Terminado de maquillarse recogió su mochila de la habitación y se dispuso a salir cuando la madre de Tom le llamó desde la cocina.

—Te he preparado el almuerzo—dijo Simone tendiéndole una bolsa de papel marrón.

Bill la miró sin entender, generalmente se tomaba algo ligero con lo poco que le podía dar su madre. Tenía algo ahorrado y bien guardado el bolsillo interno de la cazadora de cuero que llevaba, y que esperaba que le durase un par de semanas. Luego…ya se buscaría la vida, como siempre hacía.

—Vamos, cógelo—insistió Simone—Te he metido un sándwich de jamón y queso, una botella de agua y una manzana de postre, pero si quieres algo más cógelo. Como si estuvieras en tu casa.

No tuvo más remedio que coger la bolsa, Simone se le había acercado y prácticamente se la había puesto en la mano. Le dio las gracias en un susurro y salió de la casa. A lo lejos veía las rastas rubias de Tom, se había ido sin esperarle. Pero no le importaba, una vez fuera de la casa cada uno haría su vida como habían hecho hasta entonces.

Caminó tras él con paso lento, no tenía prisa alguna. La primera clase era de matemáticas y como no entendía nada no pasaba nada si llegaba tarde y se la saltaba. Y parecía que Tom pensaba lo mismo, al llegar al cruce en vez de seguir la dirección del instituto le vio torcer a la izquierda y decidió seguirlo. Parecía un auténtico espía, escondiéndose tras los coches y cruzando de acera para poder observarle mejor sin ser visto.

Arrugó la frente cuando le vio pararse de golpe y mirar hacia atrás, como si presintiera que le estaba siguiendo. Se apresuró a esconderse tras una parada de autobús, hasta que le vio echar a correr de improvisto y no le tocó otra que correr él también si quería seguirlo.

Se dirigieron a un parque y allí Bill buscó refugio entre los árboles. Empezaba a pensar que podía hacer Tom tan en secreto a esas horas de la mañana, y no se le ocurrió otra cosa que había quedado con una chica. Sonrió al pensar que tal vez iba a presenciar un buen espectáculo, pero la sonrisa se borró de sus labios al ver con quien había quedado.

Un hombre de unos 35 años al que conocía vagamente de vista. David Jost, su madre solía hacer algunos negocios con él. ¿Qué se traían entre manos Tom y él? Desde donde estaba no veía nada, solo que hablaban y hablaban. Así 10 minutos hasta que Tom se despidió y regresó por donde había ido con las manos metidas en los bolsillos.

Se escondió bien hasta que pasó por su lado y volvió a seguirle, entonces la curiosidad pudo con él y corrió hasta ponerse a su lado.

— ¿Qué te traes con David? —preguntó sin poderse contener.

— ¡Joder, Bill! —gritó Tom asustado—¿Qué demonios haces que no estás en clase?

—Podría hacerte la misma pregunta—rió Bill caminando a su lado.

—No es asunto tuyo—murmuró Tom resoplando.

—David es un mal tipo—dijo Bill asintiendo—Si tus padres te vieran hablando con él…

— ¿Y tú de que lo conoces? —preguntó Tom mirándole muy interesado—¿Te lo has tirado?

— ¿Cómo puedes decir semejante barbaridad? —estalló Bill a punto de «llorar»—David…es mi padre.

Tom se paró en seco al escucharle, sintiendo como se ponía rojo hasta las orejas.

—Yo…no lo sabía—susurró consciente de que había metido la pata hasta el fondo.

—Sé que no nos llevamos bien, pero podías pensar antes de hablar—dijo Bill realmente dolido— ¿Cómo eres capaz de imaginar que me he acostado con mi propio padre?

— ¿Y cómo querías que lo supiera si no tenía ni idea? —se defendió Tom—No sé nada de ti, apareces un día en mi casa y me entero que te vas a quedar una temporada. ¿Qué le ha pasado a tu madre? ¿Y por qué no vives con tu padre?

—Mi madre ha tenido que irse de viaje—mintió Bill sin pestañear—Tu padre ha sido…muy amable al ofrecerse para cuidar de mi unos días. Y con mi padre no puedo vivir…por eso que tú has dicho…

Tom le miró sin saber que decir, jamás hubiera pensado que un padre le pudiera hacer eso a su hijo.

— ¿Tu padre…te ha tocado? —preguntó en un susurro ahogado.

— ¡Eso te gustaría! —estalló Bill, incapaz de aguantarse por más tiempo la risa—¿Te da morbo pensar en cómo sería que me lo montara con alguien que me dobla la edad…que podía ser mi propio padre?

Y sin decir más siguió andando como si nada, riendo a carcajadas mientras que Tom le miraba con una expresión idiota en la cara. Le había mentido con todo el morro, contado una cruel historia que él se había creído a pies juntillas, llegando a sentir lástima por él. Y en esos momentos se estaba partiendo el culo a su costa…

Soltó una maldición y echó a correr tras él, cogiéndole con fuerza del brazo.

—Eres un idiota—le escupió a la cara.

—Vamos Tom, alegra la cara—rió Bill soltándose de su agarre.

—Con esos temas no se bromean—dijo Tom muy serio.

—No es culpa mía que tú seas un cerdo—se defendió Bill poniéndose también serio—Fue lo primero que te vino a tu pervertida mente. ¿Puedes dejar de imaginarme por unos minutos desnudo follado por todo bicho viviente? ¡Dame un respiro!

Tom se le quedó mirando sin saber que decir, pensando que muy, muy en el fondo llevaba algo de razón. Hacía tiempo que le llevaba observando en el instituto, chico que hablaba con Bill, Tom ya se imaginaba que se había acostado o iban a hacerlo. Y la edad no sería ningún problema para Bill, le había visto en los recreos irse con algunos chicos que le sacaban 2 ó 3 años a hacer Dios sabe que.

Como Georg y Gustav, el pijo y el cerebrito del instituto. Eran dos chicos más a los que odiar, aparte de Bill claro. Tenían dinero y les gustaba pavonearse. Había visto a Bill hablar con ellos…a escondidas siempre por supuesto. A nadie le caía bien Bill, pero de puertas hacia adentro era…el mejo “amigo” que podían tener, por así decirlo.

—En fin—dijo Bill sacándole de sus pensamientos—Si ya has terminado con tus trapicheos, corramos.

— ¿Cómo? —gritó Tom sin querer.

Bill sonrió al ver la cara de miedo que puso y el leve rubor de sus mejillas. Le había pillado con la guardia baja, y a saber en lo que estaba pensando para malinterpretar sus palabras.

—Digo que vayámonos deprisa a clase—aclaró sin dejar de sonreír—La primera hora está ya perdida pero no creo que quieras que tu madre sepa que te has saltado todas las clases de la mañana.

Echó a andar sintiendo que Tom le seguía los pasos. No podía dejar de sonreír pensando que…por mucho que le odiase, había conseguido algo que no se esperó nunca de nadie.

Había conseguido que Tom se preocupase por él, y por una vez en la vida se sintió protegido….

por lyra

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!