Listen to your heart 35

Parte II, capítulo 17

Poco a poco fue recobrando el conocimiento. No sabía cómo había podido llegar a desmayarse ante David, fue escuchar que le confirmara que Tom llevaba una parte de James y sentir que todo se volvía negro. Sentía que alguien le daba suaves palmaditas en la cara y luego algo frío en su nuca que le hizo despertarse del todo.

Pestañeó y abrió los ojos, viendo a David inclinado sobre él y otra persona a su derecha que insistía en llamar una ambulancia.

—No hace falta—logró susurrar.

— ¿Seguro que está bien?—preguntó la chica que se había acercado a echar una mano.

—Lo está, gracias—contestó David.

Vio como la chica sacudía la cabeza y seguía su camino. Entonces fijó los ojos de Bill y le vio pestañear gimiendo por lo bajo.

— ¿Estás bien, verdad?—preguntó temiendo haberse precipitado al hablar.

Bill asintió con la cabeza y tendió una mano temblorosa que David se apresuró a coger. Le ayudó a incorporarse, cuando Bill se desmayó ante sus ojos le tumbó en el banco de inmediato y puso sus pies en alto. Una chica que pasaba y que los vio se apresuró y le pasó una botella de agua con la que mojaron un pañuelo que aplicaron a la nuca de Bill.

Le ayudó a sentarse en el banco y le ofreció la botella para que bebiera un poco de agua. Bill así lo hizo y se recostó frotándose la frente con ambas manos.

— ¿Te suele pasar esto muy a menudo?—preguntó David aún con el miedo en el cuerpo.

—No, es la primera vez que me desmayo—explicó Bill en un susurro.

—Te acompaño a casa cuando puedas andar—dijo David con firmeza.

—Me decías algo de una carta—murmuró Bill reacio a irse a casa aún.

— ¿Qué? Oh, sí—dijo David carraspeando.

— ¿Dijo algo más el chico que…que tiene el corazón de James? ¿Sus padres le hablaron de mí?—preguntó Bill conteniendo el aliento.

—No…—contestó David sin saber porque le hacía la segunda pregunta—Solo venía su nombre nada más, nada de datos personales ni teléfono de contacto. El médico que le entregó la carta a los padres de James les explicó que los datos eran confidenciales pero el tal Tom necesitaba escribir la carta y se lo dijo así a su médico, que fue quien se la hizo llegar con condición de que no había nada que les hiciera saber quién era realmente él.

—No lo entiendo—murmuró Bill.

— ¿Qué no entiendes?—preguntó David preocupado.

«¿Cómo dio Tom conmigo? ¿Es consciente de que parte de James vive en él?»—pensó mordiéndose el labio.

—Estás muy pálido—dijo David poniéndose en pie—Vamos a tu casa, o llamamos a alguien si no puedes caminar.

—Estoy bien, perdona el susto—se disculpó Bill poniéndose también en pie—Pero sí, me gustaría regresar a casa.

David asintió y como ya prometiera le acompañó hasta la puerta misma del restaurante.

—De nuevo, siento mucho haberte asustado—murmuró Bill.

—La última vez que me llevé un susto así, fue con James—explicó David con un hilo de voz—Fue tras el partido de basket, no le dimos importancia al golpe que se dio y cuando reaccioné fue demasiado tarde.

Se llevó una mano a la cara, se había puesto a llorar sin poder evitarlo. Aún no se perdonaba el no haber sido más responsable, tuvo que haber insistido en llevar al hospital a su amigo, le hubieran detectado la hemorragia cerebral a tiempo y en esos momentos seguiría vivo.

—Sabía…sabía que estaba muy mal—siguió diciendo David con la voz entre cortada—Antes de desmayarse me pidió que fuera buscarte, quería tenerte a su lado cuando…cuando…

Bill sentía que los ojos se le llenaban de lágrimas, no sabía esa parte de la historia.

—Quería tenerte a su lado cuando muriera, y nosotros te lo impedimos—continuó David entre sollozos—Ahora me arrepiento mucho, era mi mejor amigo y le fallé cuando más le necesitaba.

No podía quedarse escuchándole sin hacer nada por consolarle, no se lo pensó dos veces y le dio un fuerte abrazo rompiendo él también a llorara.

—Sus padres no lo sabían ni lo terminan de comprender, pero yo sé…que James te amaba con toda su alma—confesó David contra el hombro de Bill—Le veía muy ilusionado, eras lo mejor que le habías pasado.

