CAPITULO 1 SIEMPRE Y CADA MALDITA VEZ QUE ME NECESITES
—Silencio, su señoría el juez Schneider, preside la sesión — las personas dentro del recinto se ponen de pie, mientras un oficial de policía entrega una carpeta recogida hace unos segundos del presidente del jurado.
—El estado de Berlín, en contra del Señor Bill Kaulitz Trümper— Lee en voz alta —el acusado que se ponga de pie— Bill hace lo que se le ordena, luciendo un traje gris, con camisa blanca y corbata, el cabello rubio peinado hacia atrás, sus característicos pirsin adornando su rostro, para molestia de Simone, y su ya característica expresión aburrida, nada agradable al juez— Señor Kaulitz, tengo en mis manos el veredicto del jurado, ¿tiene algo que decir antes de que dicte sentencia?
Bill mira sobre su hombro, Simone, su madre con la mirada baja cansada de pasar por ahí de nuevo, su hermano Tom con la sonrisa burlona, el secretario de su padrastro dándole ánimos a su madre, la silla de su padre vacía como siempre, se gira al juez y niega.
—Muy bien, por el cargo de conducir en estado de ebriedad, se le encuentra culpable, se le sentencia a siento sesenta horas de servicio comunitario, por el delito de daño a la propiedad privada, se le encuentra culpable, se le sentencia a pagar ciento cincuenta mil euros en un plazo no mayor a noventa días— se ajusta las gafas y mira de nuevo a Bill que bosteza — por el delito de acoso—guarda silencio un momento—se le encuentra inocente — le mira y Bill sonríe — por el delito de portación de arma de fuego se le sentencia a un mes en prisión, la cual será modificada a una sentencia de veinte horas más a las ciento sesentas puestas anteriormente lo cual suma.
—ochocientas ochenta horas de servicio comunitario — interrumpe al juez y ladea la cabeza
—Señor Kaulitz, no me obligue a arrestarlo por desacato a la autoridad— Bill rueda los ojos fastidiado— también se le exige que acuda a clases del control de ira, así como también que se realice pruebas antidoping una vez por mes. — Bill se truena los dedos — eso es todo, abogados los veo en mi despacho para firmar la sentencia —se pone de pie y todos los presente también lo hacen.
—Vaya pensé que te iría peor— se burla Tom, acercándose a su hermano, quien solo se encoje de hombros y se deja esposar nuevamente.
—Bill, vamos que aun tienes que firmar los documentos — el abogado toman su caro maletín, sin duda cuando había recibido la llamada de Gordon Trümper a las tres de la mañana para pedirle que le salvara de nuevo el trasero a su hijastro, no pensó que serían tantos cargos, pero con un par de llamadas había arreglado que la sentencia fuera cosa de niños. Niños pensó, hasta cuando esos gemelos dejarían de comportarse como si tuvieran diez.
Mira sobre su hombro, como Bill lo sigue con aquella sonrisa burlona en el rostro, sin duda Bill Kaulitz es el dolor de cabeza de cualquier abogado. Tras tocar la puerta del despacho del juez entran y el oficial que va detrás de ellos, le quita las esposas, ante la mirada fastidiada y pedante de Bill.
— ¿Cuánto dinero soltaste Brunner? — Pregunta el fiscal — Kaulitz tenía que haber recibido al menos un año de cárcel y lo sabes— el abogado mira a Bill, que está enviando mensajes de texto.
—Bien señores— dice el juez entrando — aquí están las actas que tienen que firmar — ambos abogados lo hacen, y después es el turno de Bill— bien con eso terminamos todo esto, ¿puedo hablar un momento a solas con el chico? — dice deteniendo la intención de Bill de huir.
Bill se gira molesto y mira como su abogado y el fiscal salen, dejándolo a solas con el Juez
— ¿Qué carajos tienes en la cabeza? — pregunta, mientas abre la nueva botella de whisky, regalo de Jörg Kaulitz, él solo ladea la cabeza como si no entendiera la pregunta — hace un par de años te dije que como tu trasero volviera aparecer en mi juzgado te iba a ir mal.
—Pues no me fue tan bien— le mira con arrogancia — ochocientas ochenta horas, ciento cincuenta mil euros, clases del control de ira, y el examen, no es precisamente lo que tenía en mente — le responde molesto.
—Es menos de lo que merecías, el fiscal pedía tu cabeza y al menos un año de cárcel, la pobre chica no puede moverse, gracias a la golpiza que le propinaste—Bill se mira las uñas, es mucho más entretenido que escuchar todo lo que le dicen— ¿Por qué la golpeaste? ¿Sabes que tuve que poner en el expediente que solo la acosabas y la golpiza se la había dado un pobre imbécil? —Bill sonríe
Nunca antes le había puesto una mano encima a una mujer, pero aquella había acabado con su paciencia, tras dar el primer golpe y que ella también lo golpeara, había estrellado su puño en su rostro, observo cómo esta cayó al suelo y la adrenalina subió instantáneamente por todo su cuerpo, la golpeo lo suficiente para dejarla inconsciente.
— ¿Me lo vas a decir? — la voz del juez lo saca de su pensamiento
—Acabo con mi paciencia, además no era más que una prostituta barata— se pone de pie — si ya terminamos, me marcho— se gira hacia la puerta y cuando está a punto de abrirla, la voz del juez lo detiene
—Entrégame tu licencia de manejo— extiende la mano y Bill se ríe
—Si claro— abre la puerta y antes de dar dos pasos, Sakí, el guardaespaldas de su familia está frente a la puerta, junto con Simone. —Nos vamos, mami— sonríe burlón, justo en el momento que esta estrella su mano en su rostro y lo gira, se lleva la mano a la zona y la mira furioso
—Bill, la licencia — dice de nuevo, Bill, lleva la mano al interior de su saco y toma su cartera de donde extrae el documento y lo deja caer al piso, y sale del lugar, seguido por Sakí, siente la mirada de todos, sobre su espalda, la cara le escosé por el golpe, esconde su rostro tras sus caras lentes Dior.
