«Fic TOLL de lyra»
Capítulo 3
No le quedó más remedio que ir al hotel a buscarle. David le había informado que la casa estaría lista esa misma tarde y que si no surgía nada más Bill podría instalarse en ella, momento que aprovecharía Tom para darse a conocer entre el equipo técnico que acompañaba a Bill.
No sabía como iba a poder cuidar de él con tanta gente a su alrededor. Había más de 10 personas entre estilistas, maquilladores y demás. A él le dieron el cargo de ayudante personal. Nadie se atrevió a preguntarle a que se dedicaba exactamente, y eso era lo que le molestaba. La gente pensaba que atendía sus necesidades más personales, y de eso nada.
Se tuvo que instalar en la casa en la que vivía Bill. Le dieron una bonita habitación y no le quedó más remedio que admitir lo bien que vivía. No tenía lujos excesivos, pero tampoco le faltaba nada.
Nada más llegar conoció en persona al que sí era su asistente personal y cuyo puesto ocuparía él por unos días. Le recibió con una amplia sonrisa, y falsa.
—Buenos días, me llamo Georg Listing—se presentó.
—Soy Tom—contestó Tom tendiéndole una mano por educación.
Sabía de sobra quien era, antes de mudarse a la casa de Bill había leído todo su expediente, en donde explicaba quien era quien y a que se dedicaba. Sonrió ampliamente mientras que Georg le estrechaba la mano con firmeza y le enseñaba él mismo la habitación en la que se iba a hospedar.
—Bill duerme dos puertas más a la derecha—explicó George—Y yo en la de enfrente.
Se encogió de hombros como respuesta. Le daba igual donde durmiera él, solo le preocupaba estar lejos de Bill por la noche, cuando más vulnerable podía estar. Tendría que hablar con él…
Y así lo hizo cuando tuvo la primera oportunidad. Al día siguiente habían acudido a un almacén en donde estaban grabando un video para su nuevo single. Nada más llegar lo que más le llamó la atención fueron unas cajas de madera en donde según le explicó Gustav Schafer, técnico de dirección, habían guardadas unas serpientes que aparecerían en el video.
—Tranquilo, que son inofensivas—le trató de calmar Gustav.
—No sé yo… ¿Y Bill está de acuerdo con esto?—preguntó Tom, escéptico.
—Fue idea mía, y Georg le convenció—contestó Gustav.
Tom asintió en silencio, no quería saber de que manera le había convencido Georg para que accediera a ello. En cuanto vio que Bill aparecía, se fue hacia él directo, le cogió del brazo y se lo llevó a un aparte.
—¿Quieres algo, aparte de arrugarme la cazadora?—preguntó Bill forzando una sonrisa.
—Tienes que informarme de todo lo que haces—murmuró Tom sin dejar de mirar a ambos lados.
—¿También…de lo que hago con Georg?—preguntó Bill divertido, alzando una ceja.
—Oye, me da igual con quien te acuestes o dejes de acostar. Me refiero a lo de las serpientes—contestó Tom enfadado.
—Me han asegurado que son inofensivas y le han extraído el veneno—explicó Bill resoplando—Cálmate y disfruta del espectáculo Tom.
Tras decir eso le dejó farfullando solo y fue a ocupar su puesto. Vio como Tom se ponía al lado de David, seguramente diciéndole lo mismo que le había dicho a él. No tenía porque darle explicaciones de nada, no pensaba cambiar su vida solo porque un maldito loco le quisiera hacer pasar un poco de miedo.
Comenzó el rodaje del video y Tom lo vio sin perderse ningún detalle. Se puso tenso cuando sacaron las serpientes, y Bill lo vio. Con una de ellas puesta sobre su cuello, se le acercó sonriendo al ver como retrocedía un paso y negaba con la cabeza.
Bill era como un niño pequeño, para él todo era un juego y no se tomaba nada en serio.
Terminado el rodaje, no pudo respirar con tranquilidad hasta que las serpientes fueron metidas en su caja de nuevo bajo la supervisión de Gustav. Miró la hora en su reloj, era casi la hora de cenar y solo habían parado para tomar un ligero almuerzo allá a las 12. No sabía como podía aguantar Bill tantas horas sin comer, le había visto beber una taza de café a eso de las 5 y nada más. Su aspecto daba mucho que pensar…
—¿Tom?
Se volvió al ver quien le llamaba. Era Bill, se había cambiado de ropa y en esos momentos llevaba unos vaqueros negros y un jersey del mismo color con escote a pico. Era semi transparente y pudo apreciar el piercing que llevaba en su pezón izquierdo.
—Cuando quieras nos vamos, me muero de hambre—dijo Bill sonriendo.
Sabía que le estaba haciendo un repaso de arriba a abajo, y no le importaba para nada. Echó a andar hacia el coche que le esperaba en la puerta del almacén, pero no pudo llegar a el…
Una serpiente se encontraba a la misma puerta de almacén, a escasos centímetros de él. Sintió que se le secaba la garganta y no podía respirar con normalidad, ni mucho menos gritar pidiendo auxilio.
Pero no hacía falta, atento a cada uno de sus movimientos, Tom ya había advertido lo que pasaba y corría en su dirección.
—Bill, no te muevas—pidió en voz baja llegando a su lado…no quería gritar y asustar a la serpiente o hacer que Bill diera un salto…
Bill trató de obedecerle, pero la serpiente avanzaba en su dirección y le entró el pánico. Dio un paso atrás, pisando en falso y cayendo al suelo de rodillas, momento que aprovechó la serpiente para lanzarse contra él y atacarle.
