43: YO NO SOY ASÍ
Sofia limpia el vapor del espejo del baño, observa sus brazos llenos de aruñones y el tenue moretón de su rostro, producto de la bofetada que le diera Tabatha hace unas horas, busca en el botiquín un ungüento con antibiótico, para poner sobre los rasguños y evitar que estos se infecten, la muy perra tenia las uñas demasiado largas y la obligará a vestir blusas de manga larga por un tiempo, ahora con la primavera ya en puerta tendrá que buscar una excusa, para dar por usar ese tipo de ropa.
Tras secarse el cabello y ponerse una blusa blanca de manga larga y solo unos calzones negros, sale del baño, apagando las luces del departamento y camina hacia su habitación, por suerte el analgésico para el dolor de cabeza está haciendo efecto y pronto se va a quedar dormida, o bueno también debe darle las gracias a la botella de tequila que Ed, le entrego cuando salía de Edén, la cual se había bebido durante el camino lo último se lo había terminado cuando se había tragado la pastilla, definitivamente un analgésico con ayuda de alcohol, hace maravillas.
Cuando abre los ojos, puede ver los ligeros rayos de sol, entrando por la abertura de las cortinas, definitivamente tendrá que cambiarlas, se gira en la cama y esconde la cabeza debajo de las almohadas, ahora le duele la cabeza y la idea del analgésico con la botella de tequila, comienza aparecer la idea más estúpida que se le pudo haber ocurrido a Ed, como indicación médica y ella definitivamente había resultado ser la mayor imbécil del mundo al seguir esa orden, pero en ese momento, el tequila parecía realmente una buena idea, adormeció sus sentidos, sobre todo su rabia hacia Tabatha, Bill y ella misma, había reído y llorado durante el camino, mientras Fred, solo le pedía que no fuera a vomitar el interior del vehículo, la había ayudado a salir del mismo, recodaba como se había encontrado con James y Pier en la entrada del edificio.
Ese recuerdo la hace dar un bote en la cama y enredarse en la cobijas hasta caer de la cama, James y Pier la habían ayudado a entrar en el departamento, incluso uno de ellos, no recordaba cual había intentado quitarle la botella, sin éxito aparente, comienza a sentir náuseas y eso la hace correr al baño, a vaciar el estómago, jala la cadena y se incorpora tiene la frente perlada de sudor y siente los labios resecos además del horrible sabor del vomito en su boca, observa la botella de tequila vacía sobre el lavamanos, abre la llave del agua y se moca la cara, toma el enjuga bucal y toma un trago para hacer gárgaras y borrar el rastro de vomito del interior, escupe y se pasa las manos por el rostro, observa las ojeras y sus labios partidos y el ahora distintivo color del morete en su mejilla, se sube las mangas del suéter y da una mirada crítica a las heridas de su mano y sin querer observa la casi ligera e imperceptible marca sobre sus muñecas, la señal de que alguna vez intento suicidarse y la cual raras veces presta atención.
Abre el botiquín y busca el agua oxigenada y un poco de algodón para curar las heridas, además del ungüento, una vez que cura de nuevo las heridas, sale del baño en dirección a la cocina con la botella vacía en su mano, la cual desecha en la basura, enciende la cafetera y observa el reloj de la cocina, son las once y media de la mañana a dormido casi nueve horas, pero aun desea volver a la cama y no salir de ella, o al menos hacerlo, cuando el sentimiento de humillación y vergüenza desaparezcan de su mente.
Abre una lata de comida para Lucas y Milk, en ese momento no le importa que sea una lata de comida para perro, solo espera que con eso ambos animales la dejen tranquila un momento, sirve una taza de café y se sienta en la pequeña mesa que tiene en la cocina, observa a Lucas comer y a Milk a su lado.
—Entonces me suspendieron por un mes—Sofia les cuenta a sus mascotas que siguen entretenidos con su comida—Así, que nos veremos mucho esto días, mientras no estoy de guardia.
Lucas termina de comer y se acerca a ella, descansando su cabeza sobre su pierna, le pasa la mano por cabeza.
—Bill, estaba ahí—hace una mueca—con la imbécil de Tabatha, fue a verla, e incluso le envió flores y yo tuve que llevarlas—los ojos se le llenan de lágrimas— ¿Por qué me dijo que no la veía entonces? ¿Por qué me mintió? —Se pasa las manos por el cabello, justo cuando las lágrimas comienzan a caer—lo peor es que me suspendieron, por darle una paliza a Tabatha, aunque no fue tanto una paliza, si hubiera querido, le desfiguro el rostro, pero no me siento mejor—Milk se sube a la mesa, se limpia las lágrimas y da un sorbo a su café—esa se quedó con Bill—susurra, deja caer su cabeza hacia atrás y cierra los ojos.
