«Bill y Tom, el amor de dos inocentes». Por lyra

8. No te olvides de mí

Regresó a casa sintiéndose algo mejor. Por fin había despejado esa duda que le carcomía desde la noche en que murió su mujer. Ahora solo tendría que sentarse a hablar con su hijo, contarle lo que pasó realmente, que dejara de culpar a la doctora Kaulitz de la muerte de su madre.

Abrió la puerta y dejó las llaves sobre la mesita de la entrada mientras la cerraba. Agudizó el oído, pensaba que su hijo estaría en casa.

— ¿Tom? —llamó en voz alta.

Solo obtuvo como respuesta un ruido sordo que provenía del piso superior. Levantó la mirada y echó a andar hacia las escaleras. Llegó a la habitación de su hijo y sin llamar abrió la puerta.

—Lo siento—murmuró al ver que no estaba solo.

—Le estaba explicando a Bill las mates—dijo Tom desde el otro lado de la cama.

Gordon asintió sin decir nada. Desde donde estaba solo veía la espalda del amigo de su hijo, sentado en el escritorio con la cabeza inclinada.

—No os molesto más—dijo antes de salir.

Cerró la puerta con suavidad y entró en su habitación para darse una ducha, dejando que su hijo siguiera con sus explicaciones.

Una vez a solas, Tom se giró y miró a su amigo mientras se frotaba la parte baja de la espalda, sobre la que cayó cuando fue empujado de la cama….

Resopló pensando que nunca en la vida iba a entender las matemáticas. Tenía los ojos puestos sobre su cuaderno, no se dio cuenta de que Tom levantaba una mano y él mismo le retiraba el pelo que le molestaba. Se lo puso tras la oreja, se la acarició con suavidad…

Levantó la cabeza y se le quedó mirando, separando los labios dispuesto a preguntarle qué demonios se pensaba que estaba haciendo…le vio venir, pero no se lo quiso impedir…

Le vio inclinarse sobre él y se alejó por instinto, recostándose sobre la cama, sabiendo que no tenía escapatoria…separó más los labios cuando su aliento se los rozaron, y solo pudo gemir por lo bajo cuando fueron besados…

Cerró los ojos y respondió con torpeza al beso, pensando que era el más dulce que jamás le habían dado…hasta que una voz le sacó de sus pensamientos y las manos que había puesto contra su pecho actuaron como si tuvieran vida propia.

Le empujó con fuerza tal mismo tiempo que él rodaba y se levantaba de la cama. Se sentó de nuevo ante el escritorio con la respiración entre cortada, inclinando la cabeza y cerrando los ojos al escuchar como Tom se caía de la cama y se golpeaba con el duro suelo.

Esperó contendiendo el aliento mientras hablaba con su padre, rezando para que no se le acercara y le viera en ese estado. Rojo como un tomate, con los ojos velados y los labios ligeramente hinchados…

.

— ¿Bill?—llamó Tom con suavidad.

Exhaló un hondo suspiro y se levantó, recogiendo sus cosas de paso.

—Tengo que irme a casa—murmuro con la voz entre cortada.

Metió su libro de matemáticas en la cartera y los lápices que había sacado. Se giró procurando no mirarle y maldiciendo por lo bajo se inclinó sobre la cama y recuperó su cuaderno, con las hojas arrugadas como si alguien hubiera pasado por encima de el…

—Bill, lo siento…no sé que me pasó, yo…—se intentaba disculpar Tom.

Pero no le salía nada coherente. No lo sentía para nada, sabía perfectamente lo que le había pasado. Vio sus dulces labios y simplemente quiso probarlos.

—Déjalo, nos vemos mañana en clase—-le cortó Bill aún sin mirarle.

Tom asintió en silencio, viéndole salir de su habitación. Una vez a solas de nuevo, se dejó caer en la cama de espaldas, gimiendo cuando su dolorido trasero chocó con suavidad en el colchón.

