62. Él esta aquí para cuidarte

62: EL ESTÁ AQUÍ PARA CUIDARTE

Morgana miraba con cierto recelo la nueva casa de su sobrina, la propiedad era hermosa e imponente, sin duda estaba lejos de lo que alguna vez habría imaginado para su ella, sin embargo, el destino había decidido emparejarla con un chico de dinero, que podía proveerle lujos y seguridad, no duda que existiera cariño, vamos no dudaba que estuvieran enamorados, sin embargo podía ver cuán volátiles eran ambos, y eso la preocupaba aún más, los amores explosivos siempre tenían pésimos finales y no quería algo así para Sofia, pero después de su charla con Adam, sobre el altercado con su sobrina sobre su decisión, había terminado comprendiendo que aunque no le gustara tenía que aprender a aceptar sus decisiones y dejar que la vida le diera los golpes necesarios para hacerla madurar, pero con los que había recibido durante su infancia, era obvio que deseaba que la vida no fuera cruel con ella, pero solo le quedaba aceptar sus decisiones y tragarse sus comentarios.

Las voces de Adam, Sofia y Bill eran las que escuchaban, sobre todo la de su prometido que respondía algunas dudas de su sobrina y su novio, con respecto a la casa.

¿Qué opinas? —le pregunto Sofia acercándose con una brillante sonrisa. Mientras Adam y Bill se perdían a través de las puertas que daban al jardín.

Tienen un hogar precioso—respondió colocando un mecho rubio tras la oreja—Espero de todo corazón que seas feliz aquí.

Lo seré.

Es lo único que necesito saber, para estar tranquila—le sonrió. —hicimos un gran trabajo con los muebles—dice, rodeando a su sobrina por los hombros—¿A Bill le gusto?

No se quejó—rio, contagiando a Morgana—¿Entonces estas nerviosa?

Un poco, no voy a negarlo, pero también estoy un poco triste.

¿Es por el tío Dimitri?

Lo es, nunca imagine volver a casarme, no después de que lo perdiera, siempre será el amor de mi vida y ni en mis sueños más locos me vi, enamorándome de otro hombro, solo espero que él esté de acuerdo con esta decisión.

Lo está tía, a él no le habría gustado verte sola, Adam tiene suerte de casarse contigo.

Bill, también tiene suerte de tenerte en su vida.

Lo sabe—se rie y Morgana suspira, es obvio que Sofia no cabe en sí de felicidad y aunque no esté de acuerdo con su decisión, sin embargo, algo en su interior le dice que tiene que decirle que está cometiendo un error, pero decide callarse nuevamente—Sé que aún no estas totalmente convencida y que hubieras preferido que mi relación con él, estuviera más estable antes de dar este paso, pero tengo fe en nosotros tía, sé que tal vez no entiendas, pero…

Pero estas, enamorada—termina la oración —ya lo entendí, y no vamos a volver a discutir el tema, Bill esta lo bastante advertido en caso de que te haga daño—le sonríe y la lleva hasta la sala—ahora cambiando de tema, ¿has pensado que vas hacer con la casa en la que vive Rachel?

Sofia se tensa ante la mención de ese nombre, había estado ignorando ese tema, desde el día que se había enterado, que poseía una fortuna nada despreciable de 25 millones de euros, nunca se imaginó que su padre y su tío, hubieran hecho inversiones para que en un futuro tuviera una vida desahogada, cuando recordaba la de veces, en que sintió que tendría que recurrir a Morgana, porque su sueldo de edén, no parecía ser lo suficiente para mantenerse, le daban ganas de reírse de aquellos pensamientos, ahora que sabía que podía hacer con ese dinero lo que se le diera la gana, como por ejemplo marcharse a Estados Unidos, para hacer la especialidad en pediatría, aunque claro tendría que hablar con Bill, sobre sus planes, pero ahora tener que pensar en si echaba a la mujer que decía ser su madre de su casa, o mantenerla aun en ella, era otra historia, su parte lastimada y deseosa de venganza, gritaba que la sacara y la dejara en la calle como la basura que era, pero otra parte de ella, se doblegaba al pensar cuan precaria era su situación actualmente, Rachel  no podía valerse por sí misma, era una mujer enferma.

¿Sofia?

Pagare las deudas que tiene con los servicios de la casa, pero eso será todo, no quiero verla.

Te va a buscar, ella sabe que la casa te pertenece.

