Fic TWC de Melody Fliegen

Capítulo 4: ¿Castigo?

By Tom

¡Hijo de Puta! Perdón, hijo de Simone, mi madre.

¿Emborracharse? Ya vería… a ese estúpido solo yo podía tocarlo… si llegaba con algo sospechoso yo… ja, si alguien le veía los mordiscos que le había dejado en el cuello, ni siquiera iban a querer acercarse a él.

Que estúpido, que haga su vida como yo hago la mía, hoy con Chantelle tendría una buena sesión de placer y simplemente nada me arruinaría la velada. Era mi cumpleaños, nada saldría mal. Y menos por mi aburrido hermano.

Cuando Bill dejó de mirarme, descaradamente, en mi círculo de amigos, tomé a Chantelle en mis brazos y estrujé su trasero en mis manos, haciéndola estremecer mientras me sonreía. La solté cuando escuché lo que los altoparlantes relataban.

Tom Kaulitz y Bill Kaulitz, dirigirse a la oficina del director por favor… — al principio creí que era una broma, ¿a nosotros llamándonos por alto parlante? Era una broma… no habíamos hecho nada… excepto jugar con él, en mi caso…

—Tomi… — esa era Chantelle, con su voz gatuna, que para ser sincero… no era nada comparada con la voz que ponía mi hermano cuandoestábamos juntos, esos gemidos tan ruidosos… ese rostro sudado y sus labios tan tentadores… — ¿Por qué te llaman a ti y a tu retrasado hermano afeminado?

—No es retrasado. Es mi estúpido hermano – Chantelle me sonrió. Realmente estaba cabreado con él, ese Andreas… mejor amigo de mi hermano, cómo odiaba que fueran amigos íntimos…

—Debes ir bebé…

—Sí, ya vuelvo…

Me paré y besé a Chantelle rápidamente antes de que mi hermano se volteara mirándome extrañado. Tampoco tenía idea de por qué nos llamaban. Y no se había dado cuenta de lo que hacíamos con Chantelle a, literalmente, espaldas suyas.

Salió primero, cuando ya no quedaban alumnos fuera del salón de clases. Teníamos que caminar bastante para llegar a la oficina del director, así que, como nunca lo habíamos hecho antes, comenzamos a hablar de lo que haríamos en la noche.

—¿Y? ¿Te vas a quedar en casa como siempre hermanito? – Maldito cabrón, ¿realmente quería que lo metiera a los baños parafollármelo? Porque en la entrada incluso estaba esperando que lo besara. Y sabía que cuando me sacaba de quicio lo único que lograba tranquilizarme era tocarlo un rato. Por eso no acostumbrábamos a hablar mucho entre nosotros en clases. Además no encajaba en mi grupo, y yo en el suyo menos. Él estaba con Georg, el idiota que se creía mejor que yo del curso superior. Nunca me había ganado una pelea en la calle, siempre quedábamos con empate, y tres veces le gané yo… que no se acercara tanto a mi propiedad, porque le haría un jaque mate rápidamente. Miré a Bill fijamente mientras él miraba el suelo, sus botas que sonaban en el suelo suavemente.

—¿Qué estás buscando? – me detuve por un momento para que me mirara a los ojos — ¿Que no te deje salir con tus amigos hoy porque quedarías con un dolor insoportable en tu trasero? ¿Eso esperas Bill? – se sonrojó y me miró fijamente.

—¿Cuándo vamos a ser novios? – mierda. ¿Novios? ¿De verdad creía que nosotros podríamos ser más que hermanos que se tocan? Ni aunque fuera ciego estaría con él, era divertido tocarlo, pero no tener una relación romántica con él. El amor no existe, está garantizado. Es sólo algo químico. Nada más que una reacción química del cuerpo. Y lo de nosotros definitivamente no era amor – Tom… — lo miré fijamente mientras seguíamos caminando.

—No. Las relaciones son una mierda. No voy a ser novio tuyo, nunca. Quedémonos así como estamos Bill, no me preguntes estupideces sin sentido – seguí caminando sin importarme si me seguía o no. Idiota ilusionado.

