Fic TWC de lyra

4: Una historia de amor… ¿o tal vez dos?

— ¡Lucian…!

El gemido de Bill resonó en la silenciosa habitación, haciéndole incorporarse de golpe en ese sillón donde iba a pasar la noche.

¿Había escuchado bien? ¿Cómo conocía Bill ese nombre que él mismo acababa de escuchar esa tarde?

Se dejó caer de nuevo en el sillón, pensando que tal vez cuando se perdió al bajar a comer estuvo hablando con la Sra. Marline o su marido, tal vez ellos le contaran algo de la casa.

Decidió que cuando bajara a desayunar al día siguiente trataría de encontrar un hueco para hablar con uno de ellos y preguntárselo, además de conocer un poco mejor la historia de la casa, pues más intrigado ya no podía estar.

¿Por qué había dicho el nombre de Lucian en un gemido? ¿Por qué esa erección al decirlo?

&

Decidió desistir de dormir cuando vio que amanecía y no había logrado poder cerrar los ojos. Se pasó toda la noche en vela, viendo como Bill dormía plácidamente en la amplia cama, sin perder la sonrisa de sus labios en ningún momento.

No volvió a gemir, ni quería saber qué pasó con esa erección. Allá él con los sueños que tuviera, pero él no iba a estar echado a su lado mientras soñara cosas raros….

Soñar con un chico al que jamás había visto…. Pero… ¿por qué un chico?

Se levantó del sillón y dejó caer la manta al suelo. Frotándose los brazos por el camino, echó a andar por la habitación, parándose ante el gran ventanal que daba a una pequeña terraza. Lo abrió y salió a ella, sintiendo como el aire frío de la mañana le arañaba su piel desnuda. Se apoyó en la barandilla y miró hacia abajo, viendo el patio de piedra que se extendía bajo sus pies.

Sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo y decidió volver dentro. Cerró bien el ventanal, viendo que Bill ni se había inmutado.

Cogió algo de ropa del armario y se vistió para bajar a ver si lograba encontrar a la Sra. Marline, aprovechando que sus amigos continuaban dormidos. No quería ser interrumpido en su charla.

Se recogió el pelo en su clásica coleta y bajó sin llevar la gorra puesta. Entró en el comedor y vio que ya les habían preparado la mesa para el desayuno. Pasó de largo y recorre el pasillo que comunicaba con la cocina, desde donde le llegó el olor de unos bizcochos recién hechos.

Pasándose la lengua por los labios entró en la caldeada cocina, encontrándosela vacía. Se acercó al horno y se inclinó viendo como en una bandeja estaban haciéndose esos ricos bizcochos de canela.

—En 5 minutos estarán listos—le asustó la voz de la Sra. Marline a su espalda.

Se incorporó y la miró avergonzado.

—No pensé que se fuera a levantar tan pronto—continuó diciendo la Sra. Marline.

—No he podido dormir en toda la noche—confesó Tom sin poder evitarlo.

— ¿Ha habido algún problema con la cama?—preguntó la Sra. Marline preocupada.

¿Qué Bill estaba en ella?”—pensó Tom con ironía.

—No…bueno, solo que la extrañé—se excusó carraspeando—Me suele pasar a menudo…tantos viajes y hoteles nuevos, no termino de acostumbrarme.

—Claro, echarás de menos dormir en tu propia cama—dijo la Sra. Marline sonriendo— ¿Le apetece un café recién hecho?

Tom asintió agradecido y se sentó a la mesa cuando la Sra. Marline se la indicó con una mano. Mientras esperaba a que se lo sirviera, fue buscando las palabras necesarias para sacar esa conversación que tanto le daba vueltas en la cabeza.

—Gracias—dijo cuando le puso la taza delante.

— ¿Hay algo que me quiera decir?—preguntó la Sra. Marline.

Sonrió al escuchar sus palabras. Seguro que llevaba escrito en la frente la palabra preocupación con grandes letras.

—Me gustaría saber algo más de la historia de la casa—empezó a decir acomodándose mejor en el asiento.

—Vaya, no pensé que a un joven de tu edad le interesara una cosa así—rio la Sra. Marline tomando asiento enfrente de él.

