«As the lights go down» Temporada I

Capítulo 2

2017, Rum Runner, Múnich

“No – no – notorious

No – no – notorious

I can’t read about it

Burns the skin from your eyes

I’ll do fine without it

Here’s one you don’t compromise” 

– ¿No podrá cantar otras canciones que no sean de Duran Duran? – se preguntó Tom dando un largo sorbo a su cerveza – Estúpida banda

La multitud bailaba, aplaudía y coreaba a todo pulmón junto con el chico que cantaba entusiasmadamente sobre el pequeño escenario del club.  Tom tuvo que admitir que el chico sabía cómo ganar al público. Encender y entretener al público como estaba el de esa noche no era fácil y al parecer a las personas les encantaba el muchacho.  El lugar estaba a reventar y el barullo ya se estaba volviendo insoportable para Tom.  Odiaba que otras personas recibieran la atención que deberían darle a él por ser el famoso guitarrista de Tokio Hotel, aunque en ese momento no quería que algún fan lo reconociera y se armara un alboroto.

El chico cantante siguió con su show, su repertorio, el cual Tom conocía todas las letras de arriba abajo, abarcaba desde baladas y bailables.  El guitarrista no pudo contenerse algunas veces y tuvo que cantar en voz baja cuando sonó Girls on Film y The Reflex.

– ¿Se están divirtiendo? – preguntó el cantante con una sonrisa, el público gritó estruendosamente – Bien, creo que es hora de volver a 1982 – sonrió el chico cogiendo dos panderetas que estaban en el suelo, el público enloqueció, al parecer reconocieron la canción que seguía – ¡NEW RELIGION!

El chico siguió cantando alrededor de unos 45 minutos más, cuando el reloj marcaba las 12:40am el chico dio las gracias y se despidió del público para luego perderse detrás del escenario.  Minutos más tarde Tom terminó su sexta bebida, pagó la cuenta y salió del lugar.  Una vez fuera, una idea cruzó por su mente.  En vez de caminar hacia su auto se dirigió hacia la puerta trasera del club, tenía que hablar con el chico “Duran Duran”.

Se recostó conta la pared al lado de la puerta, sacó un cigarrillo de uno de los bolsillos de su chaqueta, lo encendió y luego, dándole una larga calada, se dispuso a esperar al muchacho.  Un minuto más tarde, el chico salía por la puerta despidiéndose de Richard, el dueño del club.  Se ajustó su abrigo y comenzó a caminar sin notar en ningún momento que había alguien al lado de la puerta.

– ¡Hey, Bill! – llamó Tom

“Bill” se detuvo de golpe al escuchar su nombre, Tom pudo apreciar detalladamente al muchacho, un cuerpo casi insanamente delgado, una altura más o menos parecida a la suya y ese cabello negro que le llegaba un poco más abajo de la cintura.  El chico comenzó a voltearse lentamente como si tuviera miedo de lo que vería, una vez que quedó de frente a Tom este rio, jamás podría olvidar esa cara, la piel pálida, sus ojos, aunque estuvieran maquillados con sombra negra y ese lunar bajo su labio inferior.  No cabía la menor duda, era Bill.

– Tú – susurró Bill mirándolo asustado

– ¿No nos hemos visto desde hace 7 años y eso es lo que dices, Bill? – rio Tom – Sigues siendo el mismo tonto de siempre

Bill no dijo nada, solo se quedó viendo a Tom de arriba abajo con expresión de asombro.  Pensaba que no volvería a verlo nunca más; sin embargo, allí estaba.

– ¿No te alegras de verme, mi querido Bill? – preguntó Tom fingiendo tristeza

Claro que… ¿sí? ¿no? Tom había cambiado mucho desde la última vez que se vieron frente a frente, pero Bill lo sabía. Tom era famoso y salía en T.V. a todas horas, había cambiado sus rastas rubias por trenzas negras y ahora llevaba el cabello castaño y ondulado, su cara era adornada por una barba que lo hacía ver más varonil y con más edad de la que tenía según decía su padre.

– ¿Qué haces aquí? – preguntó Bill

– Estoy en período de descanso y quise volver a mi ciudad natal – explicó sin darle importancia – He venido aquí varias veces y por cierto te diré algo – dijo acercándose un poco a Bill – Deberías cambiar tu repertorio, siempre que vengo cantas canciones de Duran Duran

– No siempre canto canciones de Duran Duran – se defendió el pelinegro ofendido – Además, no te importa lo que cante

– Como sea – resopló Tom rodando los ojos dándole la espalda – Odio todo lo que tenga que ver con ellos

– ¿Hasta a tu “amigo” John? – preguntó Bill cruzándose de brazos – ¿Tanto lo odiabas como para bajarle su novia?