—Pero… mierda, sí que eres irritable, era sólo una pregunta – me volteé hacia él, sólo quedaban dos salas que pasar para llegar a la oficina, el colegio seguía vacío, como desierto, todos en sus libros, estudiando. Realmente me estaba cabreando con sus preguntas estúpidas ¿qué? – ya vería…

—Ahora me toca a mi preguntar – lo miré seriamente, era mi turno de venganza.

—Bueno. Pregunta – me miró fijamente mientras mi rostro dibujaba una sonrisa.

—¿Quieres que te folle? – luego de quedarse un segundo en shock mirándome, me sonrió maliciosamente mientras se acercaba hacia mí. Puso su mano en mi pecho, se mordió el labio y luego abrió su boca para que apareciera su piercing. Me miró a los ojos y habló.

—No. El sexo contigo sería una mierda. — ¿qué? — Nunca voy a dejar que me folles. Quedémonos así como estamos Tom, no me preguntes estupideces sin sentido – el muy desgraciado, ¿cómo que tendríamos mal sexo? Eso creía él. Estaba diciendo exactamente lo mismo que yo le había dicho, era un… Me empujó y comenzó a caminar hacia la oficina del director.

—Ya vas a ver… — lo seguí realmente cabreado, con mis brazos cruzados.

—¿En serio? No lo creo. Hoy ya tengo mi panorama, y tú también. Estamos bien… — antes de abrir la puerta de la oficina del director, se volteó y, sacando su lengua, me sonrió – Disfruta la noche Tom. – sonreí. Realmente mi inocente hermano no sabía lo que decía. No sabía nada.

—Claro que sí… disfrutaré en grande.

Siempre terminábamos así. En paz. Nuestra “relación” era divertida, siempre nos gustaba cabrear al otro con palabras o lo que fuera que nos sacara de nuestras casillas. Era divertido ver a mi hermano enojado, porque nunca podría estar totalmente cabreado conmigo, simplemente no podíamos odiarnos. Demasiada relación cercana no nos servía para odiarnos. Menos podríamos ser novios, eso era de enamorados, ninguno de los dos estaba enamorado, solo obsesionado por el cuerpo del otro.

Ambos entramos a la oficina del director silenciosamente, como si no hubiésemos tenido conversación anteriormente. El director nos invitó a sentarnos en los asientos del escritorio central luego de saludarnos, y nos comenzó a mirar seriamente.

Rápidamente sentenció:

—Están castigados por atentar contra la infraestructura del colegio. – No pudimos evitar mirarnos. ¿Qué mierda habíamos hecho? Porque por lo menos sé que no soy sonámbulo, y los graffiti los hacemos en la calle con mi banda. Y Bill no era de dibujar según lo que veo. Y no creo que hubiésemos hecho algo juntos, apenas estamos juntos en el colegio – ayer se nos avisó que se les vio rayando la cancha de básquetbol a ambos. Tuvimos que cerrar el gimnasio para volver a pintar las paredes. ¿Realmente se creen tan importantes señores? Eso es un atentado con el establecimiento – Eso… ni siquiera me lo esperaba…

—¿Qué? Nosotros no hemos hecho eso…

—¿Qué escribimos? – miré a Bill divertido. ¿Ayer? Ni siquiera nos habíamos visto… hasta la noche. Extraño…

—Supongo que quieren hacernos creer que no fueron. Pero una fuente confiable nos mostró un video infrarrojo de ustedes dos. Así que tienen dos opciones…

—¡Pero si no hicimos nada!

—¿Quiere un castigo señor Kaulitz? – miró a mi hermano fijamente a través de sus lentes de marco invisible

—¿Qué? Pero si no hemos hecho nada… ni siquiera sé qué escribimos…

—Quizás se crean buenos mentirosos. Pero no lo son, asuman sus actos.

—¿Nos va a castigar en nuestro cumpleaños? – Mi hermano se cruzó de brazos mientras hacía un puchero – ni siquiera sé lo que escribimos Tomi… — ¿por qué se le salía mi diminutivo en frente del director? Era demasiado inocente y sensible. Por eso me gustaba, se expresaba bastante cuando estábamos juntos… el director nos miró con extrañeza.