Tom se dispuso a escucharla con mucha atención, sabiendo que si veía que estaba muy interesado en el tema hablaría con más comodidad y podría hallar las respuestas a tantas preguntas que rondaban por su cabeza.

— ¿Quién era Lucian Compton?—preguntó sin poder contenerse.

—Era el hijo mayor de Lord Gabriel y Lady Isabel Compton, los últimos Lores que habitaron Commonwood House—empezó a relatar la Sra. Marline—Tenía una hija, Regina, pero el título solo pasaba al hijo varón, y cuando murió sin descendencia el título se perdió.

— ¿Cómo murió Lucian?—preguntó Tom muy intrigado.

—Fue una desgracia. Su prometida murió en esta misma casa y desde entonces no levantó cabeza—explicó la Sra. Marline en voz muy baja—Una mañana amaneció muerto en su propia cama. Unos dijeron que le consumió la tristeza, otros que fue preso de una maldición.

— ¿Una maldición?—repitió Tom incrédulo.

—Resulta que su prometida, la señorita Carmel March tenía parientes que no eran muy bien vistos en sociedad—susurró la Sra. Marline como si tuviera miedo de ser escuchada— ¡Gitanos!

— ¿Y pensando así como le dejaron prometerse con ella? —preguntó Tom sin entender.

—Hijo, cuando el amor llama a tu corazón, no ves nada más—rio la Sra. Marline—La señorita Carmel trabajaba en la casa como criada, y Lucian quedó prendado de ella desde el primer día que la vio. Lady Isabel siempre perjuró que habían hechizado a su hijo para que se enamorada de una chica sin clase ni fortuna.

“Lucian se impuso a su madre, dijo que si no aprobaba su unión se marcharía de casa con Carmel y se casarían en secreto, sin importarle renunciar al título y a su herencia. Para Lady Isabel el título era lo más importante, por no mencionar lo que iban a decir sus amistades…”

“Así que decidió dar su visto bueno. La señorita Carmel pasó de ser una simple criada a convertirse en la futura Lady Compton. La alojaron en una de las habitaciones de la primera planta, precisamente en la que comparte con su hermano….”

¿Por qué será que no me extraña?”—pensó Tom arrugando la frente.

—Pero ella no era feliz—siguió relatando la Sra. Marline—Desde que se supo que se había prometido con el hijo de un Lord, todos le dieron la espalda. Los criados de la casa murmuraban por los rincones, diciendo que solo se casaba por su dinero. Y Lady Isabel le dirigía las miradas más frías que te helarían el corazón…por no hablar de Regina, que le hacía la vida imposible ridiculizándola delante de sus amistades cuando iban a tomar el té a la casa”

“Además, veía que Lucian estaba muy unido a su madre y no paraba de contarle sus problemas y conversaciones. Como la idea absurda de que cuando se celebrara la boda Carmel se quería instalar en otra casa, bien lejos de ellos si era posible”

“Lady Isabel se negó en rotundo. Dijo que el deber de su hijo era gobernar Commonwood House, que había nacido para ello. Acordó con su hijo que tras la boda se instalaran en el dormitorio que en esos momentos ocupaba Carmel, usando la habitación de al lado para sus futuros hijos, a la que se accedía a través de la puerta que las unía….”

Esas palabras hicieron que Tom levantase la cabeza de golpe.

—Espere, no hay ninguna puerta en nuestra habitación…—empezó a decir.

—Ya no, pero la hubo, al lado del baño—explicó la Sra. Marline.

Eso le trajo a la memoria el incidente del día anterior, cuando Bill casi se choca con la pared cuando iban a buscar a sus amigos a la habitación de al lado, excusándose con la tonta idea de que pensaba que allí había una puerta.

— ¿Se encuentra bien?—preguntó la Sra. Marline al ver que se había puesto muy pálido.

—Siga con la historia, por favor—pidió Tom en un susurro.

—Una noche y tras una de sus continuas peleas con Lucian, al que acusó de llegar a acosarla en su propia habitación, Carmel se encerró en ella negándose a bajar a cenar—siguió la Sra. Marline—Últimamente se pasaba las noches llorando, viendo como la familia de Lucian le habían cambiado, no llegando a reconocer al encantador joven del que se enamoró, que llegó a encararse con su madre por un simple rosal que ella quiso plantar en mitad del jardín.

