CAPÍTULO 75: BIENVENIDO AL CLUB
La luz de la luna ilumina tenuemente la larga cabellera rubia que oculta el rostro de Sofia en la almohada, ajena a los pensamientos de Bill, quien no deja de pensar en que tanta tranquilidad despues de haber estado en medio de un drama las semanas anteriores no es algo normal.
No puede seguir acostado, así que se sienta intentando hacer el menor movimiento brusco que pueda sacar del placido sueño que envuelve a Sofia, aunque por la forma en su boca está abierta, el ligero ronquido que escucha, sabe que está completamente dormida, aun con la tenue luz que ilumina la habitación, puede ver las ojeras que se han formado debajo de los ojos de su chica, al parecer su primera guardia de setenta y dos horas y que le hiciera el amor, hasta que prácticamente se desmayó sobre él, había sido el mejor somnífero para ella.
Estiro su mano hacia la mesa de noche, donde reposaba su teléfono celular, eran solo las tres de la mañana, si le enviaba un mensaje a Tom, estaba seguro que lo mandaría a la fregada no sin antes reclamarle que le hubiese despertado, pero tenía un presentimiento de que toda esa calma era el previo a la tormenta.
—¿Qué sucede? —la voz adormilada de Sofia, lo hizo dar un bote en la cama.
—Nada, vuelve a dormir—respondió dejando el teléfono en su lugar y acomodándose de nuevo en la cama, acercando el cuerpo desnudo de ella al suyo.
—Algo te pasa, no mientas—dijo bostezando, escondiendo su rostro en su cuello.
—Solo estoy ansioso por mi viaje a Nueva York.
—Te ira bien.
—Sí, tú lo dices, es solo que… que me gustaría que vinieras conmigo.
—También a mí, pero no puedo, tengo guardias.
—Podrías cambiarlas, también podría hablar con alguien, para que puedas viajar conmigo.
Sofia rio dulcemente contra su piel, provocando que su piel se erizara—Ya hemos hablado de esto, tú vas a estar conociendo artistas plásticos y en reuniones aburridas y no puedo dejar de ir, cuando solo tengo un par de días asistiendo al hospital.
—Podemos decir que te encuentras enferma y puedes ir conmigo.
—Olvídalo, tu viajas y yo te espero aquí.
Bill dejo salir un suspiro de fastidio lo que puso en alerta a Sofia.
—Bill a ti algo te preocupa, ¿Qué es?
—Nada, ya te lo dije, son los nervios del viaje.
—Eso no es verdad, ¿dime la verdad? —exigió alejándose de sus brazos.
Bill se sentó de nuevo y encendió la luz de su mesa de noche, la habitación rápidamente se ilumino, tomo la cajetilla de cigarros y encendió uno, que rápidamente fue arrebatado de sus labios.
Sofia dio una larga calada al cigarrillo, que después regreso a Bill, quien también aspiro el tabaco.
—Habla—dijo dejando escapar el humo de sus labios, su tono de voz era sereno y él pudo notar que no había nada de paciencia en el mismo, tampoco quedaban rastros de sueño o cansancio en ella.
—Bien tú ganas—dijo con voz derrotada—estoy preocupado, ya lo dije, ¿estas contentas?
—¿Por qué razón estas preocupado?
—No es la razón, sino más bien sobre ¿Quién estoy preocupado?
—¿Por mí?
—Sí y por … por … Sarah.
—¿Sarah?
—Sí, hace semanas que no sabemos nada de ella, me gustaría creer que por fin se resignó a su estúpida venganza y volvió a la cloaca de donde nunca debió haber salido, pero no soy tan ingenuo como para creer eso.
Sofia recostó su cabeza contra el cabecero de la cama, mientras dejaba escapar un suspiro de cansancio—Ahora entiendo, esa es la razón por la que quieres que te acompañe a Nueva York.
—Me sentiría más tranquilo.
—Tienes un ejército de seguridad custodiándome, dudo mucho que intente a cercarse.
—Mi ejército de seguridad, como lo llamas, no puede protegerte en todas partes, te olvidas de tu internado, ellos no pueden estar contigo en el hospital.
—Ella no va ir a ese lugar, ¿en verdad la crees tan estúpida?