—Si no quieren aceptarlo igual lo sabrán hoy en la noche. Lo lamento mucho por su cumpleaños, pero se deben quedar a pintar lo que pusieron en el gimnasio.

—¡¿Hoy?! – Mi hermano parecía más alterado que yo… él no iba a tener sexo y se desesperaba más que yo. Ah… es cierto… si yo no tengo sexo me desquito con mi hermano, pero eso él no lo sabe. Genial. No me molestaría masturbarlo mientras pintábamos lo que habíamos escrito, quizás ensuciarlo con pintura sería genial. Ja, mi hermano bañado en pintura… una linda escena.

—Señor Tom Kaulitz, ¿escuchó?

—Sí – sonreí – ¿A qué hora? – miré a Bill que me miró enojado desde su puesto. Era divertido arruinarle sus planes, siempre terminaba tranquilizándolo cuando lo tocaba un poco, fácil, así me divertía un rato con mi juguete… aunque el sexo con Chantelle me venía sonando hacía días… quizás si intentaba convencer al director, algo podríamos lograr – ¿es necesario que sea hoy? ¿No puede ser el lunes? Es nuestro cumpleaños señor director… ¿no puede tenernos un poco de compasión?

—No debería. Lo que pusieron ni siquiera lo puedo decir… — nos miraba seriamente

—Quizás nos pasamos, pero estábamos aburridos – me apoyé en el respaldo de la silla, relajado —. Y no pensamos que nos descubrirían. Le prometemos que lo haremos la semana que viene y si quiere nos quedamos a castigo la semana entrante – propuse con una sonrisa, realmente me importaba poco estar en castigo, era fácil escaparse —. Pero por favor déjenos ir por hoy.

—Tienen que tener claro que fue muy grave lo que hicieron.

—Y realmente lo sentimos… — Bill miró al director seriamente, quería lograr librarse del castigo — no queríamos insultarlo, usted entiende, cosas de adolescentes… a veces nos atacan los impulsos.

—Está bien. Pero la próxima semana tendrán trabajo doble.

—Lo aceptamos – dije seguro.

—Entonces nos podemos ir – sonrió Bill. Ambos nos pusimos de pie para irnos a clase. Era aburrido estar en esta conversación, además por una falsa acusación. Ya descubriríamos luego quién había sido el gracioso que nos había culpado. Ese desgraciado sentiría el dolor de mis puños.

—Señores, ¿creen que es muy fácil? ¡Dos horas a la sala de castigos, ahora!

—¡¿Qué mier…?! – alcancé a taparle la boca a Bill antes de que dijera un insulto frente al director.

—Perdónelo. Es que no le gusta que le arruinen el cumpleaños – le sonreí al director mientras mantenía a mi hermano atrapado. Parecía serpiente por tanto que se movía para intentar soltarse de mis brazos.

—Pueden irse a la sala de castigos solos – el director se secó el sudor de su frente sacándose un pañuelo del bolsillo —. Un inspector los estará esperando – volvió a guardar el cuaderno y me miró fijamente, desconfiado —. Estarán solo por dos horas. Aprovéchenlas estudiando – sonrió de medio lado – Estarán encerrados con llave.

—¿Tan malo fue lo que hicimos? – como pillara al hijo de Puta que nos quería arruinar el cumpleaños…— Debieron pensar antes de actuar – sentenció el director.

—Claro…

Me despedí del director divertido. Bill estaba que se ahogaba, pero sabía que si lo soltaba, explotaría, por lo que era mejor tener precauciones en lo que respectaba a mi hermano.

La sala de castigos era pequeña, a nadie le gustaba ser castigado, menos a los que entraban a los cursos superiores. Perder clases era perjudicial a nuestra edad. Pero eso realmente, por el momento, era mínimo.

Cuando sentí que nos cerraban con llave. Sonreí y acorralé a Bill contra la pared para luego comenzar a besarlo sintiendo su piercing restregarse contra nuestras lenguas, que luchaban una contra la otra, haciendo que Bill gimiera en mis labios.

