Fic TOLL de lyra

Capítulo 7

Salieron a la calle y tomaron la dirección contraria a las tiendas. Calle abajo se veía un gran parque, el Parque Humboldthain, que por ser domingo estaría lleno de familias con sus hijos en ese soleado día. Caminaban con paso lento, Tom le iba explicando toda su historia, como que fue destruido durante la IIª guerra Mundial y luego construido de nuevo desde cero.

Contaba con amplios espacios verdes en los que tumbarse mientras se disfrutaba de un ligero almuerzo, y eso fue lo que hicieron. Compraron dos perritos calientes en un puesto ambulante y dos botellas de agua. Eligieron un rincón apartado y tras un largo paseo por el parque decidieron hacer un alto.

Bill enseguida se tumbó en la hierba suspirando, sonriendo al ver que Tom se lo pensaba.

—Vamos, la ropa que llevas se puede lavar fácilmente si te la manchas—dijo guiñándole un ojo—No seas tan remilgado.

Tom se rascó la cabeza pensativo y al final se encogió de hombros y terminó sentado en la hierba a su lado. Le pasó su perrito caliente y comieron en silencio, por lo menos por su parte.

—Esto está de muerte—murmuró Bill con la boca llena—Mejor que esos platos que nos sirvieron anoche de nombres tan raros que ni recuerdo.

Tom le tuvo que dar la razón en parte, hacía mucho que no se tomaba un día libre en el trabajo y se escapaba a comerse algo con las manos. Siempre estaba de restaurante en restaurante en alguna comida de trabajo importante, haciendo la pelota y lamiendo culos.

El sonido del móvil los interrumpió y tras pasarle a Bill su perrito caliente sacó el móvil del bolsillo de su sudadera para contestarlo. Arrugó la frente al ver que era Gustav, no se libraba de él ni en su segundo día de vacaciones.

—Dime—contestó resoplando.

—Espero que no estuvieras ocupado….con Bill, quiero decir—susurró Gustav algo cortado.

—Tranquilo, solo estamos disfrutando del buen día que hace en el parque—le explicó Tom— ¿Ha pasado algo con Jost?

El silencio que obtuvo como respuesta era una clara afirmación. Maldijo por lo bajo y suspiró esperando a que Gustav le dijera las malas noticias. No entendía porque tenían que aguantar sus caprichos, si no fuera por su padre le mandaba a la mierda y se quedaba tan ancho…

—Tom, me temo que ayer me fui de la lengua…en la cena…—empezó a decir Gustav.

Maldijo de nuevo mirando a Bill de soslayo. Sabía a qué cosa se refería, solo le había contado lo de Bill porque pensaba que podía confiar en él, cuando estaba claro que no.

Se quedó sin respiración cuando vio lo que Bill estaba haciendo. Había mordido su bocadillo y un poco de Kétchup se le resbalaba por su muñeca derecha. Al tener ocupada la otra mano no pudo limpiarse de otra manera que no fuera pasándose la lengua para deleite de sus ojos…

Carraspeó y cambió de posición, enfrentándose a su compañero de trabajo.

— ¿Qué has hecho? —preguntó en voz baja.

—Es que…Melissa me engañó. Estaba muy disgustada, al parecer Bill dijo algo que la molestó y no paraba de decir que se quería ir de la fiesta, que se sentía humillada y tal…y yo solo la quise consolar…

—Ya, entiendo—murmuró entre dientes.

La consoló de la mejor manera, haciendo quedar a Bill por debajo de su clase social. Le contaría a que se dedicaba y eso habría hecho que Melissa sonriera de inmediato…

—Fue tras la cena, luego se excusó diciendo que se iba al baño…pero la vi irse directa a David…creo que se fue ella también de la lengua…

— ¡Será zorra!—se le escapó a Tom en voz alta.

—Al parecer ella y David se conocían y como sabía que era cliente nuestro…

—Lo hizo para vengarse de mí, no acepta un no como respuesta y yo se lo dije más de una vez—siguió Tom con su enfado.

