Parte III, capitulo 11
No estaba preparada para lo que vio…o escuchó, solo tuvo que subir las escaleras y seguir los sollozos ahogados que salían de una de las habitaciones. Se mordió el labio y se asomó a la puerta entre abierta, descubriendo una larga cabellera morena asomando por debajo de las sábanas.
Se le encogió el alma, esos sollozos eran realmente angustiosos. Tomó aire y entró del todo en la habitación sentándose en el borde de la cama sin pensárselo dos veces.
—Papá…por favor—suplicó Bill con la voz ahogada.
—Soy Michelle—se presentó.
Le sintió pegar un bote en la cama y asomar la cabeza de debajo de almohada, mirándola a través de sus rojos e hinchados ojos.
—Eres…una de las amigas de Tom—murmuró Bill sin entender que hacía sentada en su cama.
Michelle asintió al tiempo que sus ojos se clavaban el esa mejilla sonrosada, donde un ligero moratón destacaba entre tanta piel pálida.
—He venido a ver si estabas bien…aunque ya veo que no—comentó Michelle carraspeando— ¿Qué te ha pasado?
—Me lo merezco, por ser tan ingenuo—contestó Bill resoplando.
No quería hablar del tema, a pesar de lo bien que le caía la tal Michelle no dejaba de ser una extraña y aún se sentía algo avergonzado por lo pasado.
—También quería hablar contigo, de Tom—dijo Michelle, sintiendo que no quería tocar el tema.
—Ya nos lo dijimos todo—dijo Bill enterrando la cabeza bajo la almohada de nuevo.
—Lo está pasando igual de mal que tú—insistió Michelle—Lleva dos días en casa de sus padres y nos tiene muy preocupados. No debe…tener experiencias fuertes tras su reciente operación y lo que ha pasado le ha trastornado mucho.
— ¿Cómo te crees que estoy yo?—saltó Bill descubriéndose la cara de nuevo—Mi novio muere y descubro que el chico que me gusta lleva su corazón, y ahora los dos no sabemos si nos sentimos atraídos porque sí o porque James es el que nos ha reunido.
—Tal vez…es porque James no quiere verte solo y triste el resto de la vida—murmuró Michelle—Y tal vez Tom ha visto en ti a la persona con la que compartir la suya y James no ha tenido nada que ver.
—Me dijo que sentía cosas que solo podían ser gracias a James—dijo Bill suspirando—Dijo que cuando me conoció el dio un vuelco el corazón…y creo que a mí me pasó lo mismo…
—Entonces… ¿por qué esa obstinación en no volver a veros?—preguntó Michelle resoplando—Él te gusta, tú a él… ¿por qué ese empeño en estar separados?
—No queremos empezar algo sintiéndonos forzados—contestó Bill recostándose en la cama—No podemos empezar a salir sin saber si lo que sentimos es real o solo fruto de nuestra imaginación.
—No lo sabréis si no os dais una oportunidad—murmuró Michelle cogiéndole una mano.
Bajó la mirada y suspiró sin poder evitarlo. No la conocía de nada, pero se la veía muy preocupada no solo porque Tom era su amigo. Sentía que él también le importaba, había ido hasta su propia habitación para ver primero que tal estaba y luego tratar de poner algo de paz.
Había mucha razón en lo que decía, jamás sabrían si lo suyo iba a algún lado si no lo intentaban. Eso y que James no querría verle solo y triste el resto de su vida.
Viendo su indecisión, Michelle pudo respirar aliviada. Había logrado hacerle pensar de otra manera, de que empezara a creer que lo suyo con Tom podía ser.
—Yo…solo hice lo que creí mejor para los dos—murmuró Bill suspirando—Tratar de vivir como si no nos hubiéramos conocidos, y mira lo que me ha pasado.
Michelle asintió mordiéndose el labio, se hacía una idea más o menos de lo que había pasado. En su ansia por dejar lo de Tom en el pasado, Bill lo había intentado con el primero que se le había cruzado y ahí estaban las consecuencias.
Por suerte se encontraba en esos momentos a salvo y lo primordial era reunirles a él y a Tom y aclarar sus sentimientos de una vez.
—Si te levantas, te llevo ahora mismo a su casa—dijo Michelle apretándole la mano con cariño.
