«As the lights go down» Temporada I
Capítulo 5
– “¿Tom?” – escuchó del otro lado del móvil
– ¿Quién es y qué quiere? – preguntó de mala manera
– “Soy yo… Bill” – respondió
– ¡Oh, hola Bill! – dijo sin mostrar emoción – ¿Qué quieres? Habla rápido porque me has llamado en un muy mal momento
Y vaya que era un mal momento, después de dejar a sus compañeros de banda se encontró con una chica con la cual terminó en la cama sin siquiera saber su nombre. Otra más para su lista de “One Night – Stands”. Estaba a punto de terminar cuando su teléfono comenzó a sonar estrepitosamente rompiendo con el ambiente sexual del lugar.
– “Tom… yo… acepto irme contigo” – dijo Bill no muy convencido
– Oh, eso es maravilloso – contestó el mayor con sarcasmo entre jadeos, cosa que el pelinegro notó – Enviaré a alguien por ti mañana, ahora si me disculpas…
Bill pudo escuchar los gemidos de una mujer antes de que sonara el molesto tono que indicaba que la llamada había finalizado. Se había quedado perplejo ¿Tom se tiraba a una chica mientras hablaba por teléfono con él? ¡Qué descaro! Bueno, fue su culpa por llamarlo, pero podía dejar el teléfono sonar y devolver la llamada después, pero a como era Tom, no lo haría.
¿Eso tendría que soportar viviendo con su hermano? Esperen… ¿Tom dijo que mañana alguien pasaría por él?
– ¿Mañana? – susurró Bill alterándose
No podía irse mañana, no estaba listo. No… no quería irse. Todo cambiaría a partir de ese momento, ya no podría ver a su padre, no volvería a cantar en el Rum Runner y tampoco podría ver a su prometido ¿Qué pasaría ahora entre ellos? Gareth podía decir que eso no afectaría la relación, pero Bill sabía muy bien que su relación se debilitaría poco a poco… tal vez no, no lo sabía. Lo único que sabía es que debía irse para poder ayudar a su padre.
Si lo que Tom había dicho era cierto lo mejor era que empezara a preparar todo para mudarse. Bueno… no tenía mucho, además solo se llevaría su ropa y unas cuantas cosas personales. Dudaba que ocupara algo más y tampoco sería mucho tiempo el que tendría que estar allá ¿cierto?
¿Cuánto tiempo tardaría el viaje? ¿Unas cinco o seis horas? ¿Quién vendría por él? ¿Por qué no Tom?
Cuando regresó a su casa subió a su habitación para preparar sus pertenencias. Vació su armario y puso su ropa sobre la cama, poco a poco la fue doblando y la metió en una maleta. En otra metió todos su zapatos y por último, en una más pequeña metió sus cosas personales. Al cabo de una hora y media ya tenía todo listo, se sentó sobre su cama observando su habitación con tristeza.
– ¿Cuándo volveré? – se preguntó Bill – Espero que sea pronto
Decidió prepararse para dormir, si seguía pensando en lo que le esperaba terminaría rompiendo a llorar como un bebé. Cuando estuvo listo para dormir, le envió un mensaje de texto a Gareth diciéndole que se iría mañana y que quería despedirse de él. Sabía que no lo leería hasta la mañana siguiente, así que dejó el móvil sobre la mesa de noche y se dispuso a dormir.
A primera hora de la mañana, le despertó el timbre de la puerta sonando con insistencia, fue a ver quién era y cuando abrió la puerta vio a Gareth quien venía con un osito de peluche café en sus manos. Bill al apenas verlo rompió a llorar, por más que intentara convencerse de que todo saldría bien, su futuro era muy incierto.
Gareth le pidió que se diera un baño para que se relajara, mientras él le prepararía un delicioso desayuno. Luego de desayunar juntos hicieron un recuento en la habitación del pelinegro para que no olvidara algo importante.
Al ser las 12:00pm el timbre sonó de nuevo, Bill caminó hasta la puerta y la abrió. Un hombre enorme de cabello rubio y ojos claros se dejó ver.