El ruido de alguien llamando a su puerta la hace abrir los ojos e incorporarse, camina con Lucas tras ella, Milk se ha quedado sobre la mesa, observa por la mirilla de la puerta, para encontrarse con una bolsa que reconoce como de la tienda de su tía, quita los seguros y desactiva la alarma, antes de abrir la puerta, para encontrarse con Lemir, al otro lado.
—Buenos días Rocky—Lemir saluda, dando un vistazo de pies a cabeza a Sofia— ¿Sofh, no tienes pantalones para dormir? —no puede evitar preguntar, sin despegar su mirada de las largas piernas de la rubia, que también sigue su mirada.
—Imagina que es la parte del bikini—le dice, dándose la vuelta y caminando de regreso a la cocina, Lemir ladea el rostro, solo para observar ese pequeño y bien formado trasero.
— ¡Maldito Bill! —murmura, cerrando la puerta y entrando en la cocina, encontrándose a Sofia, sentada con una taza de café en su mano y con la mirada perdida.
— ¿Entonces como amaneciste? — pregunta, mientras busca en las estanterías un plato y una taza.
—Con resaca.
— ¿Física o Moral?
—Ambas—responde dando un sorbo a su taza.
Lemir deja el plato en el centro con los croissants, tras hacer que Milk se baje de la mesa.
— ¿Cuál sientes más en este momento?
—Ambas, la moral, ¡no puedo creer que haya golpeado a Tabatha!
—Se lo merecía, no sé qué te abra dicho, pero seguro se lo merecía.
— ¡No, Lemir, ella no merecía que yo perdiera los estribos de esa manera!
—Déjame ver si entiendo, ¿Te estas compadeciendo de ella?
— ¡No! ¡Sí! —se abraza la pierna que tiene puesta sobre la silla—Lemir tu padre me suspendió por un mes, sabes cuan avergonzada me siento.
—No, la verdad es que no lo sé, pero yo en tu lugar estaría celebrando eso, ¿Te bebiste todo el tequila?
—Todo—responde, haciendo un movimiento afirmativo—y yo no tengo nada que celebrar.
—Claro que lo tienes, esa bruja, va a pensar dos veces, la próxima vez que intente molestarte.
—No va a ver una próxima vez.
—De eso estoy seguro, porque créeme, nadie va a querer meterse contigo.
—No me estas ayudando.
— ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué lo que hiciste estuvo mal?
—Sí.
—Pues discúlpame, pero creo que se lo merecía, incluso creo que hasta Kaulitz, se merece un poco de tus puños— Sofia golpea su frente contra la mesa, Lemir ríe al verla seguir dándose golpes con la mesa— Ok, ya basta—dice, poniéndose de pie—¡Ya basta, Sofh! — Le detiene la cabeza, tiene la frente ligeramente roja—Te vas a quedar sin neuronas.
—Pues anoche, no tenía las suficientes, no sé en qué estaba pensando como para seguirle el juego a esa estúpida.
—De seguro en Kaulitz, ¿Sofh, que pensabas mientras la golpeabas?
—En nada, mi mente estaba completamente en blanco, Lemir, te juro que no sé qué me paso—sus mejillas se tiñen de rojo.
—Nada.
—Nada, recuerdo el pequeño y desagradable intercambio de palabras y a Devon, diciéndole que se apartara, o era yo, y lo siguiente que recuerdo es a ti tratando de separarme de Tabatha, y mis manos hechas puños mientras se dirigían a ella.
—Vaya, eso no lo esperaba.
—Lemir, yo no soy así, esa persona no era yo.
—Sofh, lamento decirte que esa persona eras tú—coloca su mano sobre la de ella—Y lo hiciste por celos, diría que por dejar claro que Bill te pertenece.
—No quiero ser así.
—Bueno, estas a tiempo de rectificar, toma este mes para pensar y como te ha dicho mi padre, cuando regreses a Edén lo harás con la cabeza fría.
—Me siento tan avergonzada con tu padre, no habían pasado cinco minutos, cuando me había dicho que no quería problemas y mira lo que hice.
—Sofh, mi padre te adora, así que deja de comerte la cabeza.
— ¡Estaba furioso!
