25: Aún te quiero

CAPITULO 25 AUN TE QUIERO

Nina observa a Lemir, entrar y salir de la bodega con cajas de vino, que deja a sus pies, sin darle ninguna mirada, ha tratado de hablar con él pero ha sido ignorada y está comenzando a exasperarse.

Hola, mis dulces niños—Nina se gira con una sonrisa pintada en su rostro al escuchar a Ed.

¿Y ahora a ti que bicho te pico?

¿Cómo, no te has enterado? —Los ojos de Ed, se abre grandemente y Nina está segura que están por salirse de su órbita.

Sí lo supiera, no estaría preguntándotelo.

Tabatha, estará de baja por ¡Un mes! —grita, provocando risas en los chicos de seguridad y Nina—Es la mejor noticia que me han dado, desde que comencé a trabajar aquí.

Pensaba que la mejor noticia que habías recibido, había sido cuando Timo te confirmo, que no padecías de gonorrea, sino de una infección de orina.

¡Oye! Eso no tiene por qué saberlo nadie—reclama.

Ed, todos lo supimos, tú mismo te encargaste de divulgarlo—dice Lemir saliendo de la bodega.

Bueno, pero podrían fingir—Lemir y Nina, se encogen de hombros.

¿Eso quiere decir que Eva, bailara toda la semana?

No—responde en un tono seco, causando que Ed, mire a Nina confundido— Voy a terminar de sacar las cajas que faltan, deberías terminar de acomodar la barra y dejar de perder el tiempo con Ed—Lemir vuelve a salir, antes de que Nina, le pueda responder.

¿Qué le hiciste ahora Sofh? —Pregunta Ed, Nina se gira, y la asesta un golpe en la cabeza— ¿Qué te pasa rubia? ¿Por qué me pegas? —se soba la parte golpeada.

Sabes que no debes llamarme así idiota, cuantas veces tengo que repetírtelo, soy Nina.

Cálmate, Bruce Wayne—se burla—la única interesada en arruinarte la vida fuera de aquí, es Tabatha y no vendrá por un mes, así que puedes dejar de jugar a Batman conmigo.

Aun así, si me vuelves a llamar así, y  le voy a decir a Harry.

Claro acúsame con mi tío, Pero ya enserio, ¿Por qué está molesto?

No tengo idea, Ed—miran a Lemir, salir con una caja más que coloca junto a las otras tres, brinca la barra y corre hacia Eva, que va entrando en ese momento, la toma por la cintura y la besa, recibiendo silbidos y gritos por pate de los demás chicos—Sea lo que sea que tenga, con ella no es el problema.

Creo  que ya se cual es.

¿Así?

Claro, ¿Quieres saber? —Recibe un asentimiento — El beso con Kaulitz.

Lemir está con Eva, deja  de decir estupideces.

Es la verdad, a Lemir se le va a pasar, no puede estar mucho tiempo sin hablar contigo, pero yo que tú me cuido las espaldas—Nina le dedica una mirada de extrañeza—Tabatha, no debe estar feliz y cuando regrese es seguro, que querrá arrancarte las extensiones.

Yo, no uso extensiones, idiota.

Seguro, en fin, iré a terminar de acomodar las mesas, tú tienes mucho trabajo y esta vez, tu antiguo romeo, no va a estar aquí, para ayudarte—se aleja, Nina mira de nuevo a Lemir y Eva, que están hablando o están besándose, sacude la cabeza y comienza a terminar de acomodar todo el licor en su lugar.

Edén está lleno como es de costumbre, ni siquiera el anuncio de la ausencia de Tabatha por un periodo corto, ha hecho que los clientes den media vuelta y se marche, la mesa de la zona vip, usada por Kaulitz y compañía, está llena pero Bill, no está ahí, Nina frunce el ceño, tratando de decidir, si sentirse molesta o desanimada por su ausencia. Y por si fuera poco, no es muy divertido trabajar con un Lemir molesto, que la ignora a cada segundo, en más de una ocasión ha estado a punto de arrogarle una botella. Mira el reloj de su muñeca y falta menos de una hora para cerrar, por suerte es sábado y está feliz de poder dormir todo el domingo.

Lemir observa a Nina, terminar de hacer el corte de caja, hace una mueca al verla bostezar de nuevo.

Tu galán, no vino esta noche, seguro se llevó a Tabatha de viaje.