La primera vez que besé a Bill con ese piercing fue luego que lo acompañe a hacérselo. Era un real cobarde y llorón

.

Flash Back

Estaba nevando, ya teníamos catorce años y caminábamos juntos por las veredas, a una distancia prudente. Le tenía prohibido acercarse a mi en público, y como un chico obediente, lo hacía sin rechistar.

Me había dicho que quería hacerse un piercing en la lengua, que le gustaban mucho y, según él, hacía los besos más excitantes. Cómo él sabía eso, ni idea. Ni siquiera me importaba, era problema suyo.

Iba con mis manos en los bolsillos de mi gran polerón mientras Bill iba callado caminando más adelante que yo. Estábamos por llegar al lugar cuando se detuvo y se volteó hacia mí.

¿Qué te pasa? Te arrepentiste, cobarde.

No, no me he arrepentido. Es que quiero que me tomes la mano mientras me lo hago – realmente su inocencia en esos tiempos me ponía los pelos de punta. Me agradaba demasiado su ingenuidad, era como un bebé con un celular, inexperto en muchos aspectos. Así podría formarlo como yo quisiera. Lo miré con duda – Por favor… sólo por esta vez… — su cara de petición me hizo sentir compasión por él en ese momento.

Bueno, pero sólo por esta vez – accedí un poco extrañado de mi actitud tan blanda con él

Sí – observé cómo se le dibujaba una sonrisa mientras entrábamos al local. Intentaba disimularla, pero se le era imposible, y eso me encantaba aún más.

Nos estaban esperando, por lo que casi de inmediato nos ubicamos para que Bill se hiciera su deseado piercing. Cuando el hombre le indicó lo que sucedería, Bill me tomó la mano rápidamente. Suspiré resignado y lo miré con una sonrisa.

No supe cuánto dolor sintió, pero a Bill se le escaparon un par de lágrimas mientras me apretaba tanto la mano, que creí que mis huesos se saldrían de lugar.

El señor que le había hecho el piercing, mirándome mucho rato a los ojos fijamente, le dijo claramente a mi hermano que: no podía comer sólidos, no podía fumar, no podía ingerir ningún tipo de alcohol, NO podía tener sexo oral, y… NO podía dar besos, por aproximadamente un mes. A la mierda sus reglas.

Me dieron hasta ganas de reír cuando le dio énfasis a lo del sexo oral y lo de los besos, claramente creyó que nosotros estábamos juntos, y supo inmediatamente que Bill era homosexual. Era bueno el hombre

Apenas salimos del lugar, luego de caminar un poco, lo acorralé contra una pared al notar que había muy poca gente caminando por el lugar, y lo miré fijamente a los ojos. Me sonrió nervioso mientras me miraba, y yo reía.

Nos creyó novios, ¿lo notaste?

No… — se sonrojó y bajó la vista.

¿Sexo oral? Por Dios Bill, eso no se lo dicen a cualquier persona… — a pesar del frío, sus mejillas ardían bastante, notoriamente.

Son solo cosas de rutina Tom… solo… — le tomé la pera y lo acerqué aún más a mi.

¿crees que vamos a obedecer a ese sujeto?— abrió sus ojos como platos ante mis palabras — Yo te puedo dar besos cuandoquiera… — había creído que hablaba del sexo oral… jeje — un piercing no me lo va a negar.

Pero Tomi… — me miró nervioso

Bill, no me interesa, yo hago lo que quiero, ¿entiendes?

Y dicho eso, agarré su boca y comencé a besarlo, sin importarme que alguien nos viera, nadie notaría que éramos hermanos, así que todo bien.

Bill, de dolor, comenzó a llorar mientras yo seguía besándolo y sintiendo su piercing en mi lengua, aunque él ni siquiera la movía. Realmente le dolía, mierda. Si que estuve bruto ese día con él. Pude haberle hecho daño si no hubiese sido porque Bill me golpeó tan fuerte en el pecho que tuve que soltarlo porque me faltó levemente el aire.

