«As the lights go down» Temporada I
Capítulo 21
El mayor de los gemelos se encontraba en el balcón de su habitación sentado en uno de los sillones, mientras admiraba la estrellada noche. En su regazo estaba el pequeño Pumba que disfrutaba del calor y las caricias de su dueño.
– Voy a extrañarte mucho, pequeñito – suspiró acariciándole la cabeza
De pronto escuchó como la puerta de su habitación se abría dejando ver al pelinegro quien ya llevaba sus pijamas puestas.
– ¿Tom, Pumba está contigo? – preguntó desde la puerta
– Sí, yo lo tengo – respondió el mayor
Segundos después, Bill estaba a su lado, mirándolo extrañado, ya era muy tarde como para estar fuera llevándose el frío nocturno encima.
– ¿Otra vez descalzo, Bill? – le riñó en broma
– ¿Y tú llevando frío a estas horas de la noche? – replicó el moreno – ¿Qué haces aquí?
– Nada – suspiró entregándole al perrito – Solo pensaba
– Últimamente estás muy pensativo – dijo Bill sentándose a su lado
– No es cierto – se quejó el guitarrista, pero sabía que era verdad
Se quedaron en silencio disfrutando de la brisa y el sonido del viento, el menor se estremeció por el frío, así que Tom hizo que se sentara en sus regazos, apoyando la cabeza en su hombro, dejando al pequeño Pumba entre el pecho y las rodillas, luego abrazó al pelinegro para poder pasarle su calor.
– Ayer hablé con Jude – dijo Bill solo para hablar de algo – Nos mandó saludos de cumpleaños a ambos, dijo que sería divertido reunirnos un día para recordar viejos tiempos
– Eso sería genial – murmuró Tom
– ¿Recuerdas cuando nosotros salíamos a tontear al jardín trasero de nuestra casa? – preguntó el moreno – Luego Jude nos veía y saltaba la cerca para unirse
– Lo recuerdo, pasábamos horas hablando de cualquier estupidez – sonrió el mayor
– Tal vez podamos ir algunos días a casa, antes de que tengas que irte de gira – propuso el pelinegro acariciando las orejitas de su cachorro
– ¿Te gustaría? – preguntó el guitarrista – ¿Extrañas Múnich?
– Mmm, a veces – contestó Bill dudando un poco – Me gusta estar aquí, pero a veces me siento fuera de lugar, el estilo de vida en Berlín es muy distinto al de Múnich… Todo aquí es tan fino y lujoso y pues… yo soy un chico de pueblo – rio
– Entiendo – susurró Tom acariciándole el cabello
El moreno sonrió y luego de dar un gran bostezo dijo – Vamos a dormir, Tom – pidió poniendo ojos de perrito regañado – Me encanta estar aquí contigo, pero mañana será un día movido por lo de la fiesta
Vaya que sería un día movido. Mañana todo cambiaría. No, mañana todo volvería a la normalidad, todo volvería a ser como antes. Ya había arreglado todo, solo quedaba esperar el poco tiempo que faltaba.
Se fueron a la cama del mayor, allí se acostaron dejando a Pumba a los pies de esta. El menor se acurrucó contra el pecho de su hermano. Este le abrazó con fuerza y aspiró el aroma de su cabello, no quería dormir, no podía, no al saber que esa sería la última noche en la que tendría la compañía de su gemelo.
La última noche… si el destino no hubiese tenido otros planes para ambos…
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Luego de comer el delicioso desayuno que Bill había preparado, ambos se fueron a dar una ducha. Como era costumbre, Tom salió antes. Desde que eran más jóvenes el pelinegro siempre era el último en estar listo, siempre se entretenía cantando mientras se lavaba el cabello.
Sentado en el sofá del salón, miraba como las manecillas del reloj de pared avanzaban, movía su pierna nerviosamente. Solo faltaban treinta minutos… solo treinta minutos y todo acabaría.
¿Era lo mejor no?
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Al cabo de media hora, Bill terminaba de alisar el último mechón de cabello mientras cantaba alegremente la canción que sonaba en su celular. Cuando terminó guardó todo y apagó la música logrando escuchar el alboroto que se daba en el primer piso. Asustado, salió rápidamente de su habitación y al llegar al pasillo de detuvo en seco al reconocer las voces.
– ¡Eres un hijo de puta! – escuchó, luego un golpe – ¡Te voy a matar!
