Lamento mucho la tardanza.
Capítulo cortito.
Capítulo 4: Recuerdos
El castillo estaba silencioso, envuelto en una bruma que lo oscurecía poco a poco, y aunque las miles de lámparas encendidas le daban a los interiores un aspecto muy cálido, todo se sentía frío, o eso pensaba el Rey Jörg, mientras se dirigía rápidamente a la habitación Real, donde él y la Reina dormían. Caminaba rápidamente, seguido de su comitiva. Algunas veces, con aquella masa de gente caminando respetuosamente detrás, entendía perfectamente a Tom, y el porqué odiaba el Príncipe todo eso. Ahora hubiera preferido ir solo.
Al llegar a las habitaciones reales, que estaban en las torres mas amplias del palacio, la comitiva se disipó cuando el mayordomo real abrió de par en par las ostentosas puertas de roble y tracería de oro, cuyo intrincado diseño evocaba la leyenda del santo grial. El Rey entró a la fastuosa habitación real, compuesta por ocho cuartos y estancia, todos revestidos con madera de roble tallado a bajo relieve, esculturas de mármol, oro, bronce y sedas bordadas con hilos de oro.
No prestó atención en absoluto. Siguió caminando hasta llegar al fondo del gigantesco aposento, en donde se encontraba la reina sentada sobre un mullido sillón forrado de seda azul y bordado con hilo de plata. Le daba la espalda, ya que el sillón estaba estratégicamente acomodado hacia el enorme balcón, desde donde se podía dominar la vista de toda la explanada principal del palacio y el extenso bosque que lo rodeaba. Se sentía enferma, la cabeza le dolía y también el cuerpo. Llevaba una bata de seda tan clara y suave como el algodón, y el rubio cabello echado hacia atrás, cayendo en una ondulada cascada por su espalda. El rey la miró fijamente
¡Cuánto la amaba!
Y la observó, mudo de pena. La reina estaba melancólica además de indispuesta. Cuando el rey se acercó un poco, pudo ver que entre sus manos estaba un pequeño recuadro, finamente acabado, cuyo contenido era un fiel retrato al óleo de su hijo menor, el Príncipe William. Un retrato reciente, de su rostro apuesto y afilado, tan parecido como diferente al de ella.
— ¿Por qué, Jörg? — Dijo ella, sin despegar la mirada del horizonte que se dibujaba tras el ventanal de la terraza — ¿Por qué…?
Y el Rey no necesitaba preguntar a que se refería. Lo sabía perfectamente bien. -Bill era inocente… es inocente- se lamentó, y de nuevo, las lágrimas surcaron su afilado rostro hasta gotear por el mentón-me lo arrebataron, me lo robaron…
El rey apenas podía pasar saliva, tenía un nudo muy apretado en la garganta, y con su pañuelo de seda, limpió inútilmente las lagrimas de reina. Ella no paraba de llorar. -Lo sé…-consiguió decir, después de varios intentos. Pero para la Reina, el dolor era indescriptible, y le hacia pedazos el alma.
— Siempre… siempre lo supe, desde que vi la carita de mi Tom, ¿la recuerdas? — le preguntó, volviendo su rostro hacia el rey. Ella recordaba perfectamente todo, incluso cada movimiento que sentía dentro, cuando sus gemelos estaban seguros y a salvo en sus entrañas.
— Lo recuerdo — dijo él, sentándose a su lado y besando su mano libre, la que no tenía aquel retrato de Bill y pensaba en la felicidad que les había sido robada. La reina volvió a mirarlo, y sus ojos se anegaron de lágrimas por milésima vez.
— Parece un ángel — dijo- míralo… mi hijo… debió crecer con nosotros, debió dormir con nosotros, no a merced del frío y del hambre — sollozó — ¿Por qué me hizo esto? — preguntó, y al rey se le heló la sangre. Sabia que ella hablaba de la desalmada anciana muerta — ¿Por qué me lo arrebató?
— Porque estaba corrompida por la ignorancia y la perversidad, por la envidia, por el odio… — al Rey también le hervía la sangre al pensar en aquello de lo que no hablaban, menos delante de Bill — si yo hubiese estado ahí… — dijo, y recordó, con cada doloroso detalle, el destierro del anciano medico real, cuando Bill aún estaba muy herido y la última conversación que tuvieron con el.
Flashback
En el enorme salón del trono del fastuoso palacio de Calabria, el reloj marcaba las nueve de la mañana exactamente, y ahí, de pie frente a los dos tronos ornamentados ricamente con oro y maderas preciosas, los Reyes de Calabria miraban despectivamente al medico real, que estaba encorvado, empequeñecido, muy asustado.
