Parte III, capitulo 12
Nadie pudo impedirle que le fuera a ver. Tras esperar unos minutos a que Michelle se recobrase Bill la ayudó a ponerse en pie y salieron del restaurante seguidos de su padre, que insistía que esperasen y él mismo les llevaría. Pero no había tiempo que perder y no podía dejar su puesto de trabajo sin nadie al cargo. No tuvo más remedio que ver partir a su hijo con el rostro desencajado de dolor, rezando por el camino no llegar tarde esa vez…
Entraron en el hospital como una exhalación. Fueron directos a urgencias y allí Bill se encontró con el resto de los amigos de Tom que se le quedaron mirando como si fuera un fantasma, sin creerse que estuviera allí con ellos.
— ¿Cómo está?—preguntó Michelle abrazándose a Mark.
—Aún no sabemos nada, le están mirando en estos momentos—contestó Mark con un hilo de voz.
—Mi padre está con él—explicó Georg—En cuánto sepa algo nos lo dirá.
—Pero… ¿qué le pasó?—intervino Bill, sintiendo todos los ojos clavados en él.
—Empezó a sentirse mal de repente—respondió Georg—Hace unos días fue a la consulta de mi padre pero no le halló nada, y esta mañana se despertó sintiendo que le faltaba el aire y con una leve taquicardia. Sus padres llamaron una ambulancia y le trajeron de inmediato.
—Todo es culpa mía—susurró Bill, expresando en voz alta lo que los amigos de Tom no le querían decir por educación.
—No Bill, tú no…—empezó a decir Michelle.
—En parte si lo es—intervino Gustav.
— ¡Gus!—le riñó Georg dándole un ligero codazo.
—Es la verdad—se defendió Gustav—No me creo esa tontería de que como Tom lleva el corazón de tu novio muerto te ha de amar sí o sí. Le gustas mucho y le has roto el corazón sin saber que recién salido de una operación no debe sufrir ningún sobresalto, pero como te la suda su estado…
— ¿Puedes parar de decir estupideces?—saltó Michelle enojada—Bill está muy preocupado por Tom, y él tampoco lo ha pasado bien. Ha sufrido una gran pérdida y estaba algo confuso, eso es todo. No tienes ningún derecho a decir esas cosas horribles sobre él.
Mark y Georg asintieron dándole la razón, viendo como su amigo se sonrojaba hasta las orejas pero entiendo que había hablado así debido a la tensión que flotaba en el ambiente. Aún no sabían nada de su amigo, no entendían porque le pasaba eso teniendo un corazón nuevo y solo buscaban culpar a alguien…y Bill era el candidato perfecto.
—Yo…tal vez es mejor que me vaya…—empezó a decir Bill.
No sabía cómo había podido soportar todo lo que le había soltado Gustav sin derrumbarse delante de él. Sentía los ojos llenos de lágrimas y que las piernas le temblaban, lo mejor era que regresara a su vida y no se entrometiera más en la de Tom de lo que ya lo estaba.
—No, quédate por favor—insistió Michelle—Tom te querrá ver.
—Si—asintió Mark con firmeza—Fijo que te ve y se repone enseguida.
—No quiero molestar y tal vez sus padres se enfaden cuando sepan que soy quien lo ha provocado todo o al descubrir que Tom es…
No pudo terminar la frase, en su cabeza flotaban imágenes de los padres de James echándole del hospital, no querían tener delante al que decía ser novio de su hijo. Su hijo no era gay, y para ellos Bill no era nadie.
—Jörg y Simone jamás se enfadarían contigo—aseguró Michelle—Quédate por favor…hazlo por Tom…
No pudo negarse, y tampoco quería irse. Sentía que Tom le necesitaba y quería estar a su lado para pedirle perdón. La última vez que hablaron le dijo unas cosas horribles y que en realidad no sentía. Si le perdonaba, haría todo lo que estuviera en sus manos para darle esa oportunidad que tanto quería…
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Pasaron media hora sin saber nada, Georg se llevó a Gustav a la máquina de café y aprovechó para hablar seriamente con él mientras esperaban que saliera los 5 cafés que habían pagado. Cuando regresaron con sus amigos y tras repartir la caliente bebida Gustav se acercó a Bill y se sentó a su lado resoplando.