Tom se fuma un cigarrillo fuera del juzgado, observa a la horda de fotógrafos que le toman fotos, el solo sonríe, son buitres en espera de su hermano, se gira al escuchar la puerta abrirse, Bill lleva sus lentes oscuros puestos y Sakí va tras él. Ambos comienzan a bajar la escalinata, mientras los fotógrafos y reporteros, comienzan a interrogarlos, pero son alejados por el nada delicado guardaespaldas, llegan hasta el coche que esta frente a la cera y una vez dentro se alejan del lugar.
—Bonita marca— se burla Tom— Simone, estaba que se mordía las uñas por dártela — le toca con un dedo la marca y Bill se gira, solo para encontrarse con la mira llena de compasión y apoyo de Tom, ambos se sonríen, es un acuerdo tácito desde que han sido niños, el apoyarse mutuamente — Gordon te va a dar el sermón del año y Jörg hará como que no pasa nada como es su costumbre— Bill se encoje de hombros.
—No es como que me preocupe mucho—saca una cajetilla de cigarros y enciende uno, tras ofrecerle uno a Tom, quien acepta—Deberíamos ir a Edén esta noche, a festejar que estoy libre.
—No creo que sea lo mejor, al menos no por ahora.
Bill hace una mueca de fastidio y vuelve a dar una calada al cigarrillo, para después votar las cenizas por la ventana.
—Faltan un par de semanas para nuestro cumpleaños nuestro numero veinticuatro y lo vamos a celebrar en grande.
—Pero en ese lugar, Andreas, habla maravillas de las chicas que bailan ahí, y dice que hay una chica de nombre Tabatha, que baila como una diosa y quiero ver si es verdad.
— ¿Qué pasa si es verdad? —le mira por un segundo, antes de regresar su atención a la ventanilla.
—Si es tan buena, como el rubio cabeza de pollo dice, la llevare a mi cama—Sakí que va tras el volante, rueda los ojos, al mismo tiempo que Markus deja escapar un bufido de molestia.
— ¿Qué no puedes estar una hora sin pensar en follar? —pregunta Tom, conteniendo la risa.
— ¡Oh cállate! —Le da un golpe en el brazo a Tom—estás pensando en lo mismo que yo—Ambos ríen.
—En verdad me preocupe— lanza el cigarrillo por la ventana—sobre todo cuando Simone dijo que esta vez no metería las manos al fuego por ti. Pensé que esa perra psicópata te dejaba de nuevo encerrado.
—Tal vez habría sido lo mejor—responde tras lanzar el también su cigarrillo—te juro que solo vi rojo, cuando comencé a golpearla.
— ¿Exactamente que viste? —Le mira preocupado—te conozco y por mucho que una mujer, te saque de tus casillas, jamás le has levantado la mano a ninguna, o pobre de Simone, en lugar de cirugías para mantenerse joven, estaría llena de cirugías reconstructivas—vuelven a reír.
—Fue como si no fuera yo, te juro Tom, que después del primer golpe, fue como una experiencia extracorpórea, me pude ver fuera de mi cuerpo y ver como alguien parecido a mí, golpeaba a esa puta de quinta.
— ¿Qué mierda te metiste esa noche?
—Polvos mágicos—responde tranquilamente.
—Deja de esnifar cuando no esté a tu lado, para ayudarte.
—Tom, en un par de meses te vas a casar, no podrás seguir cuidando de mí.
Tom, no puede evitar hacer una mueca, odia a la sosa de su prometida, ni siquiera el sexo con ella es algo digno, está esperando el momento oportuno para romper con esa estupidez, pero ahora con todo el drama que Bill ha armado, lo último que necesitan es un escándalo más, aunque ver a Simone reventar es algo digno de disfrutar y con tal de molestarla es muy probable que lo haga.
—Tal vez no lo haga—murmura, sin despegar su vista de la nuca de Sakí y Markus, Bill le mira curioso, pero Tom solo se pasa el dedo por los labios y Bill asiente, al tiempo que una sonrisa se forma en sus labios, Simone debe estar deseando haberse cuidado, si hubiera sabido que de sus entrañas iban a nacer esos gemelos, tan problemáticos.
—Estéril—Bill rompe en risas al igual que Tom.
—Todos y cada maldito día de su patética vida, se debe estar reprochando eso.
— ¡Maldita perra psicópata! —gritan al mismo tiempo y estallando en risas, Markus y Sakí, solo se miran y niegan, esos gemelos, odian a su madre y no es un secreto para nadie, que esos dos solo se quieren entre ellos.
Pobre de la chica que se fije en cualquiera de esos dos, tiene un largo camino por delante, ambos son tan celosos y protectores entre ellos, sobre todo Tom, que cuida a Bill como si fuera un cervatillo a la deriva, nadie lastima al pequeño Bill Kaulitz sin que Tom se cobre el daño. Solo habido una chica que lo supo tarde y Bill pago el precio, demasiado alto y eso es algo que Tom, no está dispuesto a dejar pasar de nuevo.
—Gracias—
—Siempre y cada maldita vez que me necesites.
& Continuará &
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