Fic TWC de Melody Fliegen

Capítulo 17: Excitados

By Bill

Una sonrisa paralizada se me quedó en los labios cuando escuché las palabras de mi hermano. Habían sido claras, precisas: “Bill, excítame”, sí, eso había escuchado, y no era capaz de creerlo. De los labios de Tom, no…

Pero entonces mi hermano me miró a los ojos nuevamente, y yo rápidamente me separé de él, confundido, quizás un poco temeroso. Con un temblor en mi labio me tapé la cara y susurré:

—¿Lo dijiste en serio? —Lo miré a los ojos, esperando que se riera y que me preguntara de qué hablaba, que él no había dicho nada. En vez de eso, dejó a un lado la caja de piercing con cuidado, y me alargó la mano para que la tomara, se la negué, haciendo que resoplara.

—Sí… Bill sí… lo dije de verdad, no fue tu idea.

—¿Te… puedo tocar? ¿Sin que me golpees luego? —sonreí cuando asintió, entonces me acerqué a él y le acepté su mano. Con mi rostro rebosante de felicidad, me acerqué a su oído, y le susurré— entonces… prepárate para la mejor noche de tu vida…

Dicho eso, besándolo en los labios, siendo dominado por ellos como me gustaba que lo hiciera, comencé a gemirle sonoramente, con descaro, mientras él intentaba sacarme el pantalón que tenía puesto debido a la calentura que le provocaban mis sonidos. Se lo impedí, hoy yo decidiría.

Dejé de besarlo y comencé a sacarle el cinturón, que quedó en el suelo rápidamente mientras Tom me miraba fijamente. Rápidamente le bajé el pantalón, y sus bóxers ajustados quedaron a mi visión, encantado. Nunca lo había visto así, tan directamente, ni siquiera la mañana anterior cuando estuvo desnudo completamente… yo estaba tan concentrado en pedirle piedad, que no lo observé… pero ahora era mi visión, mi elección. Sabía que yo no podría dominar, no por algo me había nombrado “uke”, pero tampoco lo deseaba realmente.

No me llamaba para nada ser un “seme”.

Me bajé mis pantalones y quedamos ambos en bóxers. Le quité su polera y, sacándome la mía, me puse la suya. Ni siquiera hacía opresión, se dejaba totalmente, con una sonrisa de esas que me gustaban en su rostro, observando cada uno de mis movimientos, precisos y apresurados.

Miré hacia la entrepierna de mi hermano mientras él se relamía los labios, esperando algún movimiento mío.

Me puse de espaldas y me senté sobre él cual asiento, y sentí ese bultito pequeño que crecería pronto. Con una sonrisa volteé mi rostro para que se encontrara con el de él, y esperé a que me besara mientras Tom hacía posesión de mis caderas con sus manos. Nuestras lenguas danzaban en un baile mortal mientras yo le tomaba los rastas, tirándolas un poco.

Comencé a moverme encima de él, rozando mi entrada con su entrepierna. Lo hice gruñir mientras mis gemidos pre-programados hacían que su bultito comenzara a crecer considerablemente. Comencé a frotarme contra él mientras sus manos me presionaban contra su pecho para que me tirara sobre él con más fuerza. Cuando sentí que estaba listo, y que sus bóxers ya le estorbaban, me volví a poner de pie y me puse de rodillas en el suelo, frente a él. Saqué mi lengua y Tom me miró con una ceja alzada, sin quitar la sonrisa de su rostro, mojé mis labios con ella y le sonreí mientras le bajaba los bóxers.

—¿Sigo?

Como respuesta mi hermano abrió las piernas un poco para que pudiera acercarme más a él, lo hice sin vacilar, y dejé de mirar a los ojos de Tom… ahora tenía que saldar cuentas…

By Tom

Mierda, es como si ya lo hubiera hecho antes, pero sabía que mi hermano no tenía práctica en ese ámbito, era virgen totalmente, era un principiante en todo lo que se pudiera escribir “sexo”. Pero su estimulación a base de gemidos sonoros y saltitos sobre mí, había logrado estimularme totalmente, haciéndome gruñir mientras lo besaba.

Abrió su boca introduciendo mi miembro en su cavidad. Mi espina tuvo todo un choque eléctrico mientras Bill rozaba su piercing en toda mi longitud. Con los dientes, tapados por sus labios, hizo una pequeña presión haciendo que tuviera que recostarme para soportar el placer.

