Lie to me 17

Capitulo 17

El restaurante quedaba algo lejos, fueron en coche y por el camino Bill y Tom hablaban y reían para sorpresa y alegría de Gordon. La verdad es que jamás pensó que su nuevo hijo se adaptaría a su nueva forma de vida, y viendo lo mal que parecía llevarse en clase nunca llegó a imaginar que llegaría el día en que enterraran el hacha de guerra y se comportaran como dos buenos amigos…ya que de momento, Tom no sabía que en realidad era su hermano y se tenían que llevar bien entre ellos.

La cena transcurrió plácidamente y llegada la hora del postre llegó también la hora de dar los regalos. Simone se quedó sin palabras al ver el anillo que Gordon le regaló con una amplia sonrisa en los labios, Tom observó divertido como su madre se lo agradecía con un tímido beso por estar él y Bill delante. Entonces le entregó el suyo, que no era nada comparado con la joya de su padre.

Muchas gracias cariño, es preciosa—dijo Simone admirando su blusa nueva.

Yo….yo también he comprado algo—susurró Bill con timidez.

Todas las miradas se dirigieron hacia él, sintiendo la de Tom traspasándole. No se achantó, sacó su regalo y se lo entregó a Simone, quien lo abrió realmente sorprendida.

¡Oh, Bill! —exclamó al ver el foulard—Es precioso, pero no te tenías que haber molestado, y te habrá costado mucho.

Es lo menos que puedo hacer por lo bien que me han tratado—dijo Bill contento por lo mucho que le había gustado el regalo.

Bill, ¿me acompañas al baño? —preguntó Tom de repente.

Bill le miró extrañado, viendo como se ponía en pie con brusquedad y tiraba sobre su plato la servilleta. Le siguió con rapidez ante la desconcertada mirada de Gordon y Simone, que una vez a solas disfrutaron de algo de intimidad cogiéndose de la mano y besándose en los labios.

Los baños se encontraban al fondo del restaurante, Bill casi corría tras Tom sorteando las mesas. Una vez llegados a su destino sintió como le agarraban con fuerza del brazo y hacían entrar en una de las cabinas.

Ha sido esta tarde, ¿verdad? —gritó Tom sin poderse contener—Aprovechaste que estaba distraído para coger el foulard y metértelo en el bolsillo.

Bill comprendió al fin su reacción y sintió como una puñalada a un lado del costado. Le dolía mucho que Tom pensara eso, más cuando le había prometido no volver a hacerlo. Vale que fuera un experto mintiendo, pero tras todo lo pasado y todo lo que empezaba a haber entre ellos, jamás se le ocurriría empezar nada con Tom basado en una de sus muchas mentiras.

Es robado, ¿verdad? —gritó Tom de nuevo.

¡No! —gritó Bill a su vez.

¿No? —repitió Tom sin podérselo creer—Pues ya me dirás de dónde has sacado entonces el dinero…

La respuesta flotaba en el aire y la reacción de Tom fue soltar con brusquedad el brazo que aún mantenía agarrado y tratar de separarse, lo que hizo que Bill se enfadara.

Es eso lo que piensas, ¿verdad? —estalló Bill cansado ya de su actitud.

Es la única respuesta—gruñó Tom realmente enfadado—Si no es robado lo has comprado con el dinero obtenido de hacer… ¡prometiste no volver a hacerlo!

No he hecho nada de lo que me deba arrepentir —dijo Bill tratando de no echarse a llorar.

Tom le fulminó con la mirada, no había nada más que decir. Estaba claro que Bill no iba a cambiar nunca, ni siquiera por él.

Estoy perdiendo el tiempo contigo—murmuró dándose por vencido—Haz lo que te dé la gana, y olvídate de mí.

Pasó por su lado y salió del baño. Bill no fue tras él, sentía una lágrima bajar por su mejilla y se la limpió con rabia. Le había hecho mucho daño con sus palabras, no le había dado la oportunidad de explicarle que había sido Andreas quien le había cedido amablemente el dinero y no a cambio de eso que estaba pensando.

Suspiró y tras esperar unos minutos más se calmó lo suficiente para salir del baño sin que su cara denotase que estaba a punto de derrumbarse. Regresó a la mesa donde Gordon ya había pagado la cuenta y esperaban a que volviera.

¿Va todo bien? —preguntó Simone preocupada.

No se le había escapado el tono en que Tom le exigió que le acompañase al baño y luego regresó él solo sin decir una sola palabra, y Bill lo hacía minutos después en un estado lamentable. No había luz en sus ojos y sus labios no podían dejar de temblar como si de un momento a otro fuera a echarse a llorar.

Estaba claro que habían discutido y estaban enfadados entre ellos. De vuelta a casa reinaba un frío silencio en el coche, ya no quedaban de las risas que se escucharon horas antes. En el asiento de atrás iban sentados Bill y Tom como si no se conocieran de nada, cada uno mirando por su ventanilla.

