CAPITULO 31 PUEDO DARTE LO QUE QUIERAS, SOLO TIENES QUE PEDIRLO

¿No piensas responder eso? —Sofía mira de nuevo el teléfono en la mesa, junto a su taza de café.

No—es la respuesta escueta, regresa su atención al tratado de pediatría que está leyendo.

Sofh—Andrew se sienta frente a ella— ¿Por qué no quieres responder?

Porque no—se encoje de hombros, volviendo a mirar de nuevo al teléfono que vibra.

¿Es el chico que estuvo aquí la otra vez?  ¿Bill?

Si

¿Me cuentas?

No

¡Oh! Vamos Sofie, dime, ¿Por qué no quieres hablar con él?

Sofía cierra el libro y se pasa las manos por el rostro, sus mejillas se tiñen de rojo, al recordar lo que hizo con Bill, hace una semana, el tiempo que lleva escondiéndose de él, ignorando sus llamadas y mensajes.

¿Te hizo algo, para que no quieras hablar con él?

No, soy yo quien no sabe cómo mirarlo a la cara.

¿Qué hiciste?

Sofía mira sobre su hombro a Morgana hablar animadamente con Adam y Teresa la diseñadora de interiores, regresa la mirada a Andrew que espera pacientemente a que se decida hablar.

Hice algo que no debí hacer.

Explícate bien, que no entiendo nada.

Lo bese, nos besamos.

Eso no tiene nada de malo, espera el imbécil tiene novia, ¿es eso verdad?

Sí, no, bueno no tanto así—Andrew la mira confundido—Sale con una las más grandes zorras de Edén, pero solo ahí.

Espera, me estás diciendo que este chico Bill, sabe que tú eres Nina, la ardiente y misteriosa barman de Edén—Sofía asiente— ¿Cómo demonios se enteró de tu identidad?

Es una larga historia.

Tengo tiempo, ahora cuenta.

Bueno una noche hubo un incidente con un amigo de Bill, Harry me pidió de favor que lo atendiera, tuve que quitarme el antifaz, para poder revisarlo mejor y bueno después lo volví a ver en el hospital, cuando hacia su servicio comunitario, fingir demencia no era una opción.

Andrew asiente—Entonces, sale con una zorra de Edén y tú le has pedido que la deje, pero es que tú estás loca, esas viejas son peligrosas para ti, que no lo sabes ya.

Sí, pero me prometió dejarla.

¿Lo va hacer?

Sofía se encoje de hombros y suspira—Tal vez.

Pero eso no es lo que te preocupa, ¿Paso algo además del beso?

Yo, como que me deje llevar.

¿¡Te acostaste con él!? —trata de mantener su grito al nivel de su conversación, para no llamar la atención de Morgana.

No, idiota no soy tan zorra.

¿Entonces? Si no te lo llevaste a la cama, a que viene este ataque de pánico

Creo que le di la imagen incorrecta, no quiero  que piense que soy como las demás, carajo no debí invitarlo a mi departamento.

¡Lo invitaste a tu departamento!

Me lo encontré en el restaurante de Luigi, comimos juntos y después lo invite a casa, habíamos bebido demasiado durante la comida y después en casa, comenzamos a besarnos o bueno yo lo bese, pero después el respondió—Andrew la mira boquiabierto—no hicimos nada más que besarnos y tal vez frotarnos el uno contra el otro.

¿Tuviste un orgasmo? —Sofia asiente y se cubre el rostro— ¿Él también? —vuelve asentir—Ok, creo que lo tuyo se llama cruda moral.

¿Cruda moral?

Cuando haces algo que no debiste y te arrepientes de ello después.

¿Tiene cura?

Sí, se llama afronta las consecuencias, responde ese teléfono, explícale cómo te sientes, el chico luce como alguien que sería capaz de besar el piso que tu pisas.

Andrew no quiero que Bill, piense que porque trabajo en Edén, puede tratarme como la puta de Tabatha, no soy como ella, no soy como ellas.

¿Sale con Tabtaha? —Sofía suspira—Bueno es que de plano tu estas más loca de lo que pensaba, esa mujer puede destruir tu vida y tu carrera si sabe que estas intentando robarle al novio, o al tipo que la folla.

