Listen to your heart 44

Parte III, capitulo 9

Se sentía realmente avergonzado, las agallas que reunió para poder contar a la policía lo que le habían casi hecho se esfumaron al ver entrar a su padre por la puerta de su todavía habitación de hotel. Ya estaba algo más tranquilo, gracias en parte a que David no se movió de su lado, pero fue ver a su padre y echarse a llorar como el niño que aún era.

Solo entonces David les dejó a solas tras saludar con una inclinación de la cabeza a Gordon. Aún se acordaba de aquella lejana vez en la que él molestó a Bill en pleno restaurante y salió Gordon a pedirle amablemente que se callara y disfrutara de la comida.

¿De verdad que no te ha hecho nada?—preguntó Gordon al cabo de unos minutos, los cuales había pasado abrazando a su hijo.

Bill solo asintió con la cabeza, no sabía cuántas lágrimas le quedaba por derramar. Había perdido la noción del tiempo, no sabía cuánto había pasado desde que fue atacado y la de veces que había llorado. De todo eso solo quedaba un moratón en su mejilla que se extendía y un fuerte dolor de cabeza.

Si quieres hablamos…o nos vamos a casa para que descanses, si quieres venir, claro—dijo Gordon con torpeza.

Llévame a casa, por favor—pidió Bill en voz baja.

Gordon asintió y se puso en pie ayudándole a levantarse de la cama. Entre los dos recogieron la poca ropa que se había llevado la noche anterior y tras comprobar que no se dejaban nada salieron de la habitación.

David paseaba por el pasillo de arriba abajo hablando por el móvil, pero fue verlos y cortar la comunicación de inmediato.

¿Ya os vais?—preguntó, viendo a Gordon asentir—No os preocupéis por la habitación, la cuenta ya está pagada y un taxi os espera a la puerta.

Gracias, pero no…—empezó a decir Gordon.

Mi padre es el dueño—aclaró David, como si eso lo explicara todo.

<I>»Otra casualidad»</I>—pensó Bill alzando una ceja.

Llámame si lo necesitas—dijo David a modo de despedida—Podemos hablar o lo que sea.

Mi hijo me ha dicho que gracias a ti, ese chico no…—comentó Gordon carraspeando tendiendo una mano—Te lo agradezco mucho.

Otro hubiera hecho lo mismo—dijo David estrechándosela—Cuando salga el juicio yo iré como testigo y le caerá una buena, el padre de un amigo es abogado y él mismo se encargará de llevar el caso. Déjenlo todo en mis manos.

Gordon asintió conforme y tras coger a su hijo de la cintura se dirigieron al ascensor y salieron del hotel. Una vez en el taxi, Bill se recostó cerrando los ojos con cansancio pensando en Tom sin poderlo evitar… ¿dónde estaba? Medio hotel sabía ya de su desgracia, ¿es que no lo sabía, o ya no le importaba nada?

&

¿Ves Tom? Todo está en orden—dijo Moritz mirando a su joven paciente.

Tom asintió desde la camilla donde estaba recostado. El día anterior había regresado a casa de sus padres y tras mencionarles la pequeña punzada que sintió esa tarde decidieron pedir hora al padre de Georg y que le examinara. Nadie dijo nada sobre su precipitada vuelta a casa, Simone solo quería a su hijo a su lado y aunque sabía que con el tiempo le contaría lo que había pasado, en esos momentos solo importaba que hubiera regresado.

En la eco no se ve nada, tu corazón late a un ritmo suave y el electro ha descartado alguna arritmia importante—siguió explicando Moritz.

Sentí que el corazón me daba un vuelco, y no era la primera vez que lo hacía—explicó a su vez Tom.

Si, Georg ya me contó—murmuró Moritz.

Tom asintió en silencio, su amigo solo se preocupaba por él y a pesar de que les juró que todo iba bien seguro que esa noche tras acompañarle a casa y acostarse llamaría a su padre para tenerle al corriente.

Puede que sufrieras una emoción fuerte y que lo provocara—sugirió Moritz— ¿Qué estabas haciendo cuando ocurrió?

La última vez solo estaba dando un agradable paseo—contestó Tom.

¿Y la otra?—insistió Moritz.

Fue en la cena que hice con Georg y los demás—contó por encima Tom—No me quedé ni al primer plato, más que nada porque me habían buscado una chica que resultó ser un poco…arpía, y bueno Georg me echó un cable para que nos fuéramos a casa él y yo.

