Gusto Di Vino 1

Gusto Di Vino” Fic de Shugaresugaru

Capítulo 1

No quería, no deseaba para nada ir…

Cuando su padre le dijo que debía ir a aquel pueblo alejado de la sociedad, donde las personas no estaban tan civilizadas o al menos eso pensaba él, no se lo pudo creer. Seguramente su padre lo quería muerto, no había otra explicación.

¿Porqué…? ¿Qué otra justificación podría haber para que él, Thomas Trümper, hijo único y heredero único de una de las marcas de vinos más prestigiosas de toda Europa, fuera a un pequeño poblado anidado en la nada?

Soltó un bramido de frustración mientras rememoraba las teatrales y aburridas palabras de su padre:

Debes ir y conseguir la firma de Kaulitz. Esta empresa es tu legado Tom, gánatela”

Me llenaré de garrapatas en ese lugar Scott — le dijo a su enorme perro, un bello ejemplar de Braco Alemán de pelo corto que dormitaba en el suelo a su lado. El perro movió la cola al escuchar su nombre.

«De verdad no quiero ir» se lamentaba, mientras sentado en su cama matrimonial, seguro en su apartamento, maldecía a su padre por obligarlo.

Maldita sea — suspiró derrotado al dejarse caer de espaldas sobre la cama.

Y a regañadientes se puso en marcha el día siguiente al salir el sol, manejando por pequeñas carreteras rurales de tan sólo dos carriles, bordeadas de espesa vegetación y animales pastando peligrosamente a las orillas del camino.

«Alguien debería controlar a esas malditas bestias» refunfuñaba enfurecido al esquivarlas para no dañar la carrocería de su lujoso BMW.

No por Dios — suplicó a los cielos al ver que iniciaba un largo tramo de curvas.

Y finalmente tras conducir con extremo cuidado durante tres eternas horas, desembocó en el pequeño poblado de Priorat.

Y aunque era un joven tozudo y escrupuloso, supo reconocer que el lugar no era ni de cerca como lo había imaginado.

Las personas eran humildes sin duda, pero vestían ropa inmaculadamente blanca y fresca, algunas andaban descalzas sobre las piedras color amarillo del lugar, y algunas otras paseaban tranquilamente con el típico aire de turista despreocupado, que disfrutaba del hermoso y pintoresco pueblo.

El lugar tenía una enorme iglesia de piedra, cuya cúpula principal era de un extraño estilo colonial con algunos detalles victorianos, con construcciones enormes a los lados con fachadas de carácter oficial. Tom decidió aparcar el auto cerca del centro y recorrer el lugar a pie, mirando atentamente hacia todos lados.

La plazoleta principal tenía bellas jardineras con palmeras enormes y cargadas de cocos, ya que el clima era cálido y húmedo; el quiosco de romántica herrería blanca que parecía encaje, tenía unos cuantos jóvenes estudiantes que, después de la escuela, conversaban y reían, algunos estaban absortos en sus teléfonos, ya que sí había buena señal celular, para su asombro y algunos otros dormitaban tendidos en la piedra caliente del suelo y usaban las mochilas como almohadas. Era obvio que aquel lugar era tranquilo y seguro y Tom se sintió lo suficientemente cómodo como para bajar la guardia.

Los pájaros encaramados en las ramas cantaban dulcemente y el ambiente era de calma soñolienta y absoluta. No había ruido de autos, o tranvías o transportes, o el barullo de la gran ciudad. Ahí reinaba un silencio soporoso y tranquilo.

La campana de la iglesia comenzó a sonar con un melancólico repiqueteo y una bandada de palomas blancas cruzó la plaza para irse a posar cerca de una pareja de ancianos que les arrojaba migas de pan.

El estómago de Tom gruñó en ese momento, y entonces miró su enorme reloj de pulsera, que indicaba que eran las dos de la tarde; tenía tiempo, ya que su cita era a las seis de la tarde en la hacienda del próximo socio de su padre.

¿Y que podré comer en este lugar? — se preguntaba, cuando una pelota de plástico color rojo brillante se impactó en su rodilla, sin causarle daño pero sí sorpresa. Por acto reflejo, levantó la pelota antes de que saliera rebotando lejos de ahí.