Pues no quiero verla y espero que no se acerque. Hablare con Ernesto, que él se encargue de ella.

¿Has hablado con Bill de esto?

No.

Deberías hacerlo, solo para que esté al tanto de quien es Rachel, en caso de que intente acercarse a ti.

Lo hare, pero no ahora, no quiero arruinar nuestra primera comida familiar.

***

Sin embargo, Sofia fue posponiendo esa conversación con Bill, por distintos motivos, el primero había sido la boda de Morgana, que se había celebrado hacía dos semanas, la boda había sido maravillosamente hermosa y muy emotiva, la novia lloro, el novio lloro, Sofia lloro y casi todos los invitados lloraron, después de las palabras que Adam les dedico a las ahora dos mujeres más importantes de su vida.

Ahora Sofia aprovechaba el tiempo libre que poseía, antes de que comenzara su internado, en ayudar a Andrew, a dirigir el bistró, mientras Morgana regresaba de su luna de miel, de tres semanas por el caribe, regalo que ella y Bill les habían dado. Y eso ocupaba la mayor parte de su tiempo y de su cabeza, que cuando llegaba a casa y habla de su día con él, no recordaba hacer mención sobre el asunto de Rachel.

Bien, necesito que llames a estos proveedores, mientras yo voy a hacer estos pagos al banco—Andrew le entregaba una lista con teléfonos a los cuales tenían que llamar, junto con la lista de los pedidos.

¿No es mejor que vaya yo al banco y tú te quedes aquí? —le pregunto, mientras lo veía ponerse el abrigo.

Es que también voy a ver Matt—responde con algo de culpa, pero ambos saben que es fingida.

De acuerdo yo me quedo—accede— pero vuelve pronto hay muchos clientes—le ordena.

Bien nos vemos en un rato, ya dejé todo listo, Odette, sabe qué hacer en caso de que se acaben las municiones.

****

Aquí tienes la maldita dirección, de donde puedes encontrar a Lemir—Tabatha le extendió un pedazo de papel a Sarah, el cual simplemente metió en su bolsa—¿Ya vas a decirme que estas planeando?

Eso es asunto mío—respondió encendiendo un cigarrillo, con los ojos puestos sobre el bistró frente a ellas, viendo a un rubio salir y algunas personas entrar.

¿Qué hacemos aquí? —pregunta mirando a la rubia junto a ella.

Sofia está en ese lugar lleva toda la mañana ahí.

¿Estás loca? ¿cómo se te ocurre hacerme venir hasta acá?

Tranquila, si tu no vas a entrar a ese lugar.

¿Lo harás tú? —

¿Por qué no? —le pregunta cruzándose de brazos, parándose frente a ella, dándole la espalda al bistró.

Porque esos que acaban de llegar son Bill y Tom —Sarah se gira y ve como ambos entran, rechina los dientes molesta—Anda ve, seguramente Bill va estar feliz de que te aparezcas ahí y ni qué decir de Tom.

Larguémonos de aquí—se gira y comienza a caminar alejándose del lugar, Tabatha solo se rie, antes de seguirla.

***

Hey Sofh— grita alegremente Tom cruzando la puerta, llamando la atención de las pocas clientes que se encuentran solas en la cafetería.

Tom, compórtate—le pide Bill caminando tras él, Sakí y Markus se han alejado de ellos y tomado asiento en una mesa alejada donde se encuentra Leo.

Hola chicos—saluda—¿Qué hacen aquí? —preguntas después de apoyarse sobre el mesón para besar a Bill.

No frente a los pobres—se queja Tom, ambos ríen, Sofia le besa la mejilla—gracias por mi premio de consolación.

No es un premio de consolación —le aclara—de hecho, debería golpearte, ¿Qué no sabes llamar a la puerta?

Oye no vi gran cosa—se burla—y además si toqué la puerta e incluso grité, pero sus gemidos, no los dejaron escuchar, son demasiado ruidosos y quien usa la cocina, ¿Qué no tienen una habitación para eso? —rie, Sofia se pone roja y Bill le da un golpe en la cabeza.

Cállate—dice Bill—No es nuestra culpa que no tengas una novia y lo hicimos en la cama, antes de llegar a la cocina—aclara.

No necesito una novia, y gracias por la información extra que no necesitaba—se gira para ver a las chicas en el local—además aquí hay unas cuantas chicas interesantes.

Tom, este lugar no es un puticlub, no comiences—le advierte Sofia.