— Dime, Ferrer — el Rey habló, y su voz estaba cargada de autoridad y dureza. Su mano izquierda apretando cálidamente la mano temblorosa y fría de la reina. — dime que pasó la noche en que mis hijos nacieron. Las antorchas ardían con un fuego enfurecido, un par de guardias custodiaban las puertas desde afuera, y los Príncipes gemelos brillaban por su ausencia. El silencio era sepulcral.
— Majestad — dijo quedamente -a veces no es bueno desenterrar el pasado…
— Eso lo decidiré yo. Y mas te vale empezar a hablar, o en lugar de mandarte desterrar, te mandaré matar.
El medico sopesó sus posibilidades, dejó caer los cansados hombros y habló.
— Aquella noche — comenzó — era fría, una noche que pronostica un mal augurio. Su Majestad — dijo, mirando los enjoyados pies de la reina, porque no se atrevía a mirarla a los ojos, no mientras confesaba como había sido participe en la infamia cometida en contra del hijo que ella amaba, y que siempre amó. — llevaba muchas horas en labor, parecía imposible aquel nacimiento, nunca estuve en uno tan peligroso, temía tener que abrir a su majestad por el vientre para hacer nacer a su hijo…
Llegados a aquel punto, el Rey afirmó su agarre en la mano de su esposa.
— Sigue.
— Después de casi un día entero, la Reina estaba exhausta, y yo temía seriamente por su vida, y por la vida de la criatura, un nacimiento complicado… — repitió, los ojos vacíos, mirando a la nada, como si su mente viajara a aquella terrible noche — decidí que no debería haber mas personas en la habitación, porque era mas delicado de lo que pensaba, así que mi orden fue que salieran todos, pero la Reina Lucila, que no dejaba de atormentar a Su Majestad, se quedó sin importar mi pedido… así como se quedó su joven dama de compañía por ordenes suyas…
— Constanza… — dijeron los reyes al unísono.
— Si, la joven Constanza…
— Continua- apremió el rey
— Finalmente, y con las ultimas fuerzas que Su Majestad tenía, pudo dar a luz a su hijo, el Príncipe Thomas, y era tal el agobio, la debilidad y el cansancio de la Reina, que cuando escuchó que estaba sano, se desmayó, y…
— Sigue — rugió el rey — ¿que pasó después? — Después… cuando me ocupaba de atender al recién nacido Príncipe, una de las esclavas que aseaban a la reina hizo un sonido de espanto, de terror… me di la vuelta y de entre las piernas de la Reina había nacido otro niño, sin ayuda alguna, entre una enorme marea de sangre…
La reina sollozó fuertemente, y el rey pensó que ya había escuchado demasiado, pero antes de que mandara a callar al médico, la reina le ordenó seguir.
— Continúa…
— Ese niño era pequeño, pero perfectamente formado, nació casi asfixiado, e incluso llegué a pensar que había nacido muerto, porque no se movía, estaba quieto, con los ojos cerrados y el cuerpo inerte, y el tiempo se detuvo para todos, hasta que el Príncipe William lloró débilmente y la entonces Reina Lucila fue la que actuó. Yo tomé al niño para revisarlo, para limpiarlo y asegurarme que estuviese bien y para ponerlo en los brazos de su madre, pero la Reina Lucila no lo permitió, solo me ordenó envolverlo en una de las sabanas manchadas de sangre que estaban sobre el lecho, y así lo hice… — las pestañas del medico temblaron cuando recordó con mas dureza aquel momento- la Reina Lucila tomó al segundo príncipe, y por su mirada, temí que fuera a hacerle algo ahí mismo, pero únicamente se lo entregó a su dama de compañía, con la orden de irse inmediatamente y ahogarlo en el río…y se fue, Constanza se fue con el pequeño Príncipe fuertemente apretado contra su pecho, y jamás lo volví a ver, hasta que su Alteza Imperial cumplió dieciocho años. Siempre supe que Constanza no tuvo el corazón para asesinarlo, y no me equivoqué, ella lo hizo vivir.
En aquel punto de su relato, el Rey siseó, sintiendo que la furia lo consumía, y la Reina, lloraba a mares, desconsolada.
— ¿Por qué no me lo dijiste? — Preguntó el Rey — ¿Por qué…? Mira a lo que llegamos con esta infamia… mi hijo, arrebatado de su noble lecho, despojado de sus derechos, a merced del hambre y el frío… torturado y al borde de la muerte — dijo, sintiendo un acceso de náuseas- ¿puedes llegar a imaginar como te habríamos recompensado?
— No, Su Majestad, yo soy simplemente un servidor, y obedezco órdenes.
— Obedecerás órdenes, pero en lo referente a un niño recién nacido, y más aun, uno de sangre pura como el mío, las únicas órdenes que debiste seguir fueron las nuestras, las de sus padres, no las de esa insensata de Lucila. Este error, te perseguirá el tiempo que te quede de vida.