“Algunos dijeron que fue un accidente, pero todos pensaron que esa noche no lo pudo soportar y se tiró por la terraza con tan solo 19 años, dejando a Lucian sumido en la melancolía”

— ¿Carmel se suicidó?—preguntó Tom con miedo.

—Eso no se pudo demostrar, pero es la versión oficial—contestó la Sra. Marline—Tras su muerte, Lucian ocupó la habitación que estaba predestinada tras su boda. Día tras día su carácter cambió. Bebía en grandes cantidades y comenzó a hacer cambios por toda la casa, quitando todo aquello que le recordara a ella.

“Mandó tapiar la puerta que comunicaba con la habitación que estaba destinada a los hijos que ya no tendría. Una noche en mitad de una borrachera bajó al jardín y destrozó el rosal de la señorita Carmel con sus propias manos, arrancándolo de raíz y no permitiendo plantar uno nuevo en esa parte del jardín”

“Una mañana la casa despertó con el grito angustiado de una madre que descubre que su amado hijo había amanecido muerto. Con él se iban las esperanzas de un nuevo Lord, porque el título también murió con él. Regina se casó y tuvo hijos varones, pero no heredaron el título, ni la casa”

“Tras la muerte de Lady Isabel y Lord Gabriel, la casa se puso en venta y el nuevo dueño, uno de los hijos de Regina la acomodó a su manera, más que nada para poder recuperar algo del dinero perdido por haber tenido que pagar por algo que legalmente le pertenecía.”

“Hizo las reformas necesarias y la puso en alquiler cuando él y su familia no se hospedaban en ella, ya que actualmente vive en Francia y solo vienen por vacaciones”

Con esas palabras, la Sra. Marline pone punto final a su relato.

— ¿Le han contado usted o su marido algo de esto a mi hermano?—preguntó Tom en un susurro.

—Mi marido me dijo que ayer se encontró con su hermano a la hora de comer—contestó la Sra. Marline—Al parecer se había perdido y le indicó el camino al comedor, pasando por el pasillo en donde se encuentra el único retrato que queda de la señorita Carmel…

— ¿Lo ha visto mi hermano? —susurró Tom.

—Por lo visto se quedó parado ante él unos minutos. Mi marido le dijo quién era, pero nada más. Nunca mencionó al señorito Lucian o le explicó la manera en la que murió.

Se recostó en la silla tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Según su loca imaginación, porque no había otra palabra para describirla, Bill estaba o creía estar poseído por el espíritu de la tal Carmel March, a no ser que….

— ¡Será capullo!—exclamó rompiendo a reír.

—Ese lenguaje, jovencito—riñó la Sra. Marline muy seria.

—Perdone, pero mi hermano se lo merece—se disculpó Tom levantándose—Me ha estado tomando el pelo, y yo muerto de preocupación por él…

Echó a correr por el pasillo camino de su habitación. Por el camino recordaba que David les contó la historia de la casa cuando estaban en el autobús, de la información que había sacado en Internet.

Fijo que Bill logró sonsacarle el secreto de donde iban a pasar esos días y se puso a investigar por su cuenta, dando con la historia de Lucian y Carmel y decidió divertirse a su costa en ese fin de semana tan aburrido que se le presentaba por delante sin ninguna otra clase de distracción.

Apretó los dientes al pensar que incluso había tenido la osadía de masturbarse con él echado a su lado solo para hacerle creer…. ¡que se lo estaba montando con el tal Lucian!

Entró corriendo en la habitación que compartía con Bill, viéndole dormido aún con una plácida expresión en la cara. Sin pensárselo dos veces se tiró encima y le cogió por los hombros, sacudiéndole sin nada de suavidad.

— ¡Vamos Bill! Se terminó la broma—estalló en su cara.

Vio cómo iba abriendo los ojos lentamente y se le quedaba mirando con una extraña expresión en la cara. Le soltó los hombros al verla, pero ya era tarde….

Pues Bill levantó los brazos y cogiéndole por la espalda le acercó a sus labios y comenzó a besarle suavemente…

Continuará…

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por lyra

Escritora del fandom

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