Fic TWC de Melody Fliegen
Capítulo 8: Una mañana… peculiar
By Bill
Me levanté con lentitud porque un enorme dolor de cabeza me tenía mareado a más no poder. Era como si me hubieran dado un golpe enorme en la cabeza y me hubiese quedado inconsciente por horas…
Con suerte recordaba qué había hecho la noche anterior en casa de Andy… había comenzado a beber, a bailar con chicas que me metían papeles en los pantalones, y después me golpeé en la cabeza… creo que con el suelo o con el techo, pero me costaba recordar muchas cosas.
Luego mm… sí, Andreas y yo caminando hacia mi casa, sostenido de él iba mirando a cualquier lado, como si todo el mundo se me moviera. Y luego Tom. Tom masturbándome en frente de… de alguien rubio… seguramente Andreas… no podía divisar pero escuchaba las palabras de mi hermano latentes en mi sien: “Prepárate para tu castigo”. Tragué saliva al recordar esa frase… todo lo demás estaba negro… no podía recordar más que sonidos en mi cabeza, gemidos míos y gruñidos de Tom, todo junto… pero nada… ninguna imagen que lograra divisar con claridad. Me tomé la cabeza con ambas manos mientras me ponía de costado en mi cama.
—Consecuencias de tu primera resaca.
—¿Tom? Ah… — me agarré la cabeza cuando intenté sentarme en mi cama cuando escuché a mi hermano hablarme. Abrí mis ojos con dificultad mientras todo mi cuerpo dolía — ¿qué haces aquí?
—¿Ves? Te dije que preguntaría eso, si ni siquiera sabe qué le pasa… — ¿a quién mierda le estaba hablando mi hermano? No era conmigo con quién tenía una conversación por lo menos. Enfoqué la vista en mi gemelo, que estaba sentado a los pies de la cama sólo vestido con unos pantalones de deporte cómodos, la ropa que usaba para dormir, dejando a mi vista su pecho desnudo perfectamente marcado. Abrí mi boca para hacer otra pregunta.
—¿Y Andreas? Él venía conmigo cuando… — su vista cambió cuando escuchó ese nombre, o quizás así lo vi yo cuando logré mirarlo a los ojos, sostenía algo en sus manos… algo pequeño que se movía escurridizo… un… — ¡Un perrito! Auch… — me agarré la cabeza y lo miré mientras sonreía de medio lado, miraba un cuaderno de dibujo que se me hacía muy, muy conocido.
—Así que era verdad… — lo miré extrañado mientras esperaba explicaciones — …tienes una croquera sólo dedicada a mí… — me quedé de piedra. Ese era mi cuaderno personal, además de dibujos exclusivamente de Tom y míos, tenía otras cosas… nadie lo debía ver, menos Tom — era verdad que dibujabas… ¿por qué me lo escondiste?
—Pásamelo. No es de tu incumbencia — dije sin más mientras alargaba mi mano, esperando que me pasara mi croquera, la tenía guardada bajo mi cama, se supone que allí nadie se metería, era un lugar oscuro… pero Tom insistía en meterse en mis cosas más de lo que debía últimamente. ¡¿Quién le había dicho que yo dibujaba?! Era un secreto mío que sólo sabía… Andreas…
—Te hice una pregunta… — dijo mi hermano mirándome con una ceja alzada.
—A ti no te interesa lo que hago, eso lo demuestras… nuestra relación es interesante, pero no necesitamos saber tanto del otro. Por favor Tom, es algo personal.
Lo miré fijamente mientras mi corazón palpitaba desbocado en mi pecho al descifrar su mirada que expresaba desilusión, un poco de tristeza y esa perspicacia y coquetería que a mi hermano no se le podía salir de sus pupilas, todo lo que reflejaba era perfectamente único y singular, como a mi me gustaba… pero no podía negar que no quería que viera mis dibujos, era realmente personal, y no me quería pasar mi croquera más importante.
Por suerte no había encontrado mis otras croqueras, solo tenía la dedicada a él en sus manos, era una alivio. Si viera las que tenían los dibujos de Andreas y yo abrazados, una foto que después yo dibujé, los dibujos de Georg y su pandilla, todos muy simpáticos conmigo, y de William, sería capaz de botarlas o quemarlas sin siquiera dejarme sus cenizas como recuerdo.
