bien, quita las cosas de la mesa de centro y pon una película, iré por los platos y las cervezas.
—Sabes que podemos comer directo de la caja—dice, pero es ignorado por Sofía que ya está en la cocina, quita los libros y el pequeño árbol de navidad rosa chicle que Ángela le regalara la navidad pasada—Sabes Santa no podrá dejarte regalos aquí, porque es muy pequeño.
—Por eso me los deja en tu casa—sonríe, entregándole una cerveza y un plato—Por cierto volaran a Sudamérica a pasar navidad con la esposa de tu tío Hansel.
—Obvio…que no será así—le da un trago a su cerveza—en realidad la pasaremos en un pequeño pueblo a no más de una hora de distancia—se ríe, cuando Sofía comienza masticar más lento—Así es pequeña Sofh, tu y yo vamos a pasar navidad juntos. Y no hagas caras, que adoras estar conmigo y no es un tema que vamos a discutir, porque Mi mami y mi tía Morgana, ya lo han decidido.
—Siendo así, qué más puedo decir—se encoje de hombros, ambos se quedan en silencio y siguen comiendo—puedes poner algo en la tele—comienza a sentirse extraña ante la mirada de Lemir
—Te parece mejor si platicamos, hace como quince días que no nos vemos y tengo muchas cosa que preguntarte.
— ¿Cómo qué?
—Como el asunto de hace un par de semanas
Sofía suspira y deja caer la rebana de pizza para tomar su cerveza y vaciarla de un largo trago— Te refieres al asunto Rachel—Lemir asiente—No hay nada que hablar de ese tema—se pone de pie, llevándose con ella las botellas vacías, Lemir se cierra los ojos, haciendo presión con las puntas de sus dedos contra ellos, los abre solo cuando el sonido de nuevas botellas son puestas sobre la mesa.
—Sofía, dejaste de asistir Edén por casi una semana, volviste a usar las pastillas para dormir, ¿Estás segura que ya lo has superado?
—Lemir no soy una de tus potenciales pacientes, así que no comiences.
—No, sé que no lo eres, pero te quiero y me preocupo, además recuerda que gracias a ti aún sigo vivo.
—También te quiero aunque a veces eres como un dolor en el trasero y sobre el asunto de que me debes la vida… si tienes razón, pero si sigues vivo, es porque dejaste de comportarte como un pendejo ególatra y te alejaste de esas escorias que no te llevaban a nada bueno.
— Si bueno, todos tenemos derecho a equivocarnos.
—Lo sé… ¿Lemir qué rayos te paso en el cuello? —Lemir se lleva la mano por inercia al cuello— ¿Es lo que estoy pensando qué es?
— ¡Upps! Si es un chupetón—Una radiante sonrisa adorna su rostro, tanta radiante que sus ojos brillan—Esto lo hizo la diosa de ébano.
— ¿Naohmi Campbell? Lemir déjate de estupideces.
—No la modelo, aunque no me molestaría conocerla algún día—sube y bajas sus cejas. Sofía le da un golpe en el hombro—Esta bien me lo hizo Eva.
— ¿Eva? ¿La nueva bailarina? —Lemir asiente—Ok, te quiero y solo por eso te voy a decir esto, ten mucho cuidado.
—Gracias Sofh—la atrae hacia su cuerpo y le besa la frente—Pero Eva es diferente, incluso un poco como tú.
— ¿Cómo Yo? ¿Igual de dañada?
— ¡Que tú no estás dañada! Cuando vas a entender eso—dice, sosteniéndola firmemente de los hombros. —A lo que me refería es a que durante el día estudia psicología y danza.
— ¡Aah!… bueno gracias por decírmelo, pero igual ten mucho cuidado—coloca su mano sobre su mejilla y le acaricia con el pulgar, sintiendo el ligero rastro de barba, Lemir gira el rostro y sus labios dejan un beso en su palma. — ¿Entonces entre la diosa de ébano y tu todo bien?
—Sofh, si lo que quieres es preguntar si ya me la lleve a la cama, la respuesta es no, todo entre nosotros ha sido por encima de la ropa y solo un par de veces—sus mejillas se tornan rojas, algo nuevo para Lemir y Sofía, quien disfruta demasiado ver ese lado tímido de él—Me gusta, y quiero ver cómo van las cosas.
—Sin presiones.
—Sin presiones—acepta—ahora volviendo a ti, no, no hagas caras, Sofía esto es serio—le toma la mano, cuando ve las intenciones de ella de marcharse—Creo que deberías volverá terapia.
— ¡Lemir ya basta con esto! No tengo que volver a terapia.