Lo miré un poco enojado un segundo, y luego seguí caminando por la vereda sin esperarlo mientras ponía mis manos en los bolsillos para protegerlas del frío.

Fin Flash Back.

.

—¿Eso es lo que querías? – lo seguí besando mientras bajaba mi mano y me colaba en su polera, comenzando a tocarle el pecho con descaro, lo haría gemir un rato sin siquiera llegar a sus pantalones, eso haría para prepararme para la noche. Genial. Un rato con mi juguete, y sin peligro de que nos pillaran. Nadie vigilaba a los castigados, no les interesaban en lo absoluto, solo los dejaban encerrados y listo. Bien por mi ¿querías que te besara?

—Mierda, no… — Seguí besándolo mientras esperaba su respuesta en gemidos – Ya tus besos se volvieron aburridos… no me provocas nada, ¿sabías? – Apreté los dientes y dejé de besarlo para mirarlo a los ojos – Excítame Tomi… como lo hacías antes… — me miró con malicia, haciéndome hervir de ira — ¿O acaso perdiste tu… don?

Lo tomé rápidamente de los brazos y lo volteé poniéndolo contra una mesa. Sin dejarlo terminar la frase, le tomé las manos con brutalidad y las puse en su espalda mientras él intentaba defenderse, tratando de zafarse de mi agarre sin tener éxito.

Le agarré el pelo y lo volteé para seguir besándolo, sin siquiera dejarlo respirar, le tiraba un poco el pelo para que me pidiera que parara, pero no hacía nada. Como si ni siquiera se inmutara de lo que le hacía se mantenía en silencio, ¡Ni siquiera seguía mi beso!

Sonreí en su boca pegando mi cuerpo al suyo, haciendo que chocara con la mesa, de la cual cayó un lapicero que estaba ubicado en una orilla. Los lápices se esparcieron por el suelo, uno chocó con las botas de mi hermano. Le tiré un poco el pelo y, susurrándole al oído, le mordí el lóbulo:

—Ya verás… niño desobediente.

—Tomi… mm… ah…

Comencé a mover mis caderas sobre su cuerpo como si lo estuviera embistiendo, presionando mi cuerpo contra su trasero. Noté cómo se sonrojaba y, soltándole sus brazos, se agarró de la mesa, pidiéndome que no, que me detuviera, que dejara de ser tan bruto.

A mi nadie me subestimaba, menos mi hermano.

Con una mano le tomé las caderas y las apegué más a mi miembro, que, mierda, con el tacto del mínimo trasero de mi hermano, se comenzó a endurecer. Hoy si que necesitaba sexo. Grr… pero con el idiota no…

Empecé a embestirlo con fuerza, haciendo que la mesa se comenzara a mover y que Bill comenzara a gemir de puro y santo placer.

—Grita, grita que te gusta – lo embestí una vez más, haciéndolo reprimir un gemido —. Dime cuánto te excito.

—Entonces… ah… hazlo bien.

—Hijo de…

—…de mi madre… mm… — sonrió mientras yo le jalaba el cabello y él apretaba su mandíbula para reprimir esos gemidos que en la noche me había entregado feliz. Hoy no quería admitir que lo excitaba – No me excitas Tomi… — esto si que me estaba desesperando. ¿Que no lo excitaba? Si estaba que explotaba…

—¿Ah sí? – se mordió el labio cuando, siguiendo mis simulaciones en su trasero, moví mi mano hacia su miembro y comencé a trabajar en él.

No pudo seguir actuando.

Todo su ser se erizó y comenzó a rasgar la mesa con una de sus manos mientras con la otra se agarraba a la mesa, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos de tanto apretar. Un leve sudor cubría su rostro haciéndolo brillar. Mi cuerpo respondía ahora a un movimiento igual, estábamos acompasados. No tardó en agarrar su polera y morderla cuando se corrió en mi mano… mientras yo gruñía fuertemente teniendo también mi clímax, indeseado… nunca me había pasado eso con Bill… realmente necesitaba algo así… esa Chantelle tendría que prepararse hoy en la noche… aunque Bill sin ropa… aj…

Era extraño, la sala de castigos venía con un baño incluido. Quizás no éramos los que estaban más tiempo. Genial, necesitaríamos un poco de agua para limpiarnos, y no tendríamos que movernos de la sala.