—Cierto, pero también estaba sorprendido, creo que jamás imagino a la tranquila Nina, rompiéndole el labio a Tabatha, porque seamos honestos, si hubieras querido la desfiguras, sabes boxear y sabes cómo golpear para causar daño y sinceramente estuviste bastante contenida.
—No, me estás dando los ánimos que yo esperaba.
—Es que no entiendo porque sigues con esto, Sofh, golpeaste a Tabatha le dejaste en claro a Kaulitz y a todo el mundo que no eres una damisela, que, si te molestan, van a salir peor que esa, ahora, cuenta eso de Pier y James
—Oh bueno, cuando llegué me encontré con James y Pier.
— ¡Rayos!
—Creo que ellos me ayudaron a entrar, Lemir, ¿Qué les voy a decir cuando, me pregunte sobre porque estaba vestida así? Como si no me faltaran problemas.
—La verdad.
—La verdad, ¡estás loco! Como se te ocurre decirme eso.
—Claro, diles que volvías de una fiesta de disfraces.
—En marzo, vestida así, ¿crees que son tan idiotas como para creérselo?
—Puedes decir, que era una fiesta de mi madre, ellos saben quién es, la mitad del país sabe quién es mi madre, ¡Dios! Mis amigos iban a casa solo para recrearse la vista, sabes la cantidad de traumas que tengo por eso.
Sofia sonríe, pero esta desaparece rápidamente de su rostro, cuando siente una arcada producto del tequila trepar por su garganta, se pone de pie y sale corriendo en dirección al baño.
— ¡La venganza de Moctezuma! —grita Lemir, escuchándola vomitar, toma un vaso con agua, y revuelve entre los estantes hasta dar con el bote de bicarbonato, coloca una cucharada al vaso con agua y después le pone unas gotas de limón, observa la salsa tabasco y se pregunta si podrá soportar eso, pero decide que primero probara con eso, camina al baño, encontrando a Sofia con la espalda apoyada en la pared y una toalla húmeda sobre su frente—Bebe—le ofrece el vaso, cuando ha retirado la toalla.
— ¿Qué es esto? —Huele el vaso y solo detecta el olor a limón— ¿Es otro de tus remedios?
—Es agua, bicarbonato y limón, te va ayudar, fue lo primero que me dio mamá con la primera borrachera que me puse con una botella de tequila, acompañado de Ed, créeme funciona.
Sofia, se toma el vaso no de muy buena gana.
—Vamos prepararé algo ligero, para que desayunes, no puedes pasar el día sin nada en el estómago, tienes que vencer a Moctezuma.
— ¿Quién es Moctezuma? —le pregunta caminando detrás de él.
—Fue un emperador azteca—Sofia levanta una ceja, dándole una mirada burlona—Que no sabes historia, vivió en lo que ahora se conoce como la ciudad de México, en el año de 1502, en fin, tiene que ver con la conquista española.
—Ok, no sabía que eras tan nerd.
—No soy un nerd, me gusta ser alguien culto—responde levantando la barbilla.
— ¿Y qué es la venganza de mocte, del emperador ese?
—Es Moctezuma, es una expresión que escuche una vez en un viaje dela escuela a México, uno de mis compañeros de clase, se enfermó del estómago y la profesora dijo que esa era la venganza de Moctezuma a los extranjeros.
— ¿Y eso que tiene que ver conmigo?
—Tomaste tequila, es una bebida mexicana, es obvio que se vengó de ti, de esa manera.
—Sabias que estas más loco, de lo que había pensado.
—Sabías que eres muy tonta—sonríe—en fin, te hare un omelet de claras—responde, abriendo el refrigerador y comenzando a sacar los ingredientes.
—Pero necesito algo que engorde, no algo light.
—Ahí, tienes croissant, no debiste tomarte la botella, debiste escucharme.
—Estaba enojada, por si no te diste cuenta.
—Parecías un perro rabioso cuando te sacamos por la puerta de emergencia,
— ¡Dios! —murmura con el rostro entre sus manos.
—No creo que dios este muy contento, contigo como para que lo uses tantas veces, para reivindicarte, deberías ir a misa, necesitas un exorcismo—coloca el plato con el omelet frente a Sofia y una taza nueva de café.
— ¿A qué horas se fue Tabatha? —pregunta, después de un tiempo de silencio.
— ¿Por qué lo preguntas?
—Solo dime.
—Cuando lograron calmarla, estaba histérica, se quedó en la oficina de mi papá, como casi dos horas después de té sacamos de ahí y Otto, la llevo a su casa, creo cerca del amanecer.
