Capitulo 11

Los meses pasaron y Tom…había cambiado. Sentía que todo el mundo le miraba raro y fijo que cuchicheaban a su espalda. Ya ni hacerle el amor a Bill le saciaba y empezó a beber y a beber. Incluso Carol le repudiaba y llegó el día en que echó del todo de su cama. Ya no dormían en la misma habitación y cuando estaban en casa de sus padres se alojaba en la de invitados mientras que él ocupaba la misma de siempre.

Todos sabían el porque y pensaban que todas las noches Bill se colaba en su cama y se iba al alba. Pero era todo lo contrario, Tom caía dormido preso del alcohol y pasaba la noche solo mientras que Bill lloraba en su cama sintiéndose abandonado.

Y eso cambió su carácter también. Quería hablar en serio con Tom pero como si lo presintiera Tom cambiaba de tema o le besaba cortándole la respiración. Bill caía en sus redes y al final la conversación pendiente quedaba olvidada hasta la próxima vez que sintiera que le faltaba algo. El amor de Tom…

Una noche se armó de valor y esperó a que todos en la casa se hubieran ido a la cama para salir de la suya y meterse en la de Tom. Recorrió la silenciosa casa a oscuras y descalzo como estaba para no hacer ruido alguno entró en su habitación.

La luz estaba encendida y le vio sobre la cama. A un lado en la mesilla había una botella de whisky vacía. Odiaba que bebiera, no era él en ese estado. Podía llegar a ser cruel con él y no recordar al día siguiente nada del daño que le hacía. Pero él si lo hacía, y toda esa confianza que un día llegó a tener en Tom iba disminuyendo con cada hora que pasaba. Si, le seguía amando con toda su alma pero ya empezaba a creer que jamás iba a conseguirle, que solo podría tenerle en las sombras de esa lúgubre casa.

Respiró hondo y se sentó en el borde de la cama, levantando una mano y acariciando la suave mejilla de Tom.

¿Tom?—le llamó en voz baja.

Esperó sin dejar de acariciarle hasta que le vio pestañear y abrir sus enrojecidos ojos. Había algo en ellos….algo que no había visto en mucho tiempo…

¿Tom?—repitió en un susurro.

Bill…mi amor…—susurró también Tom.

Hacía mucho que no le decía que era su amor y una vez más olvidó porque estaba allí. Se inclinó sobre él y rozó sus labios con un beso. Le despertó del todo, y cuando quiso darse cuenta yacía desnudo bajo su cuerpo mientras que le embestía a un ritmo lento. Sus labios apenas separados jadeaban contra los de su contrario, sus ojos fijos en los del otro derramaban lágrimas emocionadas…

Te quiero con toda mi alma—susurró Bill entre sollozos.

Tom asintió y acelerando el ritmo se derramó en su interior entre hondos gemidos. Hacía mucho que no hacía el amor de esa manera, sintiéndolo en cuerpo y alma. Y a Bill le pasaba lo mismo, las últimas veces había sido solo sexo. Pero esa noche, el amor se respiraba en el aire.

Pasó esa noche junto a Tom en su cama, sin importarle que al día siguiente alguien pudiera pillarlos. Si ya lo sabían… ¿qué importaba?

&

Llegó el nuevo día y sin que ellos lo supieran venía cargado de sorpresas. La primera se la llevó Tom cuando abrió los ojos y vio la desnuda espalda de Bill contra su pecho. Él le abrazaba la cinturacon fuerza y había dormido con la cara enterada en su dulce cuello. Sentía sus nalgas rozarle la pelvis y se frotó contra ellas jadeando por lo bajo.

Bill…—gimió con los ojos cerrados.

No se pudo reprimir, siguió frotándose hasta derramarse contra su espalda. Le abrazó con más fuerza mientras sentía un profundo orgasmo recorrerle el cuerpo hasta dejarlo saciado.

Bill se despertó al sentir esa calidez recorrer su piel. No estaba enfadado, sentirle tan cariñoso a primera hora de la mañana era un placer muy hermoso. Se volvió en sus brazos y se apoderó de sus labios.

Buenos días—susurró tras el beso—¿Qué tal has dormido?

Muy bien, y gracias a ti—contestó Tom sonriendo.

Habían rodado por la cama y Bill se encontraba tumbado sobre él. Sentía su pelvis frotarse contra la suya mientras que sus manos descansaba sobre sus nalgas y acariciaban.

Siempre…siempre puede ser así…—empezó a decir Bill—Compartir la cama todas las noches y hacer el amor por la mañana…

Sabia por donde iba, y por eso se puso tenso. Y Bill lo sintió, se apoyó en su estómago y se incorporó dejando que la sábana le resbalara por la espalda. Estaba cansado de la situación, de ir mendigando algo de cariño tras Tom.

Tenía que tomar una drástica decisión y darle un ultimátum, a ver si así lograba hacerle abrir los ojos.

Si de verdad me quisieras, dejarías a Carol—dijo Bill con firmeza.

Le vio morderse el labio y maldecir por lo bajo, al tiempo que le apartaba con suavidad al otro lado de la cama y se levantaba.

Carol no me da a elegir, ¿por qué tu sí?—preguntó Tom sin volverse.

