Café 54

Fic Toll de Miss Anunnaki

Capítulo 54

—Trabajo en otra ciudad, me rompo la espalda para tener unas vacaciones merecidas, y tú vas y sales por la vida con ese estúpido que sabemos muy bien lo que quiere. ¿Acaso Shannon te cuidó en realidad? —decía enfadado mientras ingresaba al departamento, dejó sus cosas a un lado y caminó hasta el living. El pelinegro cerró la puerta tras su paso y se concentró en su novio.

La bienvenida ideal hubiera sido un abrazo y luego un beso de reencuentro, con sonrisas y caricias, con palabras de amor y anécdotas del viaje. Un reencuentro glorioso y armonioso, sí, ese hubiera sido la forma perfecta de volver a verse; pero la realidad era que habían encontrado un tema para discutir apenas se vieron.

—Tom… No es así como lo piensas. —estaba apenado y avergonzado. —La verdad es que me ha insistido con salir y yo pensaba que por acceder dejaría de molestarme.

— ¿Y lo consiguió? —preguntó cruzado de brazos. Bill no le dijo nada, entonces bufó y revoleó los ojos, pasó su mano por su frente, pensando profundamente, asesinando a Biersack en su imaginación. — ¿Ves? ¡A eso me refiero! ¡Ahora se lo has puesto fácil!

— ¿Estás diciendo que soy un arrastrado? —Exhaló el aire resignado. —Discúlpame pero por lo menos yo no me pongo ebrio y dejo que una zorra venga y se abra de piernas delante de mí cuando pasa una situación como esa.

Se creó un silencio luego de esas palabras, Trümper dejó de fruncir el entrecejo al oír eso, pronto se le venía a la mente lo de Gema. Entonces se puso a pensar que no debía crear más dilemas si luego tendría que lidiar con uno peor, no debía pelearse con su novio por algo como eso, cuando lo que él sabía era muchísimo peor.

Bajó la cabeza, tragó saliva e intentó calmarse; sabía que en algún momento tenía que decirle sobre lo que se había enterado, pero luego de tener esa leve discusión lo que menos podía hacer era especular sobre esa horrible noticia que amenazaba con destruir la relación de ellos. Recuperó su postura y se miraron a los ojos, Bill desvió sus ojos a otro lugar.

—Am, olvidemos esto, ¿Sí? —dijo Tom para dispersar el ambiente. —Es que el viaje fue estresante, más el trabajo.

Comenzó a caminar para la cocina, su novio le seguía por detrás no muy convencido.

—Lamento si te hice sentir así, no quería decir eso, es solo que el estrés laboral me ha consumido demasiado. —comentaba el chico de rastas. Sintió que unas manos se pasearon sobre su pecho y los labios de su chico se depositaron sobre su hombro, él las agarró y sonrió.

—Lo sé, por eso estaba pensando en lo del Spa. Habrá velas, un perfume rico, piedras y manos milagrosas que te harán olvidar hasta de tu nombre —Bill había adoptado un tono meloso y le sonreía mientras le miraba las rastas.

—Pero no quiero ir un Spa, no me gustan esas cosas. —ambos ingresaron a la cocina.

— ¿Quién dijo que te iba a dejar ir? —preguntó el pelinegro, su novio se separó y se giró para mirarle a los ojos. —Yo sé dar buenos masajes, y puedo armar un lindo Spa en la habitación.

Trümper enarcó una ceja y le sonrió de manera pícara. Bill le mostró una sonrisa inocente, pero detrás de esa misma se ocultaba un realmente provocadora. Se acercó a él y besó sus labios, por fin el reencuentro pensado había tomado lugar.

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Al día siguiente, Thomas levantó la cabeza de la almohada, giró la misma y se dio cuenta de que estaba desnudo con una sábana que le cubría el trasero; la noche anterior la había pasado muy bien y todo el jodido estrés se fue con el acto de amor que había cometido. Se levantó y se fue a dar una ducha, ni siquiera sabía qué hora era pero calculaba que, como no estaba su novio, sería el mediodía o un poquito menos.

Al ingresar a la cocina, ya con su bóxer y su pantalón de lycra, sin remera, se sorprendió al ver a su novio desayunando. Alzó la mirada y le sonrió.

—Buen día. —le dijo alegre. — ¿Té o café?

—Café, gracias. —Bill se levantó y fue a buscar una taza para su chico, Tom se sentó y esperó a que viniera, al estar cerca se dieron un corto beso.

—Remera. —dijo su novio y él levantó la vista, agarró justo la prenda que Bill le había arrojado. A él no le gustaba que desayunaran o cenaran en la mesa sin remera, le parecía una falta de respeto, y era que eso estaba mal.

Miró el reloj que estaba en la pared y bufó.

— ¿Vas a trabajar? —preguntó su novio, el pelinegro asintió.

—Es el último día, más tarde, si quieres, podemos ir a cenar en un restaurante para iniciar las vacaciones. —le dijo mientras llevaba su taza al fregadero. —iremos al que está cerca del Café, ¿te parece?

Tom asintió, entonces Bill le sonrió y se acercó a él para besarle en los labios, se despidieron y el pelinegro salió. Tomó el ascensor y se paró en el piso siguiente, entonces se abrió la puerta y se encontró con la rubia. Ella le saludó amablemente e ingresó, apretó el botón de planta baja y cerró la puerta.

—Ya empieza el otoño, ¿verdad? —le dijo a modo de comentario la rubia al pelinegro, él le dio una mirada y una sonrisa cínica. En verdad no podía asimilar aún lo que había sucedido, pero hacía el esfuerzo por superarlo.

—Oh, si. Mañana llega. —confirmó el pelinegro.

—Ah, creo que esto sonará raro pero… Necesito hablar contigo. —dijo ella algo apenada. Se tomó el vientre y miró hacia abajo, eso no había notado el pelinegro, siguió con la vista clavada en la puerta de metal.

— ¿Por qué conmigo? —se sentía confundido. — ¿De qué quieres hablar?

— ¿Tienes algún tiempo libre hoy? —preguntó cuando las puertas se abrieron, los dos salieron y Bill se quedó pensando un poco.

—Ah, a las dos. —le dijo con algo de dificultad. La mujer asintió y le dijo que lo vería a esa hora, le pasó la dirección del Café el cual trabajaba y quedaron en verse en ese horario. Bill no sabía porqué la muchacha se mostraba preocupada y algo angustiada, tal vez quería hacerle una broma o entablar algún tipo de amistad. Salió del edificio pensando en lo que tendría que decirle, ¿Por qué ahora?

Continúa…

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