Mierda, era mejor haciendo felaciones que cualquier chica, me hacía gruñir mientras le tomaba la cabeza para que siguiera estimulándome.

Me besó en la parte más sensible y supe que faltaba poco para que me corriera. Intenté que siguiera presionándolo contra mí, pero se detuvo…

Levanté mi vista, sabiendo que mi frente estaba brillante por el sudor, y vi a Bill sonriente mientras se relamía los labios, había probado mi líquido pre-seminal… ese idiota. Apreté mis dientes.

Esperé a que dijera algo, que volviera a terminar de hacer su trabajo, pero en vez de eso, se puso de pie y me miró poniendo sus manos en las caderas. Luego habló, agachando su cabeza hasta mi miembro:

—Tomi… —Lo miré con mis ojos bien abiertos, sudando, esperando que volviera a jugar con su lengua y terminara de una vez— mm Tomi —descaradamente se comenzó a tocar su propio miembro a través de sus bóxers, en frente mío comenzó a gemir mientras se masturbaba— mm… —apretaba sus labios con fuerza— ah…

—Termina conmigo, idiota —volvió a posar su mirada en mí y se dejó de tocar para acercar su cara a mi miembro aún más.

—Cierra los ojos… —me susurró con lascivia, no pude hacer más que obedecerle mientras tocaba con sus dedos mi longitud, como si jugara. Me hizo gruñir cuando su lengua lentamente me recorrió hasta llegar a mi punto sensible. Me estremecí esperando que terminara, desesperado prácticamente. Pero nuevamente se detuvo mientras mi respiración se agitaba. Cuando abrí los ojos, no lo vi cerca de mí, ¡mierda!— ¡Termina sólo hermanito! —exclamó. Lo vi correr al baño riendo, mientras observaba que tenía mis pantalones en sus manos.

—¡Bill! —Me dolía la erección que me había dejado latente, hijo de puta…— ¡¿qué mierda te pasa?! —me intenté poner de pie, pero supe que tenía que sacarme la calentura de encima para hacerlo.

—¡Se llama venganza por intentar partirme en dos, mi querido Tomi! —me gritaba mientras entraba al baño— veamos qué haces con ese problemilla en tu cuerpo.

—Mierda… eres un… —me estremecí.

—Soy un excitador profesional, admítelo y te termino…

—Si lo admito te lo tragas todo… —vi que tragaba saliva, y que su labio temblaba. Me toqué mi miembro con cuidado mientras daba un gruñido sonoro para que se sintiera atraído— ¿vas a venir o no? —le dije sugestivamente.

—Yo… ¡Yo no me voy a tragar tu semen!

Dio un portazo encerrándose en el baño, dejándome con mi doloroso miembro, al cual tuve que aplicarle mi trabajo personal un poco enojado. Procuré ensuciar sus sábanas, así cuando mamá lo viera, diría que su hijito estaba creciendo, que escena más graciosa sería esa.

Busqué mi ropa mientras me ponía de pie agitado por la excitación anterior… ni siquiera estaban mis bóxers. Ese Bill…

—¡Como no salgas de ahí con mi ropa te rompo todos tus dibujos! —le grité crispado mientras me ponía a desordenar su cama.

—¡INTÉNTALO! ¡Como si no hubiera tomado mis precauciones, amor mío! —gritó mientras reía a carcajadas en el baño, me lo imaginaba retorciéndose de la risa apoyándose en el picaporte de la puerta con la mano.

Oh, pero si él tenía escondida sus cosas en la ropa, cómo si no lo supiera Bill… caminé a su clóset, y abrí el primer mueble cerrando los ojos. El primer cajón contenía sus bóxers y calcetines, seguramente ahí encontraría algo…

Y no estaba en lo equivocado, ahí encontré una croquera de dibujo profesional, en la que en su tapa dura tenía dibujaba una gran “W”, con una estrella al lado. Fruncí el ceño, esa no era la inicial de mi nombre…

Iba a ver el interior de ese cuadernillo, cuando toqué algo como una botellita, que me hizo desconcentrar haciendo que parpadeara un par de veces antes de sonreír divertido. Luego de un segundo, hablé:

—Oh… mira lo que encuentro aquí… lubricante sabor a ¿fresas? —sonreí al escuchar que las risas de mi hermano se silenciaban, y que daban paso a un notorio nerviosismo. Pobre Bill…— esto merece una explicación convincente.