—No, pero tampoco quiero subestimarla, estando yo a miles de kilómetros, eres vulnerable para ella.
—Te recuerdo que se cuidarme sola—le besa la mejilla—vete tranquilo, además si te preocupa que me quede sola, te recuerdo que mi tía estará aquí, Lemir también—Bill gruñe al escuchar ese nombre—creí que ya estaba superado todo.
—No vamos hacer amigos, prometimos una actitud pasiva-agresiva más pasiva que agresiva solo para que estés feliz.
—Espero que cumplan su palabra, también Tom estará cerca, eres tú quien me preocupa a mí.
—Te recuerdo que Andreas también viene conmigo.
—Por eso mismo, me preocupo, porque Andreas es el peor pepe grillo que puedes tener.
—¿Estas insinuando que me sonsaca?
—Claro que no, estoy diciendo, que Andreas te sigue la corriente.
Bill se rie, si ella supiera lo que él pobre chico tuvo que hacer cuando él puso sus ojos en ella, la de veces que él pobre sufrió por culpa suya.
—No seas mala—le beso la mejilla—es un buen amigo.
—Jamás he dicho lo contrario—termino de fumar el cigarrillo de Bill, se puso ahorcajadas sobre él y le beso, dejando que él humo del cigarrillo invadiera su boca.
Lo que fue un beso de humo, se volvió uno más húmedo que término de la forma en que a ellos les gustaba.
***
Sofia dejó escapar un suspiro mientras ayudaba a Bill hacer la maleta.
—Tres semanas se pasan rápido—sostuvo su rostro entre sus manos—Además sabes que, si te extraño demasiado, voy a mandar todo a la mierda y voy a regresar a tu lado.
—Lo sé—sonrió tomando su mano entre las suyas y poder juntar sus labios—la cama va a estar muy fría sin ti—murmuro contra ellos.
—prométeme algo por favor—aparto la maleta hacia un costado de la cama, sentándose en ella con la rubia sobre sus piernas—Vas a llamarme si pasa algo.
—¿Qué podría pasar?
—Sarah, por ejemplo.
—Ya hablamos de eso anoche—jugo con los mechones de su cabello—no la invoquemos ahora que te marchas.
—Se precavida, si te la encuentras caminando por la calle, cambia de acera, no te acerques a ella, no la enfrentes.
—Bill—gruño con fastidio.
—Te conozco perfectamente, no quiero recibir una llamada estando al otro lado del mundo, solo para que me digan que volviste a salir volando por los aires.
—Es no va a volver a pasar.
—Prométemelo, no podría soportar nuevamente dos semanas sin sexo.
—Serán tres semanas, esta vez—se rio.
—Tenemos el teléfono y podemos hacer video llamadas—subió y bajo sus cejas, Sofia estallo en carcajadas por la ocurrencia de Bill, quien había logrado relajar la tensión que se generó entre ellos al sacar a relucir a Sarah.
—Bien, prometo… aunque no me haga mucha ilusión, que si me topo con esa arpía me voy a dar media vuelta y me alejare.
—Confió en ti—le advirtió seriamente.
—Seré una niña buena—ronroneo contra sus labios.
—¡Sofh! —gruño—no hagas eso, tengo el tiempo justo para llegar al aeropuerto.
—De acuerdo, de acuerdo, continuemos con la maleta.
***
Sofia creía que los cuchicheos eran cosas que uno solo se experimentaba durante la vida escolar, pero aparentemente ese no era su caso, odiaba los días en que tenía que compartir sus guardias con dos de sus adorados compañeros Erika y Matt.
Las miradas que recibió de esos dos, era algo que ya se le resbalaba, llego hasta su casillero y tomo de ella su bata y su estetoscopio.
—¿Creía que las miradas asesinas, se quedaban en la escuela? —le muro a Morgan, quien tenía el casillero junto a ella.
—Pues ya vez, hay cosas que nunca cambian—respondió tras colocarse su gafete.
—¿Qué haces aquí Sacks? —Erika pregunto desde su lugar, les quedaban unos minutos antes de que tuvieran que comenzar con sus rondas.
—Es lo mismo que podría preguntarte a ti—le dijo con una mirada de altivez.
—Yo me gane mi lugar.