—Perdona todo lo que dije, fue por la situación—le dijo de todo corazón—Aún pienso que tienes algo de culpa por lo ocurrido, pero sé que estás my preocupado por Tom y no debí decir esas crueles palabras.
—Lo comprendo—murmuró Bill suspirando—Sé que eres su amigo y le quieres mucho, y de repente llego yo y le rompo el corazón con mi indecisión…
— ¿Puedo preguntarte por qué?—interrumpió Gustav—Georg nos ha contado por encima lo pasado y no entiendo. Si Tom te gusta tanto, ¿por qué le dijiste que no?
—No sé si le gusto de verdad o es algo que…que le han implantado—contestó Bill en voz baja.
—Ya…Georg nos contó también esa parte—dijo Gustav carraspeando—Y yo sigo sin creérmelo. Vale que lleve el corazón de tu…tu novio muerto…
—James—corrigió Bill en voz baja.
—James. Si, perdona—rectificó Gustav—Lleva su corazón pero lo que Tom siente por ti es real. Jamás le había visto tan ilusionado, ni tan afectado. De verdad Bill, os tenéis que dar una oportunidad. Por el bien de los dos.
Logró sonreír al escuchar sus palabras de ánimos. Eso era precisamente lo que tenía pensado, dejar a James a un lado y ver solo a Tom la próxima vez que sus caminos se juntaran. Ir poco a poco y conocer a sus amigos más a fondo, quienes le contarían anécdotas de Tom y gracias a ellos vería que de haber podido, Tom era el chico que James hubiera elegido para que no pasara el resto de su vida solo…
Se pusieron de pie al ver al padre de Georg salir por la puerta que comunicaba con urgencias. Su cara lo decía todo…
—Tom está descansando en estos momentos—explicó Moritz sonriéndolos—Ha sido una leve taquicardia y hemos podido estabilizarle. Estaba muy agitado y le hemos suministrado un sedante suave con el que descansará hasta la tarde.
— ¿Podemos verle?—preguntó Michelle, aún sabiendo cual iba a ser la respuesta.
—Ahora mismo están sus padres y Tom necesita descansar—negó Moritz sintiéndolo mucho—Volved a la tarde a la hora de las visitas. Aquí no hacéis nada y si pasase algo os llamaría de inmediato.
Todos asintieron resignados y se dispusieron a abandonar el hospital. Una vez en la calle nadie sabía dónde ir o que hacer, y viendo la hora que era a Michelle se le ocurrió la idea de comer todos juntos en el apartamento que compartía Tom con sus amigos.
—Yo cogeré un taxi y volveré al restaurante—murmuró Bill.
—Ven con nosotros—dijo con firmeza Mark.
Michelle asintió al tiempo que enlazaba su brazo con el de Bill.
—Mi padre estará preocupado y…—empezó a negarse Bill.
—Pues comamos en tu restaurante—dijo al instante Georg.
Todos asintieron y miraron a Bill, quien no se pudo negar. En el fondo no quería quedarse solo o rompería a llorar, y los amigos de Tom le estaban cuidando muy bien impidiendo que se viniera abajo. Nuevamente subió al coche de Michelle acompañados esa vez también de Mark mientras que Georg llevaba a Gustav en su propio coche.
En el restaurante habló en la cocina con su padre quien estaba muy preocupado desde que se marchara, escuchado por un silencioso Andreas que preparaba la comida pedida por los amigos de Tom. Se moría de ganas por saber que había pasado, se sentía culpable por haber pensado tantas cosas desagradables de Tom, como que había sido él quien hubiera pegado a Bill tras tratar de propasarse.
Nada más verle entrar por la puerta con la mejilla marcada fue el primer pensamiento que se le vino a la cabeza, pero una fulminante mirada de Bill le hizo desecharlo al momento. No conocía para nada a Tom, solo estaba celoso de él por tener la oportunidad de estar con Bill, algo que él solo lograba en sueños.
Por lo demás, le daba pena por lo que estaba pasando en esos momentos. Recién operado del corazón volvía a tener problemas y con ello Bill sufría en silencio pensando que nuevamente el destino era cruel con él al arrebatarle algo que había logrado rozar con los dedos. El amor…
— ¿Y tú estás bien?—insistió Gordon por quinta vez.
—Lo estaré cuando vea a Tom—aseguró Bill mordiéndose el labio.