No es asunto mío—responde, sin despegar su mirada de los billetes.

En año nuevo parecían…

Ok, Lemir—deja de contar y mira al chico, que se cruza de brazos—una vez más, tu estas con Eva, y esta escenita de celos que estás montando, no tiene pies ni cabeza.

Lemir hace puño las manos, se gira para terminar de guardar el dinero

Nina, Frank ya llego—dice Ian, acercándose a la barra, justo a tiempo, para recibir el sobre sellado, con la cantidad escrita al frente.

Gracias—responde después de bostezar de nuevo—Nos vemos la próxima semana y en verdad espero  seas mi amigo, no este chico molesto, por algo que no va a cambiar—se pone de puntillas y le besa la mejilla, toma sus cosas y sale del lugar, despidiéndose de los demás.

***

Sofía, cruza las puertas del hospital con dos vasos con café caliente, busca con la mirada a Morgan, localizándolo cerca de una columna, alejado de los demás como siempre, pasa junto a sus compañeros, que la miran de arriba abajo como si fuera un insecto, escucha como Erika se mofa de ella, al pasar por su lado, pero la ignora.

Café caliente, cortesía de mi tía— Morgan, sonríe encantado por el maravilloso elixir que está en su  poder—También traigo roles de canela recién hecho—busca en su mochila hasta encontrar la cajita con los panecillos.

Juro que te amo, en estos instantes.

Lo imagino, pero necesitaremos energía, para estar en la rotación de urgencias y algo dulce para tolerar la incompetencia de algunos.

Así que ya te enteraste de que Erika estará en la misma rotación que nosotros—Sofía hace una mueca, mira hacia el otro extremo de la entrada, su mirada se detiene en Erika y en Matt el imbécil de sus ex novio, ambos son un par de estúpidos, que si solo están ahí, es por las influencias de sus padres, aunque Matt es un poco más brillante que Erika, pero no le llega a los talones.

¿En verdad no sé qué le viste? —dice Morgan, tras dar una mordida a su panecillo y guardando el resto en la caja.

Créeme, que yo tampoco— responde, sin dejar de mirar a la parejita que está rodeada de sus amigos, haciendo bromas, mientras esperan al maestro, para que les de las indicaciones, sobre lo que tiene que hacer en área en la que ya fueron asignados. Erika voltea para hacer algún comentario mordaz, dirigido a Sofía y Morgan, chocando su mirada con la de la rubia, sonríe ladina, dispuesta a decir cualquier estupidez que salga de su boca, pero el ruido de las puertas abriéndose, hace que se contenga.

Bill, cruza las puertas del hospital con el porte de ser el amo y señor del mundo, Sofía observa la mirada de todos pegarse a sus espaldas, mientras el camina ignorando a todos, sus ojos están escondidos tras esas gafas de diseñador que siempre lleva, cuando pasa por su lado, baja un poco las gafas, dándole un buen repaso—Buenos días doctora Sacks, doctor Evans—saluda y sigue su camino hacia las puertas del ascensor.

Sofía y Morgan se miran y no pueden evitar reír, por un momento Bill los hizo sentir como en la típica película de adolescentes americana, donde el famoso, saludaba a los nerds, frente a las narices de los populares de la escuela.

Bill Kaulitz, señoras y señores—dice Morgan, conteniendo su risa.

¿Te acóstate con él? —Erika, pregunta caminando hacia ellos, seguido de Matt, quien sostiene una sonrisa llena de maldad.

¿Morgan? —Sofía, se lleva una mano al pecho, en un gesto dramático, logrando que el chico vuelva a reír.

Te estoy preguntando a ti.

Suspira y maldice su suerte, en Edén con Nina es Tabatha y en su vida diaria como Sofía es Erika y el tarado de Matt.

No, todos somos como tú.

¿Disculpa?

Estás disculpada, que no se repitan este tipo de situaciones en el futuro—se da media vuelta e intenta comenzar una conversación con Morgan, pero Erika, detesta sentirse humillada y sobre todo por ella.

No, te hagas la estúpida, sabes que mi pregunta es para ti.

Cariño—interrumpe Matt, cualquier intento de Sofía por defenderse—La reina de las nieves—una de las esquinas de su labio se eleva, revelando esa sonrisa cargada de maldad, que Sofía, recuerda perfectamente.