—Tom… —escuché como el picaporte se giraba lentamente, corrí a él y presioné para que no pudiera salir, con una sonrisa divertida.

—¡Oh, mira! También hay una linda croquera con una gran “w”… veamos qué tenemos aquí —abrí la croquera mientras me ponía a silbar, ya ni siquiera recordaba que estaba totalmente desnudo en la habitación de Bill. Mi sonrisa desapareció de mi rostro cuando vi el primer dibujo, a carboncillo, de ese amigo de Bill, que sabía que era modelo… un tal… William. Apreté los dientes mientras Bill golpeaba la puerta insistente. Ese Bill dibujaba a un chico que no era yo…

—Tom… —intentaba que le abriera la puerta, pero se lo impedía con una mano— lo que estás viendo es sólo porque…

—Porque quieres que él te folle —terminé con sus palabras. Lo escuché suspirar mientras le soltaba la puerta, él se había rendido, yo quería explicaciones. Observé más de esos dibujos, tan minuciosamente acabados, con la firma de mi hermano en cada orilla de cada hoja. Sonreí, hacía muy buenos trabajos, debía admitirlo. Bill salió del baño, mordiéndose el labio, sonrojado.

—¿Por un segundo podrías escucharme Tom Kaulitz? —suspiraba a cada segundo, y me miraba a los ojos mientras yo seguía pasando hojas y hojas de dibujos elaborados con diferentes estilos y colores. En cada una salía William en distintas poses, algunas muy de modelos, como sacadas de una revista, y otras de sólo sus ojos, su sonrisa, su nariz, sus manos. Le hice un gesto a Bill para que hablara, mientras seguía pasando hojas—. Es sólo un amigo, además es modelo, es interesante lo que hace, retrato la hermosura… por favor no creas que… —mi hermano se quedó mudo cuando vio que en mi otra mano aún no soltaba el lubricante, y de hecho, dejé a un lado la croquera, tirándola literalmente debajo de la cama de mi hermano, mientras, con una sonrisa en los labios, miraba a mi hermano estremecerse. Que agradeciera que hoy debía ganármelo a como de lugar, sino esa croquera habría sido quemada rápidamente. Hoy estaba de suerte.

—Ven aquí —abrí el lubricante y puse un poco en mi mano… luego me acerqué a mi hermanito, que tragó saliva— prometo que sólo usaré estos… —susurré moviendo mis dedos llenos de lubricante rosado con un fuerte olor a fresas. Extravagante y llamativo, como el culo de mi hermano. Bill sonrió mientras se mordía el labio— bésame —le exigí mientras él, totalmente a mi merced, se acercaba a mí y esperaba que lo comenzara a besar.

—Promete que mañana no estarás enfadado conmigo Tom —sonreí mientras mis dedos llenos de ese líquido viscoso y grasoso tocaban los labios de Bill, que abrió sus ojos con impacto mientras ese lubricante llenaba su cara, procuré ensuciarle la nariz y parte de sus mejillas también, haciendo que su expresión se volviera aún más vulnerable y atrayente. Parecía un niño pidiendo más sólo con su mirada.

—Lo prometo.

Entonces supe que había recuperado su confianza, sabía que todo era a base de mentiras… pero, a Tom Kaulitz no le importaba en lo absoluto.

Comencé a besarlo mientras su cuerpo se estremecía al buscar su entrada con mis manos. La que no tenía el lubricante, lo usé para bajarle los bóxers, y con mi mano húmeda, comencé a mancharle el trasero redondo que tenía, y que tanto me restregaba siempre que podía.

Se agarró a mi espalda mientras caminábamos a la cama, para acomodarnos en ella.

Me susurraba que me amaba cada que un gemido no se le salía de su boca. Lo hacía callar besándolo o haciéndole un suave sonido similar a un siseo, si él me amaba, bien por él, pero a mí no me interesaba.

Por fin encontré lo que buscaba cuando con sus propias manos se separó las nalgas. Sonreí, no sé qué le pasaba, pero su calentura era algo contagioso, estaba sonrojado levemente, su rostro denotaba excitación y deseo, sus ojos eran gemas brillantes sedientas de tacto, y sus manos serpientes que se intentaban agarrar a lo que fuera para soportar la excitación que vendría pronto.