Bajó rápidamente las escaleras y la escena que vio le heló la sangre. Su ex prometido tenía a su gemelo contra el suelo mientras le golpeaba la cara. El otro no se defendía, no decía nada, solo se dejaba agredir.
– ¿¡Qué haces aquí, imbécil!? – gritó el pelinegro empujándolo lejos de su hermano
– ¡Bill! – dijo el rubio sorprendido
– ¿Tom, estás bien? – preguntó el menor ayudando a su hermano
– ¿¡Qué haces!? – gritó Gareth – Este enfermo me ha contado todo lo que te ha hecho ¿y aun así lo ayudas?
– ¿Que hiciste qué? – preguntó Bill mirando a Tom, este no dijo nada ni lo miró
– Sé todo lo que te hizo, Bill, así que ahora mismo vuelves conmigo a Múnich – dijo el rubio tomándolo del brazo alejándolo de su hermano
– ¡No te atrevas a tocarme! – gritó el moreno zafándose del agarre – ¿Cómo tienes el descaro de venir después de lo que hiciste?
– ¿De qué hablas? – preguntó confundido su ex prometido
– ¿Crees que no sé que me pusiste el cuerno con tu maldita compañera? – gritó furioso empujándolo
– ¡Eso no es cierto! – se defendió el otro – Bill, me habías terminado cuando sucedió
– Yo no te había terminado, creíste una carta que yo ni siquiera escribí y no pudiste reconocer mi letra, imbécil –
– Bill, yo… –
– ¡Lárgate! – gritó Bill
– ¡No me voy a ir sin ti! – replicó el otro
– ¡Gareth, largo! – gritó de nuevo
– Bill, ve con él – dijo Tom a sus espaldas
– ¿Qué? – susurró el menor volteando incrédulo
– Ve con él, yo le he pedido que viniera por ti – dijo sin expresión alguna el gemelo mayor
– ¿Por qué? – preguntó sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas
– Ya lo escuchaste ¡vámonos! – dijo Gareth tomándolo del brazo nuevamente
– ¡Lárgate! – gritó Bill dándole una fuerte cachetada – Si me voy a Múnich no será contigo, no quiero verte nunca más ¿entiendes? ¡Tú ya no significas nada para mí! ¡Ve a revolcarte con tu zorra!
– ¡Eres un masoquista! – dijo el rubio tocándose la mejilla – Los dos están locos
Diciendo eso, Gareth se marchó dispuesto a dejar al pelinegro a su suerte. Si quería seguir sufriendo al lado de su hermano ya no era su problema, él cerraría ese ciclo de su vida y empezaría otro al lado de alguien más.
Por otro lado, Bill cerraba la puerta mientras sentía como su corazón se rompía en mil pedazos y lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas. No entendía nada, no entendía por qué Tom le hacía eso.
– Debiste irte con él – susurró Tom rompiendo el silencio
– ¿No has escuchado? Me ha engañado – respondió el menor tratando de sonar firme – ¿Por qué..? ¿Por qué lo haces?
– Es lo mejor para ti, Bill – resopló el mayor
– ¿Para mí? – repitió el pelinegro
– ¿Acaso no era esto lo que querías desde el principio? Eres libre, Bill… ya no me debes nada, vuelve a Múnich – dijo el otro perdiendo un poco la paciencia
– ¿Por qué? ¿Hice algo malo? – preguntó el moreno comenzando a llorar
– No, Bill – suspiró Tom – Pero es lo mejor, hemos estado viviendo en un cuento de hadas este tiempo, pero pronto acabará, yo estaré de gira y nunca te veré, debes volver a hacer tu vida
– ¿Cuál vida? – lloró el pelinegro – Mi vida es estar contigo, Tom
-¿Bill, no entiendes? No te quiero aquí, quiero que te vayas – dijo el mayor lamentando tener que ser tan duro con él
– ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me separas de ti de nuevo? – sollozaba Bill
– Es lo mejor para ambos – susurró el otro
– ¡No es cierto! Yo creí… creí que me querías, Tom – dijo con dolor
– Por eso mismo lo hago Bill, lo hago porque te quiero – dijo el mayor intentando tocarle un brazo
– ¡No me mientas! – gritó el pelinegro apartándole la mano de un manotazo – Dime por qué lo haces ¿por qué quieres alejarme de ti? ¿Te estorbo? ¿Te has cansado de estar conmigo? ¡Dime la maldita verdad! ¿Por qué me alejas de ti luego de todo lo que has hecho? – le gritó lo último
– ¿Quieres saber la verdad? – gritó Tom acorralándolo contra la pared – ¿Quieres saber la maldita verdad? ¡Lo hago porque te amo, te amo de una manera en la que no debería! – soltó – He estado enamorado de ti desde que era un maldito mocoso – vio como su hermano le miraba sorprendido e incrédulo, pudo saber lo que pasaba por su mente – Sí, papá lo sabía, fue por eso que tuve que dejar la casa, lo demás fue todo una maldita farsa
– ¡No, no, no, no! ¡Eso es mentira! – lloró el pelinegro alejándose de él – No puede ser, soy tu hermano, Tom ¿por qué yo?