William… de él también tenía una croquera personal, es que el hecho de que fuera modelo, una de mis carreras soñadas, me hacía tenerle una especie de obsesión insana que nadie conocía, ni siquiera Andreas, mi amigo más confiable, hacia él. Me trataba tan bien, era tan misterioso, y sus fotos que tenía en su blog profesional, con sus propios diseños de ropa que había modelado, me habían hecho estar una hora sólo viendo sus imágenes una y otra vez, dibujando las que más me gustaban, que eran… prácticamente todas.
Es que era un diseñador joven y además un modelo más que hermoso. ¿Cómo no podría tener una obsesión con él? Es como la chica que conocí que era adicta a Jared Leto, su pieza estaba empapelada de sus imágenes… sí, ese cantante también era lindo para tener tanta edad.
—Andreas lo sabía, ¿cierto? — lo miré extrañado, ¿por qué hablaba de Andreas? El perrito en los brazos de mi hermano le mordió la mano suavemente, haciéndome sonreír débilmente ante la escena tierna que tenía ante mis ojos.
—Bueno… él es mi amigo… él me aconseja y…
—Ya, cállate — dejó la croquera en el suelo bruscamente y se puso a acariciar al pequeño animalito que tenía en sus manos con suavidad, sabía que estaba tratando de contenerse de algo, pero no sabía qué, todavía seguía un poco mareado. Callé mientras lo miraba extrañado, él que hablara de Andreas era hasta impactante. Si ni siquiera podían mirarse — ayer te vino a dejar… ebrio — dijo como si le costara mucho decirlo, como si le enojara.
—Oh… — miré mi cubrecama, tratando de enfocar mi mirada en algún punto fijo que me lograra interesar, sólo para no mirar a mi hermano, y para tratar de amainar el dolor de cabeza que aumentaba a la medida que habían movimientos o colores nuevos ante mis pupilas. Mi cuerpo se sentía totalmente pesado — ¿y? ¿Acaso te dijo algo que te molestó?
—No recuerdas, ¿cierto? — Sonrió — ¿ni siquiera que te toqué mientras estaba mirándonos…? ¿Ni siquiera…?
—¡Ah! Eso era… — el chico rubio que había visto, que yo aseguraba era mi amigo, nos había visto, a su mejor amigo con la persona que más odia en el mundo — Andreas… — destapándome un poco por mis movimientos, apunté a Tom con las pocas fuerzas que me quedaban, todos mis músculos estaban fatigados — ¡Tom! ¡¿Por qué no te vas a la mierda con tus celos?! — alzó un ceja para luego mirarme estupefacto.
—¿Celos? ¿Celos de qué? ¡Tú eras el que me rogaba que te masturbara! — Exclamó riendo mientras el perrito en sus brazos movía la cola— además tú quisiste que se quedara, lo estaba echando pero tú me dijiste que se quedara a vernos — me miró mientras acariciaba al can con suavidad, como si fuera un gran tesoro, ¿de dónde había salido ese animal? — así que creo que es tu culpa… sabes que yo no soy celoso, menos de ti, porque eres fiel a tus principios — ¿principios? ¿Tom era un principio para mí? Bueno, algo… quizás mucho, pero al parecer se estaba pasando de listo. Sí, él era como mi dueño en el ámbito de las caricias, pero no era mi dueño en la vida social, a él no le debería importar si me emborrachaba o hablaba con MI mejor amigo.
—¡Tom! Estaba ebrio… — sonrió ante mis palabras y se movió.
Me alargó una compresa fría que, total y sinceramente, no tenía la más mínima idea de dónde la había sacado. Me volví a acostar con la cosa fría azul en mi frente, me alivió al instante tener algo refrescante en la cabeza. Dejé de ver a mi hermano cuando cerré los ojos lentamente para amainar mi dolor, quizás se decidiría ir. Tom permanecía callado, yo no podía hablar, ya había hecho un esfuerzo, era hora de que descansara… pero Tom no se iba, y… y algo raro había pasado el día anterior, había cosas que no recordaba, y Tom no era de estar cuidándome un sábado por la mañana. Escuché al animalito dar un ladrido mientras Tom reía sigilosamente al escucharme hacer un alegato por el sonido, es que todo retumbaba en mis oídos diez veces más fuerte… horrible… Mi hermano terminó de reír y decidió volver a hablar…
—No recuerdas…
—Andreas lo vio todo… me va a odiar… — susurré lentamente — ¿qué hora es?
