Parte IV, capitulo 5
No fue una comida agradable precisamente. Cada uno estaba sumido en sus pensamientos y cuando llegó la hora del postre decidieron subir a la habitación de Bill a comérselo. Pero una vez sentados en el borde de la cama, se quedaron mirando las dos porciones de tarta de queso que llevaban sin ganas.
Decidió ser el primero en romper ese tenso silencio. Dejó su plato sobre la mesilla y se volvió mirando a Bill con la frente arrugada.
— ¿Estás bien?—preguntó esbozando con esfuerzo una sonrisa.
Le vio asentir con la cabeza, pero sabía que en el fondo le mentía. Se sentó más cerca de él y pasándole un brazo por encima de los hombros le hizo recostarse sobre la cama y él lo hizo a su lado.
Enseguida Bill se le abrazó con fuerza a la cintura y cerrando los ojos suspiró enterrando la cara en la curva de su cuello, preparándose para contarle lo que iba a pasar en dos días.
—Pasado mañana…—empezó a decir suspirando—Tengo el juicio por lo del ataque…
No pudo evitar ponerse tenso, maldiciéndose a sí mismo por haber olvidado algo tan importante sumido solo en esa felicidad que los embargaba. Abrazó a Bill con más fuerza al tiempo que le pasaba una mano por la espalda masajeándosela.
—Todo irá bien—le aseguró con firmeza.
—Eso es lo que me ha dicho David—murmuró Bill—Él se ha encargado de todo, incluso de buscarme el mejor de los abogados. Ha ofrecido un trato difícil de rechazar. Yo solo tengo que ir y declarar, ni siquiera tengo porque volver a verlo.
—Te acompaño—dijo con firmeza Tom.
Bill asintió suspirando. Le necesitaba mucho en esos momentos, sin él a su lado sentía que se pondría a temblar de miedo. Suspiró de nuevo y se acomodó mejor contra Tom, gimiendo por lo bajo sin poder evitarlo. Sentía su mano acariciarle la espalda de arriba abajo, de alguna manera se las había apañado para subirle la camiseta y podía sentir las yemas de sus dedos contra su piel, produciéndole miles de escalofríos que le recorrían por dentro.
Se sentía muy a gusto en su compañía que no supo cuando se quedó profundamente dormido. Tom lo notó, escuchó como su respiración se iba volviendo cada vez más suave y bajando la cara le besó en la frente suavemente. Se quedó abrazándole unos minutos más hasta que empezó a sentir que los ojos se le cerraban solos. Decidió entonces que había llegado el momento de marcharse, no quería que entrara el padre de Gordon y pensara algo que aún no era. Jamás se le ocurriría hacer nada y poner a Bill en evidencia.
Se movió con suavidad, levantándose de la cama y acostando a Bill mejor en ella. Le bajó la camiseta y acomodó en su cintura suspirando. Cogió una manta y le cubrió con ella. Se giró y miró por la ventana, estaba anocheciendo. Era mejor que regresara al apartamento.
Cogió una libreta que vio encima de la mesilla y le escribió una nota a Bill con rapidez donde le pedía perdón por irse sin despedir, pero con lo hermoso que se le veía dormido le dio lástima despertarlo. Le pedía que le llamara esa noche si lo necesitaba, y que al día siguiente le recogía tras la comida y pasaban juntos la tarde paseando.
Dejó la nota sobre la almohada, sonriendo al pensar en las últimas palabras que le había escrito.
«Perdón si mi beso te despierta, cariño…»
Se inclinó y rozó sus labios con los suyos, comprobando después que seguía profundamente dormido. Lo necesitaba, le esperaba un día largo y duro. Recogió los platos con el postre que ninguno de los dos había probado y bajó a la cocina donde se extrañó al no ver a Andreas.
—Mi hijo tenía la tarde libre—le explicó el hombre que vigilaba una olla llena de pasta.
Asintió y tras dejar los platos usados en el lavavajillas que al fin habían arreglado, salió al restaurante por la puerta que comunicaba con la barra. Allí estaba el padre de Bill y se fue hacia él para despedirse.
—Bill se quedó dormido—explicó sin más.
—Ya…David me contó lo del juicio, Bill necesita descansar—comentó suspirando Gordon.
—Le he dicho que no me moveré de su lado ese día—dijo Tom con firmeza—Y mañana pasaremos la tarde juntos, lograré distraerle un poco.
—Que sea todo el día, le daré la mañana libre—prometió Gordon.
—Pues dígale que a las 11 me tiene aquí—dijo Tom sonriendo.
—Así lo haré—murmuró Gordon.
No teniendo nada más que decirse, Tom se despidió de él y regresó al apartamento. Allí estaban Gustav con Kate, y Georg con ese chico nuevo.
—Tom, él es Eric—presentó Georg formalmente.
—Encantado—murmuró Tom estrechando su mano.
—Nos vamos a cenar fuera—anunció Georg cogiendo su cazadora.