¿Y qué pasó durante el tiempo que te quedaste para que tu corazón diese un vuelco?—preguntó Moritz, consciente de que se callaba algo.

Tom suspiró antes de contestarle, agradeciendo que su madre no estuviera con él esos momentos. El padre de Georg sabía de lo nerviosa que se ponía cuando le pasaba algo y tras asegurarle que no iba a encontrar nada la pidió amablemente que se quedara en la sala de espera.

Debía contarle todo lo ocurrido, sabía que nada de lo que dijera iba a salir de esas cuatro paredes, ni siquiera Georg iba a saber nada…aunque bueno, era el único que lo sabía de todos sus amigos.

Fue…fue por un chico—murmuró.

¿Un chico?—repitió Moritz sin entender.

Un camarero del restaurante al que fuimos—aclaró Tom—Le vi…y mi corazón latió de felicidad. Nunca antes me había pasado, sentirme atraído por alguien de mi mismo sexo, pero Bill es especial y era…

Se calló de golpe, había estado a punto de desvelar que era o fue novio del mismo chico que murió y le donó a él el corazón.

¿Y?—le animó Moritz.

No sé como decírselo sin crea que estoy loco—soltó Tom logrando sonreír.

Moritz le imitó y esperó a que hablara, sabía perfectamente que el tema era algo delicado. No sabía de sus inclinaciones sexuales, pero no estaba para nada escandalizado. Su propio hijo le había confesado su homosexualidad cuando la descubrió y contó con todo su apoyo y el de su mujer, y sabía que en el caso de Tom iba a pasar lo mismo. Jörg y Simone querían mucho a su hijo y siempre estaban orgullosos de él hiciera lo que hiciera.

Bien…—dijo Tom suspirando—Resulta que Bill fue novio de James.

Moritz dejó de sonreír de inmediato, esa noticia le había pillado realmente desprevenido.

¿El mismo James qué…?—empezó a preguntar, viendo a Tom asentir.

Usted leyó la carta que envié a los padres de mi donante, jamás les di un dato personal que no fuera mi nombre, sin apellidos ni nada—aclaró Tom sin necesidad—Y una noche entro en el restaurante de un chico que resulta que tuvo algo con el tal James y desde que lo vi he empezado a sentir algo por él. Ya no sé si lo siento porque de verdad me gusta, o porque es James quien me está obligando…o estoy realmente loco de remate…

No nos pongamos tan drásticos—bromeó Moritz tratando de quitarle hierro al asunto—Tu encuentro con Bill ha sido fruto de la casualidad, nada más. No han actuado fuerzas sobrenaturales ni nada por el estilo…

Entonces, ¿por qué sabía ciertas cosas de Bill si no le había visto antes en mi vida?—inquirió Tom— ¿Y por qué estando lejos de él no puedo ni respirar y a su lado soy el hombre más feliz del planeta?

Moritz no sabía qué contestarle, estaba claro que estaba hecho un lío y él empezaba también a estarlo. No había nada anormal en ese caso, el tal James murió y gracias a él Tom seguía viviendo. Y era una enorme casualidad que s hubiera encontrado con alguien de la vida de James, una persona muy unida a él y de la que creía estar enamorado. O tal vez si lo estaba, y en sus 19 años de hetero se estaba planteando la posibilidad de que le gustara alguien de su mismo sexo y no lo acababa de asimilar…

Eran muchas las dudas, pero en esos momentos lo más primordial era que su corazón estaba bien y podía seguir haciendo una vida normal.

Tom, necesitas mucho descanso—dijo al fin tras unos minutos en silencio—Estás bajo mucho estrés, quiero que te tomes unos días para descansar y reflexionar, quiero que me llames por cualquier duda que te surja ya sea médica o personal, sabes que estoy aquí para ayudarte en lo que sea.

Lo sé—murmuró Tom suspirando.

No podía pedirle más, o tal vez que retrocediera en el tiempo y jamás le implantara ese corazón que tantos quebraderos de cabeza le estaba dando aunque eso significara no conocer a Bill, el mismo que le había implorado que olvidara lo pasado y siguiera su vida como si nada… ¿cómo hacerlo si estando lejos su corazón se negaba a latir echando en falta a su gran amor?

Continuará…

Escritora del fandom

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