CAPITULO 8 SOY TU MADRE Y TE QUIERO
Simone era una mujer fría e insegura, todo esto se debía a su primer matrimonio fallido, con Jörg Kaulitz, había pasado por un infierno de divorcio, que marco muchas de las revistas más importantes de Alemania, su batalla en la corte por la custodia de sus hijos, había sido de lo más suscitado, Jörg, quería el cuidado total de ambos niños, al igual que ella, ese par de pequeños rubios de ojos color avellana, que la miraban con miedo, después de cada discusión que escuchaban tras la puerta de su habitación, hacía sentir que su corazón se rompía.
Por eso decir que Simone no era una madre amorosa no era del todo cierto, pues amaba a sus hijos o al menos hubo una época en que lo hizo, Bill siempre fue su consentido, su pequeño rubio tímido, alegre e inocente, él bebe de mamá, tan diferente a Tom, quien siempre fue inquieto, y demasiado independiente de ella, sus hijos nunca tuvieron una infancia normal, tuvieron que dividir su tiempo entre la nueva casa de su padre y la antigua casa familiar, tuvieron que soportar, que algunas veces Jörg decidiera que solo quería pasar tiempo con Tom y no con Bill, provocando que el menor de los gemelos se quedara en casa con lágrimas en los ojos y preguntándose porque su papá no lo quería igual que a Tom. Todas esas preguntas eran una dolorosa daga en el corazón de Simone y de Bill, quien fue endureciéndose cada vez que su Jörg aparecía para llevarlo a pasar el fin de semana en su casa, hasta que Bill llego a los diez y decidió que no iría más y no podían obligarlo, orillando a Tom a tomar la misma decisión, fue la primera vez que Simone se dio cuenta que lo que Bill quería, Tom le daba, si no quería ver a Jörg no lo hacía, si alguien molestaba a Bill, Tom lo defendía, aprendió que eso era algo normal entre gemelos, el apoyarse mutuamente como había dicho su psicólogo, ambos se protegían y sabía que ese patrón no se había roto con el paso a la adolescencia y al entrar a la adultez, si no que se había reforzado.
Sabía que gran parte del comportamiento de sus hijos era responsabilidad suya, pero con la aparición de Gordon, llegó una nueva posibilidad de tener una nueva vida, un nuevo comienzo con un hombre diferente al padre de sus hijos, un hombre que adoro a sus hijos desde el primer día que los vio, que sorteo todas las majaderías de ambos, un hombre que les ofreció una estabilidad y protección, así que concentro toda su energía en su nuevo matrimonio, en complacer a Gordon, en ser la esposa perfecta, esa mujer que Jörg le reclamo en cada discusión, así que se olvidó de la parte más importante de su vida, sus hijos, quienes crecieron apoyándose entre ellos, parecían ser chicos responsables y tranquilos, pero todo eso se vino abajo cuando se dieron cuenta de los privilegios que tenían, al ser hijos de uno de los empresarios más importantes del mundo, así como los hijastros de un político, comenzaron las fiestas clandestinas, las primeras borracheras, los primeros dolores de cabeza para Simone, así como las primeras miradas de odio, por parte de sus hijos, mismas que eran correspondidas.
— ¿Querías vermes, Simone? —la voz de Bill, la hace desviar la mirada de la fotografía que contempla de sus hijos siendo esos adorables niños que ella amo con todo su ser, jugando dentro de una caja, aprieta los dientes, odia que la llame así, pero discutir con Bill, es como hacerlo con una pared.
— ¿Dónde demonios has estado?
Bill, juega con la cajetilla camel, que lleva en su mano, extrae un cigarrillo, pero antes de que llegue a sus labios, Simone le da un manotazo, provocando que el cigarrillo, salga volando— ¿Pero qué rayos?
—Te lo voy a preguntar nuevamente, ¿Dónde rayos estuviste Bill?
— ¿Me extrañaste? —se cruza de brazos y la mira retadoramente, Simone suspira y traga el nudo de bilis que siente subir por su garganta.
—Hace dos semanas que no te veo, ¿estaba preocupada?
Bill, ríe estruendosamente, provocando que Simone de un bote en su lugar— ¿Tu preocupada? Simone no seas sínica.
—No es cinismo Bill, es la verdad, soy tu madre y te quiero—Bill hace puño las manos, odia cada vez que Simone sale con esa palabra estúpida.
—Permite reírme, tu preocupada, ¿igual que cuando me enviaste al reformatorio a los dieciséis?
—Bill, te metiste en líos de drogas, por una estúpida, ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué te diera de palmadas en la espalda?
— ¡Que te comportaras como si fueras mi puta madre! —grita, poniéndose se pie— ¡Que me fueras a ver, no que enviaras a Sakí y con tus estúpidas preocupaciones! —Simone boquea al no encontrar una respuesta rápida al ataque, Bill solo muestra una sonrisa ladeada, llena de rabia y odio—Ni siquiera, tienes un puto argumento—sisea, siente una oleada de rabia recorrerle el cuerpo, y la imagen de tomar la cabeza de su madre y estrellarla contra la pared más cercana, no le parece tan descabella.
—Bill—llama en un tono suave, que toca en el tono maternal, que hace que Bill sienta asco—Sé que no he sido la mejor madre, pero he hecho cuanto he podido, para ser lo que tú y Tom se merecen.