Tranquila, me voy a comportar—dice, tras guiñarle el ojo a una morena que le sonríe descaradamente, se rie al ver a Sofia cubriéndose la cara y a Bill riendo.

Ya nos vamos, solo venía a verte y a decirte que no iba a poder venir más tarde, tenemos una reunión con mi padre—dice Bill dándole un último trago a la taza de café de Sofia—Nos vemos más tarde—se inclina sobre la barra esta vez y besa a Sofia—Sabes, no debimos haber salido de la cama hoy—dice contra su boca.

Te lo dije—rie—nos vemos en casa—le acaricia las mejillas, separándose—¿Bill? — lo llama antes de que se gire, Tom se ha despedido y caminado hacia la mesa donde se encuentra la morena.

¿Pasa algo?

Puedes decirle a Leo que se marche.

No, no puedo.

Bill, que no le veo el caso a mantenerlo aquí, este lugar es muy seguro.

Igual no me voy arriesgar, ¿Qué tal si hay un asalto? Él puede protegerte.

¿Tiene un arma?

La tiene, así que no insistas, se queda y no lo obligues a irse, vas a perder el tiempo—le besa la frente —Él está aquí para cuidarte—dice poniendo fin a la conversación, tras levantar a Tom de la mesa donde estaba cómodamente platicando con una chica, ambos hermanos salen del restaurante, dejando a Sofia enfurruñada, que le dedica una mirada de lo intente a Leo, que solo sonríe de lado, agradecido.

El resto de la mañana, siguió con el mismo ritmo aburrido, eso era lo único que la desesperaba de no estar en el hospital, tanta tranquilidad no era para ella, necesitaba la adrenalina de correr de un lado a otro y sabía que no era la única que estaba aburrida en esos momentos, su mirada viajo hasta la mesa ubicada en la esquina más apartada del local, donde Leo, estaba tomando de lo que suponía seria su sexta taza de café, mientras  ojeaba el periódico, que Andrew amablemente le habría traído cuando regreso de hacer los pagos al banco y de ver a Matt.

En esos momentos el lugar se encontraba ligeramente vacío, podía escuchar a Andrew cantando una canción de Lady Gaga a todo volumen mientras se movía por la cocina, mientras preparaba las cosas para el almuerzo que no tardaría en servirse.

Sofh—la llama Andrew, se gira colocando la charola de brownies sobre el mostrador

Sí, Andrew.

Necesito que me hagas un pequeño favor—pide con voz dulzona.

No voy a ir a la farmacia a traerte condones, ni siquiera lo hago con Bill—se gira, para seguir acomodando los pastelillos.

No es eso—responde rojo, ante la risa de Sofia—¿No compras tú los condones?

No, eso es cosa de él.

¿Y si un día no tienen? —pregunta intrigado.

No lo hacemos—responde como si fuera algo sin importancia.

Si claro—se burla, Sofia deja la bandeja vacía y se lleva las manos a la cadera, en una pose retadora—Si yo tuviera a tu novio, no lo dejaría salir de la cama.

Pero no lo tienes y yo si lo dejo salir de la cama—le golpe el hombro adentrándose en la cocina y dejar la charola, con Andrew pisándole los talones.

Tienes razón—murmura con voz triste—en fin, ¿me vas hacer el favor? —retoma la conversación original.

Ni siquiera me has dicho que quieres.

Ah, es verdad—se rie y se golpe la frente—Necesito que le lleves una orden a Ben.

¿Ben? ¿Tu ex novio, el sexy arquitecto que tiene una consultora a tres calles de aquí?

Sssiii—responde.

¿Por qué no vas tú?

¡Sofh! —le toma de los hombros—Si lo llevo yo, no me voy a poder resistir a él y no quiero serle infiel a Matt, me estoy controlando y sabes lo difícil que es, no ceder ante alguien que esta tan bueno como un tren.

No lo sé.

¿Qué tu nunca has pensado en saltarle alguien que no sea Bill?

Claro que no.

¿Qué hay de él? —pregunta con un tinte de burla en su voz—Antes de estar contigo, sabíamos que estaba con cierta, zorra de la cual omitiremos su nombre, ¿nunca te has preguntado, si pensara en ella?

Andrew, quieres que te haga el favor o que te meta la cabeza al horno—responde ignorando sus preguntas.

De acuerdo, este es su pedido, si pregunta por mí, dile que… que…

Que ya tienes un novio y no necesitas de sus servicios—responde tomando la bolsa—Ahora necesito que tú me hagas un favor.