No fue difícil introducir mis dedos, el lubricante prácticamente los hacía resbalar al interior de Bill, que gimió apenas sintió esa intrusión.

Me senté en la cama, y rápidamente Bill se posicionó encima de mí. Literalmente, nunca habíamos estado tan cerca desnudos, ahora nuestros miembros se rozaban directamente, piel con piel, y mi hermano gemía silenciosamente, queriendo escuchar mis suaves gruñidos y siseos mientras disfrutaba excitándolo

No me negué cuando se empezó a mover encima de mí en un vaivén provocador y hechizante. Yo jugaba con su entrada bastante conforme, mis dedos resbalaban un poco, pero lo hacía aún más placentero, sentir la humedad de Bill mezclada con ese gel.

Con mi otra mano unté un poco más de lubricante, esta vez en mi cuello y pecho, y Bill, como abejas a la miel, comenzó lamiendo mi cuello, rozando su fría pelotita con mi piel desnuda. Un escalofrío recorrió mi espina cuando me mordió una de mis tetillas, llena de lubricante, que saboreaba mientras gemía cuando le daba un movimiento de dedos en su interior.

Ambos estábamos completamente calientes, queríamos del otro más de lo que deseábamos darnos, queríamos saborear el lubricante que estaba en nuestros cuerpos… pero él lo tomaría a mal si le pedía ponerse de rodillas en la cama, porque el día anterior casi abusé de él en esa posición… quizás ya tenía un trauma.

Me besaba mientras se movía encima mío, y seguía dándole sus debidos movimientos en su retaguardia.

—Grita Bill… grita que quieres más…

Me miró a los ojos, fijamente, mientras se tomaba un respiro, un pequeño hilo de saliva recorrió su barbilla debido a la excitación, y no pude evitar simplemente pasar mi lengua desde la barbilla, hasta introducirla en su boca, llena de sabor a fresa artificial, que en ese momento se había vuelto un afrodisíaco. No dejé que gritara, a pesar que sabía que lo iba a hacer para darme en el gusto.

Nuestro clímax llegó pronto, pero no dejamos de besarnos en ningún momento, sólo jadeamos un poco y apretamos nuestros dientes, pero caímos a la cama sin dejar nuestras lenguas descansar. Enredamos nuestras piernas y tomé el rostro de Bill con ambas manos cuando saqué mis dedos de su retaguardia.

No paramos de besarnos hasta que Bill me sostuvo la mirada cuando nos dimos un pequeño respiro, sus ojos brillaban, sentía que iba a llorar en cualquier momento si no era precavido. Mierda, tenía que ganármelo a como de lugar. Este era el momento crucial.

—Tomi… duerme conmigo hoy… sólo hoy, como cuando… cuando teníamos ocho… duerme conmigo… —lo miré estupefacto, ¿por qué mierda me pedía eso? Lo miré a los ojos, y su ilusión se hizo hasta palpable en el ambiente. No podía creer todo lo que podían irradiar sus ojos chocolate. Sonreí.

—Sólo por hoy —suspiré mientras buscaba mis bóxers en el suelo. Bill los había traído del baño y los había tirado al suelo. Él aún tenía puesta mi polera, que le quedaba como vestido, y sus bóxers sólo estaban un poco más debajo de su trasero.

Con una sonrisa Bill corrió a cerrar su puerta mientras me ponía mis bóxers para estar más cómodo, puso un letrero de “no molestar” afuera de su habitación, y luego cerró con llave. Quería asegurarse que nadie nos viera. Bien, como le había enseñado.

Volvimos a recostarnos en su habitación, nos tapamos con las sábanas sucias, no nos interesaba en lo absoluto, y vi como la botellita de lubricante, casi a la mitad, caía por un lado de la cama al suelo y se metía debajo de la cama de mi hermano rodando.

—Tom… gracias por perdonarme…

Abrí mis ojos impactado…

Bill se puso de espalda a mí, acercándose a mi cuerpo, pegándose a él. No tardó en caer dormido.

Se formó la sonrisa favorita de Bill en mi rostro, para luego dar paso a una completamente sádica, que en mis ojos almendrados denotaba triunfo.

Había conseguido mi objetivo.

Mi príncipe volvía al tablero de juego.

Continúa…

Gracias por la visita.

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