«Fic TOLL de lyra»
Capítulo 34
Llegaron a la última planta donde se hallaba el ático en el que vivía David. Prepararon sus armas y tras contar hasta 3 en silencio, uno de ellos dio una fuerte patada a la puerta. Entraron sin pensárselo, quedándose helados ante la escena que había ante sus ojos, el cantante tirado en el suelo medio desnudo con David sobre él apretando su cuello con ambas manos ajeno a sus gritos de que se apartara.
—¡Suéltale, cabrón!—gritó Tom apuntando a David con su arma.
Pero no pareció escucharle, sus ojos estaban clavados en el cuello de Bill que apretaba con firmeza con las dos manos.
Tenía que actuar con rapidez antes de fuera muy tarde, Bill tenía los labios morados y su mirada estaba perdida en la lejanía. No se lo pensó más y disparó acertando de pleno en la frente de David, cuyos labios se separaron y dejaron salir un pequeño gemido de sorpresa antes de caer sobre Bill sin vida.
—¡Bill!—llamó Tom rompiendo a llorar.
*Tiró el arma al suelo mientras que sus compañeros interrumpían en el piso sin dejar de apuntar a David. Estaba muerto, apartó su desnudo cuerpo de una patada de encima de Bill. Se arrodilló en el suelo y le cogió en sus brazos, acunándolo entre ellos.
—Respira, cariño—le pidió entre lágrimas—¡Maldita sea! ¡Respira!
Al mismo tiempo que le acunaba, le daba unos golpecitos suaves en la espalda mientras que le veía intentar respirar. Le tomó por los hombros y sacudió ligeramente hasta que sus ojos se clavaron en los suyos. Era como si le estuviera ordenando hacer algo imposible, pero Bill sintió el deseo de respirar aunque fuera solo por complacerlo. Le pareció que pasaron horas antes de que el aire volviera a sus pulmones con un soplo brusco y compulsivo.
Tom le abrazó y Bill apoyó la cabeza en su hombro rompiendo a llorar mientras que le acariciaba la espalda con suavidad.
—Ya pasó…estás a salvo, cariño—susurraba Tom entre lágrimas.
Le sostuvo la cabeza con una mano acunándolo mientras que Bill se debatía por respirar una y otra vez, mientras que su pecho se estremecía con ligeros espasmos…*
Una ambulancia se presentó a los cinco minutos. Mientras, Tom había cogido a Bill entre sus brazos y llevado a uno de los dormitorios del piso. Le había acostado en la cama pero al ver lo mucho que temblaba no se lo pensó y se acostó a su lado, atrayéndolo a sus brazos.
Nadie dijo nada, sus compañeros se encargaron de hacer las llamadas necesarias para que viniera el forense y ordenara el levantamiento del cadáver. Mientras, cogían pruebas y tomaban huellas.
Gustav subió cuando le llamaron, había permanecido quieto en el coche mordiéndose las uñas hasta que escuchó la sirena de la ambulancia. Salió del coche de Tom y echó a correr, no paró hasta llegar al piso de David donde uno de los agentes trató de detenerle, pero le reconoció y sabiendo que el cantante le necesitaría a su lado le dejó pasar.
No pudo evitar mirar a David, desnudo sobre el suelo con un tiro en la frente. Sus ojos permanecían abiertos y en su cara había una expresión de sorpresa muda. Desvió la mirada y fue al dormitorio principal desde donde le llegaban unos sollozos ahogados y la voz de Tom pidiéndole a Bill que se calmara.
Se quedó en la puerta algo cortado por la escena, pero Tom alzó la mirada y le hizo una señal para que se acercara. Así lo hizo y se quedó a los pies de la cama.
—¿Qué tal está?—preguntó, él también a punto de llorar.
—Vivirá—contestó Tom en un susurro.
No podía dejar de abrazarle, se sentía muy a gusto a su lado sintiendo como enteraba la cara en su cuello y suspiraba cansado ya de tantas lágrimas. La respiración se le había normalizado, y para cuando llegó el médico se había quedado ligeramente dormido en sus brazos.
Se levantó de la cama con cuidado y dejó que hicieran su trabajo. Observó como el médico le auscultó y le palpaba la garganta con suavidad, haciendo que Bill gimiera por lo bajo. Hizo una señal a sus ayudantes y en menos de un minuto lo colocaron en una camilla y se lo llevaron para hacerle unas pruebas.
Tom fue con él, y Gustav le siguió. Ya no había nada que hacer en el piso de David, Ford había llegado y tomado el mando.
Llegaron al hospital y esperaron en una sala. No estaban solos, Gustav había hecho una llamada por el camino y se habían presentado Natalie y Dunja, que fue presentada a Tom.
—Es la nueva productora de Bill—explicó Gustav cuando se la presentó.