—Te equivocas, te has convertido en la esposa trofeo, en una de las artistas plástico más importante de Alemania, pero eres un asco como madre— apoya su espalda en la silla, esperando esta vez, alguna reacción de su madre.
Simone tiembla, hace puños sus manos, bajo el escritorio, para ocultar ese hecho de la mirada escrutadora de Bill— ¡Soy tu madre y te prohíbo que me hables así!—grita, la sonrisa en el rostro de Bill, le recuerda al gato Cheshire1, y siente deseos incontrolables de borrarla de ese angelical rostro, cuando la puerta se abre. Gordon entra en la habitación, le dedica una mirada a su mujer, que tiene los ojos cristalizados y el rostro rojo, por otro lado el rostro de Bill, es una clara muestra de diversión, al ver el estado de su madre.
Gordon, es un hombre que a su manera ha demostrado su cariño por los gemelos, tal vez no de la manera que se espera de él, pero ha hecho cuanto a podido para mantenerlos a salvo, del daño de la prensa y la gente que los detesta, sin embargo el único que error que se ha reprochado desde hace siete años, fue el no poder hacer lo suficiente para que Bill, no pisara el reformatorio, pero Simone había estado tan enrabiada cuando les llamaron, para decirles de la detención de Bill, en un barrio de mala muerte, que no le había permitido hacer nada, por el chico y lo mismo había pasado con Jörg, ambos decidieron que sería un castigo ideal para Bill, pero las cosas no habían resultado, como ellos esperaba, el año que su hijastro paso encerrado, marco la diferencia, y del Bill, inquieto que conoció, no quedo ni la sombra, lo único que pudo hacer, para que Bill estuviera a salvo, fue mantenerlo en aislación, y prodigarle las comodidades que pudiera, pero no parecieron ser suficiente.
—Bill, muchacho, ¿Dónde te habías metido? —le da una suave palmada en la espalda, su tono de voz afable, parece surtir efecto, en el ambiente tenso que envuelve la habitación.
—Estaba en el departamento de Tom—responde, Gordon y Tom son los únicos que parecen entenderlo, y por esa razón le parece imposible volverse brusco con el hombre, que hace más que el imbécil de su padre, por mantenerlo a salvo, de la prensa y de la bruja de su madre—Necesitaba un tiempo para pensar—Gordon asiente, Simone, frunce el ceño, ante el cambio de humor de Bill y la manera tan cordial con la que le responde a la pregunta de Gordon.
— ¿Cómo vas con el castigo? —Bill, maldice internamente, pero decide mentir.
—Aun no comienzo, espero hacerlo pronto—Simone, no es idiota y sabe que Bill está mintiendo, se cruza de brazos, y reta a su hijo con la mirada quien no baja la mirada y eso la inquieta.
—Me alegro—la puerta se abre nuevamente y Tom hace su entrada, con su característica sonrisa traviesa en el rostro y su muy odiado look de vagabundo que hace rabiar a su madre y la odiosa de su prometida—Tom, mi vagabundo favorito— ríe Gordon, contagiando a ambos gemelos y haciendo que Simone gruña.
—Hola familia—Saluda y se sienta junta a Bill.
—Bien, ahora que estamos todos juntos, necesito de su cooperación, para esta noche—Bill y Tom se miran y suspiran—Sé que odian, las cenas benéficas, pero si no fueran importantes para mí, no se los pediría, saben que odio, llevarlos a lugares que odian—los jóvenes Kaulitz asiente y saben que están jodidos, no pueden negarle un favor a Gordon, cuando es el único que los defiende de los bestias que tiene por padres.
— ¡Pero no me voy a rasurar! —Grita Tom, al ver el brillo en los ojos de Simone—olvídalo Gordon.
—Está bien—se rinde, Tom suspira, al saberse ganador y Bill no puede evitar dejar escapar una risa, parecida al del perro pulgoso2—pero solo péinate, como el vagabundo decente, que sé que puedes ser, bueno yo aún tengo algunas cosas que hacer, solo quería verlos—deposita un beso en la frente de Simone y después palmea la espalada de ambos gemelos.
Simone espera hasta que la puerta se cierra, lista para arremeter contra ambos, ahora que los tiene enfrente.
Bill se pone de pie—Escucha, dejemos este momento de perra rabiosa que estas apunto de tener, y mejor dediquémonos a fingir, por el único ser, que es capaz de ver el lado bueno de nosotros— Tom, aprieta sus labios en una línea fina, intentando contener la risa y se pone de pie para seguir a Bill.
—Tom, llevaras a Kate—el tono de voz de Simone, deja ver que no es una pregunta, sino una orden.
— ¡Dios, de haber sabido que el que me abrieras la piernas, me iba a costar tanto, le habría dicho que me abriera la puerta trasera! —grita y en un rápido movimiento, Simone le da una bofetada, que le hace trastabillar, siendo Bill, quien detiene su caída, ambos miran a Simone, quien se encoje, ante la mirada de los gemelos, pero eso no la hace amilanarse ante ellos. Les mantiene la mirada, lo justo y necesario, hasta que ambos salen, siendo Bill, el ultimo quien antes de cerrar la puerta, se gira y la observa con desdén.
Simone vuelve la mirada a la fotografía y sus ojos se cristalizan al observar las sonrisa tiernas e inocentes, que jamás volvió a ver y que extraña, con todo su ser.
& Continuará &