– No lo sé – admitió – Intenté evitarlo pero no pude, tan solo mírate, Bill… eres
– ¡Esto es mentira! – gritó el menor – Si estuvieras enamorado de mí no me habrías hecho tanto daño cuando volvimos a estar juntos
– Lo hice porque quería que sufrieras por todo el dolor que me hiciste sentir cuando llegabas a alardear de lo bien que te llevabas con tus novios – confesó Tom acercándose de nuevo a él – Lamento que hayas tenido que enterarte de esto
– Esto está mal – lloró el moreno intentando que su hermano no se acercara
– Lo sé y por eso es mejor que te vayas, porque no sé cuánto más pueda controlarme para no hacer alguna tontería… – decía acorralándolo de nuevo contra la pared – No sabes lo difícil que es tenerte tan cerca y no poder tocarte o besarte…
– ¡BASTA! – cortó Bill dándole un bofetada – Somos hermanos, esto no debe ser… está mal, Tom… ¡Reacciona! – gritó comenzando a caminar hacia las escaleras
– ¿Crees que no lo sé? Me lo he repetido por más de diez años, pero ya no puedo remediarlo, lamento hacerte pasar por todo esto, créeme que realmente lo siento – gritaba el mayor mientras le veía desaparecer por las escaleras
Cerró la puerta de golpe y se dejó caer al suelo. No quería escuchar más las cosas que decía Tom, no podía creer lo que estaba pasando.
¿Cuándo sucedió? ¿Cómo? ¿Por qué nunca se dio cuenta?
Sentía que en cualquier momento se desmayaría. Respiraba agitadamente y sentía náuseas, su mente trabajaba a mil recordando la manera en la que Tom le miraba cuando eran más jóvenes, como le cuidaba… y como le celaba… y como él disfrutaba de esa atención.
– “No” – pensó
Recordó todos los momentos dulces que habían compartido en los últimos meses, todos los detalles del mayor, todas las sonrisas… ¿Cómo no pudo notar que lo que hacían no era normal para unos hermanos? No era normal que Tom le regalara rosas rojas, no era normal que bailaran como si fueran una pareja, no era normal que durmieran abrazados en las noches… Nada en su relación era normal.
– “No” – pensó nuevamente
No lo notaba porque le gustaba y sabía que, inconscientemente, lo deseaba. Lo supo al darse cuenta que las últimas palabras que le gritó a su hermano eran más para él mismo, tratando de convencerse de que no estaba bien que su corazón latiera tan fuerte por la confesión de su gemelo.
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Al ser las 5:30pm, gente entraba y salía de la casa de Tom Kaulitz. Unos se encargaban de decorar el lugar, otros de las sillas y mesas; y otros montando el improvisado VIP y el mini bar. El guitarrista miraba todo el movimiento sentado en las escaleras, no tenía ánimo de hacer una fiesta, no después de lo que tenía encima, pero ya era tarde para cancelar todo. Bill no había salido de su habitación en todo el día, ni siquiera se escuchaba en ella. Pues estaba claro, ahora le temía, seguro le veía como un depravado sexual que le podría violar en cualquier momento.
Al dar las 7:00pm, Georg y Gustav entraban cargando varias cosas, seguidos de otras personas que cargaban los bocadillos. Repitieron la acción varias veces y en la última el bajista entró con los regalos.
– Sé que te encantará – sonrió Georg
Tom solo medio sonrió, gesto que su amigo no pasó por alto.
– ¿Qué sucede? – preguntó, el guitarrista solo negó con la cabeza – ¿Y Bill?