No comiences, tú también, Lemir no deja de joder con lo mismo.

Sera porque se preocupa por ti, pero después de haber visto a Bill, entiendo porque el pobre perdió la batalla, el chico es irresistiblemente atractivo, cremé si el tipo fuera Gay, probablemente habría hecho lo mismo que tú, pero yo habría dejado que me partiera en dos, aunque el papel del pasivo no sea lo mío.

¡Andrew!—le golpea el brazo, riendo.

Escucha, habla con él, dile que fue producto del alcohol, que se yo, ustedes las mujeres siempre logran acomodar las situaciones a su conveniencia.

Tu consejo es que me apoye en las típicas tretas femeninas.

No, mi consejo es que arregles ese desastre que crees haber creado, déjale en claro que contigo las cosas son serias, aunque hayas tenido un desliz, eres una mujer que se respeta.

Supongo, pero no puedo ahora—observa el teléfono vibrar nuevamente.

No seas cobarde, tú iniciaste esto.

¿Y si no deja a Tabatha?

¿Y si te llama para decirte que ya la dejo?

Tendré que averiguarlo más tarde, tengo que ver a Morgan y Lara en la biblioteca—termina su café, guarda el libro en su mochila, se despide con beso den la frente de Andrew y le hace una seña a Morgana que asiente y le pide que la llame.

***

Los hombros la están matando, el dolor de cabeza está amenazando con expulsar sus globos oculares de sus cuencas, por donde saldrá su cerebro y terminara salpicado en las paredes de la biblioteca, su trasero seguro que ha perdido su forma, llevan casi cuatro horas encerrados en ese lugar estudiando todos los temas posibles de los próximos exámenes.

Lara se pasa las manos por el rostro, dejando escapar un bostezo, secundado por Morgan quien cierra su libro y apoya la frente en él.

Me rindo—dice mirando a sus compañeros que asienten.

Sera mejor irnos, están por cerrar y tengo que tomar el metro—Morgan se pone de pie y comienza a guardar sus libros en la mochila e igual que las chicas y dejan apilados en la mesa los libros que estuvieron consultando.

Traten de descansar y nos vemos mañana temprano en el hospital, es mi turno de llevar el desayuno—Morgan y Sofía asienten— café y Apfelstrudel.

Sofía hace una parada corta en la estación de tren para dejar a Morgan, se despiden y toma el camino a su departamento, comienza a pensar en su deliciosa y cálida cama, sus molestias no han desaparecido y lo único que quiere es llegar y meterse debajo del chorro de agua caliente y después irse directo a la cama, dormir hasta el otro día.

Acciona el claxon en un par de ocasiones a los conductores que parecen tortugas, está comenzando a exasperarse, sobre todo porque está a punto de llegar y el trafico parece estar a reduciendo su marcha.

Contiene un grito de alegría, cuando ve la entrada del edificio, coloca las intermitentes y entra en el estacionamiento, detiene su coche junto al de Pier, toma su mochila y deja bien cerrado el coche, saluda a la señora Dónovan, que como siempre está en la entrada principal, hablando con algún inquilino, mientras arregla las flores que tiene en el lugar, tiene ganas de arrastrar la mochila por las escaleras, pero si la mujer escucha los golpes es muy probable que la regañe, pero está comenzando a pensar en que ese lugar debería tener un ascensor en algún lugar para comodidad de todos, sobre todo para estas situaciones, cuando siente que los ojos se le cierran y lo último que quiere es rodar por las escaleras, tal vez debería reconsiderar arrendar el apartamento del primer piso y deja el suyo del cuarto piso, pero la idea de vivir frente a la puerta de la dueña del edificio, no es algo muy atractivo por muy amplio que sea ese departamento, secreto no es que es uno de los más grandes de todo el edificio y el más difícil de alquilar.

Se quita la mochila del hombro y comienza arrastrarlo por las escaleras solo son ocho escalones y la señora Dónovan no escuchara el ruido. Siente las piernas temblarle cuando ceño al ver una silueta apoyada en su puerta con las piernas estiradas ocupando el pasillo.

