Fic Toll de Miss Anunnaki
Capítulo 58
Tres días transcurrieron desde la separación, tres interminables días para el chico de rastas. El orgullo siempre había sido su mejor amigo, pero eso la mayoría de las veces no servía para nada, sobre todo porque siempre perdía amigos. Y ahora, ahora había perdido al chico de su vida, y todo por no haber sido más responsable.
Eran las tres de la madrugada, en su mente divagaba el recuerdo de cuando él había hablado con Gema por lo del embarazo, ella terminó confirmándolo y decía que no era su intención, pero parecía estar satisfecha con esa separación. Thomas quiso hablar con el padre de la muchacha pero ella le dijo que se había ido de viaje a visitar a su madre que andaba enferma. Él debía esperar hasta que regresara, el día en que se enterara del embarazo de su hija se iba a poner como loco y Trümper tenía que estar preparado para ese momento.
Agarró la botella y se llevó el pico de la misma a los labios, ingiriendo el alcohol. Era día de semana pero a él le valía, andaba sin ganas de trabajar o de vivir; quería remediar las cosas pero no sabía como, todo era una mierda para él.
Decidió levantarse y salir al balcón a fumar, no estaba abrigado pero el efecto del alcohol lo mantenía a temperatura alta. Salió y dejó en el suelo la botella, a tientas tomó el paquete de cigarrillos y sacó uno, parecía somnoliento pero era tanto lo que había bebido que apenas tenía fuerzas para ponerse de pie, por lo que se encontraba apoyado en el barandal del balcón. Encendió el cigarrillo e inhaló unos instantes.
El maldito otoño arrasaba sin piedad alguna, hacía un frío de morirse, Trümper contemplaba la calle mientras fumaba para intentar apaciguar esa presión en el pecho que tenía. ¿Dónde había ido Bill? Tal vez se fue a la casa de Shannon o de su mejor amiga, tal vez había hablado con sus padres y se fue con ellos. Sacó el móvil de su bolsillo y desbloqueó la pantalla, pronto saltó la imagen de fondo: una foto de ellos, sonriendo, mejilla con mejilla. Los ojos de Bill brillaban en esa imagen y la sonrisa era más que perfecta.
No podía olvidarlo, no podía. Cada que lo intentaba se acordaba más de él y de todos los momentos que pasaron, era realmente difícil competir contra el sentimiento, era inaguantable la pérdida que sentía. Lo amaba, era obvio, pero el maldito orgullo siempre mandaba por sobre todas las cosas.
Le dedicó la próxima calada, susurró que intentaría recuperarlo, que haría lo que fuera para que le perdonara. Soltó el humo y miró como el mismo se esparcía por el aire y era llevado por el viento a quién sabía donde, bajó lentamente la mirada a la calle y vio que alguien caminaba por el mismo, no iba por la vereda. Frunció el ceño, reconoció la figura.
Era Bill, que caminaba como si estuviera drogado o algo parecido, no quería creer eso el chico de rastas, así que solo se dispuso a mirarlo desde su lugar. El pelinegro avanzaba hasta llegar al edificio del chico de rastas, fue ahí que Thomas reaccionó y decidió bajar, era la oportunidad perfecta para pedirle perdón.
Apagó el cigarrillo y decidió ir a buscarlo, de pronto la ebriedad se le había ido. Salió hacía el ascensor y lo llamó, no subía. Comenzó a impacientarse, necesitaba llegar al vestíbulo cuanto antes posible, apretó el botón de manera insistente pero no respondía al llamado. Insultó y decidió bajar las escaleras.
Acogió una rapidez inexplicable, cuando se encontró en el vestíbulo, no vio rastro del pelinegro sino de Gema. Se detuvo y recuperó el aire, ella se giró a verle y le regaló una sonrisa, pasó por su lado sin decirle nada; cuando desapareció, Thomas decidió salir, bajó los escalones y se topó con el frío. Miró de izquierda a derecha de forma desesperada, corrió del lado izquierdo y se paró en la esquina, veía que el vaho de su aliento se mezclaba con el aire congelante debido a que había corrido desde la puerta de su departamento hasta donde se encontraba.
Lo buscó y lo buscó, no lo encontró. ¿Acaso había tardado tanto? Exhaló el aire, se sentía perdido, se sentía arruinado, desolado, muerto en vida.
Se sentía solo, bastante solo, en esa congelante esquina, nadie circulaba por ahí, parecía estar abandonado. Tomó el móvil entre sus manos y marcó a Bill, le mandó directamente al buzón de voz y se rindió ante eso. Sin éxito alguno decidió volver a su departamento, la oportunidad que tenía de arreglar las cosas acababa de irse, aunque no sabía si era producto del alcohol que lo hacía imaginar cosas que no eran, pero no por eso se iba a retractar.
Al día siguiente, con una resaca intensa fue a trabajar. La vida le era infeliz, antes veía la mala cara de todos sus compañeros, ahora él era el que tenía la mala cara y las pocas ganas de vivir. Sus labios formaban una línea, casi arrastraba los pies cada que caminaba, asentía y no opinaba en las tres reuniones rutinarias que tenía en el trabajo.
En la hora de almuerzo decidió ir a un restaurante, al salir del edificio reconoció a alguien parado cerca del cordón de la vereda. Enarcó una ceja, el tipo se quitó las gafas de sol que tenía, vio el rostro enfadado y él ya sabía porque lo tenía así. Empezó a caminar en su dirección, Tom ya empezaba a imaginarse una discusión.
—Hijo de perra… —susurró al tenerlo cerca, Trümper vaciló, no vio el puño cerrado que se le venía a la cara. Abrió bien grande los ojos y recibió tal golpiza que lo llevó a retroceder varios pasos, se cubrió con una mano y se quejó por el dolor que le provocó. — ¡Mira como dejaste a Bill! ¡Prometiendo algo que no cumples! ¿Quién demonios te has creído?
Como pudo se recompuso, y en su defensa saltó hacía Shannon, se tomaron ambos de los hombros, luchando por quién derribaba a quien. La gente que circulaba por allí se quedaban mirándolos, otros pasaban de largo sorprendidos. Trümper soltó una mano y le dio un gancho, Leto no dejó pasar esa oportunidad y decidió darle una patada en sus partes antes de gritar por el golpe.
— ¡Más te vale que sepas cuidarte, imbécil! —le gritaba mientras volvía para golpearle, fue interrumpido por los tipos de seguridad del edificio. Otro tomó a Tom de ambos brazos intentando reducirlo. — ¡Nadie se mete con las personas cercanas a mí! ¡Nadie!
Los de seguridad se lo llevaban, Thomas frunció el ceño debido al dolor que sentía sobre su ojo. El de seguridad le conocía y le preguntaba si estaba bien, él le respondía que si y suspiró mirando como Shannon se alejaba de su vista.
Bueno, por lo menos sabía dónde estaba parando el pelinegro.
Continúa…
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Odio a Bill como si el no hubiese cometido errores Tom metió la pata y en grande pero sería peor q se comporte como un cobarde y no asuma su responsabilidad con ese «niño» q dudo q exista. 🙁