– Está en su habitación, no se siente bien – mintió
– ¿Discutieron? – preguntó Georg, el otro asintió – ¡Vamos, viejo! Pronto se le pasará – le animó apretándole un hombro – Ahora, ve a prepararte
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A las 10:00pm, en la casa ya no cabía ni un alma. Un completo barullo era lo que se escuchaba. Personas hablando en voz alta, música a todo volumen y el típico sonido de botellas chocando. Había un grupo de personas que bailaban en el centro del salón, otras en la mesa de bocadillos y en el bar.
El mayor de los gemelos se encontraba en el VIP improvisado que instalaron en el salón, sus compañeros de banda y otros miembros del staff le acompañaban y conversaban alegremente. Pronto vieron a Liz entrar por la puerta junto con su prometido.
– ¡Liz! – llamó Tom en voz alta
La chica sonrió y caminó hasta llegar a ellos saludándolos efusivamente.
– ¿Dónde está Bill? – preguntó al no verlo
– Está en su habitación – dijo el guitarrista intentado sonar casual – No se siente bien
Liz asintió y dio un sorbo a una bebida que le tendieron. Tom siguió hablando con los demás sin notar que Georg le susurraba al oído a la chica contándole que en realidad habían discutido. Luego de unos minutos, ella se disculpó para ir al baño.
Esquivando a las personas que bailaban, llegó a las escaleras. Subió al segundo piso y caminó hasta la habitación del gemelo menor, allí tocó la puerta pero no obtuvo respuesta, así que la abrió lentamente encontrándose al pelinegro leyendo en la cama.
– ¡Liz! – sonrió Bill dejando el libro a un lado – No te escuché tocar
– Toqué pero la música está muy alta – dijo cerrando la puerta
– Sí, bastante – resopló el moreno
– Tom me ha dicho que no te sientes bien – dijo ella sentándose en la cama, vio como el otro fruncía el ceño extrañado – Pero Georg me ha dicho que en realidad han discutido – el menor desvió la mirada y agachó la cabeza – No sé por qué han discutido, pero esta noche es de ustedes, es su cumpleaños “atrasado”, deberían celebrar juntos
– No tengo ánimos para fiestas – contestó Bill sin ganas
– Bueno, si te decides, estaremos en el VIP del salón – rio Liz levantándose de la cama
– Es que yo no… –
– Tom necesitará tu ayuda, escuché que Brandon ha venido dispuesto a todo esta noche – rio saliendo de la habitación ajena a lo que había provocado en el pelinegro
Fue nombrar al cantante y sentir como una molestia se expandía por todo su cuerpo. Sabía de sobra que Brandon estaba enamorado de su gemelo, había hecho todo para llamar su atención pero el otro nunca le hizo caso. Ahora entendía muy bien la razón del rechazo.
Su mente comenzó a imaginar una y mil cosas de las que podían estar pasando allí abajo. ¿Y si esa noche Tom accedía?
– ¡No, no, no! – negó para el mismo
A su mente vino la imagen de Brandon bailando muy pegado a su gemelo, tal como ellos lo habían hecho tres noches atrás. ¡No! Solo él podía bailar de esa manera con Tom. Pero su imaginación no se detuvo ahí, dio a paso a una escena más erótica y repugnante para el pelinegro; el cantante y su hermano besuqueándose sobre la cama en la que él había dormido tantas veces con el mayor.
No se dio cuenta que sus manos apretaban fuertemente las sábanas hasta que sintió como sus uñas se clavaban en sus palmas. Despejó su mente de todas esas locas ideas y se levantó de la cama.
¿Por qué sentía eso? ¿Acaso eran celos? Sí, eso era.
Caminando de un lado a otro, pensaba qué hacer. No quería ver a su hermano ni tenerle cerca, pero por otro lado no podía entregárselo a Brandon tan fácilmente. Tenía que ir. Con paso decidido se metió al baño y sacó su neceser y comenzó a maquillarse.
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– ¡Vamos, Tom! Dinos cuál te ha gustado más – pidió Gustav
– Mmm – musitó Tom mirando sus regalos – Todos me han encantado, viejo
– Todos sabemos que el mío fue el mejor – fanfarroneó Georg
– De eso nada, ha sido el mío – dijo Liz
Tom rio, esa pelea de todos los años nunca tenía ganador. Siguieron disfrutando en su VIP, mientras veían como los demás disfrutaban también de la fiesta. Dio un vistazo por todo el lugar, pero su mirada se detuvo al ver quién bajaba por las escaleras.
