Fic Toll de Miss Anunnaki
Capítulo 56
No quiso quedarse a cenar, había tomado la decisión de terminar la relación. Su mejor amiga le había dado tantos motivos para hacerlo que él lo había aceptado, le agradeció por estar en un momento tan horrible como ese, y decidió irse al departamento, Lissa le ofreció un cuarto en su departamento para que viviera si no llegaba a conseguir algo, pero él decía que no podía estar viviendo de casa en casa como un fugitivo.
Bill caminaba por las calles con los ojos hinchados, tenía el maquillaje corrido y casi no veía nada debido a las lágrimas que salían involuntariamente. Tenía el corazón hecho añicos, le dolía bastante el pecho y el nudo en la garganta le producía más llanto; no la estaba pasando bien.
Su móvil comenzó a sonar, él miró y se trataba de una llamada de su novio, le cortó y guardó el aparato, pronto comenzó a sonar alocadamente y él decidió no contestar. Agarró un taxi y le pasó la dirección del departamento. Mientras lo llevaban al lugar donde sabía que iba a comenzar el caos, pensaba en todo lo que el chico de rastas le había dicho la noche que le pidió para ser su novio, no podía creer que esas palabras fueran una vil mentira. Thomas le había dicho también que no le haría sufrir como lo habían hecho sus anteriores novios, que estaba perdidamente enamorado de él, y ahora sabía que tendría un hijo.
Un montón de recuerdos venían, él solo lloraba en silencio. Las relaciones jamás iban bien para él, siempre debía encontrar un motivo para terminar, no quería que lo lastimaran y terminaban haciéndolo, ¿Acaso era por la elección? ¿Acaso era porque sus preferencias eran otras? Recordó cuando su padre le había dicho que no aceptaría tener un hijo gay, le gritó que ojalá su vida fuera tan miserable en el amor que terminara arrepintiéndose de lo que había elegido ser; y esas palabras se estaban cumpliendo, en parte quería darle la razón a su padre pero estaban peleados como para que él le dijera «Tenías razón, papá»
Al llegar a destino, le pagó al taxista y salió, tomó un gran valor para ingresar, no quería hacerlo pero debía. Subió por el ascensor, se lamentaba cada segundo de haberse involucrado con Thomas, no podía superarlo, jamás lo iba hacer; traer un hijo al mundo era una gran responsabilidad. Además, si él llegaba hacerse cargo lo perdería para siempre, porque tal vez podría llegar a enamorarse de Gema y terminarían por casarse debido a lo que sentirían.
Muchas de esas ideas pasaban por la cabeza del pelinegro mientras llegaba al departamento. Las puertas se abrieron y él arrastraba su bolso por el suelo, no tenía ganas de vivir siquiera. Abrió la puerta del departamento y sintió un rico aroma a pasta. Cerró fuertemente, segundos después vio que Thomas se presentaba con un trapo en sus manos, al parecer estaba cocinando.
— ¡Qué ha pasado! —exclamó al verlo así, tan destruido. — ¡Te he llamado varias veces y no me has contestado! ¿Te robaron? ¿Te golpearon?
La desesperación por saber el estado de su novio era incomparable, el pelinegro miraba mientras veía todos los movimientos que él hacía: le tocaba la cara, los brazos, paseaba sus manos por su abdomen y hombros. Bill volvió a sentir el nudo en la garganta y apretó sus labios con tanta fuerza, conteniéndose de gritarle.
— ¿Estás bien? —sintió las manos de Thomas sobre sus mejillas, sus ojos se encontraron y él no resistió más. Comenzó a llorar sin control, el chico de rastas no entendía ni mierda y eso le preocupaba más. — ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?
Kaulitz suspiró fuertemente y apartó las manos de su chico, tragó saliva y su mirada cambió repentinamente, el odio comenzó a brotar por sí mismo, lo que su mejor amiga le había dicho de él tomó lugar en su mente. No quería tenerlo cerca, ni verle jamás a la cara, ni siquiera quería que lo tocara o le dirigiera la palabra, estaba muy enojado, con él y consigo mismo por haber dejado que le hicieran daño de esa manera.
—Sí, es solo que me voy. —dijo totalmente normal, salió del living y fue caminando para la habitación. Trümper no entendió nada y le siguió por atrás, cuando entró al cuarto, vio que el pelinegro tomaba su bolso más grande y comenzó a meter ropa, enseguida Thomas se alteró.
— ¿Qué? ¿A dónde vas? ¿Qué está pasando? —tenía el ceño fruncido, y elevó un poco la voz. Bill dejó de moverse y suspiró cansado, cansado de que le mintieran y le engañaran.
—Lejos de ti, al parecer tienes un hijo qué mantener. —soltó la lengua y Thomas se quedó estupefacto al oír eso. — ¿O qué? ¿Estabas esperando a que naciera para venir a contarlo?