¿Cuál?

No voy a llevar esto, con Leo, pisándome los talones.

De acuerdo yo me encargo—dice saliendo de la cocina, con Sofia detrás de él, Andrew camina hacia donde esta Leo y le pide ayuda con unas cajas que ha dejado en un pasillo, Leo acepta rápidamente, es eso o seguir muriendo de aburrición, sin hacer nada.

Sofia aprovecha el momento en que Andrew y Leo desaparecen en camino hacia la bodega, para salir del bistró con la bolsa donde lleva el encargo, sin percatarse de la persona que ha estado esperando a que salga del lugar, que camina unos cuantos pasos detrás de ella, sin ser demasiado rápida o lenta como para levantar sospecha.

Sofia mira por sobre su hombro, para asegurarse de que Leo no está siguiéndola, sonríe al percatarse de que así es, pero no ha notado a la persona que sigue detrás de ella, afianza el paso para llegar al lugar y estar de regreso en el bistró, antes de que su sombra se dé cuenta de que se ha marchado.

Entra rápidamente en el lugar y saluda a Ben, que le mira confundido, no puede evitar tragarse la risa que intenta salir de su boca, es obvio que el chico, esperaba por Andrew y no por ella.

Andrew no puede venir, me dijo que te dijera que tiene un novio y si quieres mi opinión, es mucho mejor que tú—dice dejando la bolsa en una mesa libre y girándose para salir del lugar, antes de que Ben, intente detenerla.

Una vez fuera se rie de la cara que puso Ben, cuando le dijo que Andrew tenia novio y era mucho mejor que él, observa su reloj y ve que solo han sido unos cuantos minutos los que lleva fuera del bistró, así que espera que Leo no haya notado aun su ausencia.

Sofia—Esa voz la hace congelarse en su lugar, se gira lentamente, deseando que al volverse por completo no sea la persona, que sabe que es—Tenemos que hablar—un par de ojos verdes con los bordes rojos y grandes ojeras la miran con ansiedad.

Tu y yo no tenemos nada de qué hablar, te lo dije hace un tiempo—responde con la voz endurecida y temblando de pies a cabeza.

Yo creo que sí, ¿lo sabes bien? —se acerca, haciendo que Sofia retroceda al percibir el olor a alcohol, que emana de ella.

Claro que no— dice girándose para alejarse, ahora es cuando comienza a pensar que no debió salir sin Leo.

Rachel, tiembla de rabia al verla marcharse, camina detrás de ella y la toma del antebrazo haciéndola que se gire.

¡Vamos a hablar, tu y yo! ¡Lo quieras o no! —grita, atrayendo la atención de algunos transeúntes.

¡Suéltame! —responde igual de fuerte, soltándose de ella—Ya te lo dije, Rachel, métetelo en la cabeza, tu y yo no tenemos nada de qué hablar.

¿Quiero mi casa y mi dinero?

¿Tú casa? —dice entre risas—Ese lugar me pertenece y no sé de qué dinero hablas.

Lo sabes. Tu padre creo un fondo y yo era la albacea, pero cuando la perra de Morgana te llevo de mi lado.

Te prohíbo que te refieras a mi tía Morgana de esa forma, ella no me aparto de ti, tú me perdiste cuando dejaste que me lastimaran y ese dinero del que tanto presumes ser albacea es mío, mi padre lo dejo para mí, no es para ti.

Tengo derecho a ese dinero, es tu responsabilidad cuidarme.

No tienes derecho a nada, yo no tengo ninguna responsabilidad contigo, la perdiste en el momento en que dejaste que se abriera el infierno en esa casa y escúchame bien, si no corro de esa casa, es porque no tienes donde caerte muerta, pero si continúas fastidiándome, me va importar muy poco que estés enferma, te voy a sacar de ahí, sin contemplaciones.

No serias de capaz, de hacerlo eso a tu propia madre.

Tú no eres mi madre, ya te lo he dicho, así que déjame en paz—dice con rabia.

Estoy enferma y no tengo dinero—dice al borde de la histeria.

Deja de tomar como cosaco, busca un trabajo, pero si esperas recibir lastima y dinero de mí, ya es suficiente con que te deje quedarte en esa casa y haya pagado tus deudas. Así que deja de fastidiar.

Roger iba a cuidar de mí, ahora no podrá hacerlo y estoy segura que es tu culpa.