-Lo sé, Alteza, y asumo las consecuencias de mis actos… yo no sabía, esa noche fue terrible, y la reina Lucila lo decidió, no podía hacer yo nada mas.
— Si podías, pudiste salir y decirme que tuve dos hijos en lugar de uno…
— ¿Qué habría hecho usted, Majestad, con dos príncipes y un solo trono?
— Lo mismo que estoy haciendo ahora- la paciencia del Rey se agotó- Amarlos, cuidarlos, protegerlos ¡Eso hubiera hecho! -Gritó, levantándose con garbo — ¡Guardias! — y las puertas se abrieron con estrepito, dándole entrada a los guardias imperiales-saquen a esta basura de aquí.
Fin flashback
— El hubiera no existe Jörg… — dijo ella, apretando el retrato mas fuerte… — ¿has visto la renuencia en sus ojos? Esos ojos iguales a los tuyos… — preguntó- el miedo, la soledad… el no tendría que haber pasado eso…
— Nunca… pero lo pasó…
— Y lo perdimos…
— Pero Bill esta aquí, seguro y a salvo con nosotros.
— Pero… ¿Dónde están esos diecinueve años perdidos? Se notan en sus ojos, la nostalgia… duele tanto que no pueda ni siquiera sentirse cómodo diciéndome mamá… El es mi hijo, ¡es mío!, yo lo formé con mi sangre, yo le di a luz a esta vida…
— William te ama…
— Si, pero jamás va a amarme como amó a Constanza… la envidio un poco, ella crió a mi hijo como pudo, y le estaré eternamente agradecida, aunque siempre la envidaré un poco…
El rey pensó en juzgar a la reina por sus palabras, pero decidió no hacerlo, puesto que no podía aventurarse a juzgar la profundidad del sentimiento de una madre por su hijo. Y eso la atormentaba, pues se sentía agradecida y egoísta al mismo tiempo, teniendo en el centro de todo ese tormento, a su joven Príncipe Heredero que tanto adoraba. Lo único que su corazón quería, era aprender a vivir con aquello que les había tocado.
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La primavera comenzaba a asomarse por todos los rincones hacia la segunda semana de Marzo. Los cipreses que bordeaban el campo de tiro del palacio estaban más verdes que nunca, se mecían suavemente y canturreaban de felicidad al compás del viento caliente que llegaba del mar. El agua del lago comenzaba a estar cálida y los macizos de flores abundaban por cada área verde del enorme palacio azul y blanco. Los jardineros no se daban abasto, ya que gracias a la brisa marina, toda la vegetación crecía de forma desmesurada.
La mañana del segundo domingo de Marzo había llegado, y era temprano, cuando los príncipes bajaron al enorme comedor para tomar un desayuno ligero y privado en compañía de los Reyes. Bill aun se sentía terriblemente torpe en cuanto a las ceremonias, modales y comportamientos de su nueva vida. Cuando solo eran Constanza y él, y cuando llegaban a tener algo de comida, era diferente. Ahora, Tom era el que tenía que pasarle los cubiertos correctos y mostrarle poco a poco todas las costumbres que tenían como la realeza que eran. Para Bill aquello era tedioso e innecesario y siempre olvidaba todo al segundo en que Tom se lo decía, y Tom seguía enseñándole con infinita paciencia en cada ocasión que se sentaban a la mesa.
Los príncipes estaban sentados juntos, ambos magníficos como siempre, Bill con un traje ligero y sencillo de lino color plateado, no llevaba chaleco, solo una camisa de algodón blanco, con una corbata ancha ceñida al cuello, lo que le daba un aire aun mas esbelto, como una daga afilada. Portaba también su emblema de Erpa-ha y sus brazaletes de comandante. Llevaba el cabello negro, corto, húmedo y peinado hacia arriba, adornado por una sencilla corona de platino a base de picos y todo su cuerpo exhalaba su esencia fresca, intensificándose a cada momento que bebía sorbos de té de cardamomo, su favorito.
A su lado, siempre sereno en la superficie, estaba el príncipe Tom, vestido de gris oscuro, con un traje de seda casi negro, bordado con hilos negros de la misma seda, tan negro como sus ojos, con una corona idéntica a la de Bill descansando sobre sus sedosas trenzas negras; era un caballero de la noche entreteniéndose en desmenuzar un pastelillo de vainilla con sus dedos largos, en busca de las frambuesas incrustadas en el pan. Tal era la perfección en aquellos seres, que mirarles resultaba hasta incómodo.
La Reina estaba entre el Rey y su hijo menor, a quien le tenía tomada la mano en un cálido agarre. A Tom, lejos de molestarle aquello, lo encontraba hermoso, el también sentía ese peso en su corazón, el peso de haber vivido lejos de su hermano, con la certeza de tantos años desperdiciados, y apenas si podía palpar el dolor de su madre. .
— Bill… — llamó el Rey, y el menor de sus hijos le dedicó su total atención.