—Las doce del día — dijo Tom mientras el perro volvía a ladrar.
—¡Calla a ese perro o me lo jodo! — grité mientras los ladridos del animal retumbaban en mi cabeza. Ni siquiera había pensado en lo que había dicho, pero rápidamente Tom calló al animal y lo escuché dar pasos por mi pieza lentos, con cuidado de no pegar fuerte. Quizás él ya había vivido una resaca e intentaba no hacerme sufrir. Era mi primera resaca, y la última, definitivamente la última.
—Que malo Bill, pobre Scoty… es tu regalo de cumpleaños y le gritas… — ¿mi… regalo de cumpleaños? Volví a sentarme en mi cama y miré a Tom con una ceja alzada — lo traje ayer, te lo iba a mostrar pero estabas muy ocupado desnudándote solito y gimiendo, Bill… ¿recuerdas algo más? — ahora que necesitaba saberlo, la conexión no funcionaba…
—Scoty… — intenté enfocarme en la pregunta de Tom — Sólo que me masturbaste en frente de Andreas y… y que me decías que me preparara para mi castigo… sí… ¿qué castigo Tom? — lo miré a los ojos nervioso. No recordaba lo que había pasado después, todo era negro para mí, solo sabía que había gemido mucho y que Tom había gruñido… mucho también — ¿qué me hiciste? — por lo menos sabía que aún era virgen, mi trasero no dolía…
—Primero, ¿por qué un castigo? Por ser un mal hermano y meterte con cualquier chica que se te cruzó en el camino en tu famosa fiesta… me moví la compresa fría por la cabeza para ponérmelo en otra parte de mi frente mientras escuchaba a mi hermano. Asentí con la cabeza lentamente ante lo que me decía. No le iba a negar que había bailado con ellas, habían sido varias, y muchas de ellas me habían tocado bastante, algunas se habían sobrepasado y yo no me había negado. Lo que no entendía era cómo mi hermano se había enterado si él nunca estuvo en la fiesta — ¿cómo me enteré? — Mierda, nuestra conexión funcionaba, pero si yo quería saber algo de él… nada. Consecuencias de una resaca. Definitivamente no volvería a embriagarme — te sacaste un papel con un número de una chica de tus bóxers. Lo demás lo acabas de aceptar tú, estuviste con chicas — ¿Acaso no tenía libertad? Si él no quería ser mi novio, yo no tenía por qué serle fiel ni andar soportando sus rabietas. Se detuvo y se agachó a tomar nuevamente mi croquera, la miraba curioso mientras yo me cambiaba de posición el hielo.
—¿Celoso? — le pregunté sonriente nuevamente.
—Ya te dije que no soy celoso. Sólo quería comprobar tu comportamiento si te dejaba solo. Y te comportaste extraño, ¿no se supone que eres gay?
—¿Gay? — Oh, que molesto e incómodo se había puesto todo en este momento — ¿y a ti qué te importa mi posición sexual? Yo soy lo queme da la gana. Si quiero ser heterosexual es mi problema… — le dije mientras volvía a revolverme en mi cama — cambiando el tema. No sé en dónde mierda dejé tu regalo, cuando lo recuerde te lo entrego. Para que veas que yo no olvido las cosas importantes… — hice una pausa mientras sentía como mi hermano se volvía a sentar sobre mi cama — por cierto, si no quieres que me meta con chicas, hay una opción bastante fácil de hacerte dueño de mí…
—Ni lo sueñes. Tú eres de nadie, yo sólo te tengo porque tú quieres. Ya te dije que ese tema estaba totalmente zanjado y… — hablaba como si le desesperara que me quedaran claras las cosas. Yo sabía que no debería haber hablado demás, pero mi bocota a veces lo arruina todo… sobre todo cuando estaba con mareos.
