CAPITULO 3 ¿NO SABES QUIÉN SOY?

 

La música del lugar retumba estruendosamente, las chicas bailan recibiendo más de algún silbido y una palabra de alago o instrucción de alguno de los clientes, las meseras le sonríen  a los clientes cuando les entregan sus bebidas, algunas se encuentran en el regazo de otro, devorándose los labios y dejando tocar hasta donde les es permitido, todo eso bajo la atenta mirada de los chicos de seguridad y algunas otras se marchan a las habitaciones privadas del lugar para dar otro tipo de servicio, Nina frunce el ceño al verlas marcharse, muchas de esas chicas no tienen muchas ambiciones, lo que le parece realmente triste.

— ¿Oye que tal estuvo la fiesta? — pregunta, mientras acomoda las bebidas en la charola de una de las camareras que lleva un ridículo y obsceno vestido de marinera, como cada semana hay un tema diferente para la noche, no cabe duda que Ángela es una experta en esos temas.

—Ni preguntes— se queja, mientras alisa la insulsa falta que lleva.

— ¿Tan mal?— tantea al ver la cara de la chica, hace casi tres semanas de la fiesta y ella no había preguntado, pero su curiosidad creció, cuando al dejar la bebida de Tabatha esa noche, la escucho hablar de lo bien que se la paso en esa fiesta.

—No, claro que no, estuvo genial —sonríe— los gemelos son unos bombones, pero no tienen llena — se queja y ella le mira curiosa— digamos que más de alguna recibimos un poco del encanto Kaulitz— sonríe picara y ella ríe divertida por la cara de boba y sexópata que ha puesto— ¿Por cierto porque nunca te dejan quedarte? — cambie de tema

— ¡Oh!, pues.

— ¡Hey Kim, Te pagan para que muevas ese culo! — grita Ed  y la chica suspira

—Adiós Kim.

—Adiós Nina — toma la charola y se pierde entre la multitud, Nina  termina de acomodar las últimas copas que han salido del lavavajillas, que tiene instalado, en una esquina de la barra.

— ¿Me puedes servir un whisky? — Pide una voz suave y varonil,  toma un vaso de cristal, poniendo los hielos dentro y finalmente toma la botella, para verter el líquido ámbar en el interior— gracias— toma el vaso y la mira— ¿¡tú eres nueva!? — le mira curioso.

—No— sonríe, sabe que tiene que ser amable con los clientes y nunca cruza más de dos palabras de las necesarias con ellos— Tu si eres nuevo— le aclara, mientras sonríe, lo que provoca que se le achine la mirada y él también sonríe, da un sorbo a su bebida, mientras observa su teléfono, como si esperara una llamada, Nina comienza a limpiar la barra, para mirarlo sin que se dé cuenta  jamás ha visto un chico como él. Su cabello rubio está cortado de los lados y lleva una especie de cresta al centro bien peinada, no va  levantada como ella suele verla en algunos chicos, luce barba de más de tres días, pirsin en sus labios rojos y carnosos,  en la ceja,  oreja y en  su nariz respingada y elegante, tiene los ojos marrones. Lleva un enorme tatuaje que cubre toda su mano, sin duda  un chico de los que atraen problemas, supone que debe ser alguno de los novios de las bailarinas, no sería raro, ya que algunas veces estos tipos suelen colarse, pero no pasan más de cinco minutos para que seguridad los note y los eche fuera.

— ¿Te gusto? — levanta una ceja

— ¡Disculpa! — hace el mismo gesto que él

— ¿Eso que si te gusto?— sonríe arrogante como solo él lo haría

—Creo que el whisky se te subió a la cabeza—toma el vaso vacío.  Alejándose de ahí, para ir por otra ronda de vasos, copas que acaban de salir del lavavajillas.

—Yo creo que no—la observa acomodar todas esas copas, su cabello cae en cascada, pero la máscara le hace más difícil verle el rostro — pero no te culpo, nadie puede resistirse al encanto Kaulitz — alardea y ella levanta la mira, para encontrarse con esos ojos marrones fieros y salvajes, con un dejo de sensualidad.

—Si tienes razón— Le mira indiferente —supongo que nadie se resiste al encanto Kaulitz— suelta irónica—bueno mi buen señor, seré la primera—se cruza de brazos, provocando que él estalle en cargadas— ¿Qué es tan gracioso?

—Tú — ríe — en verdad eres increíble.