Lo solté rápidamente mientras sus piernas flaqueaban por el recién provocado orgasmo. Sonreí mientras lo miraba respirar agitadamente. ¿Qué no lo excitaba?

—¿Vas a volver a decirme algo así de nuevo, Uke?

—Sabes que… siempre actúo para ti… deberías emocionarte por semejante trabajo que hago contigo… — se puso derecho y me miró fijamente mientras yo me acercaba nuevamente a él, amenazante.

—¿Quieres el segundo asalto? – alargué mi mano para tomarlo.

—Tengo suficiente con un par de pantalones caros sucios – se alejó un poco de mi y me miró fijamente —. Idiota bestia. Ahora tengo que lavar estos pantalones. Agradece que hay un baño… — se volteó y comenzó a caminar hacia el baño tranquilamente, moviendo sus caderas como si realmente no hubiera pasado nada con él, como si nada le hubiera afectado. Me acerqué a él y le tomé la mano. Lo volteé — ¿Qué? – me miró con una ceja alzada mientras el brillo de las luces fluorescentes hacia deslumbrar su rostro.

—Estás como si nada… — realmente me tenía cabreado.

—¿Y? ¿Tiene algo de malo? – intentó soltarse pero lo tomé con fuerza, acercándolo a mi persona…

—¿Cuándo perdiste tu inocencia Bill? – Me miró y se acercó aún más a mí, rozó sus labios con los míos mientras una risa melodiosa salía de su boca.

—Tú me la quitaste… — me besó con pasión juntando nuestras lenguas, frotándolas con fuerza mientras nuestros piercing hacían su respectivo trabajo haciendo más exquisito el momento. Cuando terminó, me volvió a mirar a los ojos y habló – pero no me arrepiento… tú nunca me harías daño…

—Ah…

Ni siquiera me dejó hablar cuando se soltó de mi agarre y se metió al baño rápidamente, cerrándola con pestillo antes de que pudiera abrirla.

Y si pensaba que yo no le haría daño, estaba equivocado, aún no se daba cuenta de que era mi simple juguete, como mi marioneta, aunque empezaba a creer que estaba el mismo cortándose los cables que lo controlaban… últimamente estaba más deseoso de mí, pero a la vez menos inocente. Aunque pensando que yo no le haría daño, demostraba notoriamente que aún existía esa inocencia que me había provocado comenzar a tocarlo cuando teníamos trece años… esa inocencia que me hacía sonreír casi como un estúpido.

El muy maldito comenzó a cantar tranquilo mientras escuchaba el agua correr desde fuera. ¿Qué estaba haciendo? Comencé a golpearle la puerta con fuerza, pero él ni siquiera se inmutaba, seguía cantando tranquilo.

—¿Qué estás haciendo? ¡¿Qué no ves que tengo que limpiarme?! – Mierda, eso no debí decirlo. Escuché a Bill reír a carcajadas mientras seguía corriendo el agua. Golpeé la puerta con fuerza consiguiendo que mi mano se enrojeciera. Al la mierda mi mano, si ese cabrón no me abría.

—¡¿puedes dejar de golpear?! ¡Haces mucho ruido y me molesta! — ¡¿Le molestaba?! ¿Acaso creía que yo era un juguete? Me tenía botado aquí. ¿Qué estaba haciendo en el baño? Oh…

—Acaso estás masturbándote Billy? – Sonreí – si es así, gime mi nombre…

—¡Sueña con eso! – gritó desde el otro lado golpeando la puerta. Sonreí mientras tocaba la puerta despacio — ¿Qué?

—Mm… Billy… Grr… — comencé a gemir como yo lo hacía, gruñéndole ronco, eso era lo que lo sacaba de sus casillas siempre, se le notaba en el rostro que le gustaba que gruñera. Dios, nunca lo había hecho, menos para alguien como mi hermano. Pero era para que me abriera.

