Fic TOLL de lyra
Capítulo 11
Salieron esa noche a cenar fuera. Había estado lloviendo mientras ellos estrenaban el piano nuevo, luego se despejó y salió el sol. Se movieron con pereza y mientras que Bill se arreglaba el pelo Tom se cambió de ropa. Recogió el albornoz que había quedado tirado sobre el piano y lo colgó detrás de la puerta de su dormitorio, tratando de no pensar en que Bill estaba desnudo plantado en mitad de su baño.
Pero cuando salió de el vio que había cubierto su desnudez con una toalla que llevaba medio caída en su estrecha cadera. Lucía estupendo, el pelo liso y por debajo de los hombros, los ojos maquillados y algo de color en los labios.
Mientras que Bill se vestía él entró en el baño y cuando salió sonrió al verle ya preparado. Se había puesto unos pantalones blancos muy ajustados, un jersey gris de cuello alto y un foulard negro alrededor del cuello. Llevaba del brazo colgada una cazadora de cuero negra que Tom le cogió y le ayudó a ponérsela.
Salieron del piso y Eric les abrió la puerta deseándoles buenas noches. Subieron al coche de Tom y media hora después estaban sentados en el mejor restaurante de la ciudad. Habían conseguido mesa en un rincón apartado, escondido a miradas indiscretas.
Gracias a ello, Tom pudo cogerle la mano por encima de la mesa mientras le explicaba los platos que había en la carta. Esa vez era un restaurante italiano y pidieron algo de pasta, unos raviolis con salsa de nueces regados con un vino Nobile di Montepulciano.
Bill lo saboreó con los ojos cerrados, pocas eran las veces que probaba un vino tan delicioso.
Disfrutaron de la cena charlando como si se conocieran de toda la vida, atreviéndose Bill a preguntarle algo de su familia.
—Soy hijo único, viví con mis padres hasta los 18, cuando decidí trabajar para mi padre—explicó Tom— Me compraron el piso como regalo de “bienvenida”. A Gustav le conocí en la universidad y somos amigos desde entonces, aunque hay días que no sé cómo no le mato con mis propias manos.
Bill se echó a reír ante ese comentario. Él nunca había tenido un amigo, bueno… estaba Andreas, pero era más como un hermano para él. Le cuidaba muy bien y siempre estaba atento a que nadie le hiciera daño. Si algo le pasara, no se lo perdonaría en la vida…
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Siguieron con la cena y Bill bebiendo, cosa que no debiera pues la segunda copa ya se le había subido a la cabeza y no podía reprimir una risita tonta que a Tom le hacía mucha gracia escucharla.
Tom pagó la cuenta y le sacó del restaurante sin llamar mucho la atención, pasándole un brazo por la cintura para que no se cayera en mitad del camino. Bill suspiró y apoyó la cabeza en su hombro con los ojos cerrados mientras se dejaba llevar.
Le metió en el coche como pudo y fue directo al piso, teniendo que pasar el mal trago del restaurante delante de Eric, que se limitó a abrirle la puerta del ascensor sin decir nada.
Una vez arriba, le tocó desnudarle y meterle en la cama. Bill se había quedado profundamente dormido mientras subían en el ascensor, mucho se temía que esa noche no habría….fuegos artificiales….
Le dejó en bóxers y él también se desnudó, quedándose como él. Rodeó la cama y se tumbó en su lado suspirando. Apagó la luz y sin decir nada fue al encuentro de Bill, atrayéndole en sus brazos para que se recostara contra él y durmiera como el angelito que era.
Bajó la cabeza y dejando los labios en su frente le besó en ellos dulcemente, escuchando un suspiro de sus labios que le dejó entusiasmado.
—Tom…
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Al día siguiente la resaca de Bill era monumental. Eran las 10 de la mañana y seguía aún en la cama. Solo la había dejado para vaciar su estómago en el baño un tanto avergonzado.
Tom sonreía sin poder evitarlo al tiempo que le ayudaba a regresar a la cama, que según Bill daba vueltas y no le dejaba acostarse en ella.