— ¿Si?
— Debo decir, que desde hace dos años, la productividad en Calabria se ha duplicado — dijo, con la vista fija en un par de pergaminos que había sacado esa mañana de su sala privada.
— Si… padre… los impuestos eran elevados.
— Cuéntame como pensaste en esta estrategia..
— No creo que sea algo bueno ese cuento — dijo el príncipe, con la mirada fija en el anillo de oro que llevaba su inicial. No quería hablar de su vida de antes, era consciente del daño que les producía a Tom y sus padres.
— Vamos Bill — dijo Tom — cuéntanos — Y Tom supo que aquello iba a doler.
— Bueno… en más de una ocasión…mi… ahm… Constanza y yo… — Bill se conflictuaba terriblemente al llamar a Constanza su madre, temía herir a la reina aun más de lo que ya vivía herida- tuvimos que escoger entre comer, o pagar los impuestos, cuando pasaba eso… me iba a dormir, dormía mucho para no pensar en el hambre… por eso ahora, se que las personas trabajan mejor si son motivadas, en lugar de amenazadas y sobre todo, si tienen el estomago lleno…
Tom y sus padres estaban en mudo shock, procesando las palabras del joven Bill, pero antes de que lo revelado pudiera hacer más daño, el heraldo del Rey le llevó dos cartas que descansaban sobre una bandeja de plata.
— Negocios — mintió el rey, después de dar una rápida hojeada a las misivas.
— ¿Qué van a hacer hoy? — preguntó la reina, mirando a sus dos hijos.
— Bill quiere ir a ver a Constanza — dijo Tom, mientras se metía en la boca el tesoro de frambuesas que había desenterrado del pan. — y luego no sé, lo que se le ocurra…
Bill sonrió como si fuera bobo y todo el ambiente perdió la tensión. Los reyes, mucho más sueltos que antes, terminaron el desayuno sonriendo, al ver a sus hijos comer, platicar y bromear juntos, como siempre debió ser.
Continuará…
Bueno eso es todo, un poco de los recuerdos de los reyes y algo de la vida cotidiana de este par, antes de lo que se viene que estara ufff de muerte.
Desde ya, miles de gracias por leerme.
GB~
Esas dos cartas no eran negocios¿verdad? Quizá son las repuestas del rey de Mónaco y de su hija, la princesa. .se vienen ahora si, los días oscuros u.u (por lo menos tuvimos un lemon XD).
Había olvidado la maldad de la reina madre. .por su culpa, maldad e ignorancia privó a toda una familia de una felicidad. No sé si eso hubiera cambiado el hecho de los príncipes amantes pero por lo menos (o más) la relación entre padres e hijos si lo fue.
Pobre Bill, no merecía esa vida y me duele pensar que una vez más será «arrebatado».
Ese mar traerá Muchas aventuras que un pajarito nos dijo y anhelo leer pronto cierto encuentro con cierto capitán de los piratas!
Y sobre lo «real», ánimo! Que nada (que no está en nuestro alcance)prive el amor que tienes por escribir! ♥
Ya estaba extrañando tu review Ady, en efecto no son negocios Para nada, como supiste? Jaja pareces adivina, y claro que habrá más acción antes del problema y dio, no tienes idea jaja ya también quiero que lleguen esos piratas a mi reino y que se pongan a hacer travesuras, de verdad será super y ayudará al desarrollo de las 2 historias!!
Mil gracias por tus increíbles comentarios, estaré subiendo uno nuevo este fin de semana
Besos y abrazos
Y tal fue mi curiosidad que terminé leyendo todos los capítulos de corrido.
Pocas veces me había puesto a pensar en el sufrimiento de los reyes por su hijo perdido. Fue bueno y necesario leer sobre sus recuerdos y emociones. Con todo ese trágico pasado no me extraña que se nieguen rotundamente a un matrimonio forzado para sus hijos.
Me preocupa un poco la reina ¿de que está enferma? ¿Será algo grave y trascendental para la historia?
Me alegra que este capítulo haya sido tranquilo a diferencia de los anteriores. Espero sea posible leer más de sus días como familia y ¿por qué no? también de un poco de romance entre Bill y Tom.
Me alegra que te hayas seguido de largo y leído todo porque en realidad no hay tanto tiempo de diferencia entre las publicaciones, trato de subir 1 por semana.
Y de hecho si es necesario poner esto porque en la primera parte fue como lo intenso pero en esta ya son los recuerdos y como lo vieron, sintieron y tomaron los demás, no sólo los príncipes y si me explayo en los sentimientos de la reina es porque soy mamá y me moriría por dentro así como ella, y en cuanto a que está enferma, pues si es de preocuparse pero.no diré nada más jojo
Gracias por tu comentario, subiré nuevo capítulo el fin y espero volver a responderte
Un besazo