Listen to your heart 48

Parte III, capitulo 13

Era como si hubieran retrocedido en el tiempo. Su amigo se hallaba tumbado en una cama toda blanca cubierto hasta la cintura con una sábana. Llevaba el pecho al aire, dejando a la vista varios cables que iban de su cuerpo a una máquina que controlaba los latidos del corazón de su amigo, haciendo que la habitación se llenara de un sonido rítmico…y muy débil…

Todos sentían los ojos llenos de lágrimas, y todos se las tragaron cuando le vieron dirigirles la mirada y sonreírles con esfuerzo.

Hola chicos—murmuró Tom con voz ronca.

Esperó a que se acercaran y una vez más los tuvo alrededor de su cama. Suspiró al recordar que era igual que la vez anterior, él postrado moribundo en una cama y sus amigos tratando de que olvidara que esos débiles latidos que escuchaba provenían de su corazón.

Te hemos traído unos bombones—dijo Michelle dejándolos sobre su regazo.

Acto seguido se inclinó y le besó en la mejilla suspirando.

Date por besado—bromeó Gustav con esfuerzo, logrando hacerle sonreír.

Hombre, si quiere uno con lengua…—se ofreció Georg siguiendo la broma.

¡Georg!—exclamó Michelle escandalizada.

Bah…mujeres—murmuró Georg encogiéndose de hombros—Por algo me gustan los hombres…

Tom no pudo más que echarse a reír, sus amigos siempre lograban que lo hiciera a pesar de las circunstancias.

¿Y tus padres?—preguntó Mark de repente.

Oh…el doctor Listing quería que tomaran un poco el aire—contestó Tom desde la cama.

Estarán tomando un café—apuntó Gustav.

Sus palabras le hicieron recordar la otra bolsa que llevaba Mark, donde tenían los dulces que el padre de Bill les había preparado. Y también recordaron el motivo por el que estaban ellos allí y Bill esperaba en el pasillo.

Tom—llamó Michelle poniéndose seria—Ha venido Bill.

Sabía que era mejor ir al grano que andarse con evasivas, no tenerle en suspense para darle una agradable noticia…o eso pensaba ella…

¿Bill?—repitió Tom en un murmullo.

Sí, espera en el pasillo—explicó Mark.

Queríamos prepararte antes de que le vieras—apuntó Georg—Que no te llevaras una impresión al verle de repente.

Pero vamos, que si no le quieres ver se lo decimos y punto—añadió Gustav.

Tom vio como Michelle fulminaba a Gustav con la mirada y Georg le daba un ligero codazo resoplando.

¿Cómo se ha enterado?—pregunto Tom algo confuso.

Yo…le fui a ver cuando Mark me llamó y me contó lo sucedido—contestó Michelle sonrojándose—Georg nos contó lo que te pasaba y pensé en ir a ver qué tal estaba Bill.

Tom miró a su amiga sonriéndola, sabía que en el fondo fue a verlo porque se preocupaba por Bill, un chico al que no conocía de nada y sabía que era muy importante para él. Y también sabía que trataría por todos los medios hallar la manera de que los dos se reunieran y hablaran con más calma, dándose una oportunidad si la hubiera, por muy remota que fuera.

Antes de que le veas…—empezó a decir Michelle tomando la sonrisa de su amigo por un sí—Tienes que saber que…que ha sufrido un pequeño accidente…

¿Accidente?—repitió Tom dejando de sonreír de inmediato.

Al parecer alguien le ha pegado—contestó Michelle carraspeando.

<I>»Y yo sé quien fue»</I>—pensó Tom resoplando—<I>»Pude hacer algo pero evitarlo pero Bill me dejó bien claro que saliera de su vida en esos precisos momentos creyendo que se lo decía preso de los celos…y no traté de disuadirlo, en vez de eso me fui a dar un paseo con esa chica de la que ya no recuerdo su nombre…»</I>

¿Tom?—le llamó Mark al verle tan callado y pensativo.

Quiero verle—dijo Tom con firmeza.

Michelle sonrió y le ayudó a incorporarse subiéndole la cama hasta dejarle recostado en ella. Todos abandonaron la habitación y desde donde estaba Tom escuchó unas voces apagadas explicándole a Bill la situación.

Se puso tenso sin poder evitarlo, esperando hasta que la puerta se abrió de nuevo y la triste cara de Bill se asomó. Le sonrió y levantando la mano donde tenía el gotero le hizo una señal para que se acercara.

Y así lo hizo Bill con paso lento. Alguien cerró la puerta a su espalda para darles la intimidad necesaria. Le vio acercarse a la cama…y no pudo evitar pensar en lo guapo que estaba…

Carraspeó y esperó hasta que llegó a su altura, quedándose a cierta distancia esperando a que diera él el primer paso, ya que en sus ojos se reflejaba el miedo que estaba sintiendo.

Sus ojos se clavaron en su mejilla sonrojada, lo que le hizo arrugar la frente y maldecir por lo bajo. Todo eso era culpa suya, por no haber hecho nada por impedir que alguien tan importante para él fuera dañado.