– ¡Bill! – gritó Georg detrás de Tom
El moreno volteó y sonrió al ver la “zona VIP” donde habían varios rostros conocidos y Brandon, muy pegado a su hermano. Caminó hacia el lugar y cuando llegó fue recibido por felicitaciones y abrazos. Luego de un momento le dejaron sentarse al lado de su hermano, lo cual los hizo sentir muy incómodos.
– ¿Estás tomando alcohol? – riñó Bill al ver la copa de su hermano
– ¡No, no! – negó el mayor rápidamente – Es un cóctel sin alcohol – agregó
El moreno asintió y al sentirse tan incómodo prefirió darle la espalda para seguir hablando con los demás, mientras el otro hacía lo mismo.
– Llegó la siguiente ronda – cantó un chico rubio con un carrito con distintas bebidas, era Andreas, otro miembro del staff
– Andreas es como nuestro bartender personal – explicó Georg a Bill
– Uno para Liz, uno para Gustav, uno sin alcohol para Tom – dijo mirando al hermano menor – Y uno especial para el segundo cumpleañero
– ¿Qué le has hecho? – preguntó Tom
– Un Head Strong – respondió Andreas entregándoselo al moreno
– ¿Estás loco? Él no bebe – se quejó el guitarrista
– Creo que me vendría bien esto ahora – dijo el pelinegro tomando un buen sorbo
– ¡Oye, despacio! – le detuvo Georg – O te llegará muy rápido
Eso era lo que quería, olvidarse por un momento de todo lo que había sucedido en ese día. Uno, dos, tres, cuatro fueron los tragos que le sirvieron, comenzaba a sentirse más animado, tanto que en ese momento se encontraba bailando ¿con quién? Ah, sí… Andreas. Los otros también bailaban, volteó y vio a Tom bailando con Liz, al menos no estaba con el idiota de Brandon.
– Tengo sed – jadeó luego de un rato
– ¿Quieres un refresco? – preguntó el rubio
– Sí, por favor – aceptó el pelinegro
– ¡Liz, Tom! – llamó a los otros llevando una mano a su boca simulando que bebía
Tom aceptó, Liz no. Pronto Andreas se fue a la barra topándose con Brandon quien también pedía unos refrescos. Los otros tres volvieron al VIP y se sentaron en el sofá.
– ¿No crees que ya has bebido suficiente? – riñó Tom a Bill
– Ha ido por un refresco – contestó Bill un poco molesto – ¡Déjame en paz!
Pronto vio como Andreas y Brandon volvían a su lado repartiendo las gaseosas y unos bocadillos. Tomó de un solo trago el refresco que le ofrecía el rubio, mirando como Brandon no le quitaba los ojos de encima a su hermano. Prefirió ignorarlo y decidió comer unos cuantos bocadillos. De pronto sintió como sus manos y pies comenzaban a adormecerse y su vista se nublaba, dejó de comer y se recostó sobre el respaldo del sofá. Los tragos ya estaban pasándole la factura, comenzó a sentir mucho calor y el ruido comenzaba a perforar sus oídos. Necesitaba salir de ahí, se levantó del sofá, pero no dio ni dos pasos al trastabillar haciendo que todos se alarmaran.
– Estoy bien – dijo rápidamente para no preocupar a nadie – Yo… iré…
Prefirió no decir nada y solo se fue. Caminó con sumo cuidado esquivando a toda la gente. Al llegar las escaleras volvió a tropezar y luego de pocos segundos sintió como le ayudaban a ponerse de pie.
– ¡Oye cuidado! – le dijo un chico desconocido
Electricidad, excitación y más calor recorrieron su cuerpo al sentir como esos fuertes brazos le sostenían.
– ¡Gracias! – dijo torpemente
– Te ayudo a… –
– ¡No, gracias! – cortó separándose del chico – No me toques, por favor
¿Acaso se estaba excitando? No podía ser posible, sabía que había pasado mucho tiempo sin tener sexo, pero tampoco era para que se excitara con un simple roce.
– Déjalo, yo me encargo de él – escuchó
Era Tom, lo que le faltaba. Sintió como le tomó fuertemente por la cintura y lo arrastraba hasta su habitación, allí le dejó caer con un poco de brusquedad en la cama.