Aún no sabía si le dejarían los padres, por mucho que Mark y Michelle le habían insistido en el coche que no le iban a negar ver a su hijo, él tenía sus miedos. Quería verlo, estrecharlo en sus brazos y pedirle perdón por lo mal que le había hablado y darle esa oportunidad que Tom le había suplicado…
— ¿Qué alguien se ha propasado con Bill?—repitió Mark en voz baja.
—No sé todos los detalles, pero es lo que él me dijo—susurró Michelle mirando a sus amigos.
—Ya le vi la mejilla señalada pero me daba cosa preguntar qué le había pasado—dijo Georg arrugando la frente—Tom no debe saberlo…no de momento…
—Se hará una idea cuando le vea—murmuró Gustav—Y le preguntará, y…
—Lo mejor es prepararle—dijo Michelle con firmeza—En su estado no debe llevarse ninguna sorpresa y si nosotros se lo decimos antes…que Bill quiere verle y está en el hospital…
—Y que Tom decida—cortó Gustav ignorando la mirada de Georg—Puede que no le quiera ver tras lo pasado…
—O que lo esté deseando—apuntó Mark.
—Mejor cambiar de tema—murmuró Georg señalando la barra.
Bill estaba allí en esos momentos, salía de la cocina en compañía de su padre que se acercó a saludarlos e invitarlos. Todos sonrieron agradecidos y disfrutaron de una deliciosa comida en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos estando Tom presente en cada uno de ellos.
Terminada la comida decidieron regresar al hospital, llevando en una bolsa que Andreas había preparado unos dulces para cuando Tom despertase y sus padres.
—No vengas tarde—se despidió Gordon de su hijo.
Bill asintió y tras darle un último abrazo siguió a sus nuevos amigos.
Cuando llegaron al hospital una enfermera avisó al padre de Georg quien salió a recibirlos en persona.
—Ya está despierto y podéis entrar a verle—les dijo con gesto serio.
— ¿Qué ocurre, papá?—preguntó Georg.
—Le hicimos una prueba esta mañana cuando ingresó y no son buenos resultados, se la repetiremos esta tarde y bueno…esperemos que haya mejorado con la medicación que le hemos dado—explicó Moritz por encima.
Vio como los chicos arrugaban la frente y escuchó algún sollozo ahogado que no supo decir de quien venía. Sus caras reflejaban toda la preocupación que sentían por su amigo, difícilmente de ocultar…
—Tom no lo sabe—murmuró carraspeando—Sé que os pido lo imposible pero cuando entréis mostraos sonrientes y despreocupados, que no sienta que algo va mal.
—Lo haremos—dijo Georg tragando con esfuerzo.
Moritz asintió y tras indicarles la habitación en la que se encontraba Tom, los chicos subieron a verle. Antes de entrar en el hospital habían pasado por la tienda de regalos y comprado una caja de bombones con los que esperaban que su amigo se sintiera algo mejor.
Se pararon ante la puerta indecisos a entrar, nadie se atrevía a abrirla sin que las lágrimas hicieran acto de presencia.
— ¿Y si no me quiere ver?—preguntó Bill de repente.
Todos le miraron sin saber que decirle, viendo la tristeza que su rostro reflejaba.
—Bill, lo hemos estado hablando en el restaurante y creemos que es mejor que entremos todos y le digamos a Tom que estás aquí—explicó Michelle—No porque no quiera verte, sino porque a lo mejor te ve así y…se preocupa…
Bill asintió suspirando, su mejilla magullada era bien visible y sabía que habría hecho correr rumores a su espalda sobre lo pasado.
—Decidle que si no me quiere ver lo comprenderé—susurró retrocediendo un paso.
—Querrá verte—afirmó Michelle sonriéndole.
Los demás asintieron y tras despedirse de Bill por unos minutos entraron en la habitación de su amigo.
Bill los vio entrar y se sentó en una de las sillas que había en el pasillo a esperar. Sus piernas se negaban a sostenerle, sentía que se iba a desmayar de un momento a otro. Necesitaba terminar con esa situación que estaba viviendo, saber de una vez si lo suyo con Tom iba a algún lado o lo mejor para los dos era olvidarlo…aún con el riesgo de romper sus corazones en mil pedazos…
Continuará…