Sofia dejó escapar una risa, sus ojos nunca se desviaron de la chica que le miraba desde el otro lado de la habitación con molestia.
—Si a ganar tu lugar, te refieres a usar las influencias de tus padres, entonces no te lo discuto.
—¿Cómo si tú no hubieras usado las influencias de tu novio?
—No, no lo hice, yo a diferencia de ti, me gane mi lugar, soy buena doctora, soy rápida, soy inteligente, algo que no se puede decir de ti.
—Si claro—dijo la voz de Matt, Sofia desvió su mirada de la chica hacia su ex.
—Vamos Sofh, no pierdas el tiempo con estos, solo quieren hacer un espectáculo—dijo Morgan, toando a la rubia por el brazo, para sacarla de la habitación y de la mirada de los curiosos de sus compañeros.
—Si tienes razón, no tiene caso perder el tiempo con ellos, su trabajo hablar por ellos mismos.
Abandonaron la habitación justo cuando el medico supervisor de ellos, se acercaba.
—Buenos días doctor Evans, doctora Sacks—saludo el hombre, sonriéndole exclusivamente a la rubia.
—Buenos días doctor Campbell —respondió Morgan, moviéndose un poco para taparle la visibilidad de su amiga.
—Tengo una cirugía a primera hora de esta mañana, quiero que ambos me acompañen, este es el historial del paciente—les tendió una carpeta, que Morgan tomo— encárguense de que todos los estudios estén listos para la hora de la cirugía… la cortina tres y la seis, tienen paciente, encárguense de ellos.
—Si doctor—respondieron, viendo como el hombre entraba en la habitación de la que ellos acababan de salir.
—Creía que solo era paranoia mía—murmuro la rubia, sintiendo un escalofrió recorrerla entera.
—Pensé que había sido el único en darse cuenta.
—Pues ya vez que no, gracias por cubrirme.
—De nada, eres mi amiga… pero deberías tener cuidado, ya sabes que los médicos siempre están en busca de carne fresca.
—No creo que sea para tanto, en caso de que llegue hacerme alguna insinuación, le dejare en claro que no me interesa y que además tengo novio.
—Deberías decirle a Bill, solo por si acaso.
—¿Exactamente qué le voy a decir? Que creo que un doctor me mira raro, eso solo haría que me monte una escena y créeme no es algo que quiera.
—Bueno tú lo conoces mejor que yo.
Sofia asintió.
—Vayamos hacer nuestro trabajo, no vaya ser que Erika y Matt salga y comiencen a fastidiar.
Cada uno tomo historial en blanco y se dirigió a la cortina que le tocaba, Sofia se encontró con una pequeña niña de cinco años, cuya madre, estaba histérica porque su pequeña tenía una metida una semilla en uno de sus orificios nasales.
—Soy la doctora Sacks—se presentó a la pequeña—¿Cuál es tu nombre?
—Charlie—dijo la madre.
—Mucho gusto Charlie, ¿vamos a ver que tienes ahí? — se sentó en la camilla, donde la niña observaba con sus grandes ojos marrones el lugar, le pidió unos guantes a la enfermera que estaba con ella y procedió a examinar con cuidado la nariz de la niña, palpando suavemente la zona, para tratar de identificar si el objeto no era muy grande.
—¿Te duele o molesta?
—No—respondió la niña con su voz cantarina y algo nasal.
—Bien, eso es bueno—miro a la histérica madre, quien, aunque no decía palabra alguna, podía ver como estaba lista para saltar—Vamos hacer lo siguiente, con mi dedo—le mostro su dedo índice—voy a taparte el poro que no tiene la semilla y tú vas a soplar suavemente, veamos si sale eso, que no tiene que estar ahí dentro, ¿de acuerdo?
—Si—respondió la pequeña.
—A la cuenta de tres—dijo y procedió a realizar lo que le había dicho a la pequeña quien soplo como se le indico, logrando que la semilla saliera expulsada y rebotara en la cama, causando la risa divertida de la pequeña.
—¡Gracias a dios! —exclamo la madre.
—Bien hecho—le acaricio la mejilla a la niña—ahora vamos a revisar para ver que no te haya lastimado—tomo su lámpara y examino la fosa nasal.
—¿Está todo bien?