— ¿Otto?
—Sí, él se la llevo, ¿Pensabas que había sido Kaulitz? —se cruza de brazos y la escudriña con la mirada—Kaulitz—suspira y Sofia levanta la mirada del plato—Kaulitz se marchó después de la pelea, eso dijo Ed, que sus gorilas decidieron dar la noche por terminada.
—No fue tras ella—susurra, frunciendo el ceño.
— ¿Crees que no la ha buscado ya? ¿Ya te busco a ti?
—No lo sé, espero que no.
— ¿Y a ti? No has respondido a mi pregunta.
—Tampoco, tal vez no lo haga, está muy enojado.
—No veo cual era la razón, si sale contigo porque le envía flores a esa zorra—Sofia aleja el plato—No seas ilusa.
Suspira y se muerde el labio— En verdad me gusta mucho.
—Crees que no lo sé, te pone peor que hulk, cuando hablo mal de él, Sofh, no creo que alguien como él, sea para ti.
—Comienzo a creer lo mismo—responde y Lemir no puede evitar sentirse mal al ver el rostro abatido de la rubia.
—Ya llegara alguien—Sofia se encoje de hombros, presionando fuertemente sus labios para que su mentón deje de temblar—Sofh, tengo que irme, quede de llevar a Eva a comer, pero si necesitas que me quede, solo tienes que decirlo y puedo cancelarle.
—No, vete tranquilo, voy a estar bien.
— ¿Estas, segura?
—Sí, volveré a la cama y dormiré el resto del día.
—De acuerdo, pero cualquier cosa me llamas.
—Sabes que sí.
—Otra cosa, ¿Quieres que me lleve el uniforme?
—Sí, no voy a necesitarlo por un mes, así que no tiene caso que este aquí, por cierto, crees que tu madre pueda arreglarlo, Tabatha logro arruinar una de las mangas.
—Seguro, ahora me marcho, mi diagnóstico es que sobrevivirás a ambas resacas.
—Gracias doctor—sonríe en agradecimiento —Aunque a veces eres como un dolor de muelas, aprecio mucho lo que haces por mí.
—Soy bueno cuidándote y me alegra que te des cuenta de eso—deja un beso en su frente y sale de la cocina.
— ¡Que no se te suba!
—Adiós Sofie—escucha el clic de la puerta y suspira.
***
Tres cuartos de hora más tarde, Sofia camina por los pasillos del supermercado, con su larga lista de suministros para esa semana, la cual se compone principalmente de barras y bebidas energéticas, las cuales irán directamente a su mochila, para soportar las largas jornadas de guardias que se avecinan, hacia solo un par de horas, había confirmado que en su grupo de rotación se encontraban Morgan y Lara y desgraciadamente también Erika y Matt, ellos cinco conformaban el pequeño grupo A, pero se había prometido, después de una larga sesión de espiritualidad o mejor conocido, como un litro de nieve de chocolate acompañado de una lata de crema batida, que no dejaría que nadie más la volviera a sacar de sus cabales, una paliza era suficiente para historial como brabucona.
Regresa su mirada a su lista de compras, sigue empujando el carrito por el pasillo de alimentos para mascotas, después de todo Lucas y Milk también se habían ganado un premio por ser lo suficientemente silenciosos mientras ella luchaba contra una resaca producto de los dioses aztecas o lo que sea que Lemir haya dicho, porque no iba aceptar que ella solita se había buscado eso, ¡no señor! , antes el infierno se congelaba antes de aceptar que no había sido lo suficientemente inteligente, como para pensar antes de actuar.
Su paso es lento mientras apoya su cuerpo contra el carrito y sigue caminando por los pasillos del lugar, no tienen ninguna prisa, aunque eso se debe a que aún siente algo de resaca, ¡Dios, el tequila definitivamente era la peor perra con la que se ha topado!, su carrito está casi lleno, de no ser porque a alguien del supermercado se le ha ocurrido que el papel higiénico que ella utiliza tiene que estar en la parte más alta del anaquel, pone sus manos sobre sus caderas y mira de mala gana al estante, deseando que con la mirada este simplemente caiga dentro del carrito, pero por desgracia no es así, se pone de puntas y estira la mano para poder lograr alcanzarlo, toca ligeramente el empaque y este se va hacia atrás, gruñe y brinca emberrinchada en el pasillo, el cual está solo y eso lo agradece, aunque en realidad no le importa, vuelve hacer un nuevo intento, esta vez saltado lo para alcanzarlo, pero tampoco tiene éxito.