¡Es mía!— gritó una joven voz y Tom volteó a buscar al dueño de la pelota.

Un chiquillo de no más de seis años se acercó trotando alegremente. Tenía una sonrisa pintada en sus jóvenes facciones y la frescura de la infancia exhalándole por los poros.

Enseguida Tom notó que aquel niño no era como el resto de los chiquillos del pueblo.

Su ropa no era igual de sencilla, vestía casi como los niños de la gran ciudad, con vaqueros y una camiseta azul brillante, con la imagen de un monstruo amigable y esponjoso que sostenía un helado.

El chiquillo era resuelto y su aire y sus modales confiados y seguros. Tenía la piel blanca, el cabello lacio, abundante y de un brilloso tono castaño claro que le caía sobre unos enormes ojos oscuros y luminosos.

Eh… toma— le dijo al poner la pelota roja en sus manos — trata de tener más cuidado pequeño ¿Cómo te llamas?

Zac — respondió el niño, risueño — ¿Y tú?

Yo me llamo Tom — respondió, sonriéndole también.

Y estaba a punto de despedirse de él cuando el fuerte sonido de los cascos de un caballo lo hizo enderezarse y por inercia tomar al niño para que no muriera aplastado al momento en que un imponente caballo castaño aparecía por el camino empedrado.

Tom se quedó deslumbrado de momento, ya que por la posición del sol, le era imposible enfocar bien a la persona que gritaba el nombre de aquel chiquillo, pero en cuanto lo pudo enfocar, sintió que su corazón se detenía.

El jinete era un joven esbelto y delgado, vestido impecablemente de negro, desde la camisa hasta las botas. Sus cabellos eran dorados como los rayos del sol, largos hasta los hombros, alborotados y relucientes, a saber si por el aire o porque se había puesto tres latas de laca para el cabello. Poco importaba, porque la belleza de su exquisito rostro fue lo que más impactó a Tom, en especial sus ojos, sus ojos color avellana, brillantes y alertas, enmarcados por pestañas negras y densas. Tenía la piel tan blanca como la piel del niño, apenas un rastro de barba y una dentadura impecable.

Y entonces aquel joven enfocó su molesta mirada sobre Tom y sobre el niño, mientras tiraba de las riendas del caballo para hacer que se detuviese.

¡Zachary!— El grito hizo que el chiquillo pegara un bote, ya que la voz del jinete fue fuerte y enérgica, y cuando el joven desmontó de un salto, Tom sintió que su corazón quería salirse de su pecho.

Aquel mozo con esos maravillosos ojos lo miraba de forma inquisidora e inquietante, casi rabiosa. Era altísimo, y la seguridad que emanaba de su estampa era hipnótica.

Tú, forastero, suelta a mi hermano— le ordenó a Tom de una manera hasta beligerante, y Tom no pudo ni siquiera reaccionar, hasta que aquel joven tan fresco le apartó las manos de un manotazo y abrazó al pequeño con fuerza y hasta con miedo —¿eres sordo acaso? — le recriminó luego a Tom, mientras lo atravesaba con la mirada.

Ehh yo… — No había caso, no podía articular palabra.

¿Zac, en qué demonios piensas? —Ahora se dirigía al niño, retándolo —no puedes salirte así de casa, te he buscado por horas, casi me matas del susto.

Lo siento — se disculpó el niño dulcemente, luciendo muy avergonzado.

Y Tom seguía mirándolo absorto, con cara de idiota. No recordaba siquiera donde estaba parado, ya que jamás pudo imaginar que en aquel pueblo escondido en la garganta de la montaña, pudiera existir un ser como el que estaba frente a él con ese aire tan malhumorado.

Ni siquiera fue capaz de reaccionar cuando el joven jinete se subía con el niño al caballo y salían a todo galope de ahí sin decir una sola palabra.

Cuando logró salir de su aturdimiento se encontró a sí mismo de pie, sólo, con el mismo aspecto que tendría una paloma negra con chaleco morado, ridículo.

