Fic Toll de Miss Anunnaki
Capítulo 44
Cuando el pelinegro cerró la puerta del departamento, se apoyó en la misma y suspiró como una colegiala. No se podía explicar claramente porqué había actuado de esa manera con él, pero deducía que era porque el tipo pertenecía a la riqueza, tenía bastante dinero, te podías dar cuenta por su apariencia, educación y porque se trasladaba solo en limusina.
Se retiró el bolso y miró el brazo que había sido tomado por Biersack, aquel contacto le había resultado cálido y enigmático, había sido solo por un momento pero había tenido una sensación bastante extraña. Negó con la cabeza y se dispuso a dejar su atuendo y bolso en sus lugares, caminó por el living limpiándose la nariz con el dorso de su mano, vio que todo estaba apagado, se dirigió al pasillo y llegó a la cocina, allí estaba Thomas, comía concentrado. Bufó y decidió ingresar, esa era la parte difícil.
Fue a buscar un plato y se sirvió la comida que, esta vez, el chico de rastas había preparado. Puso el plato sobre la mesa y fue a buscar los cubiertos y un vaso de vidrio, mientras lo hacía no dejaba de pensar en el tipo de la limusina. Recordaba cuando lo había encontrado afuera del café, fumando su cigarrillo, se veía tan sexy. Tragó saliva y apretó rápidamente sus párpados para desaparecer ese recuerdo, no tenía que pensar en él porque solo había sido momentáneo.
Dejó caer su cuerpo en la silla y decidió comer en silencio, no se hablaba con su chico y la relación volvía como al principio. Lo había estado pensando seriamente, sabía que Thomas, antes de estar con él, era un tipo heterosexual. Lo seguía siendo, y solo hasta que se declarara completamente lo contrario. Así que era realmente absurdo enojarse por eso, peor hubiera sido que se acostara con Shannon.
—Ya pagué el alquiler. —dijo el chico de rastas, Bill alzó la mirada para observarle y él no le estaba mirando. Emitió un sonido con su garganta dándole a entender que lo había escuchado.
Lo había estado pensando bien, había estado distanciado de su chico por eso, porque tenía que buscarle la vuelta a la situación. Y sabía que se había comportado como un estúpido, sabía que Tom por naturaleza le gustaban las chicas, además, todo el mundo cometía un desliz alguna vez en su vida. Lo más horrible para él era aceptarlo y decirle a Tom que lo perdonaba, porque se iba a sentir como un completo idiota.
Al demonio, si no se lo decía ahora, probablemente terminaría yéndose con la tipa esa, y ahí sí que Bill terminaría sin corazón.
—Ah… Tom. —la voz le temblaba y depositó el tenedor sobre el plato, ni siquiera había tocado su comida y tenía ganas de vomitar. Tragó saliva y juntó sus manos por debajo de la mesa, el chico de rastas se metió el último bocado a la boca. —Lo he estado pensando mucho en todo este tiempo y he llegado a la conclusión de que…
Escuchó que la silla se arrastró por el suelo de repente, y que el chico de rastas se encontraba de pie con la cabeza gacha. El pelinegro le observó serio, vio que frunció sus labios y que sus ojos estaban enfocados en su plato. Tomó un respiro y alzó los ojos para poder mirarlo.
—No me lo digas. —dijo en un tono apagado, se podía apreciar que Tom no estaba bien, claro, tanto tiempo de haber estado separado de la persona que amaba y ahora venía a darle el veredicto final a la situación. Pensaba en lo peor, y no quería escucharlo de su boca, no quería escucharlo porque no lo soportaría. —Vas a terminar conmigo, ya no quieres verme.
Agarró su plato y lo llevó al fregadero, el pelinegro estaba asombrado por lo que acababa de decirle, ¿Tan mala persona lo consideraba como para que él pensara que le iba a decir eso? Por algo se había pedido un tiempo, porque quería profundizar y razonar muy bien lo sucedido, no quería cometer un error que luego tendría que lamentar, no quería terminar con algo que, al principio, había sido tan bonito.
Cuando quiso darse cuenta de la realidad, se encontró con que estaba solo en la cocina, rápidamente se levantó y fue a buscar a Tom. Lo encontró caminando por el pasillo, le siguió los pasos mientras lo llamaba pero parecía que él otro no lo escuchaba, o tal vez lo hacía a propósito. Vio que el chico de rastas empezaba a tomar su abrigo, quería irse a la mierda claramente. Pero el pelinegro lo detuvo, apoyando sus manos sobre el pecho de su chico y eso pareció un sedante para Trümper.
— ¿Acaso escuchaste lo que tenía para decir? —le preguntó el pelinegro con el entrecejo fruncido, Tom exhaló el aire y miró al suelo. —No, porque no lo sabes, sino, no actuarías como un idiota.
— ¡Vas a dejarme! ¿Crees que no lo sé? —se mostraba molesto consigo mismo por haberse buscado eso. Y también sentía una gran culpa en su espalda por haberlo hecho. —Así que prefiero irme antes de saber que me vas a dejar.
— ¡Yo no te voy a decir eso! —le gritó exaltado, los dos se miraron en silencio. Los ojos del pelinegro se aguaron, odiaba ponerse tan sensible pero así era cuando en verdad sentía algo. Tom no dejaba de mirarlo, con los ojos bien abiertos, sin comprender bastante lo que intentaba decirle con eso. —No quiero dejarte, no voy a dejarte. Te perdono, Tom… Te perdono.
El rubio le quedó mirando, el aire se le quedó en los pulmones y no volvió a exhalarlo por unos momentos. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Le había dicho que lo perdonaba y que no iba a dejarlo? ¿Estaba seguro? ¿O solo era parte de su imaginación debido a la presión? ¡Reacciona de una vez, Tom! Le estaba diciendo que le perdonaba, que olvidaba todo lo sucedido y que no lo iba a abandonar como había sucedido con Shannon.
— ¿Estás hablando en serio? —le dijo sin salir del shock emocionante, por dentro sentía que su circulación tomaba el ritmo normal y que los latidos de su corazón se aceleraban debido a la emoción que comenzaba a emanar de a poco.
—Tan en serio como que me llamo Bill Kaulitz —le dijo esbozando una pequeña pero dulce sonrisa. —En serio, he sido un estúpido. Pero dejémoslo así, no tengo que decirte el motivo, solo tengo que decirte que te perdono y que tenemos que empezar de nuevo.
El de rastas no podía sentirse más feliz, le sonrió y se acercó rápidamente para besarle. Había extrañado sus labios, había extrañado tenerlo muy cerca de él, Bill sonrió dentro del beso y depositó ambos brazos sobre los hombros de Tom y juntó sus manos detrás de su cuello. Trümper lo abrazó por la cintura mientras ladeaba la cabeza y lo besaba con tanto entusiasmo y gozo.
Todo tenía que terminar bien entre ellos, Bill siempre perdonaba las cosas que le hacían pero cuando pasaban del límite, entonces debía decirle adiós. Pero Tom solo había cometido un pequeño desliz, y sabía que en parte era su culpa también por no atenderlo bien en casa, entonces se dijo a sí mismo que debía plantear mejor su tiempo y distribuir las tareas para no volver a abandonarlo.
Continúa…
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