Recibió una dentellada en su muslo derecho. Separó los labios y gritó de dolor intenso en el mismo momento en que Tom llegaba a su lado y dejando a un lado la repulsión que le daban las serpientes la cogió de la cola y tiró lejos de ellos.
— ¡Que alguien mate esa cosa y llame una ambulancia!—exigió a gritos.
Se arrodilló al lado de Bill, que había caído al suelo de espaldas y sollozaba al tiempo que se cogía la pierna derecha con ambas manos.
—Bill, déjame ver—pidió Tom tratando de que retirase las manos.
Alzó una mirada y le hizo una señal a Georg para que le ayudara. Cuando se acercó le indicó que sujetara a Bill con firmeza por lo hombros mientras sacaba su pequeña navaja que siempre llevaba consigo. Cortó el pantalón de Bill en el mismo sitio de la mordida. Hizo más grande el agujero con sus propias manos y usando un cinturón que le pasaron le hizo un torniquete improvisado.
—Esa no es de las que usamos en el video—explicó Gustav arrodillándose a su lado.
Asintió viendo el miedo de Bill en sus ojos. Eso significaba que le había inoculado el veneno que llevaba. Solo quedaba una cosa por hacer, y la hizo sin pensárselo dos veces. Sujetó con firmeza el muslo derecho de Bill con ambas manos y se inclinó sobre él. Separó los labios y los puso sobre la herida, comenzando a succionar con fuerza, extrayéndole el veneno y escupiéndolo al suelo.
Repitió tres veces la misma operación, sintiendo como Bill se relajaba bajo sus manos, subiendo más una de ella para sujetarle mejor, poniéndola peligrosamente muy cerca de su entrepierna…
La ambulancia llegó a los 5 minutos de ser llamada. Tom ya le había extraído todo el veneno, o eso esperaba. De todos modos y para quedarse más tranquilos le administraron el antídoto que llevaron cuando le informaron de que una serpiente había atacado a un chico.
Lo estabilizaron y llevaron al hospital, en donde pasó el resto de la tarde en observación. Le dieron el alta porque Bill insistió. No le agradaban los hospitales y si estaba bien prefería descansar en su propia cama.
Tom le ayudó a levantarse de la cama y vestirse mientras que Georg firmaba los papeles del alta. Le puso en pie cogiéndole con firmeza por la cintura. Llevaba una venda en su muslo derecho y le hacía andar con una ligera cojera.
—¿Estás seguro de querer irte?—preguntó Tom tratando de hacerle cambiar de opinión.
—Si, por favor no insistas—murmuró Bill.
No lo hizo. Le ayudó a sentarse en la silla de ruedas que le habían llevado y é mismo la empujó. Bajaron al parking y le ayudó a acostarse en los asientos traseros del coche que les esperaba. Se sentó delante al lado de Georg y en menos de media hora Bill ya descansaba en su cama.
Se quedó a su lado vigilándole. En el hospital le dieron algunas instrucciones, como vigilarle la herida de la pierna y ver que no se le hinchaba, o que les llamara enseguida si le subía la fiebre de repente. No pasó por alto la mirada de odio que le dirigió Georg. Era él quien quería estar al lado de Bill, pero no era la persona adecuada. Él si lo era.
Acercó una butaca a su cama y en ella pasó la noche. Cada hora exacta se levantaba y retiraba con suavidad las sábanas, observando que el vendaje seguía en su sitio y la pierna no estaba hinchada.
Una de esas veces, Bill se despertó y le miró extrañado.
—Perdona—murmuró Tom tapándole de nuevo.
—Tengo sed—susurró Bill con la voz ronca.
Enseguida entró en el baño y regresó con un vaso que le ayudó a tomar. Cuando terminó le acostó de nuevo sobre las almohadas y le puso una mano en la frente comprobando que no tenía fiebre. Estaba algo caliente, pero nada más.
—Además de poli, se te da muy bien hacer el trabajo de un médico—murmuró Bill ahogando un bostezo.
Tom sonrió como respuesta y se iba a ocupar su sitio cuando Bill le retuvo por la muñeca.
—Quédate un poco más conmigo—suplicó Bill con un hilo de voz.
Tom accedió de mala gana y se sentó en el borde de la cama. Había escuchado el miedo asomarse a su voz, quería portarse como si nada le importara, pero su voz le delataba.
—¿Sabes quien pudo poner la serpiente?—preguntó Tom retirándole un mechón de pelo que le tapaba la sonrosada cara.
—No—susurró Bill, dejando escapar un suspiro.
Aún recordaba la manera en la que extrajo el veneno de su cuerpo, como sus labios rozaron su piel, como su lengua le lamió con suavidad, y como una de sus manos se apoyó en su ingle…
—Gustav dijo que lo había supervisado todo—siguió diciendo Tom.
—Gustav lleva conmigo desde que empecé en esto—le defendió Bill.
—¿Y qué me dices de Georg? me ha dado la impresión de que estaba molesto—añadió Tom.
—Y lo está. Cree que has venido a quitarle su puesto y que estés pasando la noche en mi habitación se lo confirma—contestó Bill.
—No quiero meterme en medio de nada, solo hago mi trabajo—le dejó Tom bien claro.
—Entre Georg y yo no hay nada—aclaró Bill—Solo de vez en cuando…
No pudo seguir hablando, los ojos se le cerraron. Aún estaba bajo los efectos del sedante que le administraron en el hospital. Tom le observó dormir y no pudo resistir llevar de nuevo su mano a su pelo y retirárselo a un lado suspirando.
¿Qué tenía Bill de especial que hacía que todos cayeran a sus pies…incluido él?
Continúa…
Gracias por la visita.