Se despidieron de él, y nada más salir por la puerta se encontraron con Mark y Michelle que venían a cenar.
—Pensaba que estaría Bill—comentó Michelle mirando a Tom.
—No se encuentra bien—explicó Tom por encima.
Pero las miradas preocupadas de sus amigos le hicieron contar todo lo del juicio. Enseguida se apuntaron todos para acompañar a Bill, pero Tom les rogó que no lo hicieran.
—Va a ser un mal trago para él, tener que volver a recordarlo todo…os lo agradezco mucho pero será mejor que no le atosiguéis—pidió Tom—Yo estaré a su lado y su padre también. Luego saldremos todos a celebrarlo.
Sus amigos asintieron, al igual que él sabían que Bill ganaría el caso.
No habían quedado, pero nada más levantarse Tom fue a ver a Bill al restaurante. Ni siquiera había desayunado y nada más verle entrar por la puerta Gordon le invitó a pasar a la cocina.
—Bill aún no se ha levantado—le explicó Gordon—Ayer no quiso cenar, se ha pasado todo el tiempo en su habitación desde que te fuiste. Y me tiene preocupado.
No tuvo que decir más, Tom enseguida fue a verle. Se asomó en su habitación sin hacer ruido, hallándole en el mismo sitio donde él le había dejado. Entró del todo y se sentó en el borde de la cama. Bill estaba tumbado boca abajo y ni se había inmutado, así que no lo quedó más remedio que despertarle.
Se inclinó y echándole el pelo a un lado le besó en el cuello una y otra vez hasta que le sintió revolverse y gruñir en sueños.
—Bill….—le llamó en voz baja.
Poco a poco Bill fue despertando y una vez abiertos los ojos se dio la vuelta en la cama y se le quedó mirando.
—Ya es de día—dijo Tom, como si no fuera obvio.
—No quiero salir de la cama—murmuró Bill como un niño pequeño.
Trató de cubrirse la cara con las sábanas, pero Tom se lo impidió. Le veía tan hundido que no podía dejarle así. Se levantó y tiró de la ropa hacia atrás sin importarle si estaba vestido debajo o no llevaba nada.
—Ahora mismo te levantas y vas derecho a la ducha—empezó a decir, ignorando esa fulminante mirada que el dirigieron—Te vistes y tú y yo nos vamos a dar un paseo.
—Si me levanto es para ponerme a trabajar—dijo Bill reacio a moverse.
—Tu padre te ha dado el día libre—habló Tom sin saber—Y no pienso dejarte solo hoy. Necesitas que te distraiga y lo haré encantado.
No esperó respuesta, se inclinó y tomándole del brazo le hizo levantarse. Se le quedó mirando esperando a que hablase, lo leía en sus ojos. Quería decirle algo pero no hallaba las palabras.
—Yo…—empezó a decir Bill— ¿Puedes abrazarme?
No tuvo que repetírselo, Tom le estrechó en sus brazos suspirando.
—Todo va a ir bien—susurró besándole en el pelo—David ya te lo ha dicho, es un caso ganado.
— ¿Y si ocurre algo que lo cambia todo?—preguntó Bill en un susurro—Tal vez tuviera yo la culpa de todo, le provoqué y…
—Y nada—cortó Tom con firmeza—No le pediste que te pegara, ni que tratara de violarte.
Odiaba ser tan directo pero no pensaba dejar que se viniera abajo por un cabrón que no merecía la pena.
—Tienes que ser más positivo—dijo separándose un poco—Deja de pensar que todo va a ir mal porque para empezar no será así. Piensa que tras ganar el juicio haremos una gran fiesta para celebrar eso y tu cumpleaños.
—Aún te acuerdas—murmuró Bill resoplando.
—Oye, que no tengo tan mala memoria—dijo Tom riendo—Y aún recuerdo…lo guapo que estás cuando te arreglas, lo mucho que me gustas…y lo dulce que es tu sonrisa.
Consiguió que sonriera, pero la cosa no acabó allí…
—Tus besos son más dulces aún—susurró con picardía.
Bill se echó a reír y abrazándose fuerte a su cintura alzó la cara para que le besara en los labios.
— ¿Mejor?—preguntó Tom cuando se separaron, viéndole asentir suspirando—Entonces haz lo que te he dicho. Dúchate, ponte ropa cómoda y vámonos a pasar el día fuera.
Bill asintió y tras darle un último beso fue a darse esa ducha que necesitaba. Tom sonrió satisfecho y bajó a esperarle a la cocina del restaurante.
—Se está duchando y ahora baja—le explicó a Gordon—Le he dicho que pasaríamos el día juntos…
—Claro que sí—dijo Gordon al momento.
—Saldremos a dar un paseo y luego quedaremos con mis amigos—comentó Tom—Entre todos le distraeremos.
Gordon asintió satisfecho, se sentía mal por no poder hacer nada por su hijo en esos momentos. Pero había una persona que sí podía, el mejor novio que su hijo podía haber encontrado.
Continuará…