«Believer» Fic TWC de MizukyChan

Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”

(Hechos 2:21)

Capítulo 5: Salvado por Dios

John suspiró cansado, había estado toda la noche dando vueltas a lo que su amigo le había contado el día anterior. Había pedido permiso para visitarlo, pero los superiores le advirtieron que no se involucrara, que dejara el asunto en manos de la policía, que Thomas era ya un adulto y un buen sacerdote, que él sabría manejar la situación. A veces sentía que el protocolo de la iglesia era sólo un trámite burocrático, pero el orden era útil, no por nada la iglesia había estado funcionando durante cientos de años.

Sin embargo, por su cercanía, John siempre podía ver lo que ocurría realmente en el interior de Thomas. Podía ver su lucha constante, sus ganas de servir y, a la vez, de mostrar que era fuerte, que su fe en Dios era fuerte, pero el trauma que sufrió siendo tan pequeño y las pesadillas que se lo recordaban a diario, hacían que aquello fuera un combate constante y John temía que, de alguna forma, acabaría perdiendo esa guerra.

Cuando rescataron a Thomas de las llamas, a los seis años, John quedó impresionado por la fortaleza del niño, por la capacidad mental que tuvo para quedarse quieto cuando su naturaleza infantil le habría llevado a moverse y a pasar el doble de tiempo en el hospital, recuperándose del daño, tanto físico como emocional causado por el incendio que arrasó con su casa.

Al perder a toda su familia, la parroquia decidió atender los cuidados del pequeño y pasó a convertirse en el hermano menor de la orden, pero principalmente, en el consentido de John Morgan. Fue él quien curaba sus heridas, una vez que fue dado de alta del hospital, fue él quien le leía un cuento cada noche hasta que se quedaba dormido, y también era el que le abrazaba cada vez que despertaba gritando con las pesadillas.

No fue hasta que cumplió los siete, cuando Thomas despertó de un sueño especialmente malo, que preguntó a John, con lágrimas en los ojos, quién era Bill, el chico que veía en sus pesadillas.

El hombre, ahora con más de cincuenta años, tragó pesado y sintió como la humedad se agolpaba en sus ojos al recordar esa noche.

John le explicó a Thomas que aquel niño había sido su hermano gemelo y, que al igual que sus padres, había muerto en el incendio. Thomas lloró y gritó hasta que su garganta ardió y se durmió casi como si hubiera caído en la inconsciencia. Al día siguiente, el niño despertó haciéndose llamar Tom, no Thomas, y nunca más volvió a mencionar a su familia, ni a Bill.

Los médicos le explicaron que esa era una forma normal del niño para aislarse de la tragedia que le había arrebatado su familia, era su mecanismo de defensa, sin embargo, le alentaron a continuar llamándolo por su verdadero nombre, Thomas, aunque John no estaba tan seguro de que aquello fuera normal, pues las pesadillas continuaban… hasta el día de hoy, con algunas variantes, pero seguían allí, latentes, esperando como un ladrón en las sombras, aguardando el momento de atacar y derribar la única barrera de cordura a la que se aferraba el niño, su protegido, su pequeño Thomas.

Con el paso del tiempo, Thomas probó ser más listo que cualquiera de los niños de su edad, tenía las mejores calificaciones en el colegio y una vocación de servicio admirable para alguien tan pequeño. Fue así que en su adolescencia, preguntó a John qué debía hacer para unirse a la orden de manera permanente, deseaba entrar al seminario. En un principio, John como sacerdote se alegró, pero como hombre y hermano de Thomas, deseaba que el chico tuviera una vida, que recuperar todo aquello que el incendio le robó, que tuviera una familia real, que tuviera una casa con una hermosa esposa, con hijos, diablos, que tuviera un perro y un gato.

John no era ciego, veía lo apuesto que se había vuelto su consentido, había visto a sus compañeras de la escuela rodearle y mirarlo embobadas, había notado como su voz cambió de ser chillona e infantil, a ser la voz acaramelada de un barítono, había visto como su cuerpo se había alargado y como su piel había tomado un bello color dorado. Y sabía, por experiencia propia, que la adolescencia y el alboroto de las hormonas podía ser una locura, una tentación, razón por la cual deseaba que el chico saliera de la iglesia y experimentara el mundo, que no tomara los hábitos sólo por gratitud hacia la orden, que no renunciara a su sexualidad sólo por sentir que debía saldar una deuda.

