«As the lights go down» Temporada I
Capítulo 22
Le tomó fuertemente por la nuca para besarlo profundamente, pronto sintió como el menor enredaba sus brazos alrededor de su cuello para pegarse más a él. En un rápido movimiento cambió las posiciones, dejando al pelinegro contra la pared. Bill gimió por la rudeza con la que había sido estampado, pero no rompió el beso. Sintió como las manos del mayor comenzaban a acariciarle los costados de su torso, pasando luego a su trasero el cual apretó por unos segundos haciendo que jadeara, cuando las manos llegaron a sus muslos sintió como le alzaban y le hacían enrollar sus piernas alrededor de la cintura de su amante.
Tom abandonó los labios de su hermano para besar ese pálido y largo cuello que tanto había deseado. Lo devoraba mientras con sus manos comenzaba a desabrochar los botones de la parte superior del pijama del otro.
– ¡Oh Dios! – siseó el moreno al sentir como le besaba el cuello
Era como si conociera sus puntos débiles, amaba que le besaran el cuello y que le tuvieran en esa posición contra la pared.
Cuando todos los botones estuvieron desabotonados, Tom abrazó al menor fuertemente por la cintura y le llevó hasta la cama, allí le recostó suavemente y sin romper el beso, se acomodó sobre él.
Sintió como las temblorosas manos del pelinegro se colaban por debajo de su camiseta y comenzaba a acariciarle, el muy desgraciado le pasó las uñas por los costados haciéndole estremecer, eso le volvía loco. Bill subió la prenda dejando al descubierto el trabajado torso de su hermano, rompió el beso solo un momento cuando le sacó la camiseta por la cabeza.
El menor se dio gusto pasando sus manos por ese torso, luego las colocó en la fuerte espalda clavando allí sus uñas al sentir como le besaban nuevamente el cuello bajando hasta su pecho hasta llegar a su abdomen. Gimió sonoramente cuando sintió la lengua del otro jugueteando con uno de sus pezones, se estremeció y eso hizo que sus miembros, los cuales ya estaban bastante duros, comenzaran a rozarse haciendo que ambos gimieran.
– ¡Por favor! – jadeó el menor quitando la goma que ataba el cabello del mayor
Tom comprendió, no sabía si era por la jodida conexión o porque él también estaba en la misma situación, los pantalones comenzaban a estorbar porque sus erecciones pedían a gritos ser liberadas.
Se incorporó entre las piernas de su gemelo y se tomó un momento para apreciar la imagen que le ofrecía; cabello desordenado sobre la cama, mejillas sonrosadas, labios hinchados y su cuello y pecho con marcas rojas provocadas por sus besos. El menor le hizo salir de su ensoñación cuando sus temblorosas manos empezaron a desabrochar los botones de su pantalón, le ayudó al ver que por la desesperación, la excitación y el alcohol sus movimientos eran un poco torpes. Una vez listo comenzó a bajarlo con todo y bóxer dejando el miembro del mayor libre.
El pelinegro se relamió los labios al saber que pronto esa potente erección estaría dentro de él. Tom terminó de sacarse el pantalón e hizo lo mismo con el de su hermano y pudo ver que ambos estaban igual de excitados, admiró por un momento el cuerpo del menor, pensando que aunque fueran gemelos eran muy distintos.
Una vez más se inclinó sobre el menor y le besó con pasión mientras rozaban sus erecciones ya sin ninguna molesta prenda en medio, luego de unos segundos el pelinegro le separó.
– ¡Por favor, hazlo ya! – pidió con la voz cargada de lujuria
Lo necesitaba, necesitaba tenerlo dentro ya. Nunca en su vida había deseado tanto ser penetrado, no sabía si era por lo que le habían dado de beber o Tom era muy bueno en el sexo, solo sabía que moría de deseo.
Tom se incorporó y metió tres dedos en su boca bajo la atenta mirada de su hermano, le hubiera gustado ser un poco más delicado y hacerlo con lubricante, pero en ese momento no tenían a mano y también moría por estar dentro del menor. Vio como se relamía los labios nuevamente y abría más las piernas para darle mejor acceso, antes de tantear su entrada le besó castamente haciendo que el otro sonriera.