Doctor Einzmer—los cuatro se giran, al escuchar esa voz, encontrándose con la figura alta e imponente de Jake Fritz, vestido impecablemente, con su cabello peinado en esa forma desordenada, y su barba que lo hace lucir mucho más atractivo de lo que ya es, no puede evitar sentir una especie de regodeo, al ver la mirada nada amigable que le dirige Jake a la escoria que es Matt— ¿Es mi imaginación o acaba de insultar a la doctora Sacks?

Doctor Fritz, solo bromeábamos—intercede Erika, por su novio.

Jake, mira a Matt y después a Sofía— ¿Es verdad doctora Sacks?

Venganza es lo primero que cruza por la cabeza de Sofía, pero decir algo, para ella es rebajarse al nivel de Erika, mira por un segundo a Matt y la sonrisa burlona, aunque ha desaparecido de sus labios, aun brilla en sus ojos azules.

Malinterpretaron un saludo cordial, con Bill Kaulitz—las caras de Erika y Matt palidecen, Morgan, no puede evitar soltar una pequeña risa—Eso es todo—se encoje de hombros

¿Está segura?

Sí, doctor Fritz—Jake asiente—usted mejor que nadie, sabe que este ambiente está lleno de envidias y muchas personas, harán cualquier cosa por hacer quedar mal a los demás, solo porque son unos mediocres.

Este es un lugar de trabajo, ustedes cuatro aún son estudiantes, sus rencillas escolares, las dejan fuera, espero que no vuelva haber una próxima vez doctor Einzmer, o de lo contrario  hablare con su coordinador y me encargare de que reciba las sanciones pertinentes y no solo usted, cualquiera que hoce faltarle el respeto a cualquier compañero. ¿Estamos de acuerdo?

Perfectamente doctor Fritz.                                                                                                                             

Matt y Erika se dan la vuelta y se regresan con el resto de sus amigos, quienes también son testigos de la reprimenda.

Niños—murmurar y solo niega, Morgan y Sofía, lo observan a rumbo a los elevadores.

Urgencias es un pandemónium, los pacientes ingresados por diversas enfermedades, así como accidentados, están a la orden del día, aunque el trabajo de Sofía y el resto de sus compañeros es solo el de observar y ayudar cuando sea necesario, no quita el hecho de que sea sumamente cansado y estresante.

Entra en la cafetería que a esas horas está parcialmente vacía, solo algunos residentes y algunos médicos, pero todos enfocados en sus almuerzos o en no terminar dormidos sobre ellos, camina hacia la barra, solo para comprar una Coca-Cola, su turno está por terminar y después podrá irse a comer al bistró de su tía, para regresar más tarde a la escuela.

Con su lata de refresco en la mano, camina hacia la entrada, pero la persona que acaba de entrar a la cafetería, ocupando la última mesa del lugar, la hace replantearse la idea de ir a sentarse junto a Morgan y observarlo engullir, los seis roles de canela que le entrego esa mañana, se gira sobre sus pies y camina en dirección a la última mesa.

 Se detiene a un par de mesas de llegar, observando a Bill  concentrado en un cuaderno, la punta de su lengua se asoma y toca el arete del lado izquierdo de su labio, da un sorbo largo a su helado refresco, para bajar el nudo de excitación que se ha instalado en su garganta. Retoma su caminata hasta detenerse frente a Bill.

Su cabeza se inclina ligeramente, al observar el dibujo del cuaderno de Bill— ¿Esa soy yo? —sus ojos se abren grandemente, toma una silla y se sienta junto a él, tomando el cuaderno, de las manos de Bill, quien aún la mira con sorpresa— ¡Woow! Es hermoso.

Tú eres hermosa—responde reponiéndose de la sorpresa inicial, observa las mejillas de Sofía, tornarse ligeramente rosas—Entrégame eso—pide extendiendo su mano, Sofía hace una mueca —Necesito terminarlo—renuente le entrega el cuaderno—buena chica—le sonríe.

Eso sonó como si me compararas con un perro—se queja, Bill ríe, retomando su trabajo— ¿Cuántos dibujos como ese tienes? —Bill se encoge de hombros, sin despegar su mirada del dibujo—Demasiados—recibe un asentimiento— ¿Supongo que tengo que preocuparme?

Me gusta dibujar todo lo hermoso que veo.

¿Te parezco hermosa?