—No me dejes beber la próxima vez—murmuró Bill con los ojos fuertemente cerrados.
Tom suspiró como respuesta al tiempo que se sentaba en la cama y le ponía sobre los ojos una toalla húmeda para que le aliviase el terrible dolor de cabeza que estaba sintiendo.
—Soy un caso, otra mañana que desperdicias por mi culpa—rió Bill resoplando.
—Quédate en cama, de todas formas tengo una comida a la que tengo que acudir…yo solo —aclaró Tom carraspeando.
— ¿Una comida de negocios? —preguntó Bill abriendo un ojo.
—Con mis padres—murmuró Tom.
—Ya—dijo Bill en voz baja.
—Se lo voy a contar—susurró Tom mordiéndose el labio.
— ¿Estás seguro de que es el momento? —preguntó Bill preocupado.
—Si, ya no lo puedo ocultar más. Además, creo que alguien se ha ido de la lengua—contestó Tom resoplando.
Bill no dijo nada. Solo lo contaba porque estaba acorralado, si no les seguiría engañando. ¿Les contaría también que llevaba casi una semana pagando a un chico para que se acostara con él?
—He quedado a la 1, es mejor que me vaya preparando—dijo Tom levantándose.
No le gustaba la manera en la que Bill le estaba mirando, como si supiera lo que estaba pensando. ¡Ni en sueños les diría a sus padres que había pagado por tener sexo!
Entró en el baño y se dio una ducha rápida. Luego se tomó un café y le llevó un té a Bill a la cama. Se vistió mientras se lo tomaba recostado en las almohadas y siguiendo un impulso se le acercó para despedirse hasta más tarde.
—Te dejo una llave del piso, por si te sientes con ganas de salir a dar un paseo—dijo Tom sonriendo.
Bill asintió conteniendo el aliento, estaba muy cerca de él, si se inclinaba más sus labios se rozarían….y eso hizo…Tom separó los labios y le dio un suave beso en la mejilla.
Salió del piso sin sospechar que sería el último que le daría….
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Bill se recostó en las almohadas suspirando. La cabeza le estaba matando y solo deseaba poder dormir unas horas más. Pero el sonido de su móvil le hizo maldecir por lo alto.
Acordándose de que la única persona que le podía llamar era Andreas, se apresuró a contestarlo tan deprisa como le dejó su aturdido cuerpo.
— ¿Andreas? —contestó sin ver si realmente era él.
— ¿Bill Trümper? —dijo una voz desconocida.
—Si…soy yo—contestó incorporándose de golpe.
—Le llamamos del hospital, un amigo suyo ha tenido un accidente y hemos encontrado su número en su cartera, como a la persona a la que llamar en un caso así—le explicó esa voz con calma.
— ¿Un accidente? ¿Qué le ha pasado? —susurró Bill rompiendo a llorar.
—Es mejor que venga y hable con el médico. Yo solo le tenía que llamar, no sé exactamente cuál es su estado.
Asintió con la cabeza entre lágrimas, estaría allí en media hora. Colgó el móvil y se vistió con rapidez cogiendo una camiseta de las suyas viejas y sus vaqueros azules. Se calzó unas playeras y se recogió el pelo en una coleta. Cogió un trozo de papel y garabateó una nota con rapidez que dejó sobre la mesita que había en la entrada.
Salió del piso poniéndose una cazadora por el camino. Mientras entraba en el ascensor llamó a un taxi para que le estuviera esperando con el motor en marcha. Dijo un adiós por lo bajo a Eric cuando éste le abrió la puerta y esperó en la calle 5 minutos hasta que llegó el taxi.
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A la media hora exacta entraba en el hospital y preguntaba por la habitación de Andreas. Se la indicaron y corrió hacia ella, rompiendo a llorar de nuevo al verle postrado en una cama.
Tenía la cara llena de morados, un brazo roto y al parecer varias costillas también. Estaba sedado, pero una enfermera que entró a vigilar sus constantes le explicó lo que le había pasado.
—Al parecer le dieron una paliza—explicó en voz baja— ¿Eres familiar suyo?