¿Qué demonios? — se dijo, mientras parpadeaba, desconcertado.

Se movió de ahí sólo para no permanecer en el mismo sitio como estatua, y en su mente sólo podía ver aquellos ojos arrebatadores y preciosos.

Estaba caminando sin poner la más mínima atención en nada, porque su mente solo pensaba y pensaba en que ya deseaba volver a ver al rubio jinete. ¿Pero Cómo? Aquel muchacho desapareció de la misma manera en que apareció, rápido y sin ceremonias, ni siquiera le dio tiempo de explicarse, o defenderse de sus indignadas miradas y Tom sólo recordaba haber visto hostilidad en la miel de sus ojos, pero se apostaba toda su herencia a que contentos, serían aún más hermosos.

Después de caminar dos veredas, encontró un pequeño restaurante muy rústico y típico en donde servían cortes y vinos finos, entre los cuales encontró varios de la marca de su padre.

Comió sin prestar demasiada atención a la comida, que constaba de un suave filete y verduras al vapor, y mirando el reloj cada pocos minutos, esperaba aunque no estaba muy seguro de que esperaba.

Impaciente.

Después de terminar su comida, pagar la cuenta y agradecer por el servicio, salió de nuevo a las iluminadas calles del tranquilo pueblo. El atardecer se derretía, dorado y caliente sobre todo el lugar y Tom miraba de manera diferente las construcciones, las veredas, el follaje verde de los árboles, las flores y enredaderas que decoraban bellamente las casas; ahora todo le parecía mágico y místico, y se preguntaba en cuál de todas aquellas casas pequeñas, perfumadas a lilas y jazmines, y escondidas tímidamente entre las calles empedradas, viviría aquel joven con esos ojos.

Estaba a punto de empezar a pinchar timbre por timbre para buscarlo en cada casa, o de preguntar a cualquier persona quien era aquel joven tan ilustre; estaba seguro que las personas del pueblo lo sabrían, porque era imposible que ese rubio pasara desapercibido.

Se encontraba en un estado muy ansioso y milagrosamente recordó el motivo por el cual había ido a aquel lugar.

Santa mierda, por poco lo olvido— se recriminó en voz alta y regresó de prisa a su auto, actualizó el navegador GPS y tras quince minutos de camino por una bella vereda empedrada, por fin llegó a la gigantesca hacienda del que esperaba, fuera en nuevo socio de su padre.

El nombre grabado en la enorme piedra iluminada por faroles, que decoraba la entrada rezaba Kaulitz&Co.

La entrada era un sendero largo, de grava rojiza y bordeado por enormes pinos señoriales con sus ramas de colores verdes eternos, casi negros de lo tupido del follaje.

Después de entrar vio a su lado derecho una enorme extensión de césped recién cortado, y mas allá un campo interminable de viñedos cargados de uvas redondas y pesadas, las cuales esperaba pudiera obtener por un buen trato para que la compañía de su padre las convirtiera en el mejor vino de Europa; pero el señor Kaulitz estaba poniéndose difícil, así que no quedaba de otra más que tratar de convencerlo con presencia y más dinero.

Siguió su camino, escuchando el suave crujir de la grava rojiza bajo sus neumáticos y a donde quiera que mirara, veía cosas que no esperaba ver.

El lugar era enorme y una gran mansión de amplios pórticos y enormes pilares de mármol descansaba en medio y al fondo de aquel terreno, estratégicamente acomodada para que los rayos del sol entrasen por las enormes ventanas.

Después de dejar el auto en un área marcada como estacionamiento, caminó decidido hacia la casa, admirando las extensiones de césped suave y algodonoso. Había también una bella piscina iluminada con miles de bombillas color ámbar en cuya agua se reflejaba la luz dando un aspecto tridimensional y hasta hipnótico, ya que al atardecer los sirvientes y jardineros de la gran mansión iluminaban todo.

Había enormes macetones con arbustos podados con formas de figuras de animales, jardineras de mármol con palmeras enanas y junto a la piscina había una gran área con juegos infantiles que hasta tenía un puente levadizo, y más allá había una zona con mesas de herrería blanca, típicas para el jardín y mullidos sofás de cedro y bejuco.