Una vez en casa Tom no tenía ganas de irse a la cama y se quedó un rato en el salón viendo la tele tirado en el sofá. Sus padres decidieron ir a dar un paseo antes de acostarse, con la idea de que estando solos en casa los chicos hicieran las paces.

Bill en cambio echó a correr escaleras arriba y se encerró en el baño donde se quitó el maquillaje llorando con rabia. Quería irse a la cama, dormir y no despertar hasta que hubieran pasado 7 años y su madre estuviera de nuevo a su lado y no tuviera que volver a mirar a Tom a la cara.

Y con esa idea en mente se fue a la habitación, se cambió de ropa y se metió en la cama ahogando un sollozo incontrolado.

Abajo Tom hacía zapping resoplando, no daban nada en la tele y no le apetecía irse a la cama, en esos momentos quería estar lo más lejos posibles de Bill. Le había defraudado y no sabía si le iba a poder perdonar alguna vez.

El sonido del móvil le sacó de sus pensamientos. Se incorporó y lo sacó del bolsillo de su pantalón. Andreas, que raro que llamara un sábado a las 11 de la noche. ¿No estaría pasando un buen rato con Samantha?

Hola Andreas—contestó estirándose en el sofá— ¿Qué haces que no estás con Samantha?

¿Y quién te dice que no estoy con ella? —contestó sonriendo Andreas.

Tom se sentó de golpe en el sofá, ¿le estaba llamando mientras…?

Estamos en la cola del cine—aclaró Andreas, como si le hubiera leído su retorcido pensamiento—Solo llamaba para ver qué tal ha ido la cena.

Genial, hasta que Bill lo ha estropeado todo—dijo Tom resoplando.

¿Qué ha hecho? —preguntó Andreas sorprendido.

Me ha fallado—contestó Tom sin poderse contener—Me prometió no volver a sus viejos hábitos y ha tenido que recurrir a ellos para…para conseguir dinero y comprarle un regalo a mi madre. ¿Cómo ha podido atreverse?

Tom, creo que te equivocas—murmuró Andreas.

¿Cómo? —casi gritó Tom.

Yo le di el dinero a Bill—explicó Andreas.

¿Qué tú le has dado el dinero? —repitió Tom sin entender—Pero…¿a cambio de qué?

¡De nada, de nada! —gritó Andreas esa vez—Ha sido un préstamo…. Bill no quería que lo supieras, me pidió el dinero prestado porque quería regalarle algo a tu madre y yo se lo di.

Y yo he metido la pata hasta el fondo—murmuró Tom maldiciendo por lo bajo—Tengo que dejarte Andreas, mañana hablamos.

Colgó antes de replicase su amigo y echó a correr escaleras arriba. Se había comportado como un verdadero imbécil, le había fallado a Bill y dudaba que le pudiera recuperar.

Entró en la habitación y se quedó observando, parecía que Bill dormía pero no lo hacía. A sus oídos llegó un sollozo ahogado y sintió como se le rompía el alma. Suspiró y se sentó en el borde de la cama poniendo una mano en su hombro.

Bill—llamó en voz baja.

¡Déjame en paz! —gritó Bill entre sollozos tratando de alejarse.

Pero Tom no le dejó, le cogió con firmeza por ambos hombros y le hizo sentarse en la cama.

¿Qué es lo que quieres? ¿Qué te la chupe para que puedas irte a dormir plácidamente? —estalló Bill.

Quiero que me perdones—murmuró Tom —He hablado con Andreas y me lo ha contado todo, como le has pedido dinero para hacerle un regalo a mi madre y yo…he sido un imbécil por creer que…

Claro, te fías más de Andreas que de mí ¿verdad? —dijo Bill dolido—Tengo suerte que te lo haya contado todo, sino seguirías pensando de mi que soy un estafador, que todo lo que hago es para obtener algo a cambio y que si digo que me he enamorado de ti es que estoy mintiendo de nuevo…

Dejó de hablar, le faltaba el aire y Tom no dejaba de intimidarle con la mirada. No la apartaba de él y tenía los ojos llenos de lágrimas.

No sé qué hacer o decir para que me perdones—dijo Tom suspirando—He metido la pata hasta el fondo y te he hecho mucho daño. Estoy muy arrepentido Bill, y aunque no me des una segunda oportunidad te prometo que jamás volveré a desconfiar de ti.

Bill se le quedó mirando sin saber que decir, le había hecho mucho daño pero se le notaba realmente arrepentido. Una lágrima resbalaba por su mejilla y levantando una mano la cogió con una de sus uñas largas y llevó a sus labios.

Tom sintió un escalofrío al verle lamer la punta de su dedo saboreando su lágrima. Contuvo la respiración y rezando para no estropearlo de nuevo se inclinó sobre Bill y le besó con suavidad en la mejilla. Primero un beso, luego otro…y el tercero directo en sus labios cuando Bill giró la cara.

Se fundieron en un abrazo sin dejar de besarse, Tom se inclinó sobre él y le hizo recostarse sobre la cama de nuevo. Se puso encima y sin dejar de abrazarle hizo el beso más profundo al tiempo que empezó a frotar su cadera contra la de Bill.

