5: Días de descanso

CAPITULO 5 DÍAS DE DESCANSO

 

— ¡Hazte a un lado Lucas! — pelea tras la puerta contra la cabeza de un cachorro golden retriever, es una lucha algo desigual, pues el perro lucha por salir y ella con las manos ocupadas por las compras no puede hacer mucho, ya había hecho malabares para abrir la puerta y no dejar caer ninguna de las compras— ¡Te he comprado galletas, así que hazte a un lado! — dice como última oferta haciendo que el perro retroceda y ella pueda entrar por fin al cálido interior de su casa, con el perro jugando detrás de ella, entra en el pequeño espacio que es su cocina, la cual tiene una barra tres sillas altas, una pequeña estufa  color negro que hace juego con la moqueta de color negro y estantes del mismo color, una nevera color negra que tiene miles de hojas pegadas, con las cuentas del mes, luz, agua, teléfono, cable y la deuda de la universidad así como el calendario de exámenes y el de vacaciones, deja las compras en la barra y comienza a llenar la alacena y el interior de la nevera con las compras, Lucas sigue parado en la entrada de la cocina, esperando su premio—hazte a un lado, perro tonto— le empuja, pasando con las galletas en una mano y una cerveza fría en la otra, para dirigirse a la sala, el espacio más grande de ese lugar, un  color beige adorna las paredes, tiene un enorme sillón morado con café al frente el centro de entretenimiento lleno de películas, DVD’s y una televisión lo bastante decente, en una esquina cerca de la ventana se encuentra su mesa de estudio, con los libros abiertos y las libretas, también el ordenador,  un estante con libros en una esquina, todos de medicina, la cama de Lucas que nunca usa esta debajo de otra de las ventanas de la sala, la cual da con las escaleras de emergencia, se deja caer en el sillón y enciende la televisión, no tiene nada más que hacer, ha adelantado más de la mitad de lo pedido, hecho la lavandería y las compras, así que solo le queda holgazanear, pone los pies en la mesa  de centro, la cual tiene algunos adornos y una fotografía de la que ella considera su familia, los hace a un lado con los pies sin que estos lleguen a estrellarse en el piso, el perro sube a su lado y apoya la cabeza en sus piernas, pone la cerveza en una esquina del sillón lejos de él,  abre la bolsa con galletas para el perro, que se pone alerta, saca dos galletas que lanza en dirección a la cama de él quien sale corriendo —espero así me dejes tranquila un rato— le regaña pero sabe que eso solo durara unos segundos y pronto tendrá al animal encima de ella, rogando porque lo saque a pasear, comienza hacer zapping mientras da cortos tragos a su cerveza, películas, series, novelas americanas, caricaturas, noticias, eso es lo que pasan por la televisión, en ocasiones se pregunta por qué demonios sigue pagando la televisión por cable si siempre repiten lo mismo, sigue haciendo zapping hasta que una imagen le llama la atención, un programa de espectáculos de esos de nota rosa, habla sobre el menor de los Kaulitz y su más reciente escándalo, pasan imágenes de él saliendo del bar de Harry, publicidad que no será agradecida por su jefe, odia ese tipo de escándalos, esa es la razón para que sus chicas no salgan del bar con algún cliente sin el antes haberlo autorizado o la razón para que solo la gente importante, tenga acceso a dicho lugar, pone atención a lo que las dos mujeres intentan decir, puesto que amabas hablan al mismo tiempo, pasan otras imágenes, demasiado subidas de tono, para un domingo, se puede ver a dicho personaje, recibiendo una buena sesión de sexo, las imágenes no duran más de 10 segundos y son retiradas — ¡vaya con el hijo de papi, toda una fichita! Pero jodidamente sexy, lo confieso— decide cambiar el canal cuando la nota  a terminado — ¿Puedes creerlo  Lucas? Ese idiota me quería pagar, seguro para que le hiciera lo mismo, ¡qué asco! — mira al perro, que solo mueve la cola, apaga el televisor y se pone de pie —voy por un abrigo y tú y yo joven señor, nos vamos al parque — sonríe al can, que la sigue hasta la habitación, donde toma un abrigo y la correa, para salir ambos al parque, guarda el celular, las llaves y algo de efectivo en los bolsillos del abrigo para emergencias, le coloca la correa y sale, asegura bien la puerta de su casa, no es que sea desconfiada, el edificio es muy seguro pero nunca está de más prevenir, su tía siempre dice eso.

— ¡Buenas Tardes, Señora Donovan! — saluda a la casera y dueña del edificio, que se encuentra arreglando las flores del recibidor, una mujer de cincuenta años, bastante dicharachera, que sabe santo y seña de todos su inquilinos, la mayoría de ellos todos estudiantes como ella, parece más la abuela de todos que la casera.

— ¡Buenas Tardes Sofie, Lucas! — Saluda con esa característica sonrisa que siempre la acompaña — ¿Van al parque? — acomoda una de las masetas colgantes llena de pequeñas flores rosas

—Si— sonríe — ¿se le ofrece algo en particular?

— ¡Oh! No cariño — sonríe — que tengan un lindo paseo, aprovecha para marcharte ya antes de que se rompa el cielo — advierte al ver como las espesas nubes surcan el cielo, Sofía asiente y se marcha, en compañía de un más que desesperado Lucas, que se jala por llegar al parque, que esta aun par de cuadras del edificio, el parque como todos los domingos está lleno de familias que llevan a sus hijos a descargar energía, parejas que caminan tomadas de la mano, algunas se besan en alguna de las bancas del parque, otras personas como ella llevan a sus perros a pasear, da algunas vueltas con Lucas, advirtiéndole que al primer intento de salir corriendo lo llevara de regreso a casa.