Pero Thomas insistía en que no había nada de aquello, que él sentía el deseo de servir a Dios, porque sentía que había sido rescatado del fuego por una razón, sentía que el Señor lo había escogido para algo importante, y que lo sabría a través del servicio. Fue así como se presentó para el seminario y posteriormente, tomó los hábitos, convirtiéndose en un joven sacerdote.

La primera parroquia asignada, no estaba lejos de John, así que podía visitarle y aconsejarle cada vez que tenía dudas. Sin embargo, cada vez que Morgan llegaba, en lugar de preocuparse, se alegraba de ver lo bien que Thomas estaba, lo mucho que la comunidad religiosa lo apreciaba y sonreía al ver que sus esfuerzos daban frutos.

Thomas no era el típico sacerdote de sotana negra que daba el sermón los domingos; al ser joven, participaba en un club deportivo, alentando a jóvenes con adicciones a que dejaran sus vicios y limpiaran sus cuerpos y sus almas. Siguiendo el consejo de John de extenuar su cuerpo con ejercicios, Thomas hacía mucho servicio en la comunidad, limpiando terrenos, ayudando con huertos y plantaciones de viudas, o familias que apenas tenían dinero para pagar por ayuda, ganándose no sólo la gratitud de aquellos a quienes ayudaba, sino el respeto de todos aquellos que veían el servicio desinteresado que prestaba, sin alardear de ello.

John estaba sumamente orgullo del Thomas actual, del sacerdote, del hombre que era. No obstante, la llamada que había recibido lo había descolocado, hacía mucho tiempo que no sentía ira en la voz de su consentido, y peor aun, el miedo que emanaba de él.

Parpadeó y miró el reloj en la pared de su oficina, ya pasaba del medio día y todavía no había recibido una llamada de Thomas. Arrugó el ceño y decidió anticiparse, tomó el teléfono y marcó su número. Timbró una y otra vez, pero no hubo respuesta. Sabía que no estaba dando sermón, el horario de su misa ya había acabado y nunca se quedaba tanto tiempo en el confesionario, porque siempre salía a ayudar tras el servicio.

Se pasó una mano por la cara y lo intentó otra vez, pero tuvo el mismo resultado, nada. A Thomas no le gustaba usar el celular, pero esta era una situación de emergencia y marcó su número privado.

La línea sonó una vez, dos veces y a la tercera alguien contestó.

¿Diga? —La voz no era de Thomas, ni siquiera era de un hombre—. ¿Quién es?

Buen día —respondió John—. Estoy intentando ubicar al Padre Kaulitz.

Oh, entonces este teléfono es de él —dijo la voz, parecía ser una mujer mayor—. Vine a misa y lo encontré tirado en el piso, en la entrada. Las puertas estaban cerradas…

John cerró los ojos, apretándolos fuerte—. ¿Qué pasó en la iglesia? —la interrumpió.

Hubo otro asesinato —respondió la mujer.

¿Thomas? —Preguntó asustado.

No, el Padre está bien, está en la estación de policía, él lo encontró.

John cortó la llamada. Tenía que ir, tenía que asegurarse que Thomas estaba bien. Salió de su oficina dando grandes zancadas y se dirigió a su habitación, haría una pequeña maleta y se iría a Avery. Afortunadamente, no estaba muy lejos.

Antes de salir de la parroquia, marcó en su celular el número de su reemplazo, pidiéndole que lo cubriera por unos días.

Ya lidiaría con sus superiores más tarde, por el momento, lo único que le importaba era que su protegido estuviera bien y si después era confinado a vivir en un pueblito de las montañas como ermitaño, lo haría sin quejarse, pero ahora, debía, necesitaba saber que todo estuviera bien con Thomas.

Su instinto le decía que había algo ahí, algo raro.

Dios, que Thomas esté bien.

& Continuará &

Ok, aquí hemos visto qué sucedió con Tom cuando era chiquito, un incendio se llevó su casa, a su familia y a su gemelo, por eso tiene esas pesadillas recurrentes. Chan, chan, chan… ¿Qué pasará con el nuevo hallazgo encontrado en la iglesia? ¿Será cierto ese presentimiento del Padre Morgan? No se pierdan la continuación y gracias por leer.

por Mizuky

Escritora y traductora del fandom

Un comentario en «Believer 5: Salvado por Dios»
  1. Ahora ya sé del por qué de sus pesadillas y lo que le sucedió en su infancia. Pobre Tom, se quedó sin su familia y además de su hermano gemelo Bill.
    En verdad pensé que iba a salir su hermano pero veo que es imposible😥😥😥😥 a ver qué sucede.
    Y ese presentimiento de john, en verdad me intriga….
    😁😁😁

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