Demonios—murmura al reconocer la silueta como Bill, quien gira su rostro en ese momento, se pone de pie lentamente sin dejar de verla.

Oye Bill—la puerta del frente está abierta, Pier aparece llevando su uniforme de la clínica veterinaria, se gira a ver a Sofía llegando junto a Bill—Hola Sofie —sonríe —Ya era hora, este caballero lleva casi una hora esperando.

Estaba en la biblioteca—responde, dejando caer la mochila al suelo, Pier hace una mueca.

¡Oh mi niña! —Se acerca a ella y toma la mochila—Vamos la cena casi esta lista, a eso había salido a decirle a Bill, que si quería cenar con nosotros, total pumba está muy divertido jugando con Lucas y Milk.

¿Trajiste a Pumba?

Pensé que querías conocerlo—se acerca a ella, dejando un beso en su mejilla rozando la comisura de su labio—Gracias Pier, en verdad muero de hambre, ¿Vamos? —Sofía asiente de forma automática y sigue a los dos hombres al interior del departamento.

Los cuatro se sientan a la mesa y disfrutan de la especialidad de James, croque Monsieur, con ensalada de arugula, fresas en rodajas y nueces, Bill, James y Pier toman vino blanco para acompañar la cena, Sofía un jugo de grosella.

La cara larga significa exámenes la próxima semana, ¿Cierto? —James rompe el silencio, Sofía asiente—Amor, tendremos que ocuparnos de alimentar a Lucas, Milk y Sofía.

Te dejare el desayuno listo y el almuerzo, en tu casa, las cenas las tomaras con nosotros, sin pretextos—dice Pier—Por supuesto estas invitado a cenar Bill, James es un fantástico Chef, como te habrás dado cuenta.

Muchas gracias.

Claro la cuota es que traigas a ese pequeño gordito contigo, mira lo bien que juega con Milk, Lucas y Hamlet—señala hacia los cuatro animales que están jugando en con unas pelotas.

Cuenta con ello, además tengo que traer esa pintura que me has pedido.

¡Oh! Sofh, Bill hará un cuadro exclusivo para nosotros—aplaude emocionado—Verdad que es genial.

Lo es, Bill es muy bueno pintando—dice sin mirarlo—Siente afortunado.

Ya tendrás los tuyos—dice James comenzando a recoger los platos cuando han terminado de comer.

Gracias por la cena—se pone de pie—y por cuidar a ese par—toma la mochila de la banca donde Pier la ha dejado, llama a Milk y Lucas y tras despedirse de sus amigos y desearles buenas noches, sale con Bill del departamento.

Lucas, Milk y Pumba corren hacia el interior del departamento de Sofía, Bill camina hacia la sala para ver que su pequeño retoño no haga una travesura, mientras ella desactiva la alarma. Escucha el golpe sordo de la mochila al golpear con el piso de madera, la observa caminar hacia el otro sofá contrario a él, quedando de lado.

¿Por qué estás aquí?

¿Por qué no respondes a mis llamadas?

Eh estado ocupada.

¿Solo eso?

Sí, solo eso, ¿Qué pensaste que podría pasar?

Qué probablemente tendría, que ver con lo que paso hace una semana justo aquí—acaricia el asiento a su lado, observa las mejillas de Sofía teñirse de rojo—En realidad, si me estabas evadiendo—se pone de pie, camina hasta  Sofía, pone dos dedos debajo de su quijada y la hace levantar la mirada—Eso es.

Sofía cierra los ojos y deja escapar un suspiro, asintiendo con la cabeza, Bill se inclina y deja un beso en su frente, regresa a su lugar en el sillón.

No soy como Tabatha, ni como ninguna chica de Edén.

Cierto no lo eres, eres mil veces mejor que cualquiera.

Mi intención no es que pienses algo como eso—Se frota las manos contra los jeans—Creo que ese día el alcohol, me jugo en contra—Maldito sea Andrew y su idea de culpar al alcohol, pero por la mirada de Bill, algo le dice que eso funciono.

Algo como eso estaba pensando, escucha no sé qué rayos está creciendo entre nosotros, me gustas, ¡demonios! Me gustas desde la primera noche que te vi y me ignoraste, desde esa noche me gustaste.