—Tú en lugar de estudiar medicina, deberías estar encerrada en una casa de esas para locos — se gira al escuchar esas palabras, encontrándose con Lemir, quien le sonríe, se acerca a ella y le planta un beso, para después acariciar la cabeza del cachorro

— ¡Jajajaja! Que gracioso — sonríe

—Si es un don natural en mi — comienza a caminar y ella lo sigue

— ¿Qué haces por aquí, tu casa está del otro lado de la ciudad? — achina la mirada

—Estaba con unos amigos en la cafetería del frente y te vi— sonríe — y me dije este es mi día de suerte

— ¿Ah sí? — Levanta una ceja  — ¿Por qué es tu día de suerte? — pregunta y él sonríe

—Te ves tensa — sonríe, mirando al frente sin aminorar su paso — ¿hace cuánto tiempo que no desfogas? —no puede evitar reír por lo bajo, haciendo que ella se detenga

— ¡Disculpa! — le mira estupefacta por dichas palabras

—Lo has escuchado muy bien — se gira a verla — ¿hace cuánto tiempo que no des-fo-gas?— separa las silabas

—Eso no es asunto tuyo — responde molesta y el ríe, al verla retomar la caminata

—Es una broma Sofh — le pasa un brazo por sus hombros — eres como mi hermanita menor y me preocupas

—No soy tu hermana menor, en todo caso, eso lo serias tú, te recuerdo que tú tienes diecinueve  y yo veintidós— le saca la lengua cual niña pequeña

—Por eso digo, tu actitud es de bebe, yo soy el mayor he dicho — sonríe autosuficiente por sus palabras — además que tiene de malo, que quiera saber hace cuanto que no te llevas a un hombre a la cama.

— ¡LEMIR! — Grita avergonzada — ¡pero qué afán el tuyo, por saber de mi vida sexual! — pone una mano en su cadera, Lucas se jalonea por estar detenido y ella le mira mal, haciendo que el perro deje de hacerlo

— ¡Ves el pobre Lucas, te tiene miedo! — Señala al cachorro— la falta de sexo te está volviendo loca y la pagas con el perro o peor aún conmigo que te quiero tanto — hace un puchero

—Eres un grosero e irrespetuoso, te voy acusar con tu padre— le señala y él se encoje de hombros

—Como si me fuera a decir algo— ríe — anda dime — pide haciendo ojitos y haciendo esa sonrisa de niño tierno — si tú me dices yo te digo— propone, Sofía lo escudriña con la mirada, finalmente suspira fastidiada

—Bien— retoma la caminata — dos años — dice entre dientes

— ¿Cuánto?, es que no es que no escuche bien

—Dos años— vuelve a decir en el mismo tono

— ¿Qué?

— ¡Que dos putos años, Sordo! — grita y de pronto se da cuenta que están en un parque rodeados de familias, se cubre la boca con ambas manos, mientras se pone roja de la vergüenza, Lemir por su parte estalla en carcajadas, le encanta sacarla de sus casillas — ¡no te rías imbécil! — le pega en el hombro

—Si no me rio de eso— sigue riendo— es que tu cara de vergüenza fue lo mejor— toma un suspiro— yo tengo tres días y me estoy muriendo, ¿cómo logras tanto tiempo sin nada?

—Tengo prioridades, antes del sexo

—Pero es que tú nunca escuchaste, comer, amar y rezar — le arrebata la correa de Lucas, mirándola incrédulo

—Es un libro, claro que lo escuche, mas no lo leí — mete la mano en su bolsillo para verificar la hora — ¿Qué tiene que ver eso con tu pregunta?

—Bueno que no puedes comer y rezar, sin disfrutar — dice de forma natural

— ¿Por qué de pronto tu interés en mi vida sexual? — le mira una vez que ha terminado de enviar un mensaje

—Estas por cumplir veintitrés  y desde que te conozco, nunca he sabido de algún hombre importante en tu vida, me entro curiosidad— se encoje de hombros—estas muy sola Sofh, papá y yo te consideramos como de la familia, pero necesitas alguien especial en tu vida

—Si claro, un príncipe azul, que me lleve a su castillo y me trate peor que una criada— suelta irónica — no gracias

—Tu vida no tiene que ser como el matrimonio de tu madre — detiene sus pasos, le toma de la mano y se dirigen a una banca

—No me gusta hablar de ella — se recuesta en la banca

—Tu madre cometió sus errores, al  permitir esa vida y quedarse con él, después del daño que les hizo a ambas— le toma una mano — pero tú eres inteligente, has salido adelante por tus medios y eso es admirable, en verdad no te molestes cuando te digo que necesitas a alguien especial.

—Si claro, con la vida que llevo, que le digo, que quedamos los domingos y lunes que no trabajo como cantinera en un bar de strippers, como crees que me va a mirar— lo encara —además existe el otro problema, no me es fácil y tú lo sabes—gira el rostro, al sentir como un nudo se instala en su garganta.

—Sofie— la rodea en un abrazo— no fue tu culpa, nada de eso ha sido tu culpa— la escucha murmurar, pero no entiende nada—  además eres cantinera, tú lo has dicho, estudias medicina, no eres una golfa, que no tiene aspiraciones como las tipas del lugar — le acaricia la mejilla

— ¡Hay Lemir! Si tan solo tuvieras mi edad o yo la tuya créeme que estaría loca por ti y te dejaría que desfogaras mi tensión, como mejor te viniera en gana — ambos ríen

— ¡Qué en enferma estas! — Limpia una gota de lluvia que le ha caído en el rostro— será mejor que movamos nuestros hermosos traseros, se viene la lluvia— ambos se ponen de pie — traje el coche, te acerco a casa y me voy, tengo deberes— hace una mueca y ella asiente.

&   Continuará   &

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