Tom volteó a fulminándolo con la mirada – ¿Cómo te atreves? – susurró

– Mira Tom, no ha sido un placer verte – dijo Bill con tono molesto – Me esperan en casa, ¡Adiós! – se despidió empezando a caminar

– ¿Tu novio? – preguntó Tom para fastidiarlo

Bill lo ignoró y siguió caminando, se puso los audífonos y puso el modo aleatorio en su celular, metió las manos en los bolsillos de su abrigo y empezó a cantar por lo bajo.  Por otro lado, Tom reía y susurraba ofensas para el pelinegro, caminó hasta su auto, haciendo creer a Bill que se había librado de él.

Sí le había sorprendido ver a Tom, jamás pensó que alguien con su “estatus social” fuera a pasar la noche de un viernes a Rum Runner, era un club para gente de clase media no un lugar donde los de la “high class” como Tom iban.

– ¡Urg! ¡cuánto te odio, Tom Kaulitz! – murmuró molesto, Tom era de las peores personas que podía conocer

– ¡Oye! – escuchó que lo llamaban. Tom venía siguiéndolo en su auto, venía con su cabeza fuera de la ventana con una sonrisa maliciosa – ¿Cuánto cobras por la hora, preciosa? – bufó y rodó los ojos – Vamos, no seas de rogar – reía Tom

– ¿Podrías callarte? – gritó Bill quitándose os audífonos – No me sigas, maldito enfermo

– Bueno, bueno – sonrió Tom – ¿Te llevo? ¿A dónde vas?

– Déjame en paz – respondió Bill

 – ¿Por qué? – preguntó Tom andando el coche al lado de Bill

– ¡Dios! – exclamó el pelinegro harto

– ¡Vamos, Bill! Quiero hablar contigo – lloriqueó falsamente Tom

– No tenemos nada de que hablar, Thomas – contestó Bill

– ¡Vamos! – insistió

– ¡Tom, basta! – Bill se detuvo y lo miró – Deja de seguirme ¿sí? ¿Por qué estás aquí? Creí que habías dejado muy en claro que nos odiabas y no querías saber nada de nosotros ¿Ya se te olvidó? – dijo con furia

– No – soltó Tom entre risas – Lo recuerdo muy bien

– Entonces ¡piérdete! – gritó el pelinegro caminando nuevamente

– ¿Por qué trabajas ahí? – preguntó ignorando completamente la petición del otro – ¿Deudas? ¿Drogas? No creo que estudies ¿o sí? Bueno, con solo ver tu cuerpo deben ser drogas

Bill resopló y se detuvo, tomó aire por la boca y dijo – Papá está enfermo, Tom… papá… papá está muriendo

– ¡Oh! – murmuró Tom – Ya veo ¿Te estás haciendo cargo de él tu solo?

– ¡Por supuesto! – respondió Bill como si fuera obvio – Soy su hijo, imbécil

– Te dije que eso pasaría, Bill – comentó Tom – Tu familia te hundiría en la miseria junto con ellos y ahora mira donde estás

– ¿Cómo puedes decir eso, Tom? – gritó el pelinegro – Puede que no tenga todo el dinero del mundo ni fama como tú, pero al menos tengo un padre que me ama y no estoy rodeado de personas que solo están conmigo por interés

– Esos pensamientos cursis te han llevado a donde estás ahora, Bill – gritó Tom de vuelta – Eres tan débil y tonto

– ¡Eres un imbécil! – escupió Bill con odio

El pelinegro se dio media vuelta y empezó a caminar nuevamente, esta vez se metió por un callejón para que Tom no lo pudiera seguir, pero esta no era la intención del guitarrista.  Le molestó lo que dijo Bill y no sabía por qué. No necesitaba una familia que estuviera con él diciendo que debía hacer y que no, él estaba en la cima del mundo por el mismo, nunca necesitó a nadie.

– ¡Ya veremos quién es el imbécil, Bill! – susurró acelerando bruscamente el auto para alejarse lo más pronto de ese inmundo lugar – ¡Ya veremos!

Continúa…

Gracias por leer, te invitamos a continuar con la lectura.

por Kaulitz Angel

Escritora del fandom

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