—Yo me refería al sexo — dije para luego taparme la boca rápidamente, sabiendo que me había sonrojado mientras me alegraba que ese animal, Scoty como le había llamado mi hermano, no hubiese ladrado en todo ese rato, es que sus ladridos agudos eran lo peor para mí por el momento.
—No hablemos de eso ahora… — sonreí y asentí. Realmente no quería conversar de eso, mi bocota había actuado sola y el sexo con Tom aún no me llamaba la atención… mi cuerpo seguía dándome respuestas negativas ante la tentativa de que Tom me poseyera totalmente, que me marcara.
—Recuerda que Jörg y Simone llegan en una hora, y que tendremos la fiesta familiar en tres. Deberías ir levantándote. Scoty tiene hambre y te tienes que hacer cargo de él… y quiero tocarte un rato, así que apenas te levantes llámame… a ver si te despiertas un poco conmigo… — sonrió con picardía. Rodé los ojos.
—Ándate a la mierda Tom, hoy no quiero que me toques — dije tocándome la cabeza.
—¿Tú… no quieres que te toque? — comenzó a reír descaradamente haciendo que mi cabeza retumbara con sus carcajadas. Me acurruqué en la cama mientras me tapaba los oídos, incómodo por el sonido. El muy desgraciado lo había hecho con intención. Se acercó a mí lentamente, lo miré fijamente, sabía lo que iba a hacer. Metió su mano en mis bóxers, me acarició suavemente mi miembro y susurró roncamente — ya quiero ver cuando me lo pidas Bill…
—No, Tom eres mierda… déjame… — mi querido amigo no reaccionaba ante las caricias de Tom, y eso me dolía.
—Anda, gime para mí — lo miré fijamente y gemí un poco para hacer el momento más bizarro, pero costó mucho que mi miembro hiciera reacción ante el cariño de mi hermano. Por suerte logró hacerlo… era como si ya supiera exactamente qué hacer — Otra consecuencia de la resaca… — me soltó y caminó hacia la puerta con el animal en su mano derecha y la izquierda a un costado hecha un puño, enojado.
—Tom… — se detuvo en el arco de la puerta. Sin voltearse, me escuchó — ¡Jódete!
—Así como actúas vas a hacer que te joda a ti hermanito — se volteó y lo miré sonriendo, divertido por su expresión enojada y juguetona, ¿ya había dicho que sus miradas eran hermosas y penetrantes? ¿y que nosotros éramos muy cambiantes en actitudes, cuando se trataba de estar juntos?
—Tomi…
—Ya, ¿qué quieres ahora? — dijo mirando hacia un lado.
—¿Vienen Jack y Melanie? — detestábamos a ese dúo…
—Lamentablemente, son nuestro primos, y estamos obligados a que vengan a la comida familiar — dijo mientras se levantaba los pantalones anchos que usaba — sólo hay que hacer como que no existen — definitivamente ésta mañana había sido extraña… la bipolaridad de ambos era notoria.
—Mierda, habrá que soportarlos otro día más… no les basta con ponernos en el mismo instituto…
Volví a tirarme en mi cama con la compresa en mis manos. Y sólo en ese momento recordé mi croquera que Tom había dejado al lado mío, mi croquera personal al descubierto de mi hermano. Tom desapareció en el arco de la puerta con el perrito en sus manos. Y me di cuenta que las luces de mi pieza estaban apagadas, había estado a oscuras todo el tiempo y no lo había notado…
Suspiré resignado mientras me volvía a poner la compresa en la cabeza.
Mi mejor amigo había visto cómo mi hermano me masturbaba mientras yo gemía como lo hacía siempre cuando estaba con Tom, bastante exagerado…
Tenía una resaca insoportable.
Le había negado a Tom tocarme, se había enojado conmigo.
No recordaba dónde había dejado el puto regalo que le tenía.
Venían Melanie y Jack a la comida familiar.
Para rematar en mis bóxers, gracias a mi cariñoso hermano, algo había comenzado a crecer lentamente, poniéndome acalorado.
¿Podría salir algo más mal?
Continúa…
Gracias por la visita.