—Sofía, de verdad creo que necesitas superar toda la mierda de tu pasado, tienes que entender que no estás dañada… ¿Qué no quieres encontrar un buen hombre y formar una familia?
Ambos se miran fijamente, los ojos de Sofía se llena de lágrimas, gira el rostro, solo para sentir la punta de los dedos de Lemir, limpiar sus lágrimas.
—Sí, quiero.
—Entonces, tienes que trabajar en todo lo que te está deteniendo, Sofía, has hablado con chicas que han pasado por lo mismo y no han dejado que eso las detenga porque tú sí.
—Tengo miedo, ya he cometido muchos erros, he estado en relaciones, donde nunca me sentí segura, pero aun así me quede, hasta que ellos se cansaron y se fueron.
—Sofh, voy a preguntarte algo y espero que no te enojes, ¿Recuerdas nuestra conversación de hace unos meses? —pregunta, recibiendo a cambio una mirada confundida de ella—cuando te encontré regañando a Lucas, te pregunte cuanto fue la última vez que estuviste alguien, solo por joder y tú me respondiste.
—Hacer dos años—termina la frase por él
—En verdad estuviste con alguien por voluntad o solo lo dijiste para callarme. —Sofía niega— ¿Estuviste con Matt?
Matt, piensa Sofía, el chico de ojos azules y de apariencia dulce, que solo resulto ser un cabron, que había hecho una apuesta con sus amigos, sobre si podía llevarse a la cama, a la frígida de Sofía Sacks, cuando había visto que no iba a lograr nada y después del ataque de pánico de Sofía, cuando el intento llevar la sesión de besos a un nivel más allá del que ella podía tolerar, las cosas se habían torcido, había huido como el chico anterior, no sin antes llamarla loca y otro par de insultos, Lemir y Ed habían golpeado al idiota, cuando en Edén se burló de la patética de su ex novia, y había contado todo lo que había hecho, sin resultado, sin saber que ella era la chica que le había servido la bebida.
— ¿Sofh? Estas aquí.
—Lo siento, estaba pensando en ese imbécil.
— ¿Dormiste con él?
—No, jamás logre pasar de la segunda base.
— ¿Entonces no has estado con nadie?
—No, quiero hablar de esto.
—Sofía es solo un sí o un no, ¿si has estado con alguien? ¿Con quién fue?
—Lemir, ya basta—le mira irritada, pero la mirada de Lemir, le deja claro que no va a ceder—Si, dormí con alguien, pero no fue Matt, y es todo lo que tienes que saber y antes de que te hagas ideas tontas, no me obligaron, fui yo quien acepto, quería… quería dejar de sentirme como un animal acorralado, cada vez que estoy en una situación así, no hui porque me sentí segura, pero fue un error que no debió pasar.
— ¿Con quién dormiste?
— No te es suficiente con saber que ya estuve con alguien y me fue bien, ahora solo necesito encontrar a alguien indicado.
— ¡Oh vamos! Porque no me quieres decir, no es como si hubieras dormido con alguien que ambos conocemos—Lemir, la mira fijamente— ¿Es alguien a quien conocemos?
Sofía cierra los ojos, apoya la cabeza en el borde del sofá—Si, y ya no insistas—da por terminada la conversación, para después adueñarse del control de la televisión, Lemir refunfuña, pero acepta no seguir molestando, sabe de primera mano que si hace enojar a Sofía, solo se va a cerrar más al asunto que tanta curiosidad le da, mientras Sofía, se esta entretenida viendo una película típica de navidad, Lemir comienza a repasar los nombres de las personas que ambos conoces, por suerte es un número limitado de hombres, pero también eso lo hace más difícil. Descarta a los chicos del bar, pues la gran mayoría de ellos, ya están casados y pasan de los cuarenta, solo Ed y él. Son los más jóvenes y Ed es novio de una chica que trabaja como vendedora en una tienda de artículos de sexo, piensa en Timo pero lo descarta rápidamente, el chico es gay, el nombre de Jake Fritz aparece en su mente, pero la aleja rápidamente. Pero algo en ese nombre comienza a hacer ruido en su cabeza, hace dos años era el psiquiatra se Sofía y de pronto ambos dieron por terminada su relación, médico-paciente, pero bueno, Jake se iba a mudar a Frankfurt, después de que se casara y eso era una buena razón, para terminar con esa relación.
—Sabes, hoy me encontré con Esther—Sofía, pestañea pero no se gira para verlo—Me dijo que ella y Jake regresaban a vivir Berlín, al parecer a él, le ofrecieron un puesto muy bueno en el hospital—se detiene y frunce el ceño—Sofh, has visto a Jake en el hospital.