Cuando vio que lo suyo no iba a ninguna parte, que no estaba bien que jugara con sus sentimientos, se lo explicó como bien pudo. Ella le suplicó una y mil veces, y él se negó en rotundo sin dar su brazo a torcer. No entendía que vio en ella para hacerla “cómplice” en su mentira. Solo la llamaba cuando tenía que acudir a una cena importante, una comida con sus padres,…

—Tom, lo siento mucho de veras—se disculpó Gustav de todo corazón—Nunca debí llevarla a la cena, más tras haber estado primero contigo.

—No es culpa tuya—dijo Tom entre dientes.

¡Claro que lo era! En esos momentos uno de los mejores clientes de su padre sabía de sus inclinaciones sexuales, solo faltaba esperar a que le fuera con el cuento a alguien más…sus padres no se podrían enterar de esa manera, debería ser él quien se lo contara…cuando hallara el momento adecuado…

Se despidió de Gustav y se guardó el móvil de nuevo. Le cogió a Bill su perrito y dio un gran mordisco resoplando. Lo que había empezado como un soleado día se estaba llenando de grises nubarrones…

— ¿Ha pasado algo? —preguntó Bill preocupado.

Había escuchado parte de la conversación, que llamara zorra a alguien le daba una ligera idea de a quien se estaba refiriendo…

Tom se le quedó mirando sin contestar. Estudiaba su cara, sobre todo sus ojos. En ellos había un deje de miedo, y eso le dio muy mala espina.

—Bill, ¿hablaste con alguien ayer en la cena? No estando yo delante, quiero decir—aclaró.

—Con la bruja de Melissa—contestó Bill forzando una sonrisa.

—Te dejé solo cuando me llamaron los amigos de mis padres, ¿te pasó algo en el baño? —preguntó mirándole fijamente.

Le vio separar los labios a punto de decirle algo, pero se lo pensó dos veces y le vio negar con la cabeza desviando la mirada.

—Si te molestó alguien, me lo debes contar—exigió cogiéndole con firmeza de la muñeca.

Bill le dirigió de nuevo la mirada y volvió a negar con la cabeza. Le daba mucha vergüenza contarle lo asustado y humillado que se sintió en el baño. Primero en la tienda y luego allí en la cena. Estaba claro que no podía salir solo a la calle sin que nadie descubriera que no pertenecía a ese mundo de ricos y le pusiera en su sitio…

Tom le soltó suspirando. Estaba claro que si le había pasado algo, pero no quería contárselo. Esperaría a hablar con David, fijo que le hacía algún comentario y entonces le partiría la cara encantado.

Siguieron comiendo en silencio y cuando terminaron, Bill se acostó suspirando. Cerró los ojos y puso las manos tras la cabeza.

—Te vas a quedar dormido—comentó Tom pasándole la mano por el costado.

Al momento Bill se revolvió, tenía muchas cosquillas ahí mismo y a Tom le divertía torturarle.

—Venga, sigamos con el paseo. Podemos ir de nuevo a Dior si quieres….

No se lo tuvo que decir dos veces. Al momento Bill se puso de pie de inmediato y tiró de su brazo para que se levantase.

—Con la condición de que si me gusta algo me lo pago yo—dejó bien claro—Ya te has gastado mucho en mi.

Tom se encogió de hombros, para él no había sido nada. Ya lo había hablado con Georg, le habían abierto una cuenta nueva a nombre de Bill, pero todas las facturas irían a parar a la suya. No podía permitir que se gastara lo que iba a ganar en esa semana en una simple camisa de seda. Le hacía mucha falta el dinero, no estaba para desperdiciarlo en caprichos…

.

Regresaron al piso cargados de bolsas, esa vez Tom también se había animado y renovado parte de su vestuario. Se compró una camisa de seda blanca que Bill le aconsejó al decirle que estaría con ella de muerte. También compró unos vaqueros y dos gorras como las que solía llevar cuando era joven.

Bill, en cambio, solo se compró una cazadora de cuero y un jersey negro de cuello alto. Se encariñó de un collar largo y plateado y Georg se lo envolvió encantado. Una vez más fue él mismo quien se encargó de atenderles y agradeció a Tom esa buena comisión que se iba a llevar.