—Soy….soy su hermano—mintió Bill entre lágrimas— ¿Una paliza? ¿Quién?
—Por donde le encontraron…. ¿sabías que tu “hermano” trabajaba en la calle? —preguntó la enfermera, sabiendo que le había mentido.
Asintió mordiéndose los labios. Se lo había dicho mil veces, que tuviera mucho cuidado con los clientes. Siempre trabajan de dos en dos, uno vigilaba y si hacía falta echaba una mano si las cosas se caldeaban. Pero al faltar él una semana, Andreas había tenido que hacerlo él solo. Conocían a alguno de su profesión y si una noche uno de ellos se tenía que ir a un trabajito algo lejos, el otro se quedaba con un “compañero”.
—Puedes quedarte 5 minutos—susurró la enfermera antes de salir de la habitación.
Asintió de nuevo y acercando una silla la dejó todo lo cerca que pudo de la cama de Andreas. Le cogió una mano entre las suyas y se la llevó a su húmeda mejilla suspirando.
Se quedó hasta que le echaron, se inclinó sobre Andreas y se despidió de él con un breve beso en los labios, prometiéndole regresar al día siguiente.
—Llámenme si se despierta, por favor—le pidió a la enfermera.
Vio que asentía y solo entonces se decidió a salir del hospital. Allí no podía hacer nada, le dejaba en buenas manos. Camino de la puerta se chocó contra un hombre, murmuró un “lo siento” y siguió con su camino, o al menos lo intentó…
— ¿Bill?
Se volvió al escuchar que le llamaban. Delante de él había un hombre de unos 35 años, su cara le sonaba…y también esa fea sonrisa que lucían sus labios.
—David—murmuró maldiciendo por lo bajo.
—Sabía que eras tú, ¿estás bien? Tienes mala cara—dijo David con tono preocupado.
Sabía que debía mostrarse amable por Tom, era cliente de su empresa y si le mandaba a la mierda Tom pagaría las consecuencias.
—Un amigo mío ha tenido un accidente—explicó por encima.
—Vaya, cuanto lo siento—dijo David acercándosele—Dime su nombre, haré que esté bien atendido.
—Oh, no hace falta, la enfermera me ha prometido que…
—Bill, una enfermera….tienen muchas cosas que hacer, no pueden encargarse solo de un paciente—dijo David chasqueando la lengua.
Sabía que tenía razón en parte, le había dicho que sí solo para que se fuera tranquilo, pero lo más seguro era que solo visitaría a Andreas cuando hiciera falta cambiarle algún vendaje, no estaría con él cuando abriera los ojos y se asustara al ver donde se encontraba…
— ¿Está en esa habitación? —preguntó David señalando la puerta por la que le había visto salir.
—Si…se llama Andreas—murmuró Bill.
David asintió y se acercó al mostrador. Exigió hablar con el médico que llevaba ese caso y a los 15 minutos Andreas era subido a una habitación particular en la que estaría mejor atendido.
—Muchas gracias—susurró Bill esbozando una sonrisa con esfuerzo.
—No hay de qué, ¿quieres que te lleve a algún lado? ¿Al piso de Tom? —preguntó David una vez que salieron del hospital.
—No está, tenía una comida con sus padres—contestó Bill con naturalidad.
— ¿Y por qué no te ha llevado? —preguntó David extrañado.
Maldijo por lo bajo, él mismo se había delatado. No podía decirle a David que estaba con Tom porque le había pagado, aunque tras la escenita del baño estaba claro que sabía a lo que se dedicaba. Tampoco podía decirle que sus padres no sabían de su existencia y era mejor que nunca lo supieran. Aceptarían que su hijo fuera gay, pero no que pagara por placer…
— ¿Quieres comer conmigo? —invitó David de repente.
Se le quedó mirando mordiéndose el labio. No sabía si podía confiar en David, aunque se había portado tan bien con Andreas….asintió para satisfacción de David. Le siguió hasta su coche y media hora después disfrutaban de una buena comida en el mejor restaurante.
