«Bill y Tom, el amor de dos inocentes». Por lyra
27. El peso de la fama
Mientras esperaban su turno de ser fotografiados, David se le acercó a Bill acompañado de una chica rubia que lucía una amplia sonrisa.
—Bill, ella es Natalie Franz, y va a ser tu maquilladora personal—presentó David.
—Encantada de conocerte, y déjame decirte que me encanta como te maquillas, por no hablar de tu peinado —dijo Natalie sonriendo más.
—Gracias, ahora llevo el pelo liso, pero suelo llevarlo encrespado cuando tengo más tiempo—explicó Bill levantándose del sofá.
Natalie le tomó del codo y le señaló un rincón donde había una mesa que hacía de improvisado tocador. Bill se sentó en la silla que había delante de ella y dejó que Natalie le retocara el maquillaje, aunque no le hacía ninguna falta, pero no se atrevió a negárselo.
Tom le miraba desde donde estaba. Le había sentido muy frío cuando se sentó a su lado, nada comparado con el cálido despertar que habían tenido horas antes.
—Te toca, Tom—llamó de repente David.
Resopló y se levantó, ocupando el lugar que le dejaba Georg. Se dejó fotografiar mientras escuchaba como Natalie y Bill reían mientras le retocaban el peinado con la plancha.
—Ahora alguno de los dos juntos—dijo el fotógrafo señalando a Bill también.
Había recibido órdenes de fotografiarlos juntos, que así llamarían más la atención de las chicas, al ser los más llamativos del grupo, el uno con su maquillaje y el otro con sus rastas.
Tom esperó hasta que Bill se colocó a su lado y mostraba su mejor sonrisa al fotógrafo. Posaron con calma todas las veces que se lo pidieron, evitando mirarse a los ojos por si se delataba el amor que brillaba en ellos.
Terminado las fotos de pareja, el fotógrafo tomó algunas a Bill solo y terminó con el grupo entero. Una vez terminada la sesión, subieron de nuevo a la sala y Peter estudió las fotos que les habían sacado junto con ellos y David.
—Quedáis perfectos, tanto en grupo como en separado—dijo Peter muy satisfecho—Las niñas van a forrar sus habitaciones con fotos vuestras, y cuando te oigan cantar…más de una se desmayará…
Los chicos se miraron entre ellos y sonrieron. Hablaron un poco más del disco que iban a grabar, decidieron sacar dos versiones, una en alemán y otra en inglés para las miles de fans europeas.
— ¿Qué tal se te dan los idiomas?—preguntó Peter mirando a Bill muy seriamente.
—No muy bien—respondió Bill mordiéndose el labio.
—Te pondremos un profesor particular—dijo Peter—El inglés es con el que mejor te tendrás que defender.
Bill sonrió con timidez, no se había dado cuenta de lo que se le venía encima. Sería el líder del grupo además del cantante, en todas las entrevistas sería a él a quien se dirigiera y claro, tendría que saber lo que le estaban diciendo ya fuera en alemán, inglés o chino.
Dieron terminada la reunión a la hora de comer y les dejaron dos horas libres. A la tarde harían una prueba de sonido y al día siguiente ya hablarían del resultado, claro que al ser menores de edad los cuatro sería con sus padres con quien tendrían que hablar.
Dejando ese tema a un lado, regresaron al apartamento a comer y descansar un rato. Se hicieron unos bocadillos y subieron a sus habitaciones. La prueba de sonido se haría en la sala de ensayos que aún no habían visto, pero no se atrevieron a entrar por miedo de romper algo.
Tumbado en la cama que compartía con Bill, Tom miraba el techo con las manos puestas bajo la cabeza. Se había soltado el pelo y esperaba a que Bill se le reuniera, pero otra vez estaba metido en el baño y a él se le cerraban los ojos de nuevo.
Casi dio un salto de alegría al verle entrar por la puerta. Le vio descalzarse sin decir nada y tumbarse a su lado suspirando. Sonrió y bajando las manos le atrajo a su cuerpo y le dejó descansar sobre su pecho.
— ¿En qué piensas? —preguntó Tom en voz baja.
Mientras esperaba su respuesta, metió las manos bajo la camiseta que se puso nada más llegar al apartamento, no queriendo mancharse la cara ropa que se había comprado.
Empezó a acariciarle la espalda con suavidad, escuchándole suspirar y sintiéndole enterrar la cara en la curva de su cuello, que besó sonriendo.
—No me gusta eso de tener que esconder mi amor por ti—susurró contra su piel.
—Ni a mí, pero….si queremos seguir con lo del grupo en serio, no nos queda más remedio—dijo Tom suspirando.