Se llevó las manos a la cara y sonrió tras ellas. Nunca antes había hecho eso, besar a alguien de su propio sexo, pero Bill era muy especial. Desde el primer momento que le vio sintió algo muy fuerte por él, y sabía con toda certeza que esos sentimientos eran correspondidos.

Con los ojos cerrados recordaba como su cuerpo se estremeció cuando le besó, como levantó las manos y las puso en su pecho… sonrió al pensar que si no llevara dos camisetas puestas, sus uñas habrían quedado marcadas en su piel…

.

Bajó a cenar cuando consiguió respirar con normalidad y que su corazón se tranquilizase. Entró en la cocina, sorprendido de ver que su padre había hecho ya la cena, incluso tarareaba por lo bajo mientras cocinaba.

— ¿Papá? —llamó con curiosidad.

—Oh, Tom—dijo Gordon girándose—Siéntate mientras se termina de cocer la pasta.

Tom le obedeció sin decir nada, extrañado de ver a su padre a esas horas en casa. Normalmente le dejaba una nota en la nevera diciéndole que ya tomaría algo cuando regresara. Últimamente pasaba mucho tiempo a solas, y él sabía dónde iba.

Al viejo faro en el que conoció a su madre. Había escuchado esa historia miles de veces, de cómo cuando su padre era un estudiante y se tomó unos meses de vacaciones, vino al pueblo con un grupo de amigos para trabajar pintando el viejo faro.

Lo cuidaba una señora anciana, que para sorpresa suya aún vivía retirada en una residencia. Su madre estaba de paso en el pueblo por esa época y se quedó los meses que estuvieron su padre y sus amigos trabajando en el faro.

No sabe muy bien lo que pasó, pero se imaginaba que fue algo parecido a lo que le había pasado a él nada más ver a Bill. Fue amor a primera vista, su madre siguió a su padre, quien se la llevo cuando regresó a su casa tras las vacaciones.

Terminada su carrera, decidieron regresar al pueblo y formar allí una familia, hasta que su madre se puso en el camino de una bala perdida….

— ¿Tom?—llamó Gordon sacando a su hijo de sus pensamientos.

— ¿Qué?—preguntó Tom pestañeando.

—Te preguntaba si querías agua—repitió Gordon sonriendo.

—Si, gracias—contestó Tom cogiendo el vaso que le tendía.

Bebió un sorbo largo, tragando de paso las lágrimas que sentía agolparse en su garganta.

—Tom—dijo Gordon sentándose delante de su hijo—He estado hablando esta tarde con…Simone Kaulitz.

— ¿Kaulitz?—repitió Tom entrecerrando los ojos— ¿La doctora Kaulitz? ¿La mujer que mató a mamá?

—No digas eso—le riñó Gordon—Necesitaba saber que pasó realmente esa noche, y me lo ha explicado…

—Yo te lo puedo decir—cortó Tom enojado—Mamá estaba bien y esa doctora la cagó. Deberíamos denunciarla, si no sabe hacer bien su trabajo no se qué demonios pinta en un hospital.

—Tom, tu madre estaba muy grave. No viste sangre porque sangraba por dentro, tenía el corazón destrozado—explicó Gordon con dolor—Simone hizo todo lo que pudo por salvar su vida.

— ¿Y ya está? Te cuenta su versión y la perdonas, incluso la llamas Simone—señaló Tom al tiempo que se le escapaba una lágrima—Ella no lo está pasando tan mal como nosotros, no sé porque tienes que hablar con ella….

—Noté en su voz que estaba muy afectada, y en estos momentos ella misma pasa por una mala época. Se acaba de divorciar, su hijo lo está llevando muy mal…

— ¡Me importa una mierda!—gritó Tom levantándose de golpe—Se puede ir al infierno, junto con su querido hijo.

Salió de la cocina dando un sonoro portazo. Echó a correr sin rumbo alguno mientras iba llorando por el camino. Nunca podría perdonarla, mató a su madre, se la llevó de su lado cuando aún era muy pronto. Solo tenía 17 años y estaba muy confundido, con su madre hubiera podido hablar de esos nuevos sentimientos que sentía crecer en su interior.