Carraspeó de nuevo y extendiendo una mano dio unos golpecitos en el colchón para que se acercara del todo y se sentara a su lado.

Y así lo hizo Bill. Esperó en silencio sin saber que decir, sin dejar de mirarle en esa cama tumbado con tantos cables que salían de su pecho y le conectaban a una máquina que emitía un débil pitido en la habitación. Un corazón cansado de latir…un corazón que él conocía muy bien y sabía que estaba lleno de amor por él…

Se sentó en el borde de la cama con cuidado, colocándose tras la oreja un mechón de su rebelde pelo y sonriéndole con esfuerzo.

¿Qué tal estás?—preguntó Tom adelantándose.

¿Y tú?—preguntó Bill a su vez.

Ahora que estás aquí, mucho mejor—confesó Tom.

Porque era la verdad, desde que le viera entrar por la puerta sentía su corazón palpitar con más fuerza, una especie de energía positiva le recorría el cuerpo por dentro. Pero…no debía hacerse ilusiones, por mucho que lo deseara Bill solo estaba allí porque se enteró de lo que le había pasado, no para decirle que lo suyo podía ser y se debían dar una oportunidad. Porque los dos se lo merecían…

¿De verdad?—preguntó Bill en un susurro.

Tom asintió sonriendo. Cada minuto que pasaba se sentía cada vez más fuerte, no como cuando se levantó esa mañana y sentía que se ahogaba. Bill era su mejor medicina, lo mejor que le podía haber ocurrido y no debía dejarlo pasar.

No podía dejar de mirarlo, ver como se mordía el labio mientras trataba de buscar las palabras apropiadas. Sabía lo que pensaba, que su corazón le daba problemas y él se sentía culpable, cuando no lo era.

Él en cambio si tenía culpa del daño que le habían causado…

Bill, lo siento—susurró poniéndose muy serio.

No es nada Tom, tú no…—empezó a decir Bill, sabiendo porque le pedía perdón.

Sentía sus ojos fijos en su mejilla magullada, y eso le daba mucha vergüenza. Tom había tratado de avisarlo y él tomó sus palabras como fruto de unos celos irrefrenables. Se sentía un estúpido por haber llegado a pensar que Tom fuera esa clase de personas, cuando en realidad era alguien que se preocupaba por su bienestar y él le hablaba de esa cruel manera.

Si Bill—dijo Tom con firmeza—Debí haber impedido que te fueras con ese chico tras haber escuchado lo mal que hablaba de ti, sabiendo que solo quería conseguir tu cuerpo sin importarle tus sentimientos.

Toda la culpa fue mía, por no escucharte—murmuró Bill suspirando—Pensé que hablabas movido por los celos y solo quería demostrarte lo fácil que era olvidar lo pasado y empezar una nueva vida sin mirar atrás, sin recordar que…

Que nos besamos—terminó Tom por él la frase, atreviéndose a cogerle una mano.

Bill asintió de nuevo suspirando, ¿cómo olvidar ese gran beso que se habían dado? Dejando a un lado todos sus pensamientos sobre si Tom actuaba bajo la influencia de James o qué, hacía mucho que nadie le besaba o tocaba de esa tierna manera, y Tom supo despertar en él sentimientos que creía dormidos o ya olvidados.

Se miraron en silencio sin saber que más decir. Mientras que Tom no dejaba de acariciarle la mano, Bill sentía la imperiosa necesidad de acercarse y probar de nuevo esos labios que tanto le habían excitado.

Y en eso estaba, medio inclinado ya sobre la cama cuando de repente la puerta se abrió y no pudo evitar levantarse de golpe realmente avergonzado.

Perdón, no sabía que tenías compañía—se disculpó Moritz carraspeando.

Es Bill, un…amigo—presentó Tom sonrojado.

Hola—murmuró Bill sin saber dónde meterse.

Tengo que hacerte un nuevo electro—explicó Moritz arrugando la frente—Quiero comprobar esa pequeña arritmia que te vi en el anterior.

Claro—murmuró Tom.

Ahora vienen tus padres y empezamos—siguió diciendo Moritz.

Yo…mejor espero fuera, o vuelvo mañana—dijo Bill alejándose unos pasos de la cama.

No podía enfrentarse a los padres de Tom en esos momentos, no podía dejar de pensar en la cruel manera en que fue expulsado la otra ocasión cuando dos padres rotos de dolor se negaban a aceptar que entre su hijo y ese chico lloroso había algo más que amistad.

No le dio oportunidad a contestar, soltó esa mano que aún aferraba la suya y salió en silencio de la habitación. Al fondo del pasillo le esperaban los amigos de Tom, pero no tenía fuerzas para enfrentarse a ellos. Necesitaba tiempo para aclararse, Tom sabía dónde encontrarle si quería que entre los dos hubiera algo.

Negó con la cabeza a la muda pregunta que vio reflejada en los ojos de Michelle y dando media vuelta se fue por donde había venido….solo, pero aferrado a una última esperanza…

Continuará…

Escritora del fandom

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