Parte II, capítulo 11

 

Se levantó de muy buen humor y su padre lo notó nada más verle. Le había dado un fuerte abrazo de buenos días cuando bajó a desayunar a la cocina comentando que se moría de hambre.

Andreas se encargó de prepararle unas tortitas con nata que Bill devoró ante la mirada de su padre y amigo.

— ¿Qué tal has dormido hoy?—preguntó Andreas una vez se hubo ido Gordon.

—Muy bien—contestó Bill suspirando.

—Esas pastillas te ayudan, ¿verdad?—comentó Andreas asintiendo.

—La verdad es que ayer no me la tomé—explicó Bill.

— ¿Por qué?—preguntó Andreas con mucho interés.

—Porque no la necesité—murmuró Bill.

Siguió desayunando en silencio y cuando el reloj de la cocina dio las 8 se levantó y fue a abrir el restaurante. Se pasó dos horas sirviendo desayunos con la ayuda de 2 camareros hasta que regresó su padre y le dejó libre hasta la hora de la comida.

Entró en la cocina y se sentó a tomar el café que Andreas le preparó nada más verlo, extrañado de que se sentara a su lado.

— ¿No tienes tortitas que hacer?—preguntó.

— ¿Y tú nada que contarme?—preguntó Andreas a su vez.

Se le quedó mirando en silencio sin entender, esperando a que se explicara.

—Ayer me asomé al restaurante—empezó a decir Andreas—No te estaba espiando, pero te vi hablando muy entretenido con un chico, ese al que le diste el postre para llevar.

—Tom—dijo Bill en voz baja.

— ¿Ya sabes su nombre?—preguntó Andreas.

—Pagó con tarjeta y lo leí en ella—se explicó Bill resoplando— ¿Y a qué viene tanto interrogatorio?

—Nada, solo quiero saber que estás bien—se defendió Andreas.

—Lo estaré si dejáis de preguntármelo cada vez que me veis—estalló cansado Bill.

—Te lo preguntaba porque al verte hablar con él pues…pensé que…

—Andreas, no te montes película en la cabeza—cortó Bill resoplando—Solo estaba siendo amable con un cliente al que no volveré a ver más si no decide volver aquí a comer, ¿o qué te piensas? ¿Qué va a sonar el teléfono y va a ser él?

El teléfono sonó en ese mismo momento y los dos pegaron un bote. Bill se apresuró a cogerlo negando con la cabeza ante la mirada de su amigo que le decía «¿qué te apuestas…?»

—Ristorante La Capella, le atiende Bill—saludó carraspeando.

—Hola Bill, soy yo…Tom—saludó una voz muy emocionada.

— ¿Tom?—preguntó Bill arrugando la frente.

—Si, el chico de ayer…el que se tuvo que ir a mitad de la cena y nos invitaste a mi amigo y a mí al postre—explicó algo cortado Tom.

Se quedó sin saber que decir mientras miraba a Andreas, que cruzado de brazos a su lado no perdía hilo de la conversación desde que él le anunciara que efectivamente la persona que estaba llamando era Tom…su Tom…

—Si, Tom. Te recuerdo, solo que me extrañó tu llamada—dijo Bill carraspeando.

—He perdido mi móvil y pensé que a lo mejor…—empezó a decir Tom.

—Ayer encontramos 3 limpiando, descríbeme el tuyo—pidió Bill.

—Pues…es un Nokia gris metalizado—explicó Tom.

—Si, tenemos tu móvil—dijo Bill asintiendo.

—Luego me pasó a por él. He quedado a comer con mis padres y les hablé de tu restaurante—explicó Tom.

—Vaya, pues muchas gracias—dijo Bill sonriendo— ¿Te reservo una mesa para la una y media?

—Es buena hora si—contestó Tom asintiendo—Y ya te dejo, seguro que tienes mucho que hacer y yo aquí entreteniéndote.

—No ha sido ninguna molestia—aseguró Bill.

—Nos vemos, Bill—dijo Tom.

—Adiós, Tom—se despidió Bill.

Colgó y se preparó para escuchar a su amigo, que no se podía contener por más tiempo.

— ¿Era Tom?—preguntó Andreas sonriendo.

—Ya has oído, se dejó el móvil y viene luego a comer con sus padres—repitió Bill.

—Seguro que se lo dejó a posta—comentó Andreas asintiendo.

— ¿Qué dices?—preguntó Bill resoplando.

—Que se ha fijado en ti y ahora…

—Andreas, para ya la broma—pidió con firmeza Bill—Sabes que yo no…en estos momentos no…

—Perdona, tienes razón—se disculpó Andreas de inmediato.

—No pasa nada…voy a apuntar su reserva en la agenda—murmuró Bill saliendo de la cocina.

Así lo hizo y entonces subió a descansar a su habitación. Se tumbó e la cama y se pasó todo el tiempo con la mirada clavada en el techo, deseando sin poder evitarlo que llegara con rapidez la 1 y media…

 

 

Bajó a trabajar media hora antes de su turno, pero estaba muy nervioso y no podía esperar más. Se quedó tras la barra trabajando sin quitar los ojos de la puerta, casi gritando aliviado cuando vio a Tom entrar por ella.