Si le contaba a su padre se acababa de besar con un chico, que se sentía tan atraído por él llegando a pensar incluso en hacerle el amor…le llamaría enfermo y le llevaría a un loquero para que le sacara esa ideas de la cabeza.

.

Dejó de correr cuando sintió que los pulmones le comenzaban a arder. Se inclinó apoyando las manos en las rodillas y tomando aire jadeando. Cuando alzó la mirada, vio donde estaba. El viejo faro se erguía delante de él y no era lo único.

Observando cómo chocaban las rocas a sus pies, se encontraba Bill. Tenía la mirada fija en el mar embravecido, que amenazaba con llevárselo lejos del pueblo, de la persona que tan dulcemente le había besado…

— ¿Bill? —llamó Tom poniéndose a su lado.

Bill se giró de inmediato, pasándose el dorso de la mano por sus húmedas mejillas. Se le quedó mirando, observando que él también había llorado.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó con un hilo de voz—¿Me has estado siguiendo?

—No, necesitaba salir de casa, he vuelto a discutir con mi padre—explicó sentándose en el suelo.

Bill le miró sintiendo mucha pena por él, y se sentó a su lado.

— ¿Me lo quieres contar? —preguntó poniendo una mano en su rodilla.

—Es muy complicado—contestó Tom suspirando—Mi padre ha estado hablando con la mujer que…que…que trató de salvar la vida a mi madre…

Tenía que aceptarlo, las cosas sucedieron muy deprisa y él creyó que su madre iba a salir bien parada, no era capaz de imaginar que estaba muy grave, en ese momento no lo quiso pensar…

Alzó la mirada al sentir que la mano que tenía en su rodilla se la apretaba con fuerza. Miró a Bill y esa fue su perdición. Le veía con los labios separados, como a punto de decirle algo, como la última vez que se besaron.

Levantó una mano y la llevó hasta su nuca, le atrajo por ella, pero cuando estaba a punto de volver a suceder, le vio negar con la cabeza y ponerse en pie.

—Lo siento, Tom no puedo hacerlo—se disculpó Bill llevándose una mano a los labios.

— ¿No sientes algo por mí?—preguntó Tom levantándose también.

—Si, pero no debo sentirlo—murmuró Bill retrocediendo un paso.

— ¿Por qué no? Estoy cansado Bill, de perder a las personas a las que amo—se le escapó.

— ¿Cómo puedes saber que me amas? Nos conocemos desde hace un día, no es tiempo suficiente para saberlo—negó Bill sin dejar de retroceder.

—Pues yo lo sé—insistió Tom—Desde el primer momento que te vi, mi corazón pegó un vuelco en mi pecho.

—Me estabas confundiendo con una chica—recordó Bill con tristeza.

—Te llamé guapo, porque me lo pareces. Me atraes mucho, eres muy especial para mi Bill, y no te pienso perder—dijo Tom con firmeza.

Pero Bill negó con la cabeza. Su plan no estaba saliendo como él quería, solo iba a averiguar cómo era la madre de Tom, en sus planes no entraba enamorarse de él perdidamente.

—Tom, no puede ser….me odiarás…—se le escapó en un susurro.

— ¿Cómo iba a poder odiarte? —preguntó Tom con una sonrisa—No has hecho nada malo, te conozco y sé que eres incapaz de hacerlo.

Avanzó un paso en su dirección y al verle dudar le estrechó en sus brazos, apoderándose de nuevo de sus labios y besándoselos.

Bill no pudo hacer más que dejarse besar y suspirar. No, aún no había hecho nada malo para merecer el odio de Tom. Ni le había mentido, simplemente no le había contado la verdad, quien era. El hijo de la persona que Tom odiaba con toda su alma, y cuando lo supiera, le iba a odiar a él también. Olvidaría que hubo una época en la que le llamó amor, y olvidaría también esos dulces besos robados, como ese que se estaban dando.

Continúa…

por lyra

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!