No supo que contestar, sentía un nudo en la garganta que le impedía hasta respirar. Se quedó abrazado a David hasta que pasados unos minutos se separaron ambos con esfuerzo.

—Tienes mi teléfono, ¿no?—preguntó David secándose las lagrimas.

—Si—susurró Bill imitándole.

—Llámame cuando lo necesites—dijo David—Yo también te llamaré.

Asintió y se despidió de él. Entró en el restaurante sabiendo que no había nada que hacer para que su padre no viera que había estado llorando. Tendría los ojos rojos e hinchados, y fue cruzar la puerta y sentir todos los ojos clavados en él. Caminó hasta la barra sintiendo que se hacía un tenso silencio. Su padre le vio y fue corriendo a por él, cogiéndole del brazo con firmeza y haciéndole pasar a la cocina.

—Andreas, prepara un té—ordenó Gordon haciendo sentar a su hijo.

Bill se dejaba hacer. Se sentó en una silla, más bien se dejó caer. Su padre se apresuró a quitarle la cazadora y cogiendo una revista de modas de esas que le gustaba leer empezó a abanicarle con ella con miedo de que se volviera a desmayar.

—Estoy bien, papá—murmuró Bill con un hilo de voz.

— ¿Qué ha pasado?—preguntó Gordon—Te he visto en la puerta hablando con ese desagradable chico y como te haya hecho algo, yo…

—Sí, estaba hablando con David pero ha sido muy amable conmigo—se apresuró a explicar Bill.

— ¿Entonces, por qué has llorado?—insistió Gordon.

—Hablamos de James—contestó Bill.

Eso lo explicaba todo y Gordon no insistió más. Cogió el té que Andreas le ofreció y ayudó a su hijo a que se lo bebiera.

—Ahora te acompaño arriba y te pasas descansando el resto del día—dijo Gordon cuando se bebió la mitad—Y si mañana sigues mal, te quedas descansando.

Vio como su hijo se limpiaba las mejillas de lágrimas y asentía sin discutir como hacía siempre. Suspiró pensando que estaba realmente mal, y él sin haberlo visto hasta que fue tarde…

Se volvió al sentir que entraba alguien en la cocina y vio que era ese amigo especial de su hijo. Algo le decía que él sabría como consolarlo en esos momentos, y que necesitaba hablar a solas con su hijo. Lo llevaba escrito en la cara.

—Mi hijo no se siente bien—explicó Gordon mirando a Tom— ¿Por qué no subes y le haces un poco de compañía? Si no tienes nada que hacer, claro.

Vio como asentía y cogiendo a su hijo del brazo le ayudó a ponerse en pie.

Subieron las escaleras y esa vez se sentaron en el sofá del salón. Sintió a Tom sentarse a su lado sin saber que decir y se le adelantó. Cuanto antes hablaran del tema, mejor…

—Te pusieron un corazón nuevo—susurró Bill pillando a Tom por sorpresa.

—Gracias a el sigo vivo—contestó Tom carraspeando.

Alzó la cara y le miró. Una lágrima bajaba por su mejilla llegando hasta sus labios. Vio como Tom levantaba una mano y pasando el pulgar por ellos la recogió suspirando. Sus labios se separaron por instinto pensando que un beso suyo seguiría siendo muy dulce…

Lo comprobó al cabo de unos instantes. Tom no se pudo contener y se inclinó hacia él besándole brevemente. Pero algo estalló en su interior y le hizo levantarse de golpe, cubriéndosela la cara con ambas manos rompiendo a llorar tras ellas.

— ¿Bill?—llamó Tom también levantándose.

—No…no puedo…—susurró entre sollozos.

—Lo siento—murmuró Tom retrocediendo un paso—Me he dejado llevar. Si he hecho algo que no debiera, lo siento mucho.

—Me has besado—dijo Bill entre sollozos.

—Lo sé, y lo siento—repitió Tom de nuevo.

— ¿Por qué?—preguntó Bill mirándole fijamente—¿Sientes algo por mi?

No lo entendía. ¿Le besó porque realmente sentía algo por él? ¿Por qué quería consolarlo? ¿O porque era James quien lo quería?

— ¿Tom?—llamó Bill al ver que no contestaba.

— ¿Quién es James?—preguntó Tom sin poderse contener.

 

 

notas finales:

y FIN de la parte II

Escritora del fandom

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