Creo que ya te había dicho eso, no preguntes tonterías Sofie, no me hagas dudar de tu inteligencia. —Sofía se aclara la garganta y le da un sorbo a su refresco, sigue mirando el dibujo, Bill está terminando de poner color a sus ojos.

Lucen demasiado vivos, como si tuvieran una luz especial en ellos.

Así es como yo los veo—frunce el ceño, al ver que ella está en desacuerdo con él—Eres especial.

Claro eso debes decirle a todas, ha Tabatha también, le dices eso.

Nunca la he pintado, ¿Estas celosa?

De ella, claro que no— se pone de pie y él también lo hace, le toma de la muñeca, para que no se vaya—tengo que volver a Urgencias—suelta su mano del agarre de Bill, con tanta facilidad que lo deja sorprendido.

Te voy a besar de nuevo—dice acercándose a ella.

Sofía coloca una mano en su pecho y se aleja—Jamás me has besado—sonríe y da un paso atrás, Bill deja escapar una risa burlona y da un paso más—Besaste a Nina, a mi jamás me has besado— se da la vuelta y sale corriendo, dejando a Bill confundido.

***

¿Dónde estabas? —Morgan la toma del antebrazo y la lleva con él

Estaba en la cafetería, ¿Por qué?

Eran diez minutos los que nos habían dado, te tardaste casi una hora— ¡Una hora! Grita su mente, tanto tiempo paso junto a Bill, recuerda la conversación y fue demasiado corta, como rayos paso tanto tiempo con él.

¡Despierta!—chasquea los dedos frente a ella.

Lo siento, estoy distraída.

Antes de ir a la cafetería no lo estabas, ¿Paso algo que deba saber? —se cruza de brazos, Bill, quiere besarme piensa, pero niega—Sera mejor que despiertes, aún nos queda mucho por ver hoy, por cierto el doctor Fritz, me pidió que cuando estuvieras desocupada fueras a verle a su consultorio.

¿Cuándo te dijo eso?

Cuando disfrutaba de los panecillos, de esta mañana, ¿Pasa algo malo?

Seguro, necesita que le traduzca la letra del doctor Köller—ambos ríen — Iré, cuando terminemos.

***

Sofía guarda su bata en su mochila, hace una mueca al ver la mancha de sangre será un duro trabajo para el blanqueador, queda solo con el pantalón del uniforme y su blusa negra, se suelta el cabello, se despide de Morgan tras ponerse de acuerdo, sobre verse más tarde en la entrada de la biblioteca para terminar de hacer la exposición que les han encargado, para dentro de dos días. Toma el ascensor y presiona el piso de pediatría, camina por el pasillo, deteniéndose para apreciar el nuevo mural y la enorme firma de Bill, en una de las esquinas. Camina hasta la estación de enfermeras, pregunta por el doctor Fritz, una de las enfermeras le informa que acaba de marcharse y que si se da prisa puede alcanzarlo en el estacionamiento, da las gracias y se despide, sale corriendo y toma las escaleras de emergencias, abre la puerta de emergencia y sale al estacionamiento, Jake acaba de cruzar la puerta de salida y se dirige a su coche.

Da un rápido vistazo al lugar, para cerciorarse de que no salga nadie más— ¡Jake! —llama, caminando en su dirección—Morgan, me dijo que querías verme, ¿Pasa algo?

¿Qué paso esta mañana en realidad con Matt?

Rueda los ojos y balancea su peso de un pie a otro—Matt, estaba siendo el imbécil, que sabemos que es.

¿Te insulto?

Me llamo reina de las nieves, pero eso lo escuchaste, supongo que aún no supera lo que nunca paso entre nosotros—frunce los labios—En fin, gracias por intervenir, no tenías por qué hacerlo.

Siempre me voy a preocupar por ti.

Si es por tu remordimiento de conciencia, no es a mí a quien tienes que cuidar, es a tu a tu esposa.

No es remordimiento—una de sus manos acuna su mejilla—Aun te quiero Lizzie—la acerca apoderándose de sus labios, las manos de Sofía, se apoyan en su vientre, intentando separarse, de los suaves y dulces labios de Jake, que se presionan cálidamente sobre los suyos.

Bill, observa todo desde el interior de su coche, una oleada de rabia lo envuelve, al observar como ese imbécil, se adueña de algo que le pertenece, sus manos se presionan sobre el volante, sus nudillos se vuelven blancos. Jake Fritz acaba de firmar su sentencia.

& Continuará   &

Publico con autorización del autor

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