Quería decir algo pero la voz no le salía, Bill revoleó los ojos, de repente adoptó esa actitud que a muchos no le agradaba ver. Se ponía bravo, muy a la defensiva.
—Te… Te lo iba a decir pronto, lo juro. —dijo Tom en un susurro, se mojó los labios y comenzó acercarse a su novio. —Fue… Esa noche, cuando te vi con Jared tan cerca, sentí que te estaba perdiendo apenas te tenía, fueron los celos, ¡Los jodidos celos!
—Ajá, ¿Y decidiste dejar embarazada a Gema para cobrar venganza? —decía mientras guardaba sus cosas, el otro reaccionó de inmediato y empezó a sacarlas de allí. Ambos se miraron, el pelinegro contuvo la respiración un momento, se dio cuenta que los ojos de Tom brillaban más de lo normal, como si fuera a llorar. Negó con la cabeza, ningún acting podría hacerlo volver. —Thomas, esto se termina aquí. No quiero saber más nada de ti.
Volvió a guardar todo como podía, no quería dejar nada de él en la casa del estúpido que le había lastimado de esa manera. Thomas se tomó de las rastas, sintiéndose un miserable, una mierda; no estaba pasando, no quería que pasara: Bill lo estaba dejando, estaba sacándolo de su vida. Pero él no lo quería fuera, se había enamorado en serio, lo amaba, lo amaba muchísimo, no quería que lo abandonara, no quería que se apartara de su lado.
Sí, había cometido ese error pero él podía arreglarlo, podía hacer algo al respecto. Lo que él no sabía, era que en verdad no podía hacer nada, iba a ser padre y eso no podía arreglarse ni buscar una solución, debía hacerse cargo porque tampoco lo dejaría a la deriva. Tenía tanta impotencia que le venían esas terribles ganas de llorar.
— ¡No te vayas! ¡Puedo arreglarlo! ¡Podemos salir de esto! —le decía tomándolo de los hombros y obligándolo a que lo mirara a los ojos. — ¡No quiero que me dejes, por favor! ¡Sé que fui un estúpido! ¡Sé que te lastimé mucho con eso pero no volverá a suceder! ¡Lo juro, Bill, no va a volver a pasar!
Al escuchar eso, el pelinegro se quebró y volvió a llorar. Que de pronto se volviera vulnerable significaba muchas cosas, entre ellas, que amaba verdaderamente a Thomas pero que le hiciera sufrir era la consecuencia de un dolor tan grande que ni las disculpas podían arreglar. Tragó saliva y evitó mirarlo pero no podía.
—No, no se puede. —decía llorando, la nariz se le congestionó. —Tú rompiste lo que quedaba de mí, destrozaste lo que hemos construido juntos a lo largo de todo este tiempo. Yo… Nunca, pero nunca, te lastimaría de la manera en que lo hiciste.
El chico de rastas fue liberando de apoco a su novio cuando escuchó esas palabras, fue como una estaca al corazón. Se había dado cuenta de que había sido Gema quién le dijo sobre lo sucedido y que él tenía razón, no era capaz de lastimarlo así, no era…
—No hables como si fueras la víctima en esto. —cambió el tono de su voz, el pelinegro ya se estaba retirando de la habitación pero se detuvo al oírlo. Se giró y miró a Thomas. — ¿Acaso piensas que soy idiota? ¿Que no intentabas ligarte a ese modelito refinado?
Bill no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Acaso Tom quería dar pelea antes de separarse? No entendía como era que podía atacarle de esa manera sabiendo que iba a ser padre, parpadeó confundido, le estaba reclamando algo que jamás fue.
— ¿Eres idiota? ¿Piensas que me involucré con Andrew? —le dijo acercándose.
—Ay, Andrew. —dijo en un tono fastidioso y Bill se sorprendió de aquello. —No me vengas con excusas, si yo no estaba ahí lo invitabas a pasar y luego él hubiera aprovechado el momento.
—Yo no soy ese tipo de persona que tienes en mente. —le dijo a la defensiva. —Mínimo hubiera dejado que sea mi amigo, porque yo tengo algo que tú no tienes; y eso se llama límites.
Enarcó una ceja a modo de victoria, aunque por dentro se estaba muriendo. Cada paso que daba era como dejar una parte de él en ese departamento, se detuvo nuevamente y respiró profundo, bajó la mirada y se giró un poco pero no quería mirar a los ojos al chico de rastas.
—Espero que tengas una buena paternidad. —dicho eso, se colocó el bolso al hombro y tomó el otro con la mano restante, caminó por el living y abandonó el departamento sin decirle adiós, sin decirle que todo había terminado.
Pero todo había terminado desde hacía bastante, desde que Gema se involucró con Thomas aquella vez, solo que ahora recién se habían dado cuenta de ello.
Continúa…
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No puede terminar así porque Bill siempre pierde