— ¡Tom!—le llamó sin poder contenerse.

Vio como le sonreía y se dirigía hacia él seguido de sus padres.

—Os toca esperar 5 minutos, lo siento—se disculpó mordiéndose el labio.

—No pasa nada, mientras tomamos algo—dijo Tom sin perder la sonrisa.

—Os recomiendo un Sangiovese—ofreció Bill cogiendo aire—Es un vino tinto procedente de la Toscana y cuyo nombre quiere decir “sangre de Júpiter”, muy bueno para acompañar cualquier plato de pasta con salsa de tomate. Es algo ácido y con un típico toque de cerezas amargas al final

Tom miró a su padre y Jörg asintió satisfecho.

—Ah, se me olvidaba—dijo Bill de pronto metiendo la mano en el bolsillo de sus pantalones—Tu móvil.

—Gracias—susurró Tom cogiéndolo.

Sus dedos apenas se tocaron, fue como si le hubiera dado un calambrazo. Se quedaron mirando en silencio, los dos con una expresión confundida en la cara…

— ¿El baño, por favor?—preguntó Simone de repente.

—Oh…esto…al fondo, a la derecha—explicó Bill carraspeando.

—Gracias—murmuró la madre de Tom.

Se dirigió hacia él y dejó a su marido e hijo en la barra, donde Bill sirvió 3 copas de vino cuando pudo reaccionar.

—No perdona, yo no puedo beber—dijo Tom algo cortado—Me estoy medicando y…bueno, pues eso.

Bill asintió y retiró su copa, sirviéndole en su lugar una botella de agua. Pero fue verla Tom y echarse a reír sin poderse controlar.

— ¿Cuál es el chiste?—preguntó su padre.

—Ninguno papá, es que me he acordado de una cosa—dijo Tom carraspeando.

Bill sonrió a su vez mientras servía el vino, mordiéndose el labio inferior para no echarse a reír él también. Aún se sentía algo cortado porque Tom le hubiera pillado.

—Bill, despierta—dijo Andreas desde la cocina—Tienes el pedido de la 15 desde hace una hora y se está enfriando.

Dejó de sonreír y se disculpó en voz baja antes de ir a por ese pedido, dejando a Tom a solas con su padre. Se dio toda la prisa que pudo y cuando comprobó que la mesa que había reservado para Tom y sus padres ya estaba vacía y con platos nuevos, fue a la barra a por ellos.

Esperó a que se sentaran y entonces les pasó la carta teniendo la libreta preparada para tomar nota de su pedido. Tom se decantó por los tortellini de carne que no pudo probar la noche anterior y sus padres le imitaron. Pidieron agua para beber y mientras que Bill se encargaba de su pedido, Tom y sus padres se ponían al día.

Fue a la cocina y esa vez fue él quien metió prisas a Andreas, ignorando la mirada que le dirigía.

— ¿Ya ha llegado Tom?—preguntó sin ánimo de ofender.

—Sí, y está con sus padres—explicó Bill por encima—Date prisa por favor, no quiero hacerles esperar.

—Si, no le hagas esperar—repitió Andreas en voz baja sin que Bill le escuchara.

Preparó unos platos con pan caliente untado en aceite de oliva y se los entregó a Bill para que los fuera sirviendo. Y así lo hizo, salió de la cocina y se acercó a la mesa donde Tom hablaba animadamente con sus padres.

—La verdad es que cada día me siento mejor que el anterior, y con ganas de comerme el mundo—escuchó que les decía.

—Buen provecho—dijo Bill acercándose a su mesa.

Les dejó los platos con el pan caliente y les prometió que su comida estaría lista en 10 minutos como máximo.

Regresó a la barra y se entretuvo poniendo servilletas en los servilleteros y atendiendo a un par de clientes que querían un aperitivo acompañado de una copa de vino, hasta que Andreas se asomó y le dijo que ya estaba listo el pedio. Lo cogió y regresó a la mesa, sirviéndolo mientras lo iba enumerando.

—Tres platos de tortellini de carne—dijo Bill sonriendo ampliamente—Buen provecho.

—Gracias, Bill—contestó Tom también sonriendo.

Sonrió más al ver esa amplia sonrisa de Tom, notando el leve rubor que le cubría las mejillas. Regresó a su trabajo y no volvió a hablar con ellos hasta que se dirigieron a la barra a pagar la cuenta.

—Todo exquisito—dijo la madre de Tom con firmeza—Recomendaremos el sitio a nuestros amigos.

—Muchas gracias—contestó Bill sonriendo—Les estaremos esperando.

Se despidió de los padres de Tom, y a él le dirigió una amplia sonrisa.

—Yo…yo también vendré a comer más a menudo—murmuró Tom lo primero que se le vino a la cabeza.

—Pues nos veremos entonces, siempre estoy aquí—contestó con torpeza Bill.

Tom asintió y tras decirle adiós con la mano fue tras sus padres. Esperó a que salieran del restaurante y solo entonces pudo soltar todo el aire retenido en un profundo suspiro…

por lyra

Escritora del fandom

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