También me gustas—sonríe, Bill palmea nuevamente el lugar a su lado, Sofía abandona el sillón y se sienta junto a él.

No soy bueno con eso de las declaraciones, pero soy brutalmente honesto con lo que pienso, desde que tengo catorce descubrí, lo genial del sexo, lo he conseguido con mi encanto, he pagado por él —Sofía frunce el ceño y Bill sonríe—Pero nunca se sintió suficiente, solo un instante de placer que se desvanecía pasado unos minutos y se volvía un recuerdo borroso en mi mente, hablo de besos, caricias y el sexo en general. Pero besarte a ti, tocarte como lo hice hace unos días ha sido como un descarga eléctrica, es la primera vez que hago algo como lo que hice contigo—Coloca un mechón de cabello rubio detrás de la oreja de Sofía—Podemos ir tan lentos como quieras, quieres besos en la frente, en la mejilla o en los labios, puedo dártelos, tomarte simplemente de la mano, llevarte a cenar y embriagarte y conseguir que te frotes contra mí, si así lo deseas, pero también puedo hacerte el amor, tan dulce o tan rudo como lo pidas, puedo besarte tan lento o tan hambriento que puedo conseguir que te derritas, puedo darte todo lo que pidas Sofía, pero solo a ti, esta extraña declaración es solo y únicamente para ti, no hubo nadie a quien le haya prometido esto, nunca antes de ti, nadie ha escuchado estas palabras. Putas he tenido suficientes y se distinguir a una de esas de una mujer como tú.

Nunca he me habían dado una declaración como esa.

¿Sabes lo que te estoy diciendo?

Que me quieres—toma las solapas de la chaqueta de Bill y lo acerca para besarlo.

Como nunca he querido a nadie—responde contra sus labios.

Bien—besa suavemente los labios de Bill, solo rozando sus labios contra los aretes que lleva en los labios, disfrutando del metal frio contra sus labios calientes, pasando perezosamente la lengua por ellos.

Serás mía—pregunta alejando sus labios de los de ella, recibiendo un chasquido—vamos dilo, Bill seré solo tuya.

¿Tú serás solo mío?

Eso no tienes que preguntarlo.

No más Tabatha.

De acuerdo.

No me des por mi lado, dime la verdad.

Está bien, te prometo dejarla en cuanto la vea.

¿En cuánto la veas?

No sé dónde está, hace casi un mes que no sé nada de ella.

Dijeron que estaba enferma.

Tal vez sea cierto, la última vez que la vi, tuvimos un pequeño desacuerdo.

¿Preguntar será una pérdida de tiempo?

Tú fuiste nuestro pequeño desacuerdo.

¿Yo?

Bueno Nina, es igual ambas son la misma persona, ella te llamo puta y yo me moleste, digamos que no terminamos bien, ella me corrió y yo me fui.

Entonces Nina tuvo que ver con su separación.

Tu—le besa la nariz—Tu eres Nina y eres Sofía, eres lo suficientemente asombrosa para poner celosa a cualquier zorra de ese lugar.

¿Entonces quién te gusta más? ¿Yo siendo Nina o cuando soy realmente yo?

No hay diferencia.

Si la hay.

Me gustas tú, esta chica hermosa e inteligente que esta junto a mí, me gusta la chica odiosa y sexy que está detrás de la barra de Edén, para mi es la misma—Sofía esta por replicar pero Bill, es más rápido y calla con su boca cualquier replica.

Sofía siente que la cabeza como si estuviera llena de helio, ligera y sobre las nubes y jamás se ha sentido de esa forma antes, rodea el cuello de Bill, para tener una mejor ángulo para besarlo, Bill pasa un brazo por su cintura para acercarla más sus rodillas se golpean, besarse en esa posición es mucho más incómoda  que la vez anterior, donde tenía a Sofía sobre sus muslos, se gira sin dejar de besarla, siente su mano bajar de su mejilla a su cuello, mientras la otra hace presión sobre su hombro.