Metió el primer dedo lentamente viendo como el menor encogía la cara con molestia. Decidió tomar su miembro y comenzó a masturbarlo para que la intrusión no fuera tan molesta, pronto la habitación comenzó a llenarse de jadeos y gemidos del moreno. Al terminar de dilatarlo, sacó sus dedos y detuvo toda acción, el último ramalazo de miedo recorrió su mente. Una vez que lo hiciera ya no habría marcha atrás, todo cambiaría para siempre.
– ¿Qué ocurre? – preguntó el pelinegro sacándolo de sus pensamientos – Vamos, estoy listo – sonrió acariciándole el pecho
Respiró profundamente y se colocó mejor entre las piernas del menor. Lentamente acercó su miembro a la entrada de este, podía sentir el calor llamándole, invitándole a entrar, poco a poco se fue adentrando en él, escuchando como suspiraba y apretaba las sábanas entre sus manos.
¿Cuántas veces había soñado con eso? No podía creer que ahora fuera una realidad.
Se quedó quieto esperando que el moreno se acostumbrara a él, disfrutando del rostro lleno de placer que tenía, pronto sintió como se comenzaba a retorcer debajo de él.
– ¡Muévete! – le mandó el pelinegro en susurro
Se acercó a sus labios una vez más para besarlos y comenzó a moverse a un ritmo lento, quería disfrutar al máximo de ese momento. Abandonó sus labios para dejar besos en sus mejillas, en su mandíbula y en su cuello, allí escondió su rostro, no podía verle a la cara, no quería que en un momento Bill abriera los ojos y cayera en cuenta quien le estaba poseyendo de esa manera. Además, en esa posición podía disfrutar los gemidos y jadeos que dejaba salir contra su oído mientras se aferraba fuertemente a su espalda.
Bill no podía para de gemir, estaba en el paraíso, nunca antes le habían tomado de esa manera. Sentía como su acompañante le penetraba un poco más rápido y con más fuerza, él clavó las uñas de una mano en la fuerte espalda mientras la otra mano la enredaba en el cabello del mayor.
– ¡Oh sí… justo ahí! – gimió cuando sintió como llegaba hasta lo más profundo de su ser
– Bill – jadeó Tom embistiéndolo más rápido
– Sí… no te detengas – jadeaba apretando más sus agarres
Enredó sus piernas alrededor de la cadera del otro haciendo que se pegaran más, quería fundirse con él. Jaló un poco el cabello que tenía en su mano y volteó su rostro para poder aspirar más el aroma que este emanaba. Le llamaba, le era tan familiar, bajó su nariz hasta el cuello aprovechando dejar unos suaves besos en él hasta llegar a la clavícula… allí se dio cuenta. Ese olor tan masculino, tan único, tan de él ¿acaso era Tom quien le estaba tomando de esa manera tan íntima?
– ¿Tom? – llamó confundido
Sintió como de pronto el otro detenía todo movimiento, poco a poco levantó la cabeza y pudo ver esa expresión de miedo en su rostro. Sí era él, era su hermano.
– Tom – sonrió
Le acarició suavemente una mejilla viendo como este cerraba los ojos disfrutando de esa caricia y cambiaba esa expresión de temor por una más tranquila. Llevó su mano hasta la nuca para atraerle y besarle dulcemente. Comenzó a moverse para que el otro continuara, pronto sintió como entraba y salía de él nuevamente. Estaba tan cerca de terminar.
– ¡Oh Tom! – gimió cerrando los ojos al sentir como esa sensación tan esperada recorría su cuerpo completamente
Su cuerpo se estremecía incontroladamente por la intensidad del orgasmo, a los pocos segundos sintió como una calidez inundaba su interior, su hermano también había terminado. Abrió los ojos para mirarle, una expresión indescifrable recorría su rostro. Se veía feliz, pero asustado a la vez. No estaba seguro, su mente estaba muy confundida, lo único que pudo hacer fue besarle lentamente.