– Hola – saludó Bill nervioso
– ¿Bill Kaulitz? – preguntó el hombre seriamente, el pelinegro asintió – ¡Hola! Soy Albert Klein – se presentó el hombre con una sonrisa – Tom Kaulitz me ha enviado a recogerte, soy uno de sus guardaespaldas
– Claro – susurró Bill
Se adentró al salón y con una mirada le indicó a Gareth que era hora de marcharse. El muchacho cargó las maletas hasta la puerta y allí Albert le dijo que él se encargaría de ellas. Mientras él las metía en el taxi que los esperaba, Bill se despedía de Gareth.
– Ya sabes – sonrió el rubio – Si te sientes triste o solo, no dudes en llamarme – dijo acariciándole ambas mejillas con sus manos
– Lo haré – susurró el moreno mientras sus ojos empezaban a llenarse agua
– ¡Hey, no llores, tontito! – le calmaba Gareth limpiando las lágrimas con sus pulgares – Nos veremos muy pronto
– Te voy a extrañar mucho – sollozó Bill abrazándose a su novio
– Lo sé mi amor, lo sé – le consolaba – Yo igual, pero verás que todo volverá a la normalidad muy pronto y estaremos juntos de nuevo
– ¡Joven Kaulitz! – le llamó Albert desde el auto – Es hora de irnos
– ¡Ya voy! – contestó, luego dio un largo suspiro – Hasta pronto, Gareth
– Hasta pronto, amor mío – sonrió Gareth dándole un beso – ¡Te amo!
– ¡Yo también te amo! – dijo Bill dándole otro beso mientras lo abrazaba
Cuando terminaron de despedirse Bill caminó hacia el taxi donde lo esperaba Albert ¿Taxi? ¿Viajarían hasta Berlín en taxi? ¿Por qué no vinieron en auto propio?
– Bien – sonrió Albert cuando Bill estuvo dentro – Al aeropuerto
– ¿Aeropuerto? – preguntó Bill alarmado
– ¡Claro! ¿No creerías que te llevaría hasta Berlín conduciendo o sí? – rio Albert – Tu hermano pidió que tomáramos un vuelo de Múnich a Berlín, solo será una hora y diez minutos, el vuelo sale a las 2:00pm
– ¿Un vuelo? – repitió Bill – Pero ni siquiera tengo pasaporte – dijo alterado
– ¡Tranquilo, chico! Es un vuelo nacional, no necesitas pasaporte – explicó el guardaespaldas – Con solo tu tarjeta de identificación es suficiente
– Un vuelo – susurró Bill para él sin creérselo – ¡Será idiota!
&
Al ser las 4:30pm un taxi se detenía al frente de una de las casas más hermosas que Bill había visto en su vida. Tom vivía en Mitte, el centro de Berlín por eso las casas de ese barrio eran hermosas. Conociendo a su hermano pensó que tendría una mansión exageradamente grande, pero no era así. Su casa era grande de dos pisos con finos acabados modernos, tenía una gran ventana enfrente y en el piso de arriba y la puerta principal también era de cristal. Si no fuera por el gran jardín frontal, Tom no tendría privacidad alguna.
Albert le ayudó a llevar las maletas hasta la puerta de la casa y tocó el timbre, al cabo de unos segundos a través del cristal se dejó ver a un desarreglado Tom, llevaba el cabello en un moño desaliñado y solo llevaba un chándal… solo eso.
– ¡Hello Al! – saludó al abrir la puerta – ¿Cómo vas, viejo?
– Todo en orden, Tom – sonrió Albert – Aquí está tu hermano, sano y salvo
– “No por mucho” – pensó el guitarrista – ¡Gracias Aly! – fingió una sonrisa – Perdona por molestarte
– Me debes una, Kaulitz – rio Albert comenzando a caminar para marcharse – ¡Adiós Kaulitz 2! – se despidió del moreno
– Hasta luego – dijo Bill nervioso
– Bien Kaulitz 2, adelante – dijo Tom entrando a su casa – Cierra la puerta al entrar
– “¿No me podrías ayudar al menos con una maleta, animal?” – pensó Bill – “Calma Bill, calma”
– Bueno hermanito – sonrió Tom dando media vuelta con los brazos extendidos hacia los lados – “Welcome to Madness” – rio maliciosamente.
Continúa…
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