Empuja unos cuantos artículos antes de mirar al pasillo, para comprobar si se acerca algún empleado que la puede ayudar, pero no aparece nadie, intenta nuevamente de poniendo sobre puntas, cuando unas manos se colocan en su cintura lo que la hacen que tenga la altura adecuada, se pone rígida y lleva sus manos sobre las que están en cintura.
—Más te vale que haya dos arriba de ese papel—gira su cabeza para encontrarse con la sonrisa divertida de Pier, lo cual la hace suspirar—Porque cariño estas algo pesada.
—No lo estaría si no me alimentaran tanto, James y tú—responde sacándole la lengua y tomando afortunadamente los dos únicos paquetes hay sobre el anaquel.
— ¿Cuánto mides Sofh? —pregunta Pier burlándose, cuando la pone de nuevo en el suelo y toma el paquete que le ofrece.
—1.70 cm, y no te burles, estaba muy al fondo y no me era imposible alcanzarlo.
—Si lo imaginé, cuando te vi, empujando las cosas.
—Bueno no todos tenemos la fortuna de medir 1.80 o 1.90—le saca la lengua y regresa a su carrito—bueno yo ya tengo todo, así que nos vemos.
—Yo también, solo venia por un par de cosas que James necesita para la cena, y es un milagro que te haya encontrado, me puedes llevar a casa—pestañea dulcemente en dirección a la rubia, que tras reír asiente—bien entonces rumbo a las cajas—toma las pocas cosas que llevaba en su carrito y las pone dentro del de Sofia.
Pier toma no solo sus bolsas, si no también algunas de Sofia y ambos caminan hacia el interior del edificio, saludan a la señora Donovan, que está hablando con una chica pelirroja a la cual presenta como la nueva inquilina del departamento que esta frente al suyo, Sofia y Pier la felicitan, pero ambos saben que fue una pésima idea arrendar ese lugar, pero no pueden más que mirar con pena a la chica y tras despedirse retoman su caminata hasta el cuarto piso.
—Gracias Pier—le ofrece una sonrisa cuando entran al departamento y dejan las bolsas en la mesa de la cocina.
—Pier, amor —la voz de James los hace mirar hacia a la entrada donde James, con su cabello negro y sus ojos azules les sonríe, llevando un delantal azul, con la leyenda “si yo cocino, el prometió darme duro, contra la mesa”.
—Bonito delantal, muy explícito— se burla Sofia, regresando a la cocina.
—Gracias—responde, para nada ofendido de la risa de la rubia—Y bien amor ¿Ya le preguntaste?
— ¡James! —gruñe Pier, mirando molesto a su novio.
— ¿Preguntarme qué?
—Sobre ti, vestida de piel con antifaz—sonríe pícaramente—En verdad que, con esa cara de dulce niña, no sabía que te iba el BDSM, pero Sofh, estoy descubriendo un lado oscuro que me gusta, créeme que, si fuera hetero, te dejaría azotarme.
La boca de Sofia esta tan abierta que puede sentir como los huesos de su boca se separan entre si— ¿De qué rayos estás hablando?
—Ya sabes, látigos, fustas, esposas aterciopeladas, cruces de madera, pinzas para pezones y otras cosas pervertidas y sumamente placenteras al estilo de cincuenta sombras, si lo rosa de la película—Pier responde, con una sonrisa brillante que les llega a los ojos.
—Y… yo no hago esas cosas—responde completamente roja y con el corazón latiendo a mil
— ¿Ah, ¿no? —Sofia niega— ¿Entonces qué hacías vestida así? —Pier se cruza de brazos y mira a James que también espera una explicación.
—Fui a una fiesta de disfraces, en casa de Lemir—responde, soltando la mentira que le dijo el castaño que contara cuando esos dos le preguntar por su vestimenta.
— ¿Una fiesta de disfraces de ese tipo, en Marzo? —Pier pregunta adoptando una pose de diva y formando un puchero con sus labios— ¿Crees que yo me creo eso?
—La madre de Lemir, es una ex conejita de playboy, hizo una fiesta para celebrar su mes de no sé qué con el padre de Lemir.
— ¿Aniversario?
—Sí, eso, gracias James, pues ahí está, yo no le hago a esas cosas raras, que ustedes par de mal pensados, creyeron.
—Hay que aburrida—Pier hace un gesto con la mano en forma de desdén y Sofia sonríe
— ¿Y porque venias, abrazada una botella de tequila? —James pregunta de nuevo y Sofia no puede evitar maldecir a sus adorados vecinos.