—Si me lo han dicho— responde y él para de reír de golpe

— ¿No sabes quién soy? — la mira molesto

—Si el hijo de papi del Gobernador, me lo acabas de decir — pone un vaso limpio frente a él, vertiendo de nueva cuenta el líquido ámbar— todos conocen las andanzas de los gemelos Kaulitz.

—No soy el hijo de papi — masculla entre dientes

—Si como sea — responde indiferente— pero igual me debes setenta y cinco euros.

— ¡Vaya con la zorra! — Brama — veo que tienes agallas, pero de nada te sirven conmigo — amenaza— si quiero puedo hacer que Harry te eche — sonríe—pero no hoy, hoy  me siento benevolente y como muestra de mi buena fe, te hare una oferta.

— ¡Oh! Creo que te equivocas— levanta una mano — si buscas zorras al costo, se encuentran sobre la tarima o sirviendo tragos — le mira molesta.

— Trabajas aquí y no estás en renta — le mira incrédulo— ¿qué clase de zorra eres? —le mira desafiante— Oh, claro, claro, ya entiendo eres la puta personal de Harry — ríe, mientras ella siente que le hierve la sangre, ganas de abofetearlo no le faltan, así que solo aprieta los dientes, haciendo que estos rechinen—te puedo pagar más, además Harry es algo viejo ¿no lo crees? — la mira esperando alguna reacción, pero ella simplemente se da la vuelta dejándolo solo, se pierde entre la parte oscura del bar, escondiéndose  detrás de un mueble, mientras intenta controlar las lágrimas que se arremolinan en sus ojos, siempre es lo mismo, tener que soportar que la llamen así, aunque no lo fuera, pero es lo que se gana por trabajar en un lugar como ese,  pero ese chico se había pasado, un cliente normal por lo general acepta el rechazo y se retira de la barra, pero por lo visto ese, no estaba acostumbrado a recibir un NO por respuesta y en parte había sido su culpa, jamás debió haberle seguido la corriente, patea una caja que esta frente a ella, para descargar su frustración y rabia, observa el reloj de su teléfono, solo una hora más y estará libre, mañana es domingo y podrá  dormir, estudiar , hacer la compra del mes y limpiar el apartamento. Con esa idea en mente sale de su escondite, rogando al cielo y a todo lo sagrado porque él ya no esté ahí, para su suerte, sus plegarias son escuchadas y él se ha  marchado de la barra.  Suspira y vuelve hacer su trabajo.

— ¿Lista? —Pregunta Devon otro de los chicos de seguridad, que está parado frente a ella, mientras la observa terminar de hacer el corte de caja, las luces están encendidas y algunas chicas comienzan a salir.

—Si—le entrega el sobre con el dinero, que lleva escrita la cantidad de dinero que hubo esa noche— ¿Mi taxi?

—Afuera, esperando por ti—Nina asiente—Por cierto, vi a uno de los Kaulitz aquí, ¿te molesto? —no puede evitar tensarse—hacia mi ronda habitual, ya sabes alguien tiene que cuidar tu culo, Harry o Lemir nos matan si te pasa algo.

—Hizo lo mismo que cualquier cliente—Devon, asiente.

—Debiste hacerme una seña y habría venido a rescatarte—Nina solo se encoje de hombres—en fin no fui el único—le mira frunciendo el ceño, mientras se acomoda la chaqueta—Tabatha.

— ¿Que hay con ella? —pregunta, mientras camina hacia la salida.

—Parece que es de su propiedad, ya sabes cómo se las gastas, pero no dudo que entre ella y tú, Harry meta las manos al fuego, si intenta hacerte daño.

—Se lo puede quedar, yo no soy como ellas.

—Mayor razón para que te odie, tu si tienes un futuro fuera de aquí, ellas están atrapadas en esta vida—le sonríe y cierra la puerta del taxi—hasta luego Nina, Buenas noches— golpea el techo, en señal de que ya puede marcharse.

Cierra los ojos y recuesta la cabeza en el asiento, haciendo la lista de todas las cosas que tiene que hacer mañana. De pronto los ojos color ámbar de Bill aparecen en sus pensamientos, — ¡Mierda! —Sisea, al tiempo que se quita el antifaz y lo lanza al fondo de su bolsa—Lo siento Fred—se disculpa con el conductor que solo asiente, baja la ventanilla del coche y deja el aire frio le golpee el rostro, Fred le pasa un encendedor al verla con un cigarrillo en los labios—No le digas a Harry que me viste fumando.

—Ni una palabra—responde

&   Continuará   &

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