Pronto la habitación se llenó de gemidos ahogados, Bill bajó una mano y sin pensarlo dos veces la coló en los pantalones de Tom, quien ahogó un gemido al sentir como le acariciaban de arriba abajo.

Cerró los ojos dejándose hacer, le era imposible detenerle porque lo que le estaba haciendo le estaba gustando mucho. Sus labios se habían separado y bajando la cara la enterró en el cuello de Bill y empezó a lamer su piel. La notaba muy caliente, y eso le puso más cachondo si se podía.

Entonces perdió el control, abrazó con fuerza a Bill y rodando por la cama le hizo ponerse sobre él a horcajadas. Bill sacó la mano sorprendido, los ojos de Tom tenían un brillo que jamás había visto. Entonces se movió y al momento le había quitado la camiseta y sus manos ya estaban tratando de bajarle el pantalón de pijama que llevaba.

Entonces…cerró los ojos y negó con la cabeza para sorpresa de Tom.

¿No? —repitió Tom sin entender.

Para un momento, por favor—pidió Bill poniendo las manos sobre su pecho.

Tom se quedó quiero sin entender. Pero… ¿no estaba disfrutando? ¿No quería pasárselo bien?

Es…es mi primera vez—confesó Bill.

¿Qué? —gritó Tom sin querer.

Y la tuya también, y debería ser especial y no con prisas con tus padres a punto de llegar—dijo Bill echando una mirada a la puerta de la habitación.

Ya sé que es mi primera vez…con un hombre—aclaró Tom— Pero… ¿qué es eso de que es tú primera vez también? ¿No me dijiste que…?

Te mentí Tom—contestó Bill inclinando la cabeza—Jamás lo he hecho, he estado a punto varias veces pero siempre me echaba atrás perdiendo mucho dinero por ello. Pero no podía hacerlo, me daba mucho miedo y cuando me preguntaste te dije que sí porque no quería que pensaras que…que no era tan duro como aparentaba.

Tom le escuchaba en silencio, la verdad es que no le sorprendía que Bill le hubiera mentido también en eso si todo lo que había salido de su boca había sido una mentira tras otra. Menos una, le dijo que le quería, que estaba enamorado de él y eso no era mentira.

Y en el fondo la verdad era que se alegraba, porque quería ser el primero en probar su cuerpo. Aunque la verdad era que ese no era el momento, sus padres regresarían en cualquier momento y podían pillarle en una situación comprometida.

Suspiró y poniendo una mano en la barbilla de Bill le hizo levantarla. Se había sonrojado y sonrió al verlo.

No pasa nada—dijo sin dejar de sonreír.

¿No estás enfadado conmigo? —preguntó Bill en voz baja.

Tom negó con la cabeza y se incorporó hasta rozar sus labios con los suyos. Bill soltó el aire retenido en un suspiro y respondió al beso con timidez.

Buscaremos el momento apropiado, no hay prisa—dijo Tom sonriendo.

Bill asintió con la cabeza y se levantó con torpeza para que Tom pudiera salir de su cama, donde se acostó de nuevo con una amplia sonrisa en los labios. Observó como Tom se desnudaba y ponía su pijama y se acostaba en la otra cama.

Se quedaron mirando a los ojos hasta que el sueño les venció, soñaron con esas caricias compartidas minutos antes y con la próxima vez que volvieran a estar juntos sin que nada les separase….

El día siguiente despertó a un Bill muy contento, quien no se lo pensó dos veces y abandonando su cama se acostó al lado de Tom para despertarle a besos. Le abrazó por la espalda y comenzó a besarle el cuello sintiendo como se movía en sueño y reía en ellos.

Sonrió contra su piel y siguió besándole y acariciando su espalda, hasta que Tom abrió los ojos y giró en sus brazos.

Buenos días—dijo Tom entre bostezos.

Bill sonrió como respuesta sin apartar la mirada de sus ojos. Sus manos estaban entonces en la cintura de Tom sin dejar de acariciarle, queriendo ir más abajo pero sin atreverse por el miedo de empezar algo que luego no pudieran terminar.

Tom lo sabía, se moría por estar dentro de él pero no era el momento adecuado ni el lugar tampoco. Suspiró y bajando la cara se apoderó de los labios de Bill. Empezó a besarle muy despacio hasta que Bill separó los labios y entonces sus lenguas conectaron.

Siguieron besándose perdiendo el control, Tom le abrazó con fuerza y girando sobre su cuerpo hizo que Bill se recostara contra él. Con tanto movimiento las sábanas cayeron al suelo, momento en que se abrió la puerta.

¿Se os ha pegado las sábanas o qué?

La voz de Gordon hizo que ambos chicos pegaran un bote en la cama. Tratando de levantarse se enredaron más y Bill casi se cayó de la cama haciendo que Tom le abrazara con firmeza y que sus caras estuvieran muy cerca, jadeando contra sus labios.

Continuará…

Escritora del fandom

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