—Sí, eso—Pier adopta de nuevo su pose—Habla niña.
—Porque discutí con Bill— responde bajando la mirada.
—Oh, Sofie—ambos hombres la rodean en un abrazo— ¿Qué te hizo?
—Demasiado sexy, para mantenerse quieto—dice Pier con molestia.
—Pier—le reprende James—deja que nos cuente, ¿Qué sucedió Sofia?
Sofia se encoje de hombres y suspira—Él, dijo que haría algo y no lo cumplió.
—Y si te explicas mejor, porque no estoy entiendo nada—James la mira confundida.
—Bill, salía con esta chica odiosa, que es una zorra, dijo que la dejaría, pero, pero…
—Pero no lo hizo—termina Pier, Sofia asiente, hundiéndose más en el sillón, con ambos hombres a su lado.
James le acaricia el cabello— ¿Estas, segura, que no la dejo?
Sofia frunce el ceño y se muerde el labio antes de responder—No.
— ¿Por qué piensas que te mintió? ¿Lo viste con esa chica?
—No—responde con voz aguda.
—Niña, tonta, de seguro no lo dejaste hablar.
—Lo hice.
—Espera ¿fue el día de los gritos? —James retira un mecho rubio de la frente de Sofia, que asiente.
—Gritaste más que él, dudo que lo hayas dejado hablar.
— ¿Nos escucharon también ustedes? —pregunta sintiéndose cada vez más avergonzada.
—Todo el pasillo, querida.
— ¡Dios! —se lleva las manos al rostro.
—Hay Sofh, en una botella de tequila no vas a encontrar la solución a tus problemas, yo creo que debes hablar con Bill.
— ¿Pero si no está segura? —Responde Pier por la rubia—Los hombres son unos idiotas—abraza a Sofia y le besa la cabeza.
— ¡Pier! —le reprende nuevamente James—Yo soy un hombre, tu eres hombre, y no sabemos que paso en realidad, así que yo sugiero, que uses esa hermosa cabecita, que ha demostrado ser lo suficientemente inteligente, y hables con Bill, sobre lo que paso.
—No, no lo hagas, que te ruegue.
— ¿Por qué va a rogarle?
—Por ponerle los cuernos—responde airado.
—Pier, no te proyectos con Sofia, de algo que nunca te ha pasado y que nunca amor mío—levanta una mano, al ver la boca de su novio abrirse para replicar—, te pasara—le da un suave zape en la cabeza, alborotando el cabello.
— ¿Crees que deba, hablar con él?
—Yo creo que.
—Que calladito te vez más bonito—interrumpe James a Pier, quien solo refunfuña y se pone de pie, para salir del departamento, cerrando la puerta tras él.
—Oye, no quiero que discutan por mi culpa—desvía la mirada de la puerta a hacia la sonrisa cálida de James.
—Déjalo, está molesto, porque lo envié a la tienda cuando se estaba poniendo meloso.
—Dijo que estabas preparando la cena, deberías marcharte.
—Sofia, la cena esta lista y necesito que se le bajen los humos, para lo que voy a pedirle esta noche.
— ¿Vas a pedirle matrimonio? —una resplandeciente sonrisa aparece en ambos rostros.
—Sí—mete la mano en el bolsillo de su pantalón y extrae una cajita roja con ribetes dorados.
—Oh, dios—se lleva las manos a la boca estupefacta admirando el delicado anillo de diamantes en el interior.
—Tuve que trabajar mucho como Chef privado además de estar todo el día en el restaurante, para comprarlo, pero él se lo merece.
—Le va encantar.
—Lo sé, pero volvamos a tu problema.
—James.
—Escucha, por lo que yo he visto de ustedes dos, ese chico, besaría el piso que tu pisas si se le pides, no seas tan obstinada, si no tienes pruebas de su infidelidad, no eches por la borda, la bonita pareja que ambos hacen.
Sofia, suspira y se muerde la lengua para no decirle que, si tiene o bueno está parcialmente segura que Bill, efectivamente le mintió.
—Bueno, piensa que vas hacer, no te dejes manipular por los berrinches de Pier y tampoco por los berrinches de Lemir.
— ¿Lemir?
—No somos ciegos, ese chico está enamorado de ti y estoy seguro, que está esperando una oportunidad—le revuelve el cabello y se pone de pie, dejándola nuevamente sola y con una mueca de confusión y frustración adornando su rostro.