Porque ella no te ama, y yo si—susurró Bill.

Esperó una respuesta por su parte, pero Tom solo le dio un frío silencio. Le vio caminar desnudo por la habitación hasta un armario, de donde sacó otra botella de whisky.

¿No es pronto para beber?—preguntó sin poderse contener.

El alcohol me ayuda a olvidar—contestó Tom en un susurro.

Si quieres olvidarte de mí, dilo de una vez y no te calles—estalló Bill levantándose de la cama.

Recogió del suelo la ropa que Tom le quitara la noche anterior y empezó a vestirse entre lágrimas. Pero no contaba con que Tom se le acercara y le abrazara por la espalda, enterrando la cara en su cuello y besándoselo llorando al mismo tiempo.

Jamás podría olvidarme de ti—sollozaba Tom—Pero…esto puede conmigo, y necesito tiempo….mi Bill…

Se mordió el labio para no gritarle que llevaba casi un año esperándole. ¿Cuándo tiempo iba a necesitar? ¿Toda la eternidad?

Dame unas semanas—dijo Tom como si le hubiera leído el pensamiento—Salimos de viaje pasado mañana y estaremos 2 semanas en Dresde. Déjame planear las cosas con calma y cuando vuelva tú y yo hablamos.

Tuvo que conformarse con esa especie de promesa. Le daría dos semanas y si para entonces no se decidía, mucho se temía que tendría que empezar a creer que lo suyo con Tom era imposible.

Asintió para deleite de Tom, que haciéndole girar en sus brazos le besó profundamente en los labios.

¿Confías en mi?—preguntó Tom por enésima vez.

Si—contestó por enésima vez también Bill.

Tom sonrió al escucharle, sabía que con el tiempo hallaría la solución al problema que se le planteaba, y entonces recompensaría a Bill como se merecía. Le besó por última vez y dejó que se terminara de vestir y saliera.

Una vez solo, se sentó en la cama y se tomo otro sorbo de whisky mientras pensaba si estaba haciendo lo correcto…

&

Dos días después se iban de nuevo de viaje y Bill los vio partir desde la ventana. Apretando en su mano el colgante que Tom le había regalado, suspiró pensando que si todo iba bien ese iba a ser la última vez que se dijeran adiós. Tenía dos semanas por delante para esperarle, luego dejaría de hacerlo.

Pero pasaron dos semanas y ni Tom ni su mujer regresaban. Se empezó a preocupar, diciéndose así mismo que seguramente habría surgido algo relacionado con el trabajo y de ahí el retraso.

Pero un mes después no aguantaba más la situación. Nuevamente se armó de valor y cuando se encontró a solas al padre de Tom, le abordó.

Su hijo se está retrasando…—comentó tratando de aparentar normalidad.

Mi hijo está haciendo su trabajo—contestó John con cierta frialdad—Haz tú el tuyo.

Asintió en silencio y siguió con su camino. Salió al jardín y escondido tras unos rosales rompió a llorar desconsolado. ¿Qué habría pasado? Por la casa siempre corrían rumores pero esa vez nadie decía nada, presentía que iba a ser el último en enterarse y cuando lo hiciera sería tarde…

&

Una tarde le despertaron unos golpes dados a la puerta de su habitación. Se encontraba descansando, ese día había amanecido con fiebre y cuando se desmayó en el jardín delante de los invitados de los señores Kaulitz, uno de ellos que era médico le examinó y recomendó descanso hasta el día siguiente.

Le tuvieron que dejar ausentarse para no armar más revuelo delante de los invitados y se encontraba tumbado en la cama cuando los golpes le despertaron. Se levantó con dificultad y abriendo la puerta…no vio a nadie. Solo un sobre blanco en el suelo del pasillo con su nombre escrito con letra temblorosa.

Era la letra de Tom, la conocía perfectamente. Se inclinó y cogió el sobre con la respiración entre cortada. Eran malas noticias, lo presentía. Regresó y se sentó e la cama, donde abrió el sobre y leyó.

Todo lo que había entre nosotros está muerto como muerto lo estoy yo. No te merezco, busca otra persona a la que dar todo tu amor…” (*)

Sentía que moría con cada palabra que leía…no lo entendía, le pidió que confiara en él y lo hizo con los ojos cerrados. No lo entendía…él le amaba con toda su alma, y le regaló su corazón que besaba cada mañana cuando se levantaba…

Pasó varias horas sentado en la cama con la nota en su regazo, llorando sobre ella mientras entre una mano sostenía el colgante que Tom le había regalado. La promesa de su amor eterno, rota por el paso del tiempo.

Se levantó dejando caer la nota al suelo. Hacía horas que había anochecido y todos en la casa dormían ajenos a su desgracia. Se dirigió a la habitación de Tom y se tumbó en la cama tras garabatear una nota que dejó bajo la almohada.

Fue encontrado muerto al día siguiente, cuando retiraron su cuerpo descubrieron esa nota cuyo contenido todo el mundo supo descifrar.

Te esperaré en el más allá…”

Continuará…

(*) la primera frase está tomada de la película “Leyendas de pasión”

por lyra

Escritora del fandom

Un comentario en «El amor nunca muere (Psicofonía de amor) 11»

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