—No lo entiendo, ¿qué hay de malo en que nos amemos?—insistió Bill medio sollozando.
Tom se mordió los labios y le abrazó con más fuerza. No era malo que se amaran, pero se iban a convertir en un grupo muy famoso escuchado por miles de fans, niñas en su mayoría que no entenderían que dos de sus componentes estuvieran liados y fueran novios. Sus padres pondrían el grito en el cielo y harían lo necesario para que el grupo se disolviera o les amargaría esa fama que con tanta ilusión tendrían.
Se quedaron en silencio el uno en los brazos del otro, hasta que cayeron dormidos sin remedio. Fueron despertados una hora después cuando unos suaves golpes fueron dados en su puerta.
—Adelante—murmuró Tom entre bostezos.
La puerta se abrió y Georg asomó la cabeza sonrojándose por lo que veía.
—Perdón, no quiero molestar—dijo a punto de marcharse.
—No pasa nada—dijo Tom incorporándose.
Bill aún dormía en sus brazos, ajeno al visitante.
—Ha llegado David, en media hora nos quiere ver abajo—informó Georg—Ahora despierto a Gustav.
—Vale, yo haré lo mismo con Bill y nos vemos abajo—dijo Tom sonriendo.
Esperó a que se cerrara la puerta y se apoderó de los dormidos labios de Bill. Comenzó a besárselos con suavidad hasta que poco a poco Bill fue abriendo los ojos gimiendo contra sus labios.
—Arriba dormilón—saludó Tom sonriendo.
Bill le imitó y se estiró aún cogido en sus brazos.
—David nos espera abajo, tienes que cantar para que Peter vea que tu voz es la más dulce que jamás ha escuchado—dijo Tom pasando los dedos por sus labios.
Bill se los besó sonriendo. A Peter solo le importaba que cantara bien, no que fuera dulce su voz. Suspiró y comenzó a levantarse, tenía que espabilarse y poner a punto su voz, no quería sonar ronco en su primera actuación delante del jefe.
Salió de la habitación y se encerró en el baño de nuevo. Era una cosa que hacía siempre, meterse en el baño y afinar su voz mientras se miraba en el espejo. Empezó con notas bajas y fue subiendo, hasta entonar la canción que iban a cantar para Peter.
Tom sonrió desde la cama. Bill había dejado abierta la puerta de la habitación y le escuchaba cantar. Cerró los ojos y se sumergió en la canción, tarareándola por lo bajo…
Hoer deinen namen in orkan
Ich glaub´noch mehr dran galuben kann ich nicht
(Escucho tu nombre dentro del huracán
Y no puedo creer que sea lo más sensato)
¿Era sensato sacrificar su amor para hacer su sueño realidad? No lo sabía con certeza, debía confiar en que fueran lo bastante fuertes para poder soportarlo, para no hacer que el grupo lo distanciara como ya lo intentó su “padre”…el padre de Bill…
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Media hora después, los chicos daban lo mejor de ellos. Peter los escuchaba sonriendo muy satisfecho. En directo sonaban mejor que en esa cinta que les mandaron. No pudo evitar aplaudir cuando terminaron y no fue el único. David se encontraba a su lado y casi lloraba de la emoción, era el primer grupo que le presentaba a sus jefes y gracias a los chicos iba a ser ascendido o algo parecido.
—No necesito escuchar más. Esta misma noche llamo a vuestros padres y me reúno con ellos para hablar más serio—dijo Peter muy satisfecho—David, has hecho un buen trabajo.
Los chicos estallaron en risas y se abrazaron entre ellos, no pudiendo evitar ni Bill ni Tom besase en los labios para desaprobación de Peter.
—Tenéis el resto de la tarde libre—dijo Peter carraspeando—Mañana ya os contare como me ha ido con vuestros padres y hablamos de un primer contrato.
Salió del apartamento y David se quedó al cargo de los muchachos. Les dio una hora para que se arreglaran y se los llevo a cenar fuera, enseñándoles un poco la ciudad y una de las salas en las que podían actuar en breves semanas si todo salía como ellos esperaban.
Regresaron al apartamento a las 2 de la madrugada. David les había llevado a la discoteca de moda y se lo estaban pasando en grande, disfrutando de la música y de la compañía femenina, o al menos la mitad del grupo, porque la otra mitad solo buscaba un rincón apartado en el que poder hacerse arrumacos sin que les viera nadie.
Tuvieron que esperar a estar a solas en su propia habitación. Se desnudaron nada más cerrar la puerta y cuando se metieron bajo las sábanas sus cuerpos se acoplaron como si estuvieran hechos el uno para el otro.