Tom frunció el ceño ante tal derroche de lujo y elegancia, y finalmente se presentó ante un estirado mayordomo.

El señor Kaulitz lo espera — le anunció de la misma estirada manera.

Tom asintió, aburrido, y siguió a aquel individuo por dentro de la mansión, que era tan lujosa como se lo esperaba, totalmente iluminada en suaves tonos dorados.

Llegaron al pie de un par de puertas de madera y después de esperar una breve orden, entró.

Cuando la puerta se cerró discretamente tras él, Tom parpadeó, tratando de ajustar su vista a su nuevo entorno. El que adivinó, era el estudio del señor Kaulitz, estaba mucho más oscuro que el resto de la casa. Tom vio un sobrio conjunto de suaves sofás de piel color marrón a su derecha, que estaba en torno a una mesa baja en la que descansaba un tablero de ajedrez con un juego ya iniciado, iluminado por un par de lámparas de luz ambarina, y de frente, tras un gran escritorio de madera oscura, estaba de pie el emblemático señor Kaulitz, rodeado por tres enormes muebles llenos de libros. Aquello parecía en realidad la oficina de algún catedrático que la de un terrateniente.

Adelante, por favor— pidió, educadamente.

Buena tarde, señor Kaulitz— dijo Tom, de una manera encantadoramente cortés, mientras estiraba la mano —soy Thomas Trümper.

Mucho gusto Thomas— respondió el magnate, mientras estrechaba con energía la mano de Tom — me sorprendió mucho la llamada de tu padre, anunciando que vendrías a verme.

Espero no incomodar— sonrió Tom, fingiéndose avergonzado.

Para nada, vamos, siéntate. — le dijo, señalando una elegante silla tapizada en cuero negro al frente al escritorio.

Tom se sentó, después de agradecer la cortesía.

Su casa es fabulosa— dijo Tom, haciendo sonreír al reservado señor.

Te agradezco— le dijo, y después lo evaluó con la mirada— perdona, no deseo incomodarte, pero pocas veces alguien tan joven viene a hacer negocios con alguien como yo, y es, por decirlo de alguna manera, refrescante.

Coincido con usted, aunque para mí, es todo un honor— respondió Tom al cabo de unos segundos, mientras maldecía por milésima vez a su padre por obligarlo a ir.

Debes tener más o menos la edad de mi hijo mayor— comentó pensativo el señor Kaulitz— pero en fin, vayamos al grano chico. Tu padre fue en realidad muy ambiguo al negociar conmigo, en algo que es muy importante para mi familia, mi región y para mí y como comprenderás, éstos negocios no se hacen así.

Permítame antes que nada disculpar a mi padre, a veces tiene demasiadas cosas dentro de la cabeza, y suele dar muchas vueltas— respondió Tom, dejando impactado al padre de Bill por su seguridad y su arrolladora confianza en sí mismo.

Algo de eso noté, y por esa razón, no quise llegar a un acuerdo con él, no así, y ya que estás aquí, dime cual es el negocio que me ofrecen.

Primeramente —dijo Tom, cuadrando los hombros, pareciendo mucho más experimentado de lo que él pensaba que era— debo hacerle saber, que nuestra compañía no pretende de ninguna manera saquear, destruir, ni aprovecharse de nada ni de nadie— el señor Kaulitz sonrió— nuestras intenciones concretas son, construir una fábrica de vino, cosechando directamente de los viñedos del Priorato, pertenecientes a usted y su familia, y de aquí mismo exportar, primero por el continente europeo, y posteriormente a todo el mundo. Tanto la mano de obra para las cosechas como de la fábrica, para su construcción y posterior funcionamiento serán de aquí, creando así nuevas fuentes de empleo e ingresos, y ofrecemos el cincuenta por ciento de regalías por cada botella de vino a su compañía. Contamos con tecnologías ecológicas y amigables con el medio ambiente, por lo que el impacto de contaminación será mínimo, y por supuesto, como socios, participarán en cada una de las decisiones que se tomen, derivadas de nuestro proyecto.

Pues vaya— el magnate levantó las cejas, sorprendido— sabes perfectamente de lo que hablas, joven Thomas, no tengo nada que objetar. En realidad pensaba aceptar el trato de tu padre, pero así, planteado con alguien tan capaz como tú, será un placer firmar el contrato.

Tom sonrió ampliamente, complacido consigo mismo.

Le aseguro que no se va a arrepentir.

Estoy seguro que no. Tu padre debe estar orgulloso de ti, tanto, como lo estoy yo de mis hijos— Tom volvió a sonreír, sintiendo una punzada de simpatía. El señor Kaulitz tenía implícita en su estampa una extraña melancolía, que solo se diluía cuando mencionaba a sus hijos.

Tom sintió de repente una enorme ansiedad por preguntarle acerca de aquel maravilloso muchacho de rubios cabellos y mirada envenenada; seguramente lo conocería, pero se acobardó al último momento; no quería parecer un psicópata y arruinar la imagen que había creado, y que era necesaria para hacer negocios.

Tras una breve media hora más de charla con el dueño de aquella enorme propiedad, Tom consiguió lo que quería, acceso libre a los viñedos por una participación del cincuenta por ciento y regalías de por vida por cada botella de vino vendido, además de la licitación para la construcción de la fábrica. Sin duda su padre estaría complacido.

El señor Kaulitz, quien resultó ser un tipo agradable y centrado, le platicó un poco de su vida y cerraron el trato.

Cuando salió de aquel estudio, Tom se alegró de no ver al estirado mayordomo por ningún lado; prefería irse sólo.

Caminó por donde recordaba, mirando atentamente los detalles de la gran casa. Pasó por dos amplios pasillos alfombrados y bordeados por luminarias doradas y blancas, y le gustó lo que vio, tanto, que se asustó.

Salió por donde entró y cuando estaba a punto de abrir la portezuela del auto para irse de una vez por todas de ahí, un grito lo dejó congelado.

¡Hola Tom!— y reconoció la voz en el acto.

El pequeño Zac se dirigía corriendo hacia él, con una enorme sonrisa que mostraba todos sus pequeños dientes de leche, y los brazos abiertos —Tom, ¿viniste a jugar a la pelota conmigo?

Por puro acto reflejo, Tom abrió los brazos en el momento exacto en que el pequeño se arrojó en ellos, y no supo ni que decir. La sonrisa del niño era tan auténtica como su alegría por verlo, como si lo conociera de siempre.

¿Zac, que haces aquí? ¿Te volviste a escapar? — fue lo primero que atinó a preguntar, mientras levantaba al pequeño con demasiada naturalidad y le sonreía.

Aquí vivo —respondió extrañado, olvidando que estaba con un completo desconocido y entonces el cuerpo de Tom estalló en llamas, porque si el pequeño Zac vivía ahí, entonces su perfecto rubio hermano también, y eso significaba que ambos eran los hijos del empresario Kaulitz, quien, por la manera en que habló de ellos, los adoraba con locura.

Y no tuvo que preguntarle al niño por su hermano, ya que la alta silueta del joven de dorados cabellos, con esos claros ojos de caleidoscopio, apareció caminando por detrás de un macizo de arbustos recortados en forma de pirulí.

Sus ojos seguían siendo igual o incluso más inquisidores que antes, y Tom supo que él tenía la misma cara de imbécil que la primera vez, si no es que peor, ya que ese joven era el hijo del nuevo socio de su padre y si quería, Tom estaba seguro que podría hacerle la vida imposible.

Se sentía tieso como piedra y el corazón le latía a mil por hora, ya que de nuevo se encontraban en la misma situación, con Tom cargando al pequeño hermano de ese joven tan fiero.

Tom se sentía aun más idiota que la primera vez, pero ¿Por qué? ¿Qué había en ese chico para convertirlo en un estúpido total y rematado?

Haciendo a un lado el hecho de que era el joven heredero Kaulitz, de quien su padre se sentía tan orgulloso, quizá fueran sus andares, su seguridad sin duda, el porte al caminar, sereno y confiado como si todo le perteneciera, y que le pertenecía en cierta manera. El aire cálido le movía apenas los dorados cabellos y esos ojos, tan brillantes y astutos, adornando su rostro alargado y de líneas fuertes y llenas de nobleza.

Tom no quería ni hablar por miedo a que lo que saliera de su boca fuesen sólo balbuceos.

El rubio muchacho se les unió, puso una mano sobre su cadera y Tom pudo apreciar las costosas botas negras de montar que calzaba.

¿Qué demonios estás haciendo aquí y con mi hermano de nuevo? — gruñó retador, evaluándolo con su penetrante y hermética mirada — suéltalo —le dijo mientras Tom ponía al niño lentamente en el suelo, mirando como el joven lo acercaba a él y lo rodeaba por los hombros, para mirarlo directo a la cara — no puedes tener tanta confianza con alguien que no conocemos Zac.

Eh…— la voz de Tom salió chiquita y aguda, así que se obligó a recomponerse. Él era el importante hijo de un empresario experto enólogo y no podía actuar como un mocoso de quince años ingenuo y emocionado — en realidad tu adorable hermano es muy efusivo aún con extraños, pero no soy un lobo feroz que se lo va a comer — le dijo y luego estiró la mano — soy Tom, Trümper, y vengo de TrümperExperts a hacer negocios con tu padre, el señor Kaulitz.

Bill — dijo secamente —Vaya, así que eres tú— le respondió críptico y le estrechó la mano con bastante fuerza, quizá más de la necesaria, mientras lo evaluaba profundamente. Había pasado muchas noches tratando de ponerle rostro a quien fuera que vendría para convencer a su padre de lo que él consideraba era una locura, pero definitivamente, a alguien como Tom Trümper, jamás lo habría esperado —ya estás aquí para robarte de las cosechas de mi familia.

¿Disculpa? No he venido a robar nada. —dijo Tom, sintiéndose ofendido y molesto.

No sé de qué artimañas te valiste para engatusar a mi padre pero no tendrás ni una sola de estas cosechas — amenazó, totalmente furioso y eso, a los ojos de Tom, lo hacía parecer mucho más atractivo que antes, pero tampoco iba a permitir que lo tacharan de ladrón o de aprovechado, ni a él ni a su padre.

A ver, entonces… Bill… Bill Kaulitz — comenzó, enfatizando en ese apellido que empezaba a gustarle, mientras se plantaba frente a aquel rubio tan molesto — dime ¿Qué haces con tus redondas y maduras uvas, cuando se desprenden y caen al piso? ¿Dónde produces vino aquí? ¿A quién beneficias además del piso en donde se pudren? Estoy enterado de que, como toda cosecha, las venden pero ¿a cuantas personas les das trabajo en alguna fábrica? ¿Contribuyes en algo a tu región o sólo es que te encanta quejarte? — preguntó, haciendo que Bill se enojara más aún— Tu padre y por ende tú y hasta Zac —le alborotó el espeso cabello al niño, haciéndolo sonreír— se volverán aún más ricos de lo ya son, le daremos empleo a las personas de tu pueblo, más plusvalía a tu casa y gozarán de un delicioso vino. ¿Cuál es entonces tu queja?

Y el apuesto y rubio muchacho se quedó en silencio, meditando con el ceño fruncido, ya que el joven Trümper tenía razón en todos sus puntos, y su mentalidad cambió, porque hasta antes de la llegada de aquel tipo tan jodidamente atractivo, con su cuerpo atlético y musculoso y el cabello oscuro y largo, pensaba que los enólogos que irían a hacer negocios con su padre sólo iban a saquear sus tierras y llevarse su riqueza, no imaginaba que las pretensiones de TrümperExperts eran poner ahí mismo una fábrica para hacer vino.

No te enojes con Bill — pidió Zac, que había estado al tanto de la tensión que flotaba en el ambiente, y ambos jóvenes voltearon a mirarlo; Tom se agachó para quedar a su altura —Él trabaja muy duro para que no se cometan injusticias con las personas de Priorat.