– No debiste tomar tanto – le riño el mayor mientras le buscaba pijamas en el armario
– No me siento bien – lloriqueó él moviendo la cabeza de un lado a otro
– ¡Pues claro que no! Apuesto que ha sido la primera vez que bebes y mira que te la has montado bien – soltó Tom molesto lanzándole el pijama
– Tom – susurró – Tengo mucho calor y mi corazón late muy rápido – dijo sentándose en la cama
El mayor le miró extrañado, eso no era ebriedad. Se acercó y le tomó el rostro con ambas manos. Tenía las mejillas rosadas, estaba comenzando a sudar y sus pupilas estaban muy dilatadas.
– ¡Maldito hijo de puta! – susurró entre dientes
Salió rápidamente de la habitación dejando a su hermano confundido, llegó al salón donde estaban todos y cuando le vio le tomó del brazo bruscamente y se lo llevó a un lugar aparte.
– ¿Qué le has puesto a su bebida? – le preguntó a Andreas
– ¿Qué? – preguntó el rubio confundido
– Has drogado a mi hermano – soltó molesto
– ¿Yo? – dijo Andreas indignado – ¿Estás loco? Yo nunca le haría eso
– ¡No me mientas, Andreas! – dijo Tom furioso
– Viejo, en serio – aseguró firmemente el rubio – Solo le di los cuatro y…
– ¿Y qué? – resopló
– Mierda, la gaseosa – susurró – Brandon pidió las gaseosas y me pidió que….
No pudo terminar de hablar porque el guitarrista ya se había ido tras Brandon para encararlo.
– ¿Qué has puesto en las gaseosas? – le preguntó Tom al cantante llevándolo aparte
– ¿De qué hablas? – preguntó fingiendo ignorancia
– Andreas me lo ha contado ¿qué usaste, éxtasis líquido? – preguntó muy molesto
– ¿Por qué, ya ha hecho efecto? – preguntó el otro con tono insinuante
– Sí, en mi hermano, imbécil – masculló – Y dudo mucho que lo hayas querido usar en él y creo que es hora de dejar las cosas claras, no me gustas, Brandon, no quiero acostarme contigo ¿entiendes? No me interesas
No esperó respuesta, si no se alejaba de él le golpearía en cualquier momento. Subió de nuevo a la habitación de su hermano, encontrándolo tendido bocabajo a lo ancho de la cama con el pijama puesto.
– Bill – le llamó acercándose, el menor volteó a mirarlo y sus mejillas estaban más coloradas
– Creo que me han hecho algo, Tom – lloriqueó
– Sí, ya lo sé – susurró acariciándole la espalda – Será mejor que te vayas a dormir
– ¡Oh, no me toques así! – susurró el pelinegro disfrutando la caricia
Tom carraspeó y retiró rápidamente la mano – Vete a dormir ya, mañana estarás bien – dijo caminando hacia la puerta
De pronto solo sintió como le jalaban de un brazo y le hacían voltear, el moreno le estampó de espaldas contra la pared y cuando quiso reaccionar sus labios eran fuertemente presionados por los de su hermano menor.
Su mente quedó en blanco, no entendía nada de lo que pasaba. Solo sabía que le gustaba, pero estaba mal. Con toda su fuerza de voluntad y física, separó al menor de él, viendo como este le miraba confundido, con los labios rojos al igual que sus mejillas.
– ¿Qué haces? – jadeó
– ¿Qué? ¿Acaso no es esto lo que quieres? – dijo Bill con sensualidad
– Estás ebrio, Bill –
– Sé que me has estado viendo toda la noche, Tom – decía acercándose de nuevo a su hermano – Yo sé que deseas esto
– ¡Ya basta! – dijo el mayor inmóvil, no podía caer ante ese juego tan sucio, pero Bill se había puesto realmente sensual
– ¡Adelante! – susurró el menor en su oído – ¡Tómame!
Eso fue todo, ya no podía más. Esas palabras fueron a parar directamente a su entrepierna, ya no podía engañarse más, lo deseaba, llevaba años haciéndolo y ahora su hermano se ofrecía en bandeja de plata.
– Lo siento, Bill – susurró para luego tomarle por la nuca para besarle profundamente.
Continúa…
Gracias por leer, te invitamos a continuar con la lectura.
Todo explotó en este capítulo.
Tom fue capaz de dejar ir a su hermano con tal de verlo feliz sin importar sus propios sentimientos y eso fue muy hermoso. ¡Bill también está enamorado! Solo es cuestión de tiempo para que también lo acepte.
Gareth es un cínico y me alegra que Bill lo haya rechazado.
Ese final está de infarto ¿de verdad lo van a hacer?