Hicieron el amor con calma, consciente de que sería su última vez hasta que volvieran a Alemania. Se durmieron una vez saciados y cuando llegó el día siguiente lo volvieron a hacer mientras el sol iba saliendo poco a poco.
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Regresaron a sus casas al día siguiente, tras reunirse de nuevo con Peter. Se llevaban una copia del contrato que querían que sus padres les firmara, dándoles la autoridad necesaria para poder cuidar de ellos cuando estuvieran a su cargo en los largos viajes que iban a tener que realizar. Si todo iba bien, la semana siguiente terminarían las clases y empezarían a trabajar en serio con el grupo.
Como ya iba siendo una costumbre, Bill y su madre se quedaron a cenar ese día en casa de Gordon. Mientras cenaban los chicos les contaban todo lo que habían hecho, o casi todo…aunque sus padre ya se hacían una idea de lo bien que se lo habían pasado ese fin de semana, pero no dijeron nada. Se lo merecían tras esos duros días que habían vivido.
—Mientras estéis en Alemania aquí van a haber ciertos cambios—empezó a decir Gordon mirando a Simone de reojo.
—Creo que sé por dónde va la cosa—murmuró Tom sonriendo.
— ¿Os parece bien? No queremos que os sintáis incómodos—se apresuró a decir Simone, aún algo intranquila por la decisión que había tomado.
—Para nada, así los dos no estaréis solos cuando nos vayamos Bill y yo—contestó Tom por los dos.
—Hemos pensado que lo mejor es que se muden Simone y Bill, su casa es de alquiler y esta es más grande—explicó Gordon a los chicos.
—Pero las reglas siguen siendo las mismas—se apresuró a aclarar Simone—En esta casa, cada uno duerme en su cama. En Alemania no estaremos para vigilaros y sabemos que seréis cuidadosos.
Los chicos sonrieron evitando mirarse. En Alemania el único cuidado que tenían que tener era el de no gritar muy alto, sus compañeros aún no habían protestado pero fijo que se sentía incómodos sabiendo lo que se cocía en la habitación de al lado.
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Terminaron de cenar y Tom se despidió de Bill hasta el día siguiente. Terminarían ese curso y se despedirían de sus compañeros de clase para siempre. Peter había hablado con sus padres y les prometió que les cogería un profesor particular para las dudas que les surgieran cuando dieran el curso a distancia.
Ya en su casa y tras ponerse el pijama, Bill fue a la habitación de su madre. Había un tema que no había sacado en la cena y necesitaba hablarlo con ella.
— ¿Mamá? ¿Puedo pasar?—preguntó llamando a la puerta.
Simone asintió de inmediato y vio como su hijo se sentaba en el borde de su cama suspirando. Sabía que le pasaba algo, en los momentos en que se quedó callado durante la cena pudo verlo en sus ojos.
— ¿Ha pasado algo?—preguntó cogiéndole la mano.
Bill asintió mordiéndose los labios. No sabía cómo empezar a hablar, así que respiró hondo y buscó las palabras adecuadas.
—El señor Hoffman quiere que Tom y yo…nos cortemos un poco delante de las fans—explicó sin mirar a su madre a los ojos.
—Que os cortéis un poco—repitió Simone pensativa.
—Del todo, más bien. Dice que seremos escuchados por muchas niñas a cuyos padres no le sentará bien que sea una banda compuesta por dos gays —susurró Bill sonrojándose.
— ¿Y qué vais a hacer? —preguntó Simone.
—No sé cómo voy a poder estar al lado de Tom conteniéndome las ganas de abrazarle y besarle, como cuando hago cuando algo me sale bien —contestó Bill sintiendo que se le llenaban los ojos de lágrimas —Imagínate, ganamos un premio y me tengo que conformar con estrecharle la mano por miedo a que alguien note algo raro…
Simone miró a su hijo mordiéndose los labios. No sabía si sería lo bastante fuerte como para afrontar lo que se le venía encima. Renunciar al amor de Tom estando en público, hacer creer a miles de chicas que una de ellas podía ser la elegida…si algún día saliera a la luz su secreto, más de una se llevaría una gran desilusión.
Además, ya corrían rumores en el pueblo. ¿No sería mejor que lo contaran ellos mismo, que una mala persona, ávida de esa fama que iba a tener el grupo? No solo destrozaría la vida de los chicos, contaría la historia a su manera, sin nada de amor en ella, convirtiendo a dos buenas personas en unos desalmados pervertidos…
Eso terminaría con la inocencia de dos buenos chicos….
Continúa…