– Bill – susurró Tom luego del beso
Los ojos del pelinegro estaban cerrados, sus agarres se fueron debilitando al igual que su respiración. Se estaba quedando dormido, así era el éxtasis líquido, primero aumentaba el deseo sexual y luego dormía.
En ese momento se sintió la peor persona del mundo. Se había aprovechado de su hermano, prácticamente le había violado. Salió de él rápidamente y se alejó con la respiración agitada.
– ¿Qué he hecho? – se preguntó cuando miró al menor en la cama
Tenía las marcas rojas en su torso y cuello, rápidamente le cubrió con la manta, no podía verle, no podía verle dormir con una débil sonrisa en el rostro.
Le iba a odiar, cuando despertara le iba a odiar y lo perdería para siempre.
El pánico se apoderó de él y comenzó a vestirse con las prendas que estaban tiradas por el suelo. Tenía que salir de allí ahora mismo. Tal vez Bill se despertaría confundido y no recordaría nada, pero no estaba seguro, le había reconocido.
– Perdóname, Bill – susurró saliendo de la habitación
&
A la mañana siguiente, al ser las 10:25am, un fuerte ruido proveniente del primer piso hizo que el pelinegro se despertara de golpe.
– Mierda – resopló volteándose sobre la cama
Su cabeza dolía y no podía pensar con claridad, su mente estaba nublada. Se dio media vuelta y se acurrucó más con la cobija dispuesto a dormir, pero sus ojos se abrieron de golpe al no sentir prenda alguna de torso para abajo. Miró por debajo de la manta y ahogó un grito al no ver nada.
¿Y sus pantalones? ¿Por qué la parte superior de su pijama estaba abierta? ¿Por qué tenía marcas rojas en su torso?
Se sentó de golpe en la cama y gimió al sentir un agudo dolor en su trasero.
– ¡Oh Dios! – susurró tapándose la boca con ambas manos
Su mente comenzó a trabajar a mil por hora, recordando lo sucedido la noche anterior. Había bebido, había bailado, se había sentido mal y luego su hermano le había llevado a la habitación.
Su hermano…
– ¡Oh no! – gritó tapándose la boca con ambas manos, miró una de sus muñecas y allí estaba la goma con la que Tom se sujetaba el cabello – ¿Qué hice?
En su mente vagaban imágenes de como se lanzó contra él y le besó desesperadamente, luego le sedujo y Tom… Se había aprovechado de los sentimientos de su gemelo para que le bajara la “calentura” de una noche.
Nauseas, mareos y frío le recorrieron el cuerpo. Tom le odiaría por haberle utilizado de esa manera tan vil.
– Eres un monstruo, Bill – dijo tapándose la cara con las manos
¿Qué haría? ¿Cómo le pediría disculpas? ¿Cómo le explicaría que había sido un error? ¿Qué diría si se enterara que le había encantado y que había sido la mejor noche de su vida?
Se levantó rápidamente de su cama y buscó el pantalón de su pijama, se lo colocó y cerró los botones de la parte superior. Iba a salir de su habitación hasta que vio una nota en una de las mesitas de noche, se acercó lentamente hasta ella y la tomó.
– “Lo siento mucho, Bill” – leyó, era la letra de su hermano – ¿Lo siento? – repitió
¿Por qué? ¿Acaso Tom se culpaba?
– ¡No, no, no! – negaba para él mismo
Salió velozmente de su habitación siguiendo una corazonada, fue a la de su hermano y la encontró vacía. Caminó hasta el walk-in-closet y abrió los cajones sintiendo como sus ojos se llenaban de agua al ver que faltaba un poco de ropa.
– ¿Tom, qué has hecho? – sollozó.
Continúa…
Gracias por leer, te invitamos a continuar con la lectura.
¡Al fin hicieron el amor! 😀 Aunque me hubiera encantado que su primera vez fuera sin drogas de por medio.
Pensé que Bill iba a perder la cabeza al recordar y arrepentirse de lo sucedido pero me sorprende que se este culpando.
Mi Tom huyó D: