I would die for you 17

«Fic TOLL de lyra»

Capítulo 17

Dejó a su padre y subió a la habitación. Bill seguía dormido en la cama, no le quedaba más remedio que despertarlo. Había quedado a primera hora en comisaría para cerrar el caso, y Bill debía acompañarlo. Allí vería las fotos que habrían encontrado del tal Andreas, le reconocería y el caso quedaría del todo cerrado.

Cogió aire y se acercó a la cama, sentándose en el borde. Al momento, Bill sonrió en sueños, volviéndose en la cama en busca de la persona que se había sentado a su lado.

—Tom…—le llamó en un susurro.

Tom extendió una mano y le acarició la mejilla suspirando. Le iba a echar mucho de menos.

—Bill, despierta por favor—susurró Tom.

Dejó la mano quieta, muy cerca de sus labios mientras le observaba arrugar la frente y abrir los ojos despacio. Sonrió con pesar al verle fijar los ojos en él y suspirar.

—¿Ya es de día?—preguntó Bill ahogando un bostezo.

—Son las 8 y media, siento despertarte tan temprano, pero tenemos que ir a comisaría—explicó Tom arrugando la frente.

La expresión de Bill estaba cambiando. Se había despertado sin recordar nada de lo pasado la noche anterior, solo que se había quedado dormido en sus brazos. Poco a poco el recuerdo de Georg se fue haciendo presente y Bill no pudo evitar romper a llorar.

—Yo…se me había olvidado su muerte—susurró mordiéndose el labio.

Tom suspiró, jamás el había visto en ese estado. No quedaba nada del chico frío que conocía, solo era un muchacho asustado, llorando porque había muerto…su hermano…

Maldijo por lo bajo, Bill no se merecía lo que le estaba pasando. Que un loco quisiera asustarlo, que se hubiera acostado sin saber con su propio hermano…que él le tuviera que romper el corazón en mil pedazos…

—Date prisa por favor—murmuró sintiendo sonar duro—Debes identificar a Andreas en las fotos que te enseñarán en comisaría.

Iba a levantarse de la cama cuando Bill le cogió la muñeca con firmeza. Resopló y se sentó de nuevo, procurando no mirarle directamente a los ojos.

—¿Qué hay entre nosotros?—preguntó Bill en un susurro.

—Bill,…no hay un nosotros. Nunca lo ha habido—dijo Tom con firmeza.

—Entonces… ¿solo soy un chico al que te has tirado?—preguntó arrugando al frente.

—Si lo quieres ver así—murmuró Tom.

—¿Cómo quieres que lo vea?—saltó ya Bill.

Tom se deshizo de su agarre y se levantó de la cama con rapidez. No quería estar cerca de él y hacer algo de lo que más tarde se arrepintiera.

—Bill, te hice el amor dos veces cuando no debiera—trató de explicarle—Eras mi caso, tenía unas reglas… Siento mucho haberte hecho pasar por esto, pero el caso está cerrado, y también lo nuestro.

Esperó una contestación de las suyas, pero solo le vio acomodarse mejor en la cama y asentir con la cabeza.

—Haré la maleta, no quiero molestarte más tiempo—murmuró Bill resoplando.

—Bill, no es ninguna molestia…—empezó a decir Tom.

—Estoy desnudo—le recordó Bill con dolor—¿Te importa salir?

No se lo tuvo que decir dos veces. Recogió su arma reglamentaria de debajo la cama y salió de la habitación procurando no dar un portazo. Fue a su antigua habitación y descubrió a su madre en la puerta de brazos cruzados.

—¿Mamá?—llamó poniéndose a su lado.

—Las cosas de Georg están sobre la cama—explicó Simone señalándola.

Asintió en silencio, la noche anterior solo quería que retirasen los cadáveres cuanto antes y se le pasó informar de los efectos personales de Georg. Se los llevaría a su superior esa misma mañana, aunque dudaba que pudieran sacar algo más de lo que ya habían averiguado.

—Yo me hago cargo—murmuró carraspeando.

Besó a su madre en la mejilla y la vio bajar las escaleras. Entró en su habitación y cogiendo una bolsa de deporte, metió en ella la cazadora de Georg, su cartera y móvil. Eran pocas cosas, pero no quería llevarlas de la mano y que Bill las viera.

Abrió un armario y cogió para él otra cazadora. Se la colgó del brazo y tras guardarse la pistola en una funda que se ajustó en la cadera, cogió la bolsa y bajó a la cocina con ella. Bill no había bajado aún, pero si su hermana. Estaban todos, y pensó que era un buen momento para contar toda la verdad.

Se acercó a su hermana y la besó en la frente.

—¿Estás bien, Claire?—preguntó mirando a su hermana.

La vio asentir y cogió aire, mirando esa vez a sus padres.

—Siento mucho haberos puesto en peligro—dijo de todo corazón—Y…y haberos mentido.

Todos le miraron sin entender, esperando en silencio que se explicara.

—Bill y yo no estamos juntos—explicó carraspeando—Es un cantante acosado por un loco, me asignaron su caso y tras dos sustos decidí traerlo a un lugar seguro. Jamás pensé que diera con nosotros, y menos aún…que matara a Georg.

Aún no podía hablar del caso, explicar que fue el propio Georg quien había pagado a un sicario solo para asustar a Bill, sin saber como se iban a desarrollar las cosas cuando le suplicó que parase.

Estudió a su familia, que le miraban sin decir nada. Veía la decepción en la cara de su hermana, el miedo en la de su madre…comprensión en la de su padre. Separó los labios para pedirles perdón de nuevo, cuando escuchó unos pasos. Se giró y vio a Bill asomarse a la cocina. Tenía un aspecto lamentable, no iba maquillado y su piel era casi traslúcida. Llevaba unas grandes gafas ocultas tras la que ocultaba sus ojos llenos de lágrimas, y se mordía con fuerza el labio inferior para que no le temblara.

Sus ropas eran todas oscuras. Un jersey negro de cuello alto, unos vaqueros y botas de tacón alto. Colgada del brazo tenía una cazadora de cuero también negra, y de la otra mano aferraba con fuerza su maleta. La había hecho con prisas, sin preocuparse de dejarlo todo bien doblado. El pelo…lo llevaba lacio, como sin vida. No se parecía nada a esa estrella famosa que le mirara de arriba abajo el primer día que se vieron, no había nada de esa altivez y frialdad con la que le habló.

—¿Nos vamos, por favor?—preguntó Bill en un susurro.

Le dolía ver en esos momentos a la familia de Tom. Era consciente de que ya sabían toda la verdad, quien era con pelos y señales, y le miraban con lástima. Pobrecillo Bill, un loco le perseguía los pasos y había acabado con la vida de uno de sus muchos amantes… Estaba seguro que Simone Kaulitz ya no le veía como lo mejor que le podía haber pasado a su hijo, solo quería que saliera de su casa y no regresara jamás a ella.

No se esperaba lo que pasó a continuación. La madre de Tom se le acercó y le abrazó con fuerza.

—La puerta de esta casa siempre la tendrás abierta—dijo Simone con firmeza.

Asintió en silencio, sentía que se iba a echar a llorar de un momento a otro. Se soltó con dificultad y estrechó la mano del padre de Tom, que le repitió al igual que su mujer que les fuera a visitar cuando tuviera un hueco. La hermana de Tom fue la siguiente, se le acercó y le abrazó al igual que su madre.

—Me hubiera gustado mucho que formaras parte de esta familia…—susurró Claire abrazándole.

De nuevo se quedó sin habla. La familia de Tom era muy especial, le había recibido con los brazos abiertos y no estaban para nada escandalizados por su pasado. Porque tras lo ocurrido, dudaba que volviera a aceptar a nadie más en su cama. Algo había muerto en su interior, y dudaba que volviera a confiar de nuevo en el amor…

Continúa…

Gracias por la visita.

Escritora del fandom

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