No pequeño, no estoy enojado, quizá sólo sorprendido y muy cansado, conduje muchas horas para llegar aquí así que ahora buscaré un sitio para descansar antes de regresar a mi ciudad. — Después de sonreírle una vez más al pequeño, se enderezó, para encarar al hermano mayor — Espero que ya no tengas dudas sobre mí, y sobre mi presencia en tu casa. Fue un placer conocerlos a ambos, ahora debo irme— terminó, inclinando la cabeza en un elegante gesto que ya no se usaba, y que dejó totalmente impresionado al joven Bill Kaulitz.

¡Quédate aquí!— dijo de inmediato el niño, haciendo reír a Tom con su inocencia.

No creo que sea buena idea pequeño Zac, tu hermano Bill podría arrancarme la cabeza.

Y para su sorpresa, Bill sonrió también, mostrando su maravillosa sonrisa de luna llena y estuvo a punto de ofrecerle su casa para dormir, pero el ofrecimiento no llegó a concretarse, así que después de estrechar la mano de Tom, ambos lo observaron desaparecer en el silencio de la noche, a bordo de su hermoso BMW blanco.

Continuará…

Escritora del Fandom

12 Comments

  1. Me encanto el primer caputulo, la actitud desafiante de Bill hacia Tom, lo dejo completamente encandilado, lo mejor fue cuando Tom le dejo en claro que él y su padre no piensan aprovecharse de su viñedo.
    Nos leemos en el proximo, saludos y bonito inicio de semana 😊

    • Así es Mimissss, Bill es desafiante y orgulloso, altivo altanero y Así, Tom es más galante pero también tiene su orgullo pero está en proceso de cambio por ese entorno que le encanta y que aún no se cree…

  2. Muy interesante 7u7

    • Gracias!!!

  3. Con como lo describes, hasta yo me enamoro de Bill.
    Me gustó mucho este primer capítulo y ya quiero saber como se desarrolla la trama

    • Es que wow! Me encanta la personalidad fuerte en Bill, que sea orgulloso y no se deje jojo
      Espero que te siga gustando, ya que es muy cortita

  4. Y no me equivoqué! Me encanta, me encanta el tema de fondo que elegiste: los vinos y mejor dicho los viñedos♥.
    La personalidad de Bill tan fuerte, altiva, orgullosa pero no por ello poseedor de malos pensamientos, arrolló a Tom al punto de no sé si es apresurado decir » amor a primera vista», pero que surgió un interés y gusto entre ambos, porque a Bill al final ya conocedor de la postura de negocios de Tom, también lo encontró atractivo. ..caray, caray, ya quiero leer más y lo mejor es que no voy a esperar nada!
    ♥ see you! ♡

    • Siempre es un placer leer tus comentarios ady, si supieras que está historia nació de un viaje que hice a un pueblo mágico que me dejó fascinada y mezcle eso con Priorat, ya que ese lugar si existe, en España y es una región de viñedos reconocidos mundialmente por lo agreste del terreno, y me dije why not, es un tema apasionante y con un Bill rubio y altivo, heredero y puffffff que combinación y no te equivocas al decir que es amor a primera vista, ya habrás visto en los otros capítulosss
      Jujuju

  5. Excelente primer capitulo y desde el vamos atrapante y magnético …. me encantó …. gracias Shugaresugaru por este fic que será espectacular como tus otras creaciones. Y besos a ti, mi hermosa Mizuky por publicarlo. Hasta el próximo capitulo.

    • Ay muchas gracias!!! De verdad es esto lo que hace que a pesar del ambiente, exista aún estás ganas de escribir sobre ellos, es que son perfectos!! Nansbdsb y mil gracias por tu comentario, espero de verdad que te siga gustando ♡

  6. Enganchada con esta bella historia, me gustan los personajes, tienen carácter.
    Gracias y por supuesto que seguiré la historia.

    • Gracias Isy, me alegra que te guste y la sigas, Puesto que es muy cortita y llena de amor.😗😘 juju y ya se acaba en 2 días. Ojalá que los siguientes capítulos te digan gustando.
      Un besazo y gracias por el tiempo Para comentar

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