Y lo conseguí. Rápidamente mi hermano abrió la puerta y pude observarlo. Estaba solamente con sus bóxers, se notaba que los había metido al agua, porque estaban notoriamente más oscuros por la humedad y arrugados cuando los estrujó, pero aún así se le pegaba en el trasero que tenía, casi huesudo, pero bien formado, y en su prominente frente. Yo ya sabía que la tenía de un porte considerable, pero nunca lo había visto así.

—¿ves por qué no te quería abrir? Pero tú y tus gruñidos bestia…

—Cállate o ese trasero tuyo ya no va a ser virgen – me acerqué a él y le apreté las nalgas con fuerza haciéndolo saltar.

—Mierda – y se calló inmediatamente. Lo miré extrañado, es que realmente no lo entendía. Primero quería, y luego no – y por si no te das cuentas… estoy lavando mis pantalones, bueno… esperando a que se sequen…

—Tanto te importan, ¿No vas a decir nada de lo que hicimos?

—¿Por qué tendría que decirte algo? Nunca esperas que te diga algo… ¿qué quieres que te diga?

—Ni una mierda.

Y salí del baño cerrándole la puerta en la cara, casi con brusquedad. Dejándolo boquiabierto en su última mirada. Ja. Que se jodiera.

Rápidamente abrió la puerta y se acercó a mí. Me miró a los ojos sin hablar y me besó en los labios nuevamente. Para cuando terminó el beso, yo ya lo tenía acorralado contra la pared, tomándolo de las manos. Últimamente no controlaba mi cuerpo, cuando tenía a Bill, algo lograba despertar en mí, sobre todo cuando me enojaba…

Bill me sonrió y, tomando una de mis manos, la bajó hacia su miembro, haciéndome tocarlo mientras él, mordiéndose el labio, decía:

—tócame Tomi… si quieres gimo para ti… pero no te enojes…

—Te gusta… sí… te encanta – comencé a manipularlo mientras él gemía abrazándome por la espalda. – sí. Hazlo Bill, grita…

—Sólo porque es nuestro cumpleaños… Ah… Sí Tomi… así…

Realmente me tenía enojado. Pero no pude evitarlo, hacerlo gemir, escuchar sus gritos me hacia entrar en un estado desenojado, pero después hablaba y la embarraba, todo lo bueno se iba a la mierda.

Terminó con un grito que pude callar con un beso… igual que la primera vez que habíamos experimentado eso… Oh Dios, quería volver a hacer lo de antes. Al parecer sintió mi irritación. Nuestra conexión funcionaba genial.

Cuando terminó, calculamos que habían pasado prácticamente cuarenta minutos desde que nos habían metido en la sala de castigos.

Apenas dejamos de mirarnos, algo nos sucedió a ambos. Bill terminó por meterse al baño, esta vez no lo molesté, me senté a escuchar música con mi iPod y cerré mis ojos. Ni siquiera noté cuando Bill salió del baño, con sus pantalones húmedos pero limpios de cualquier rastro de su semilla, y sus bóxers en las manos, que procuró guardar en su mochila, y se sentó con su iPod a ver sus videos.

No volvimos a hablarnos en todo lo que quedaba de castigo.

Llegué a creer que se había dormido, porque tenía sus ojos cerrados y respiraba tranquilamente, solo notaba que estaba despierto porque de un momento a otro abría sus ojos y cambiaba la canción, me dirigía una mirada tierna, y seguía escuchando su música.

Así estuvimos largo rato. Hasta que supimos que el tiempo se había acabado cuando vino el inspector a abrirnos las puertas. En ese momento tomé a Bill cuando nadie nos miraba y, sonriéndole divertido, le susurré al oído:

—Disfruta tu noche Bill…

—Eso no lo dudes… pásalo genial sin mí…

—Lo haré.

Y cada uno se fue por caminos separados.

Debía admitir, que a las dos horas que estuvimos dentro de esa sala de castigos, solos, no se le podía llamar precisamente un “castigo”.

Continúa…

Gracias por la visita.

por administrador

Publico con autorización del autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!