Sofía acomoda una de sus piernas quedando en un extraño ángulo pero lo suficientemente para que él puede acomodarse entre sus piernas, su espalda comienza a resbalar, uno de los  brazos de Bill se apoya contra un costado de su cabeza, mientras su otra mano levanta un poco su espalda para arquearla lo suficiente para seguir besándola sin dejar caer todo su peso sobre ella, sin dejar sus labios por más de dos segundos solo para dejar ligeras mordidas y darle un pequeño espacio para respirar, siente como le tiembla la pierna que sostiene su cuerpo, termina por flexionarla para atraparla entre el sofá y su cuerpo, sus dedos se mueven curiosos por el borde la blusa, comenzando a reconocer la suave y fría piel que recorriera hace unos días, rompe el beso sin mirar un segundo a Sofía, lleva sus labios al cuello que comienza a morder ligeramente, siente las manos de ella tensarse sobre su camisa, pero no le presta atención, continua con su misión de besar y morder no solo su cuello, también su mentón y regresar a sus labios, pero estos no responde el beso, solo han pasado unos segundos desde que los abandono y en lugar de permanecer cálidos, están completamente fríos. No entiende que es lo que escapa de sus labios, pero al verla tiene los ojos dilatados y llenos de miedo.

Suéltame—esta vez lo escucha muy claro y siente las escasas uñas de Sofía clavarse en su camisa—la mira confundido y aun sin soltarla se aleja ligeramente de ella, solo para ver como su pecho sube y baja en respiraciones cortadas— ¡Suéltame! ¡Quítate, no me toques! —Sofía hace presión sobre los costados de Bill, quien la suelta y se aleja de ella, Sofía se repliega contra la esquina del sofá y sus ojos asustados miran a Bill que no entiende nada.

Bill levanta una mano intentando tocarlo, pero la retira debido al fuerte manaso que ha recibido, provocando que Lucas deje la cómoda cama a disposición del pequeño cachorro  y corra al lado de Sofía, le gruñe a Bill al detectarlo como la amenaza hacia su dueña.

Sofía—la llama suavemente, intenta acercarse pero Lucas se lo impide con un nuevo gruñido, acompañado  de un ladrido— ¡Lucas vuelve a tu lugar! —dice con voz autoritaria, el perro baja las orejas y regresa a donde le han ordenado, se acerca de nuevo a Sofía quien pestañea y las lágrimas caen de sus ojos. —Sofía, te voy a tomar de los hombros y puedes gritar lo quieras, pero no te voy a soltar—levanta las manos frente a ella, después las pone sobre sus hombros, siendo consciente de la tensión y rigidez que cubre su cuerpo.

No.

Hace una semana, me dejaste tocarte, ¿Qué sucedió ahora? ¿Qué hay de diferente entre la chica de hace unos días y la de ahora?

No puedo—responde entre lágrimas.

Sí, si puedes, ahora dime.

Vete.

No voy a irme, ¿Así que comienza hablar?

¡Vete, Bill, vete! — lo empuja y Bill hace presión sobre sus antebrazos.

No voy a irme, así que puedes gritar, tal vez Pier entre, por tus gritos pero no me voy a ir, así que comienza hablar—La observa tragar, recuerda vagamente los detalles que leyó sobre ella, víctima de violación cuando era niña, algo sobre terapias pero no recuerda más, algo en la semana anterior le hizo pensar que había superado la horrible experiencia pero al verla ahora, es notable que no ha logrado superar eso— ¿Qué edad tenías?

¿Qué?

¿Cuándo te violaron? —Sofía boquea—Es obvio que te violaron, o de lo contrario, me explicas porque tanta aversión contra mí, ¿Qué edad tenías?

Si…siete—responde con voz temblorosa—fui abusada por casi dos años.

¿Tu padre?

¡Jamás! —Se sobresalta—el murió cuando tenía cinco, si él hubiera estado vivo eso no me habría pasado, mi vida habría sido otra.

Lo siento—suelta sus brazos, pero no se aleja, la observa  frotar sus manos y mirar por todo el apartamento, hasta que su vista se fija en un punto.

El segundo marido de mi madre, nunca me gusto su forma de verme, pero ella jamás me hizo caso, no lo hizo ni cuando se enteró, dejo que ese animal siguiera lastimándome—hace puño sus manos —Una vecina una tarde me encontró llorando y con las piernas llenas de sangre, me había violado de nuevo, y yo corrí hacia la calle porque ya no quería vivir, ella llamo a la policía y les conto lo que sucedió, pase una noche en el hospital, donde me hicieron una serie de preguntas y estudios, después me fui a vivir con mis tíos.