¿Sigue en contacto con ese animal?

Claro, el me busco y dijo que cuando saliera íbamos hacer felices, pero tú, tú te interpusiste entre nosotros y estoy segura que, si no, salió libre fue por ti.

Estás loca, deberías agradecer que ese animal sigue encerrado, después de lo que me hizo y aun así tienes el descaro de pedirme que me haga cargo de ti, por mi puedes, pudrirte en lo más profundo del averno—la empuja y retoma su camino, gracias a dios está a solo una calle del bistró.

¡Es tu culpa! —corre tras ella, tomándola del brazo nuevamente—¡Cómo ahora eres la puta de un poderoso, seguramente le dijiste que no dejara salir a mi Roger de ese lugar, al final vas a tener que darle las gracias de lo que sabes, que no ser por él! —golpea tan fuerte a Rachel, que la hace tambalearse, pero aun en su estado no pierde el equilibrio, los ojos de Sofia están llenos de lágrimas de rabia— La verdad duele, pero de no ser por mí, no estarías aquí.

Eres una… ¿de no ser por ti?, si me hubiera quedado contigo, no estaríamos teniendo esta conversación, porque seguramente me hubiera matado hace mucho, así que métetelo en la cabeza, no vas a tener nada de mí y te quiero fuera de mi casa, la voy a demoler hasta los cimientos, me voy a asegurar que no quede nada de ese lugar.

Sofia se aleja nuevamente con pasos más rápido, pero siente a Rachel casi respirando en su nuca, es la primera vez que el bistró de su tía se le hace demasiado alejado y quiere llegar cuanto antes.

Rachel la toma otra vez del brazo haciéndola que se gire, pero Sofia se logra zafar de nuevo.

¡Ya déjame tranquila, piérdete! —grita y atrayendo de nuevo la atención de las personas.

No sin que antes me des lo que me pertenece.

¡Que no te voy a dar nada! —grita, perdiendo los estribos, da un paso hacia atrás, sin recordar que está en una esquina que da con una intersección.

***

Sarah observa a la novia de Bill, desde el otro lado de la calle, discutir con una mujer mayor, que se ve bastante desagradable, las ha estado viendo desde hace tres calles, muerta de la curiosidad. Sobre porque están discutiendo, desde donde se encuentra no puede escuchar nada, por el ruido del tráfico, su curiosidad se ve interrumpida cuando ve ambas llegar a la interacción, por lo visto la discusión ha llegado a un punto tan álgido, que la estúpida de Sofia, no se ha percatado del tráfico.

***

Lemir camina con Eva, han aprovechado que tienen un par de horas libres en la universidad, para ir a visitar a Sofia y comer de las delicias de Andrew, Lemir va ocupado con teléfono mientras Eva, le va contando de su día, hasta que dos personas llaman su atención.

¿Esa no es Sofia? —señala hacia la esquina frente a ellos de la intersección por donde ellos caminan—¿con quién discute? —entrecierra los ojos, pero como están algo alejados, no puede estar segura de eso último.

Lemir levanta la mirada al escucha lo último, solo para fijarla en las dos mujeres rubias—¡Mierda! —siente que se le atora el aliento al reconocer a Rachel y como rápidamente Sofia se acerque a la calle, sin mirar hacia los coches.

¿Quién es Lemir? —pregunta mirando al chico, que comienza a mirar en todas direcciones a los coches, que pasan por la calle a una gran velocidad, viendo como Rachel, sujete a Sofia y esta se suelta.

***

Como si fuera cámara lenta, Sarah, Lemir, Rachel y Eva, al igual que los transeúntes que pasan por la calle, observan como la rubia baja de la banqueta, en el momento que pasa un coche blanco, Eva cierra los ojos y Lemir siente que el mundo se abre bajo sus pies, Sarah ladea al rostro y Rachel abre los ojos grandemente al escuchar el rechinido de llantas en la calle.

***

Sofia siente un golpe, seguido de un pitido en sus odios, el sabor a metal invadiendo su boca y todo se vuelve negro.

***

El grito de Eva rompe el silencio que parece que se ha apoderado de ese momento, Lemir atraviesa la calle, derrapa hasta llegar a Sofia, las manos le tiemblan, siente el estómago en la garganta.

¡Una ambulancia! —grita desesperado, sin percatarse que Rachel, se ha marchado corriendo asustada. Al otro lado de la calle, Sarah observa molesta la escena.

Publico con autorización del autor

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