Durante ella le llamaron del hospital. Se había despertado Andreas y David le llevó de regreso antes de que se lo pidiera.
— ¡Andreas! —sollozó entrando por la puerta.
Corrió a su lado y le abrazó como pudo sin hacerle daño. Rompió a llorar enterrando la cara en su cuello, sintiendo como le pasaba una mano con suavidad por la espalda.
—Vamos Bill, que no es para tanto—murmuró Andreas conteniendo él también las lágrimas.
—Dime quien ha sido, hay que denunciarlo—dijo Bill incorporándose.
—Oh, vamos Bill, ya sabes que no podemos hacer nada. Son gafes del oficio—negó en rotundo Andreas.
Lo sabía, si iban a la policía ellos sería los primeros en ser detenidos por trabajar en la calle.
— ¿Has hablado con el médico? ¿Cuándo te mandan a casa? —preguntó Bill cogiéndole de nuevo una mano.
—Tendré que quedarme 4 días ingresado, y la factura va a ser muy alta. Por eso me voy esta misma tarde—murmuró Andreas incorporándose en la cama.
— ¡De eso nada! La factura la pago yo y te quedas el tiempo que haga falta—dijo Bill con firmeza.
—Pero…
—Sin peros. Y cuando te den el alta, estarás una semana sin trabajar—siguió diciendo Bill.
—El piso y la comida no se pagan solos—señaló Andreas con dolor.
—Para entonces ya habré terminado mi trabajo con Tom, haré horas extras si son necesarias….
— ¡De eso nada! —gritó Andreas esa vez— ¿Tú solo? Ni hablar, ¿eh Bill?
—Puedo ponerme con alguno de nuestra acera, ya sabes que entre nosotros siempre nos ayudamos…
—O nos matamos por robarnos los clientes. No Bill, ni se te ocurra trabajar tú solo. Ya pensaremos en algo, tengo algo ahorrado…
Se quedaron en silencio. Bill también tenía algo de dinero, y con lo que Tom le diera podía pagar de sobra la factura del hospital. Vio que se le cerraban los ojos y le dejó descansar.
—Mañana vendré a verte—prometió Bill.
—Estarás ocupado con Tom, no te preocupes por mí….de aquí no me muevo, y estaré bien atendido—dijo Andreas guiñándole un ojo.
Bill cedió de mala gana, si le contaba a Tom lo ocurrido sabía de fijo que él mismo le llevaría a verle. Le dio un beso de despedida esa vez en la mejilla y salió al pasillo, en donde le esperaba David paseando de arriba abajo.
— ¿Qué tal se encuentra? —preguntó David nada más verle.
—Mucho mejor gracias a ti—contestó Bill suspirando.
— ¿Entonces, a qué viene esa cara larga? —preguntó David pasándole un brazo por los hombros.
Bill se dejó abrazar y caminaron así cogidos hasta la salida del hospital. Una vez en la calle aspiró profundamente y contestó la pregunta que le había hecho minutos antes.
—La factura del hospital va a ser un poco…elevada—confesó en un susurro.
—Ya…entiendo…—dijo David frunciendo el ceño— ¿No puedes pedírselo a Tom?
— ¡No! Ha sido muy generoso conmigo, no quiero abusar—dijo Bill negando con la cabeza.
—Yo…yo te lo puedo prestar—susurró David.
Bill le miró negando en silencio. No le conocía de nada, aunque las últimas horas que había pasado a su lado le había parecido de lo más majo y simpático.
—Te lo devolveré en cuanto pueda—cedió al fin.
—No hace falta, es por una buena causa—negó David.
—Insisto, no quiero cogerlo sin…
—Podrías darme algo a cambio—interrumpió David alzando una ceja.
Se le quedó mirando con la boca abierta. ¿Esas habían sido siempre sus intenciones? ¿Hacerse su amigo para que en cuanto tuviera la oportunidad de llevarle a la cama no dejarle escapar?
Iba a negarse de nuevo cuando David hizo su oferta…
—Te pagaré el doble que Tom y solo por una noche….esta…
Continúa…
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