¿Qué paso con tu madre y ese hombre? —Sofía no advierte el tono oscuro en la voz de Bill.

Ella, quedo libre por ser víctima de violencia psicología y física, el supongo que aún se pudre en la cárcel—Bill se pone de pie y va a la cocina por un vaso de agua, que le entrega a Sofía quien lo bebe casi todo.

¿Has tenido novio? —Sofía hace una mueca—No término bien, ¿Problemas de intimidad?

No es obvio—se pasa las manos por el rostro, limpiando las lágrimas que aun caen.

¿Nunca has estado con un hombre por voluntad propia? —la observa removerse incomoda y mirar hacia otra  parte de la habitación, de pronto la imagen de Jake besando a Sofía aparece, así como las advertencia que le hiciera el día que le dio una paliza, ese idiota había estado con ella, por eso se siente con tanto derecho sobre ella, siente una corriente comenzar a envolver su cuerpo, Sofía tiene sus ojos puestos sobre sus botas, se muerde la legua para no mencionar a Jake, necesita saber más sobre ellos dos, pero algo dentro de él, le dice que ella no es completamente responsable de lo que haya pasado entre ellos.

Sofía suspira y se pone de pie, camina al baño cerrando la puerta detrás de ella, observa su reflejo en el espejo, tiene el rímel corrido y sus ojos están hinchados por las lágrimas, pero una sonrisa se forma en su rostro, Bill aún está en su sala sentando, no ha huido como el resto y ella no tuvo un ataque como antes, él logro controlarla y hacerla hablar, se lava la cara y cuando no queda rastro de lágrimas y maquillaje corrido, sale del baño al pasar por la sala en dirección a la cocina, observa a Bill sentado tranquilamente fumando un cigarrillo, busca por una pastilla para el dolor de cabeza que está amenazando con hacer que ahora sí, su cerebro explote y salpique las paredes del lugar.

Bill, la observa regresar  y sentarse a su lado, ambos están callados, Sofía deja una cerveza frente a él, mientras sigue fumando.

¿Recuerdas el nombre de ese hombre?

Sofía le da una mirada confundida pero después asiente.

Roger Mohr—siente la bilis subirle por la garganta y las ganas de vomitar, intensificarse en su estómago, es la primera vez en años que dice ese nombre.

Bien—vuelve a dar una calada al cigarrillo antes de apagarlo, se gira ver a Sofía, levanta la cabeza y expulsa el humo, la vuelve a tomar de los hombros y la gira aunque le cuesta hacerlo por un segundo, aparta el cabello dejando libre su cuello, apoya su mentón contra su hombro, rodea su cintura, Sofía se estremece un poco, pero no se aleja—Solo vas a asentir o a negar, sobre lo que te voy a decir, recuerda que puedo darte lo quieras, solo tienes que pedirlo ¿de acuerdo? —Sofía asiente—buena chica, ahora ¿Quieres ver a ese hombre? —Niega rápidamente— ¿Quieres saber si aún está vivo? —Asiente— ¿Libre o preso? —vuelve asentir, Bill besa su cuello y la escucha suspirar—Si está vivo y libre, puedo hacer que regrese y no salga nunca, ¿Te gustaría? —Sofía esta por girarse pero se lo impide—Solo asiente—recibe el asentimiento—Bien, si está vivo y preso, ¿Qué hacemos con él?

Sofía no sabe que responder a eso—No lo sé.

¿Qué te gustaría hacerle?

No sé.

¿Te gustaría que sufriera por lo que te hizo?

Sí.

Pídelo Sofía, pídelo y lo tendrás, dime que quieres.

Sí, está vivo, libre o preso, quiero que sufra por lo que me hizo

¿Estas segura?

Si—Bill sonríe y se recuesta en el sillón llevándose a Sofía sobre él y acomodándola entre sus brazos.

Notas finales:

Espero que lo disfruten, nos leemos en el proximo.

por administrador

Publico con autorización del autor

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