Les estaba hablando de la nueva colección que iba a llegar y le prometió ser el primero en verla, dejarle escoger las mejores prendas. Mientras hablaban, Bill se dedicaba a echar una ojeada a la sección de joyería. Le estaban mostrando una bandeja llena de grandes anillos con los que quedó extasiado.

También se quedó prendado de las pulseras que había sobre otra de las bandejas de terciopelo negra que le dejaron estudiar tomándose su tiempo. Sonrió pensando que si alguien de la tienda supiera de sus antecedentes, no le dejaría a solas con tantas joyas.

— ¿Ves algo que te gusta?

Se incorporó llevándose una mano al pecho asustado. Tom se le había acercado con sigilo y le había estado espiando por encima del hombro.

— ¿Te gusta alguna de estas pulseras? —preguntó mostrándole la bandeja.

Tom asintió y señaló una que era de plata y llevaba engarzadas unas gemas azuladas.

—Buena elección—murmuró Bill sonriendo.

Tom le miró alzando una ceja pero Bill se encogió de hombros sin decir nada. Georg se les acercó y les informó que sus compras ya estaban bien dobladas y guardas en sus bolsas. Cargaron con ellas y se despidieron hasta la próxima vez.

Regresaron al piso y mientras que Tom colocaba su ropa nueva Bill estudiaba lo que tenía en la nevera. Se había nublado y estaba empezando a llover. No le apetecía salir de casa, pero claro si Tom tenía algo ya pensado…

Parecía que le había leído el pensamiento, pues entró en la cocina diciendo que podían pedir algo de comer.

— ¿Una pizza? —preguntó Bill alzando una ceja.

—Lo que quieras, también podemos pedir algo como lo que cenaste ayer. Te lo traen a casa si quieres—explicó Tom.

—Prefiero algo más sencillo, una pizza está bien—insistió Bill.

—Perritos calientes para comer….pizza para cenar….—murmuró Tom resoplando.

Bill se echó a reír y mientras que Tom hacía el pedido por teléfono se fue a poner algo más cómodo. Entró en el dormitorio y se quitó la ropa que llevaba. Había metido algo de la ropa que le había llevado Andreas en un cajón de la cómoda que Tom le había dejado libre.

Escogió un pantalón de chándal gris claro y se dejó la camiseta que esa tarde había llevado. Entró luego en el baño y se recogió el pelo en una alta coleta, dejando algún mechón suelto.

Cuando salió Tom también se había puesto ropa más cómoda y preparaba la mesa baja que había delante del sofá para cenar en ella. Cuando llamaron a la puerta echó mano de su cartera y pagó al repartidor.

—Huele que alimenta—comentó Tom pasándose la lengua por los labios.

Bill asintió y se sentó en el suelo frotándose las manos. Tom se sentó en el sofá y puso la caja en medio de la mesa. La abrió y cogió un cuchillo para partir mejor las raciones. Puso una en un plato y se la tendió a Bill, que se la llevó a los labios de inmediato, soplando antes de morderla suspirando.

—Mmmm….hacía tiempo que no probaba algo tan bueno—comentó sonriendo.

Tom se sirvió su ración y le tuvo que dar la razón. Hacía mucho que no comía pizza, siempre le salía alguna cena importante en algún restaurante francés o del estilo.

Cenaron mientras veían la tele, Bill puso de nuevo videos musicales y cuando terminaron se quedaron en silencio escuchando al cantante de hip hop de moda.

— ¿No te gusta Sammy?—preguntó Tom al escuchar resoplar a Bill.

—No es de mi estilo—contestó Bill estirándose.

Los ojos de Tom no pasaron por alto el hecho de que se le subiera la camiseta, dejando a la vista su suave cadera. No lo pudo impedir y estiró una mano pasando los dedos por ella, haciéndole cosquillas sin querer.

—Hey…—protestó Bill entre risas.

—Lo siento—se disculpó Tom con esfuerzo.

De repente le habían entrado unas ganas enormes de hacerle el amor en el suelo del salón. Parecía que Bill le había leído el pensamiento, pues se levantó sin decir nada y desapareció en el dormitorio, regresando con dos condones de la mano.