—Todo bien, le recetare una crema antibiótica, para prevenir alguna infección, afortunadamente la semilla, no se encontraba muy profunda—le dijo a la madre—y Charlie, nos va a prometer nunca más llevarse nada a la nariz que sea más pequeño que su dedo meñique, ¿de acuerdo, Charlie?
La pequeña suspira, pero finalmente asintió, tras anotar los últimos datos de la niña y despedirse de madre e hija, se dirigía hacia la estación de enfermeras, con el historial en la mano.
—¿Algo interesante? —pregunto Morgan.
—Una pequeña de cinco años, se metió una semilla en la nariz, afortunadamente fue algo sencillo, y no hubo necesidad de realizarle rayos x—Morgan rio—¿Qué hay de ti?
—Una chica con calambres menstruales, le coloqué una intravenosa con un antiespasmódico y ahora esta relajada… por cierto ya revisé el historial y es una buena cirugía, oclusión intestinal.
—Esto será bueno—concordó Sofia.
A la hora señalada, tanto Morgan, como Sofia estaban lavándose para entrar en el quirófano, donde se realizaría la cirugía.
Se mantuvieron a una distancia prudente para no entorpecer la cirugía, pero de manera que pudieran tener una buena visión de lo que se estaba realizando. Observaron al doctor Campbell realizar la incisión correspondiente y como el residente a su lado, comenzaba a sacar los intestinos, mientras localizaban la parte que estaba dando problemas.
—Doctora Sacks—llamo el hombre—puede acercarse y decirme cuales son las condiciones del intestino en cuestión.
Sofia hizo lo que pidieron y dando un paso al frente y colocándose un poco retirada del hombre, procedió a dar el diagnostico de lo que estaba viendo, mientras los dos cirujanos seguían con revisando.
—Gracias doctora—dijo el hombre, cuando Sofia termino—doctor Evans, vamos a realizar una resección, puede decirme cual es diagnostico futuro para nuestro paciente.
De la misma forma que lo hizo la rubia, el moreno procedió a responder. Tras una hora cuarenta minutos, la cirugía fue dada por finalizada con éxito y solo quedaba esperar la evolución favorable del paciente, Sofia y Morgan, llevaron al paciente a la sala de reanimación.
—Tengo hambre—murmuro Morgan, mientras Sofia anotaba las indicaciones para el paciente, tras comprobar sus signos vitales.
—Yo también.
—¿Quién diría, que una cirugía de intestino, me provocaría hambre?
Ambos rieron, Sofia coloca la carpeta metálica en la cama y se gira cuando la puerta de reanimación se abre.
—Quiero felicitarlos a los dos, por su excelente trabajo, si continúan de esa forma, podrán participar directamente en una cirugía próximamente. —le dijo el doctor Campbell.
—Gracias—respondieron al unísono.
—Comprueben que todo esté bien y cuando el paciente este en piso, me informan.
Una vez que dejaron al paciente en una habitación rodeado de su familia, que el doctor Campbell revisara que todo estuviera en orden, ambos chicos se marcharon al comedor del hospital.
Donde se encontraron con Lara, quien ya estaba sentada.
—¿Dónde estabas? —pregunto Sofia sentándose a su lado.
—En cirugía, un chico de quince años, tuvo un accidente haciendo skate, se fracturo la pierna en tres partes y la pelvis, no vean la cirugía de cinco horas.
—¿Estas desde anoche, aquí?
—Si tengo guardia de setenta y dos horas.
—Que mierda—murmuro Morgan—Yo tengo de veinticuatro hoy.
—Yo también—comento Sofia, tras darle una mordida a su Sandwich.
—Estaremos juntos—exclamo feliz Lara.
Terminado el almuerzo los tres regresaron a urgencias, donde se hicieron cargo de más pacientes.
Sofia había salido a fumar un cigarrillo cerca de las diez de la noche, se encontraba sentada en una banca a la entrada del hospital, dio una mirada a su izquierda, localizando a Leo recargado contra un árbol, le hizo una inclinación de cabeza, tras mostrarle su cajetilla de cigarrillos, el hombre declino su oferta y siguió en su posición.
Con el cigarrillo en su boca, metió la mano en su chamarra y tomo su teléfono, comprobando que no tenía ninguna llamada o mensaje de Bill, se encontraría dormido, hacia solo tres días desde que se había marchado y ella lo extrañaba, pero tres semanas pasaban rápido y esperaba en verdad que así fuera.
Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se percató de la persona que se sentó a su lado, hasta que esta hablo, se giró encontrándose con la mirada del doctor Campbell.
—¿Perdón estaba distraída? —dijo tirando el cigarrillo y aplastándolo con la punta de su zapato.
—Te decía que si tenías otro cigarrillo.
—No, lo siento era el último—mintió.
—Una lástima—murmuro el hombre, dándole una mirada de arriba abajo y aunque se encontraba con una gruesa chamara negra que pertenecía a Bill, sentía que le hombre podía ver debajo de la prenda.
—Yo voy a entrar—le dijo poniéndose de pie.
—Acompáñame por un café—dijo el también poniéndose de pie y dando un paso en su dirección, Sofia retrocedió un poco—vamos Sofia, que no muerdo—dijo dándole una fea sonrisa.
—¡Sofh! —se escuchó un grito y la rubia nunca se había sentido más feliz en su vida, de ver a Tom caminando hacia ella, con esa sonrisa de ser el amo y señor del mundo.
El castaño llego hacia ella y rodeo su cintura dejando un beso en su mejilla.
—Buenas noches—le dijo al hombre, que lo miraba un poco molesto por ser interrumpido—Tom Kaulitz—se presentó, remarcando su apellido.
—Robert Campbell—se presentó, Tom pudo estudiar mejor el rostro del hombre al escuchar su apellido, no hacía falta ser idiota para saber quién era él—La veo dentro doctora Sacks—dijo tras darse media vuelta y regresar por donde había venido.
—¿Quién es ese? —pregunto mirando amenazantemente al hombre, que les dio una última mirada.
—Mi jefe—respondió con voz de alivio.
—No me gusta cómo te mira.
—¡Bienvenido al club! —le dijo con una sonrisa tensa, recibiendo una mirada asombrada de Tom.
—¿Ya te habías dado cuenta?
—No soy ciega, desde que llegué, me di cuenta de su forma de verme.
—Entonces habrá que dejarle claro de quien eres novia.
—No—dijo con determinación—no vamos hacer un escándalo, solo porque un doctor me mire de esa forma, todos saben que lo hacen siempre con los nuevos.
—Sofh.
—¿Qué haces aquí? —decidió cambiar de tema.
—Sabía que tenías guardia y te traje la cena—le mostro una bolsa café de un restaurante italiano, reconoció las letras como las del restaurante favorito de ella y Bill.
—Gracias—dijo.
—No tienes nada que agradecer, traje suficiente por si quieres compartir con tus amigos, en caso de que estén aquí.
—Lara está aquí, si es lo quieres saber.
Tom rio y la sujeto fuertemente por los hombros mientras caminaban de regreso al hospital. Sin percatarse de la mirada del hombre que hacía minutos había estado sentado cerca de la rubia.
Tras la cena que compartieron Sofia, Tom, Morgan y Lara, junto con una enfermera que se había hecho su amiga, el castaño se despidió de ellos y salió del hospital, prometiéndoles llevarles el desayuno en un par de horas.
La rubia se burló de Tom, diciendo que solo lo hacía por ver a Lara, recibiendo una sonrisa burlona de su cuñado quien solo le guiño el ojo y salía del hospital con la misma chulería que caracterizaba a los Kaulitz.
—No sabía que eras amiga de los Kaulitz—Sofia apretó los ojos al sentir el aliento del doctor Campbell en su oído, aunque el hombre, está cerca de ella, no lo es suficiente cerca como para que alguien pensara mal.
—No soy amiga de ellos—le dijo—Soy novia de Bill Kaulitz—dijo con orgullo. El hombre la miro asombrado y puede que, hasta un poco pálido, pero rápidamente se compuso —¿Necesita algo, doctor Campbell? —pregunto con frialdad para cambiar de tema y se alejó un poco.
—Ponga al día este expediente—le entrego una carpeta y se marchó dejándola sola, Sofia sacudió la cabeza.
—Serás Zorra, que tú no te conformas, con Bill, tienes que hacerlo con todo el mundo—la rubia se giró encontrándose con una persona que pensó que nunca volvería a ver en su vida.