—No me querrá ver—murmuró Bill suspirando—Fui yo quien dijo que no, y le pedí no vernos en una temporada…le eché de mi vida…
—En cuanto te vea entrar por la puerta, olvidará todo lo malo—aseguró Michelle con firmeza—Créeme, nunca antes había visto a Tom tan ilusionado. Le haces mucho bien, y se lo merece tras todo por lo que ha pasado. Y tú también.
Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas, esas eran las palabras que necesitaba escuchar. Su padre había intentado de todo para animarlo, pero no sabía exactamente por lo que estaba pasando y se veía impotente. Y Andreas….no podía evitar que los celos le traicionaran. Quería tratar de consolarlo pero siempre terminaba atacando a las dos personas a las que había amado…
Asintió con la cabeza y vio sonreír a Michelle y suspirar aliviada.
—Te espero abajo—dijo Michelle levantándose de la cama—Vístete mientras le digo a tu padre donde nos vamos y te prepara un buen desayuno.
Salió de la habitación sin darle opción a replicar y bajó a la cocina donde Gordon se puso en pie nada más verla.
—Se está vistiendo—explicó Michelle sonriendo—Me lo llevo a ver a Tom después de un buen desayuno.
— ¿Es buena idea?—intervino Andreas visiblemente preocupado.
—Lo es, lo presiento—contestó Michelle con firmeza.
Y Gordon la apoyó. Sabía que entre su hijo y ese chico había algo muy fuerte imposible de ignorar, y que con el tiempo se darían cuenta del error que cometían al insistir en estar separados.
Una vez a solas, salió de la cama y se vistió todo lo rápido que pudo. Ardía de deseo de volver a ver a Tom, pero también quería ponerse muy guapo para él. Abrió el armario y eligió unos vaqueros oscuros y un jersey negro de escote a pico semi transparente. Tal vez no fuera lo apropiado para tan temprana hora de la mañana, pero no le importaba.
Se calzó unas botas de tacón bajo y fue al baño. Se mordió el labio al ver su mejilla sonrosada, sobre la que aplicó un ligero maquillaje consciente que en cuanto Tom la viera haría preguntas cuyas respuestas no estaba en condiciones aún de dar.
Suspiró y se fijó entonces en los pelos que llevaba, no le daba tiempo a lavarlo y peinarlo así que decidió dejarlo suelto y lacio, colocándose un gorro negro de lana. Se aplicó algo de brillo en los labios y un poco de rímel. Sonrió ante el resultado y bajó a reunirse con Michelle.
Lo primero que hizo nada más bajar las escaleras fue saludar a su padre con un beso en la mejilla tras decirle lo hambriento que se sentía. Enseguida tenía ante él un bol con cereales, tostadas y una taza de café. Desayunó con ganas mientras que a su lado Michelle se tomaba un plato de tortitas con nata murmurando por lo bajo que se saltaba la dieta por ese solo día.
—Ya tienes mejor cara—comentó Andreas como si nada.
Bill le miró sin saber que decirle, estando Michelle a su lado y sabiendo que su leve mejoría se debía a que varios minutos después volvería a ver a Tom y quién sabe si sus vidas cambiarían a mejor.
—Oh, vaya—murmuró Michelle al escuchar su móvil.
Se apresuró a atenderlo de inmediato, había salido sin decirle a Mark donde iría y al despertarse y no verla a su lado estaría preocupado.
—Mark, perdona yo…—empezó a decir tras descolgar.
No llegó a terminar la frase, escuchaba la voz de su novio al otro lado del teléfono y no daba crédito a lo que estaba escuchando.
— ¿Le pasa algo malo a Tom?—preguntó Bill a su lado.
Lo presentía, no había más que ver lo pálida que se había puesto Michelle y como respiraba con dificultad tratando de impedir que las lágrimas que cegaban sus ojos cayeran por sus mejillas.
—Entiendo…ahora vamos—se despidió Michelle de su novio.
—Dímelo, por favor—suplicó Bill a punto de llorar él también.
—Tom está en el hospital—susurró Michelle entre lágrimas—Su corazón le está volviendo a fallar y los médicos no saben por qué…
Continuará…