Se puso de rodillas en el suelo y sin mediar palabra sus manos fueron directas al pantalón de Tom, que se puso tenso de inmediato.

—Espera un momento—pidió Tom incorporándose.

Bill le miró sin entender desde el suelo. ¿Había hecho algo mal? ¿Malinterpretado sus señales?

— ¿Qué pasa contigo? —preguntó Tom de repente.

— ¿Cómo? —dijo Bill sin entender.

— ¿No quieres sentir placer? —susurró Tom arrodillándose a su lado.

—Disfruto mucho contigo….no es necesario que te molestes por mí…—contestó Bill carraspeando.

—Me molesto, porque no quiero que lo hagas solo porque te pague por ello. Quiero que disfrutes….verte hacerlo…

Según iba hablando, había puesto una mano en la cadera de Bill. Rozaba el borde de su pantalón tratando de tirar de el hacia abajo ante la resistencia de Bill. Pero no se dejó “convencer”. Separó las piernas y se acercó a Bill todo lo que pudo, haciéndole girar y que quedara de rodillas entre sus piernas.

Puso sus dos manos en sus caderas y tiró de ellas hacia él. Le acercó todo lo que pudo hasta que sus miembros se tocaron. Sonrió al escuchar el gemido incontrolado que salió de los entre abiertos labios de Bill.

Le miró firmemente a los ojos y comenzó a mover sus caderas contra su entrepierna, haciendo que se frotaran entre ellas. Separó los labios también y gimió por lo bajo.

—Tom….por favor….no es necesario—susurró Bill con esfuerzo.

Negó con la cabeza y de repente soltó sus caderas. Puso las manos en su pecho y le empujó hacia atrás con delicadeza. Le hizo acostarse sobre su cara alfombra de Verscace (1) y estirar las piernas. Puso entonces las manos sobre sus pantalones y tiró hacia debajo de ellos, arrastrando la ropa interior que esa noche Bill si llevaba.

Vio como alzaba las caderas para ayudarle entre jadeos incontrolados. Le desnudó de cintura para abajo y sonrió ante lo que veía. Su miembro descansaba medio flácido entre sus muslos, llamándole a gritos desesperado para que hiciera algo.

Se inclinó dispuesto a obedecer, pero antes de que llegara a rozarlo con los labios, Bill levantó una mano y le tendió uno de los condones.

—Tócame primero con la mano, y cuando tenga una erección me lo pones—ordenó Bill entre jadeos.

—Me fío de ti, si me has dicho que estás sano….—empezó a decir Tom.

—Lo estoy—afirmó Bill—Pero…

—Sin peros—cortó Tom esa vez—Quiero saborearte, y con esto no puedo.

Cogió el condón y lo lanzó bien lejos. Pasó las manos por sus muslos y fue subiendo hasta tener su miembro entre los dedos. Suspiró al sentirlo ponerse duro, tan caliente palpitando en sus manos…se inclinó y separando los labios se lo introdujo en la boca despacio.

Bill arqueó la espalda alzando las caderas sin poder evitarlo. Cerró los ojos y separando los labios dejó escapar un gemido incontrolado. Bajó las manos y las puso sobre la cabeza de Tom, ayudándole a llevar el ritmo de las succiones, alzando las caderas como si le estuviera haciendo el amor dentro de su cálida boca.

Sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo, señal de que el orgasmo estaba a punto de llegar. Estaba ya empalmado del todo y la lengua de Tom le hacía gemir y suspirar. Separó los labios y se aclaró la garganta para poder hablar…

—Tom….ya…—avisó con esfuerzo.

Tom entendió el mensaje y separando los labios liberó su miembro, que tan dulcemente le había sabido. Siguió masajeándole con las manos hasta que le sintió ponerse tenso y alzando las caderas se derramó entre sus dedos gimiendo.

Sonrió muy satisfecho. Eso era lo que quería, que Bill no sintiera que porque le estaba pagando tenía que disfrutar solo él. Aunque también lo había hecho, el bulto de su pantalón era una clara señal de que la noche no había hecho nada más que empezar…

Continúa…

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por lyra

Escritora del fandom

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