—Si—es su escueta respuesta.
— ¿Por qué no me lo habías contado?
—No lo sé me olvido, tengo muchas en las que ocuparme y tal vez lo olvide.
— ¿Cosas como que? —
Como Kaulitz, piensa pero no lo dice—Cosas Lemir, así que se van a quedar.
—Si—Lemir, deja escapar una risa que suena más a un gruñido, que capta la atención de Sofía.
— ¿De qué te ríes?
—Sabes, estaba haciendo memoria sobre los chicos que conocemos y ninguno de ellos es una posible opción, es más hasta pensé que —estalla en carcajadas, Sofía solo pone los ojos en blanco, para después tomar una cerveza nueva y darle un largo sorbo, mientras Lemir intenta contener su risa—Sabes pensé hasta en Jake—dice a punto de reír de nuevo, cuando la botella se resbala de entre los dedos de Sofía, golpeando el borde de la mesa y cayendo al suelo. Lemir la observa ponerse pálida y como el mentón comienza a temblarle— ¡¿Te acostaste con Jake?! —Sofía se pone de pie y le da la espalda—Sofía, dime que no es verdad—se pone también de pie — ¿Te acostaste con tu psiquiatra?—coloca su mano sobre su hombro y la gira, los ojos de Sofía están cubiertos de lágrimas y la punta de su nariz esta roja. Cierra los ojos, rogando que cuando los abra, nada de lo que esté pensando — ¿Fuiste conmigo a su boda? ¡¿Quién chingados hace eso?! —Grita, provocando que Sofía brinque— ¿Cómo pudiste, cómo pudieron? ¡Contesta Maldita sea!
— ¡Sí! Me acosté con Jake, eso querías saber fue un maldito error, que no debí, que no debimos, era mi psiquiatra y las cosas se salieron de control, pero te juro que me arrepentí de eso…
— ¿Te arrepentiste de eso? ¿En qué momento, cuando te follaba en su diván? Por qué dudo que te llevara al departamento que compartía con Esther…Esther mi dios, no solo fue mi vecina por años, por ella, fue que conseguimos que Jake te hiciera un hueco en su apretada agenda ¿y tú qué hiciste?, ¡Te hiciste un hueco, entre sus piernas! —la cabeza de Lemir se gira hacia el lado izquierdo, el sabor metálico llena su boca, gira el rostro lentamente, para ver a Sofía, a quien las lágrimas le corren, siente lastima, pero también se siente desilusionado y sobre todo está molesto.
— ¡Lárgate! —dice, temblando de pies a cabeza, Lucas comienza a gruñir al notar la inquietud de Sofía, colocándose entre ambos, pero sin dejar de mirar a Lemir como la amenaza que pone en riesgo a Sofía—¡Que te largues Lemir! —grita de nuevo, acompañada del ladrido amenazador de Lucas.
La puerta se cierra con un golpe sordo, que retumba en todo el apartamento, probablemente en todo el edificio, piensa Sofía cuando resbala su espalda contra la puerta, dejando que sus lágrimas corran, la mano le pica debido al golpe, esta roja y está comenzando a hincharse sobre todo en la parte del dedo meñique, Lucas apoya su cabeza en las piernas. —Estúpida—murmura, poniéndose de pie, para caminar hacia su habitación, se deja caer en la cama, escondiendo el rostro entre las almohadas, la fotografía, el álbum, la camisa todo puede irse al demonio, porque el único amigo que tenía, la única persona además de su tía, que se preocupa por ella, ahora piensa en ella como la más grande Puta, que ha habitado el planeta, todo porque, porque dios sabía que desde el primer momento que cruzo la puerta del consultorio de Fritz, había sentido atracción por ese hombre, por el hombre que estaba comprometido, con la chica que había crecido al lado de la casa de Lemir. Seis malditos meses retozando en el diván de su consulta, solo habían servido para darse cuenta que no estaba tan dañada como ella decía, había descubierto que podía disfrutar del sexo, siempre que ella tuviera el mando, algo a lo que Jake no le había molestado, pero después de eso no había nada, se vestía y salía como si nada, en espera del encuentro de la siguiente semana. Hasta que una tarde Esther fue quien la estaba esperando, para atenderla, se sintió incomoda durante toda la sesión, así que la siguiente semana, dio por terminada su relación con Jake, quien había aceptado sin chistar, acerca de su decisión, aunque siempre tuvo la duda, sobre si ella descubrió el affaire que su prometido tuvo con ella. Tal vez nunca paso o de lo contrario no le habría insistido a Lemir para que ella lo acompañara a la boda—Lo descubrió.
& Continuará &