—Sé que estas no es el momento adecuado para hablar del tema, lo principal es que Bill está vivo y su recuperación—empezó a decir Dunja—Pero cuanto menos publicidad se dé a la muerte de David mejor.
—Lo entiendo—murmuró Tom.
Sabía que la noticia iba a causar mucho revuelo. Primero Georg, luego el ataque en mitad de la gala y ahora la muerte del productor. El nombre de Bill aparecería en las noticias a lo largo de una temporada, y lo último que necesitaba era que le recordaran que había estado a punto de perder la vida.
—Me imagino que durante la convalecencia de Bill se quedará con usted—dijo Dunja con toda su profesionalidad—Programaré su agenda, le daré todo el tiempo libre que necesite, meses si son necesarios.
Tom la miró asintiendo, no hacía falta mencionar el hecho de que hubiera una relación entre ellos más allá de lo profesional.
Esperaron en silencio hasta que salió el médico que llevaba el caso de Bill y dejó que Tom pasara a verlo. Se encontraba recostado en una camilla y tapado con una sábana. Sus ropas estaban sobre una silla, menos la camiseta que David cortó por placer. Nada más verle sus apagados ojos se iluminaron y sus labios esbozaron una sonrisa amplia.
—Tom…—susurró arrugando al frente.
Se llevó una mano al cuello, le dolía horrores la garganta. En su piel estaban marcados los dedos de David, pero se quitaría la señal con el tiempo.
—Estoy aquí—dijo Tom yendo a su lado.
Le cogió una mano y se la llevó a los labios, besándosela ante la mirada del médico.
—Se pondrá bien—dijo el médico carraspeando—Necesita descansar, y estar unos días sin hablar. Pasará la noche en el hospital…
—No—susurró Bill con firmeza.
—¿Es necesario?—preguntó Tom por Bill, sabiendo de su miedo a los hospitales.
—No…no hace falta, era por precaución—accedió el médico a regañadientes.
—Yo cuidaré de él—dijo Tom con firmeza—No me moveré de su lado y si se pone mal me lo llevo a urgencias de inmediato.
—Le daremos un calmante para que pueda dormir esta noche—murmuró el médico asintiendo.
Hizo una señal a una de las enfermeras y al minuto vino con un vaso de plástico con agua y una píldora roja que Bill se tomó con esfuerzo. Luego Tom le ayudó a levantarse y vestirse. Le abrigó bien con la cazadora de cuero y pasando un brazo por su cintura le ayudó a caminar.
—¿Seguro que estás bien?—preguntó antes de reunirse en la sala con los demás.
Bill asintió con la cabeza. Separó los labios tratando de hablar, pero Tom puso un dedo sobre ellos y no le dejó.
—Lo sé, estando conmigo estarás bien—dijo sonriendo con esfuerzo.
Siguieron su camino y en la sala Bill recibió las muestras de cariño de Gustav. Nada más verlo le abrazó con fuerza mientras susurraba lo mucho que sentía no haberse dado cuenta antes de las intenciones de David. Trató de decirle que él no tenía la culpa, pero no podía hablar. Le dolía horrores la garganta.
—Bill, ahora solo tienes que preocuparte de descansar—dijo Dunja tras saludarle con un beso en la mejilla—Olvídate de la agenda, yo me encargo de ella y la discográfica hablara con la prensa.
—Mejor iros ya, Bill necesita descansar—apuntó Gustav al verle apoyar la cabeza en el hombro de Tom—Llámame mañana, por favor.
—Lo haré—prometió Tom—Estad tranquilos, se queda en buenas manos.
Todos asintieron y les acompañaron hasta el parking donde Tom había dejado el coche. Ayudaron a entrar a Bill y se lo llevó a su piso.
Una vez en el le ayudó a desnudarse y le acostó en su cama, pensando que era la primera vez que le tenía allí bajo sus sábanas. Desde que le conociera había soñado con que llegara ese momento, ellos dos en su piso compartiendo la cama exhaustos tras haber hecho el amor.
Ahora la compartían, pero solo dormía uno de los dos bajo los efectos de un calmante. Tom no podía cerrar los ojos, había estado a punto de perder al amor de su vida.
Todo había ocurrido muy rápido. Parecía que fue ayer cuando Ford le encargó el caso, recordaba lo mal que se sintió porque le habían apartado del que estaba llevando. Recordaba que vio la foto de Bill…y lo primero que pensó fue que era muy guapo.
Y de la noche a la mañana se encontraba guardándole las espaldas, enamorándose de él sin remedio…rompiendo a llorar porque si hubiera llegado un minuto tarde, David se había salido con la suya y él se encontraría muy solo en esos momentos…
Continuará…
*: Fragmento sacado del libro “Dulces mentiras”, de Jude Deveraux